Shabat frente a las playas de Marruecos

Gibraltar

La colonia británica en el extremo de la península ibérica preserva olores españoles de la España previa a la expulsión, y mantiene una comunidad judía pequeña, antigua y la cual respeta shabat.

Esta es la historia de una comunidad de 300 años, la cual se caracteriza entre otras cosas debido a que todos sus miembros respetan shabat. Quien camina por las calles de Gibraltar en shabat, verá que más de la mitad de los negocios de la pequeña ciudad se encuentran cerrados, debido a que todos los judíos locales cierran sus empresas. A pesar de que shabat es el día de comercio que más ganancias da, debido a los barcos y a los turistas que llegan a la ciudad – puerto exento de impuestos – no hay un solo judío entre los 600 judíos del lugar que trabaje en shabat o que abra su negocio.

Gibraltar es sin duda alguna una comunidad judía especial entre las comunidades judías de la diáspora. En el punto más al sur del oeste de Europa, a una distancia pequeña de África, hay un enclave geográfico único, el cual es a su vez un enclave judío en relación al resto de Europa y al mundo entero. Gibraltar es de hecho una mezcla histórica de la comunidad española, británica y marroquí, la cual durante los años desarrolló su suave y amable carácter. El carácter de la comunidad judía de Gibraltar compite tan solo con el increíble paisaje que la rodea.

Colonia británica con un toque español

Gibraltar es un país pequeño, con un territorio de aproximadamente 6.5 kilómetros cuadrados. El país cuenta con 25.000 ciudadanos, de ellos cerca de 600 judíos (2.5%). Dicha pequeña comunidad tiene una increíble influencia sobre la ciudad, y los judíos son una parte central de la historia del lugar.

A pesar de su pequeñez, Gibraltar es un punto estratégico de primer nivel. Aquí se encuentran Europa y África, de norte a sur; y el Mar Mediterráneo con el Océano Atlántico – del este al oeste. El estrecho de Gibraltar “cierra” el Mar Mediterráneo, y desde Gibraltar misma se ve Marruecos y “tras él” todo África.

No es casualidad que muchos han luchado por controlar el lugar. En el aspecto geográfico, Gibraltar es parte de España, pero en el aspecto militar y político, tiene una gran importancia para los británicos, los cuales lucharon con toda su fuerza por el lugar y lo controlan hasta hoy en día. Hace 300 años que España demanda el control del lugar nuevamente, pero a pesar de todos los intentos, ya sean de guerra o de paz, Gibraltar sigue en manos de los británicos. Desde el siglo XVIII y hasta hoy día, la misma es una colonia británica: el gobernador de Gibraltar es un representante de la reina inglesa (el primer ministro es elegido por los ciudadanos), y los juzgados juzgan de acuerdo a la ley inglesa. Los vuelos directos desde Londres aterrizan en un aeropuerto sumamente único en el mundo – la pista de aterrizaje fue construida como un muelle artificial sobre el agua, de 200 metros de largo. El aeropuerto cruza el centro de la ciudad, y cuando aterrizan aviones, se cierran las calles de alrededor, así como el paso de autos, hasta después del aterrizaje…

El nombre Gibraltar es al parecer una abreviatura de las palabras árabes “G´iber el Tarik”, el Monte Tarik, el cual es llamado a nombre de un héroe musulmán que conquistó España en el siglo VIII.

Salvación del ataque de piratas

Los judíos vivieron en Gibraltar por lo menos desde el siglo XIV. Las reseñas históricas nos enseñan que la comunidad judía publicó un llamado de ayuda (en el año 1356) para liberar un grupo de judíos que fueron tomados prisioneros por medio de piratas. Otro documento demuestra que un grupo de judíos anusim, los cuales se escaparon de las persecuciones en Andalucía, pidieron asentarse en Gibraltar en 1473. Luego de la expulsión de España en 1492, muchos judíos pasaron por Gibraltar en su camino al norte de África. La ola contraria, de regreso del norte de África hacia la península ibérica, creo la comunidad judía de Gibraltar: comerciantes judíos de Tetuán, Marruecos, vinieron a asentarse poco tiempo después de que Gibraltar fue conquistada por primera vez por los ingleses en 1704.

