A veces, de la queja nace el problema

Comentario a la parashá de Bahalotjá – Por Rabino Eliahu Birnbaumqueja

Esta Parashá nos muestra al pueblo de Israel experimentando dos formas diferentes de frustración, por las que presenta su protesta queja ante Dios. En uno de los casos el pueblo, “en vacío”, por nada en particular. La propia queja es el centro de la acción, que no se refiere concretamente a ninguna otra cosa. La Torá nos refiere que, en este caso, Dios reacciona incendiando parte del campamento.

El otro caso es bien diferente. El pueblo experimenta una necesidad concreta, y reclama: “Quién nos diera carne para comer?(…) Extrañamos el pescado (…)”. El pueblo no pasa hambre pero, aún cuando el maná adquiere todos los sabores que desea quien lo degusta, se sienten hartos de comer siempre lo mismo. Ante la queja por una carencia concreta, sin reparar en su validez, Dios satisface el pedido del pueblo, y les envía carne para comer.

Estos dos casos son un acceso que se abre a que aprendamos las circunstancias en que es válido reclamar. La Torá no se opone a que el hombre se queje, critique y reclame; siempre que tenga una razón específica y concreta para hacerlo. En varias oportunidades el pueblo de Israel se quejó ante Dios y El aceptó sus quejas;la Torá consigna que incluso Abrahám se queja ante su Creador, al igual que, repetidamente, lo hace el mismo Moshé.

La situación adquiere un carácter diferente y problemático cuando alguien se queja en vacío, sin motivo aparente; cuando alguien se lamenta y llora sin saber por qué. A veces las personas se quejan idealizando situaciones, enajenadas de la realidad. No son concientes de lo que sucede efectivamente a su alrededor; cierran fuertemente los ojos y, con ellos, cierran también toda posibilidad de reparación o comprensión del contenido de su queja. De este modo, el ambiente negativo, lejos de ser causa de la tristeza y la queja, resulta ser su consecuencia.

En el primer caso que nos nombra la Torá, cuando la queja no tenía mayor motivo, Moshé actúa con diplomacia: simplemente no reacciona. No teniendo nada que responder – no teniendo a qué cosa concreta responder-, observa silenciosamente el curso de los acontecimientos; y espera.

En el segundo caso, en cambio, Moshé es conciente de que la queja se refiere a una necesidad concreta, y sabe también que satisfacerla excede ampliamente a sus posibilidades. Ahora sí, habiendo algo concreto a qué responder, Moshé enfrenta el problema, se pone especialmente nervioso por la magnitud de la necesidad, identifica su incapacidad de respuesta como una frustración de su liderazgo, y busca el apoyo de Dios para salvar la situación.

Dios, a su vez, reacciona ante la demanda de carne enviándole al pueblo mucho más de la que éste necesita. Busca tenazmente que el pueblo coma hasta más allá de la saciedad. Esta es la última prueba: a veces se está insatisfecho aún en medio de la abundancia. La satisfacción y la conformidad parecen no depender tanto de lo que se posee, sino de la propia persona, de sus ambiciones y de su armonía interior.