Desde la prohibición de ingreso hasta primer ministro

En una de las secciones del acuerdo Utrecht de 1704, donde España transfiere el dominio de Gibraltar a los ingleses, aparece una sección con características antisemitas claras, la cual establece la prohibición del asentamiento de judíos en la península ibérica: “Su Majestad inglesa, de acuerdo al pedido del rey católico, acepta que no se asienten judíos ni árabes en Gibraltar y que no puedan adquirir bienes raíces”.

Al comienzo, el gobierno británico se esforzó por cumplir con esta restricción y “limpiar” a Gibraltar de sus judíos, sin embargo, las necesidades prácticas de preservar el comercio con Marruecos eran más fuertes que los acuerdos, y llevaron finalmente a la cancelación de dicho artículo. Debido a que Gibraltar dependía de Marruecos en todo lo que se refería a la provisión de alimentos los cuales eran difíciles de traer desde Inglaterra. Dicha dependencia era crítica cada vez que España sitiaba la colonia. Los comerciantes judíos de Marruecos eran los responsables de la transferencia de comida para el ejército británico y para los ciudadanos y así pasaron a ser habitantes del lugar. De hecho, la presencia judía en Gibraltar es continua desde 1704, un hecho poco común en Europa. La shoá no afectó a los judíos de Gibraltar – la cual se mantuvo con soberanía británica durante la guerra. La mayoría de los judíos de Gibraltar fueron evacuados, como el resto de los ciudadanos, ha Inglaterra y Jamaica para que la colonia sirva de base militar de los aliados. Luego de la guerra, volvieron a Gibraltar solo la mitad de los judíos del lugar, y la comunidad se encogió bastante.

A pesar del mal comienzo, justamente el primer Primer Ministro de la historia de Gibraltar era judío: Sr Ioshúa Jazan. Joshua Jazan dirigió la vida política de Gibraltar durante más de 30 años, primero como Alcalde y luego como Primer Ministro (el líder de los Ministros en términos locales). Y no se trata de un “judío – domesticado”: cuando era Primer Ministro, Jazan era a su vez el presidente del Beit Kneset Nefutzot Iehudá.

Por supuesto que los judíos también sufrieron por el hecho de que el Primer Ministro era judío, dado que éste, no estaba dispuesto a realizar doble estándar entre los judíos y los habitantes locales y siempre juzgaba a los judíos con más severidad…

4 sinagogas

En 1749 fueron quitadas todas las limitaciones legales sobre el asentamiento de judíos en la colonia, y el primer rabino del lugar, el Rabino Aizik Nieto, vino de Londres y fundó la comunidad “Shaar Shamaim”, la más antigua sinagoga de Gibraltar. Con el florecimiento de la comunidad fueron construidos otras sinagogas adicionales: Nefutzot Iehudá (uno de las más lindas y la cual cuenta con grandes decoraciones) en 1781; Etz Hajaim en 1781 y Abudraham en 1820. Hoy en día, las cuatro sinagogas – las cuales no son grandes pero su belleza impresiona y se nota que hay una gran inversión en ellos – siguen existiendo y se encuentran funcionando, mientras que el más antiguo es a su vez el más activo. Una sinagoga para jóvenes fue agregada, la cual funciona en shabat dentro del colegio comunitario.

Las sinagogas continúan siendo el centro comunitario incluso hoy día. En shabat, todas las 5 sinagogas se encuentran activas y están llenas de feligreses; la comunidad desarrolló una creativa idea para preservar el respeto y el lugar de las sinagogas y para asegurar el uso de las mismas durante la semana. Durante el año, los feligreses mantienen una especie de rotación entre las instituciones. Dividen al año en 4 partes, y en cada Beit Kneset rezan shajarit, minjá y arvit en forma alternada durante tres meses. Cuando es el turno de uno, todo el público se reúne en él durante la semana, y el resto está abierto solo en shabat.

Esta técnica especial, es una muy creativa forma de preservar las sinagogas y la unión de la comunidad.

Ecos de la España antigua

En todas las sinagogas se entonan en Shabat melodías sefaradiot y de acuerdo al rito sefaradí de antes de la inquisición. La mayoría de las costumbres se asimilan a las costumbres marroquíes, sin embargo algunas reflejan las costumbres de España antes de la expulsión. Hasta hoy en día se acostumbra a leer en shabat y jol hamoed pesaj shir hashirim en Ladino, y Pirkei Avot entre Pesaj y Shavuot en Ladino como se acostumbraba en España antes de la expulsión. Una de las canciones que nunca saltearán la mesa de shabat de la familia judía de Gibraltar es la famosa canción “bendigamos”.

Dicha canción es una plegaria que se dice después de la comida, y que representa una especie de sustituto al birkat hamazón. Los anusim de España y Portugal entonaban dicha melodía, la cual no cuenta con señales judías claras, para no renunciar a la bendición después de las comidas, y a su vez no demostrar su judeidad para con los invitados que venían a su casa. Hoy en día, dicha canción se recita en adición al Birkat Hamazón en muchas casas de descendientes de españoles. La canción es dicha en Ladino.

El colegio y el lugar de la educación judía en la comunidad

Pocas son las comunidades pequeñas en el mundo que logran tener su propio sistema educativo judío el cual cuenta con todos los niños de la comunidad. La comunidad judía de Gibraltar tiene un colegio primario donde estudian 90 niños y un secundario separado para niños (22 alumnos) y niñas (16 alumnas).

Luego de la finalización de los estudios en la secundaria local, la mayoría de los jóvenes viajan a estudiar a Yeshivot de Inglaterra o Israel y continúan sus estudios en las universidades – no hay universidad en Gibraltar – hasta que retornan a Gibraltar por el resto de su vida.

El Rabino Psifisi, uno de los rabinos que llegó a la comunidad hace 30 años, invirtió su energía en la enseñanza y la educación de los jóvenes. Se centró en un pequeño grupo de niños y niñas con grandes capacidades, dirigió su camino y los envió a estudiar a Yeshivot del otro lado del mar. Los jóvenes retornaron a Gibraltar y con el paso del tiempo se tornaron en los líderes de la comunidad judía. En su momento ellos dejaron su huella sobre la vida en la isla, y cambiaron el nivel de cumplimiento de la tradición religiosa en el lugar. Por supuesto, que esta situación asegura que no hay asimilación en la comunidad judía de Gibraltar, ni matrimonios mixtos. Hoy en día, el Rab Jasid, el Gran Rabino del lugar, continúa haciendo muchas cosas para fortalecer la educadión y la religión en el lugar.

Muchas veces hay discusiones en las comunidades judías de la diáspora sobre el lugar y la fuerza de la educación judía como el formador de la identidad judía de los jóvenes de la comunidad. Los que están a favor dicen que no hay forma de crear una identidad en general y la identidad judía en particular, sin estudiar las fuentes judías y sin crear un marco de “vivencia judía” tanto para los alumnos religiosos como para quienes no lo son. Los que están en contra, dicen que la influencia de la ambiental y cultural de los distintos países es mucho más fuerte que un par de horas de educación judía que un niño o joven judía recibe durante la semana, y por la tanto no hay mucho beneficio en brindar educación judía.
La realidad es que la mayoría de las comunidades invierten grandes esfuerzos para que exista un sistema de estudio judío, para continuar preservando y transmitiendo la identidad judía a las generaciones venideras. El ejemplo de Gibraltar es sin duda un gran ejemplo de la fuerza de la educación judía y de lo que la comunidad puede hacer para preservar la identidad judía de la generación joven.

Acantilado espiritual

“Gibraltar es una comunidad muy unida. Cuenta con una larga tradición de respeto a las diferentes religiones y culturas. Nosotros nos arreglamos muy bien”, me dijo el presidente de la comunidad, Jaim Levi, cuando le pregunté qué es lo que caracteriza a su comunidad. Y de hecho, católicos, musulmanes y judíos conviven en paz y armonía en Gibraltar.
Pareciera ser que los días que los judíos enviaban dulces a sus amigos no judíos en purim y los no judíos compraban tortas en las repostería kasher para traer a sus amigos judíos en sus festividades son tan solo un recuerdo, sin embargo aún se puede señalar al lugar como sitio de convivencia pacífica.

También en la comunidad judía se mantiene la unión y la fraternidad. Esto es posible aprenderlo, de acuerdo al encargado de la sinagoga “Nefutzot Iehudá” de los adornos que se encuentran en la sinagoga. Sobre el Harón Kodesh hay dos piñas grandes. De acuerdo a lo que dice el encargado, no es casualidad que se haya elegido a las piñas para decorar la sinagoga, sino que esto tiene un gran significado, para enseñarnos que en la comunidad debe haber unión. Si quitamos una hoja de la piña, la misma se desarma – así sucede también en la comunidad judía, si quitamos a alguien, la comunidad pierde la unión.

Gibraltar es una comunidad pequeña, incluso muy pequeña a nivel numérico, sin embargo es grande y fuerte en todo lo que respecta a la vida judía en el lugar. Cinco sinagogas, tres colegios, cementerio, negocios y restaurantes kasher, plegarias, personas que respetan shabat, una yeshiva y un rabino, son sin duda alguna los sígnos de una comunidad pequeña que es grande.

Gibraltar es conocida en las fotos y en las postales por el gran acantilado en el que se encuentra. Hay quienes la denominan la “tierra del acantilado”. Sin embargo, pareciera ser que el verdadero acantilado que representa a la comunidad es el acantilado de “Tzur Israel”, la fortaleza interna de la comunidad y el hecho de ser una comunidad pequeña pero con una gran fuerza.

Rabino Eliahu Birnbaum

República Dominicana, Santo Domingo

¿Acaso oyeron mis lectores sobre la República Dominicana? ¿Acaso hay en ella judíos? ¿Cómo llegaron los judíos a dicho país trópico el cual se encuentra rodeado de junglas y su clima es sumamente cálido? ¿Oyeron alguna vez sobre el Shteitl – colonia judía – en medio de ella?

La república dominicana es un país que se encuentra al este de la isla Española, en el Caribe. El clima trópico el cual trae consigo calor y humedad persiste durante todo el año. La isla donde se encuentra la república dominicana, fue donde Colón paró en su camino al Nuevo Mundo. El hermano de Colón, Diego, era el gobernador de la Isla y su casa se encuentra hasta hoy en día en el centro del país. También los huesos de Colón y su hermano se encuentran enterrados en Santo Domingo. A pesar de que hay quienes dicen que los huesos de los hermanos fueron trasladados a Sevilla, España, quien conoce del tema dicen que el cadáver equivocado fue transferido hacia allí.

El Shteitel judío

En 1938, en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos judíos se escaparon de los nazis, y varios países no quisieron aceptarlos, el presidente Rafael Trujillo, el cruel dictador, ofreció refugio a cien mil judíos en la república dominicana. Sin embargo, sorprendentemente, solo 645 llegaron a instalarse. Los inmigrantes se asentaron en la pequeñísima costa norte Sosuá, la que hasta ese momento era solo jungla y crearon allí una especie de Shteitel judío, asentamiento colectivo, donde vivían de acuerdo a la tradición judía y compartían una economía agrícola en conjunto.
A su llegada, todo colono judío recibía 80 acres de tierra, 10 vacas, una mula y un caballo. A pesar de que la mayoría de los colonos era judíos alemanes o austríacos, los cuales poseían un oficio, se adaptaron a la vida agrícola que les ofrecieron y establecieron un asentamiento judío exitoso “Productos Sosuá” el cual produce hasta hoy en día la mayor cantidad de productos lácteos y de carne del país.

La bondad de Trujillo provenía, por lo visto, de su esperanza de que los países occidentales no se concentren en el asesinato de los 25.000 ciudadanos de Haití en 1937 y de su deseo de “blanquear” su raza. Él, creía que hombres jóvenes europeos se casarían con mujeres dominicanas y darían a luz niños de tez clara. Incluso si no logró purificar su nombre trayendo judíos a su tierra, tuvo razón en que la mayoría de los pobladores era jóvenes solteros y que de hecho se casaron con mujeres dominicanas. Los niños se veían a sí mismo como judíos y la mayoría se quedo en Sosuá.
Hoy en día, solo 20 de las familias judías originarias quedaron en el lugar. La mayoría de los judíos, de 700 colonos, se mudaron a New York o Miami hasta los años ´40 del siglo XX. Hasta 1980, la ciudad eran tan solo judía, sin embargo, con la apertura de un aeropuerto internacional, Puerto Plata, la misma se convirtió en un gran sitio de visita. Hoy en día, hay 3000 habitantes fijos, entre ellos cerca de 30 judíos, aquellos que se quedaron en Sosuá y mantuvieron sus tierras a lo largo de los años.

En Sosuá, hay una sinagoga que se encuentra activa, y allí se realizan servicios en las Altas Fiestas, mientras que en el pasado, la misma funcionaba todos los días de la semana. Asimismo, la pequeña comunidad cuenta con un museo el cual está dedicado a la historia de los pobladores judíos.

Los primeros judíos del país

Los primeros judíos se asentaron en la zona del Caribe a mediados del siglo XVIII, luego de que dejaron de ser colonias españolas. Los judíos llegaron en forma secreta, como anusim, como todos los judíos anusim, querían distanciarse de la inquisición. Entre los países donde se asentaron los judíos en dicha época, se encuentran principalmente: Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica y República Dominicana, la cual estuvo bajo el mandato español hasta 1821. La liberación de la colonia del yugo español, les permitió a los judíos expandir sus actividades comerciales y participar en el desarrollo de dicha zona del Nuevo mundo. Luego de la independencia, los judíos españoles de Curazao y de otras islas caribeñas se asentaron en la republica dominicana con apertura y tranquilidad, se casaron con dominicanas, y se integraron en la sociedad. Sus descendientes pasaron a ser presidentes, políticos, educadores, escritores e intelectuales de primera línea. Sin embargo, incluso luego de la independencia de la España católica, quedaron Fuertes centros eclesiásticos que debido a la influencia Española, no veían con buen ojo la llegada de judíos a la zona e intentaron frenar dichas olas. Por tal razón, los judíos debían tener mucho cuidado respecto a su vida religiosa. Los mismos, comprendieron que vivir una vida judía un tanto “oculta” es el precio que deben pagar para poder adaptarse a la sociedad.

El status de los judíos en el país

En la descripción de un viajero francés del año 1795, encontramos testimonio de las persecuciones contra los judíos en dicha época: “en Santo Domingo hay muchos judíos… durante la procesión, las mujeres y los niños sostienen muñecas que representan judíos y ellas son colgadas de los tranvías y en las plazas. Los soldados les disparan y a veces asaltan y se destruyen casas judías. El año pasado, fueron asesinados tres de ellos” (extraído del libro Bnei Ahuma Aiehudit Beezor Hakaribi, Mordejai Arbel, pag 247).

El proceso de independencia de la republica dominicana, no fue fácil ni rápido. En el año 1821 se declaró la independencia del estado luego de una revolución contra el gobierno español. Sin embargo, en ese entonces la Republica Dominicana pasó a manos de su vecino occidental, Haití, y luego fue nuevamente anexada al gobierno español, hasta 1865, en que nuevamente volvió a ser un país libre hasta hoy en día.

Luego de la liberación de la Republica dominicana del gobierno de Haití, surgió una discusión interna entre la población local y el gobierno, sobre el trato que deben recibir los judíos del lugar y los cuales se ocupan del comercio nacional e internacional. Hubo grupos que pedían regresar a la religión de sus antecesores y a la herencia española antigua y librarse de los judíos tal como hicieron bajo el gobierno español e inquisitorial. Otros, veían en la renovación de la Republica Dominicana, un nuevo fenómeno, el cual poseía una nueva identidad nacional. Estos últimos, veían la necesidad de preservar a los judíos como factor de desarrollo del país.

En un documento histórico el cual fue escrito por el presidente del país en el año 1846, el Sr. Santana, se encuentra representada la lucha y aparecen consideraciones en pro y en contra, sumamente interesantes, respecto a los judíos locales. El documento responde a las acusaciones contra los judíos, de acuerdo a las cuales los mismos compraron mercadería de los agricultores y personas locales, a un precio sumamente alto.

“Para el Gran Comandante de La Vega (quien deseaba dañar a los judíos), la comisión de ministros ha debatido hoy sobre la petición que se le ha entregado al presidente mediante el Comandante de La Vega y en ella la solicitud de tomar medidas contra aquellos judíos que se ocupan del comercio en dicho asentamiento. Luego de investigar profundamente, la Comisión de Ministros decidió responder a los acusadores:

En la petición se ha dicho que cuatro o cinco judíos dañan al país dado que compran onzas de oro y productos agrícolas a precios exorbitantes. Sin embargo, dichas palabras muestran que no es el pueblo quien se queja, ¡dado que ningún agricultor va a quejarse si un judío le da 100 pesos por 100 libras de tabaco, mientras que un comerciante dominicano le dará solo 50!

Por lo tanto, no hay ningún daño. Al contrario, mucho provecho tiene esto!

En el siglo XIX, el deseo de perseguir personas calmas y evitar que compren tabaco con excusas religiosas – es una escandalosa profanación de la predicación de Jesús… la oposición de dichos dominicanos debe cambiar. En lugar de oír la voz del instinto, oigan a la voz de la justicia y sean agradecidos. Los cuatro judíos que ustedes persiguen, fueron los primeros en conseguir fondos para la Guerra, mientras que ciertos dominicanos se sentaban cruzados de brazos y dañaban la moral de los patriotas que defendían la libertad de la republica… los judíos no le enseñan sus creencias al resto, y no obligan a otros a cumplir lo que ellos hacen… ellos participan en nuestros actos y sostienen nuestra cultura con sus donaciones.

Firman: el Presidente, el Ministro del Interior, el Ministro del Exterior y el Ministro de Guerra. Sin ninguna duda, es una carta sumamente impresionante en relación al lugar y la época en donde fue escrita, y es modelo del buen trato que los judíos deben recibir en todos los países donde se encuentren.

A pesar de esto, en el año 1861 finalizó la época de oro de los judíos en la Republica Dominicana, la cual les dio la igualdad de derechos, y los españoles volvieron a gobernar la zona hasta 1865, siendo Santo Domingo la colonia central de la corona Española. Con el gobierno español, retornó el extremismo religioso y la falta de tolerancia para con los herejes y judíos, a mano del Arzobispo Monzón. La presión de los judíos los llevo a unirse a las fuerzas de oposición civil, las cuales lucharon contra el gobierno español para volver a establecer la República Dominicana.

Asimilación por elección

Lamentablemente, la historia de los judíos de la republica dominicana, se encuentra siempre acompañada de asimilación y matrimonios mixtos. Ya desde la llegada de los judíos al país comenzó el proceso de “fusión de los judíos españoles y los dominicanos”. La asimilación dentro de la población local fue por propia voluntad, dado que los judíos recibieron un buen trato, no como en otros países, donde la asimilación fue un proceso que fueron obligados llevar a cabo.

Familias judías portuguesas que llegaron a la Republica Dominicana, como – Lopez, Penia, Naar, Najamíes, De Castro, todas se convirtieron al catolicismo. Sin embargo, lo que caracteriza a la asimilación de los judíos de Santo Domingo es la perdida de la identidad, mientras que preservan el orgullo judío. Muchas generaciones después de haber dejado el judaísmo, hijos, nietos y descendientes de familias judías preservan orgullosamente el origen de la familia y el hecho de que la misma haya sido judía al comienzo. Muchas veces el judío español dominicano continuo denominándose “hebreo” incluso luego de convertirse. Un increíble ejemplo encontramos en las palabras del presidente de la Republica Dominicana en 1916, el Sr. Francisco Henríquez Carvajal, donde de acuerdo a su testimonio: “soy hijo de padre judío y de madre conversa. No es posible culparla de haberse debido convertir al catolicismo, para mí, es judía”.

En mi visita a Santo Domingo, oí relatos clásicos sobre abuelos y padres que le contaron a su familia que llevan sangre judía e incluso alma judía, y que había extrañas costumbres de encender velas los viernes por la noche y no realizar trabajos en determinados días.

El comienzo de la comunidad organizada

Los judíos de la República Dominicana, no formaron comunidades entre los siglos XVIII – XIX. Es posible afirmar que solo gracias al presidente Trujillo, el cual creó la colonia judía Sosuá y construyo la sinagoga de Santo Domingo en 1958, los judíos pasaron a ser una comunidad organizada.

Hoy en día, hay en la comunidad cerca de 350 judíos. La mayoría no son locales, solo 50 son descendientes de aquellos inmigrantes originarios, y el resto llegaron por voluntad propia buscando otros horizontes y la expansión del comercio local.

La comunidad principal se encuentra en la sinagoga que construyo Trujillo, y cuenta con particulares características. En su página web figura:

“Quienes somos: somos una pequeña pero muy activa comunidad, la cual no se encuentra anexada a ninguna corriente étnica o ideológica actual; deseamos encontrar el “camino de oro” en la práctica de nuestras creencias, lejos de ambos extremos: el liberal y el conservador”.

Beit Hakneset: nuestro rito lo cumplimos de forma tradicional, en su mayoría en hebreo; no utilizamos sistemas de amplificación de voz; a pesar de que no contamos con una división formal, los hombres y las mujeres se sientan en forma separada; tenemos minian en kabalat shabat y los jueves por la mañana; realizamos iortzait (aniversarios de fallecimiento) y otros eventos particulares del ciclo de vida judío…”. Sin ninguna duda, una comunidad particular, la cual busca un camino que no muy común en el mundo judío.

Además de la comunidad, el Beit Jabad y el sheliaj que está a cargo del mismo, el Rabino Shimón Felman, sirven como casa judía para los miembros de la comunidad y para las muchas visitas y personas de negocios que llegan al país.

Rabino Eliahu Birnbaum

Latido judío en medio del mundo católico

Roma, Italia

El judaísmo romano cuenta con prácticamente 2000 años de historia continua y de identidad exclusiva. La mañana, la abre el Gran Rabino en el hospital, como cardiólogo.

Caminar por las calles de Roma, y en especial por la zona del gueto judío, significa sentir los ecos de la larga historia, increíble y continua. Sus comienzos se remontan al Segundo Templo, a los días de los macabeos, y desde el imperio romano – luego de una corta interrupción – la continuación se mantiene.

Pero por supuesto, Roma es ante todo la capital de la historia del imperio romano y de la iglesia católica. La presencia judía recibe un tono especial debido a que es la ciudad donde se encuentra el Vaticano, asentamiento de los Papas desde hace siglos. ¿Cómo influyeron al carácter judío de la ciudad la caída del imperio romano y las campanas de las iglesias? ¿Cómo vivieron y viven los judíos en el corazón del centro mundial del cristianismo?

Los dos mil años de esta comunidad particular es una especie de reflejo de toda la historia de la diáspora judía. La luz y la oscuridad que fueron parte de los judíos romanos de la capital católica son una miniatura de las dificultades que pasó el pueblo judío en las distintas diásporas. La forma de la comunidad romana de preservar su existencia física y espiritual incluso en difíciles condiciones al mismo tiempo que aporta e influencia a la cultura local, nos enseña el secreto de la existencia del pueblo judío.

Ni ashkenazíes ni sefaradíes

La comunidad italiana no es ni ashkenazita ni sefaradita, como lo son la mayor parte de las comunidades de Israel, sino que tiene su propia y única tradición. Durante una larga época los judíos desarrollaron una cultura independiente la cual no cuenta con similar alguno en el resto de las diásporas. Los judíos de Italia, en su gran mayoría, se encontraban mezclados con sus compatriotas, no tenían una vestimenta especial y hablaban el idioma local; el uso del idioma hebreo se encontraba limitado a la tefilá únicamente. Sin embargo también aquí había un “idioma judío”: “el judaico romanesco”. Muchos escritores romanos escribieron en este dialecto italiano, el cual era conocido por todos los judíos como el ladino para los sefaradíes y el idish para los ashkenazíes.

Testimonio del largo trayecto de la judería romana, es el estilo romano de la tefilá. El mismo, es el más antiguo de los que conocemos hoy en día, y es el que se reza en la Gran Sinagoga de Roma y en otras sinagogas de la ciudad. La fuente de dicho estilo se encuentra en Babilonia y en otros estilos antiguos de la tierra de Israel. Quien no solo leyó el sidur sino que tuvo el mérito de oír dicho estilo de tefilá, pudo percibir la pronunciación especial de las palabras y las músicas especiales del estilo italiano, las cuales son distintas a las ashkenazíes y sefaradíes.

El comienzo del asentamiento

La diáspora romana es la más antigua de las diásporas de Europa. Los judíos se encuentran en Roma desde la época de Julio Cesar, y desde ese entonces la vida judía se mantiene en forma continua en el lugar a distintos niveles, dependiendo de la época. Otras diásporas en cambio, incluso aquellas que cuentan con una larga historia, no lograron tanta continuidad, y esto sin ninguna duda influye al presente de la comunidad y quizás también al futuro.

En el año 4 d.e.c llegó a Roma una delegación de Israel para pedir que se cancele el gobierno de la casa de Herodes. Dicha delegación contaba con 8000 personas. Parte de ellos, se quedaron en la ciudad y se asentaron en la misma. Hace unos años, descubrieron un esplendoroso Beit Kneset cercano al puerto romano, el cual fue erigido a fines del siglo I. De acuerdo a las investigaciones, ya en dicha época había en Italia cerca de una docena de sinagogas activas.

Entre Roma y Jerusalem

La relación entre los judíos de Roma y sus hermanos de la tierra de Israel era muy cercana y cada uno cuidó al otro. Los judíos de Roma donaron ampliamente a sus hermanos de la Tierra Santa y de Jerusalem e incluso luego de la destrucción del segundo templo, continuaron los judíos romanos apoyando a la institución presidencial de la tierra de Israel. Los judíos de Israel sostenían a los judíos de Roma a nivel espiritual y se ocupaban de que la tradición no sea olvidada allí. Esto, lo sabemos debido a que Rabi Matia Ben Jeresh, alumno de Rabi Ishmael, se asentó en Roma y fue nombrado líder del Beit Hamidrash local (Tratado de Sanhedrín 32b). También otros sabios acostumbraban visitar la capital del Imperio Romano de vez en cuando. La visita más famosa es la del Nasí Rabán Gamliel, y con él los sabios de Iavne, en el año 95. En el midrash Devarim Raba se relata: “sucedió cuando nuestros sabios estaban en Roma, Rabi Eleazar, Rabi Eliezer ben Urquenus, Rabi Ieoshúa y Raban Gamliel…” (Simán 24).

También Filón de Alejandría llegó a Roma en el año 40, junto con una delegación de judíos de Alejandría. El objetivo de la visita era convencer al César Calígula que anule el decreto que obligaba a los judíos poner estatuas romanas en todas las sinagogas. En su diario, comentó Filón, que durante su recorrido por la ciudad, encontró a la comunidad judía reunida en la costa derecha del Tíber.

Al comienzo, los judíos romanos tenían derechos especiales y recibieron permiso del gobierno para practicar el judaísmo. Julio César los liberó del servicio militar y les permitió reunirse con objetivos religiosos e incluso erigir instituciones judiciales para judíos de acuerdo a la ley judía.

El dominio del cristianismo sobre el imperio romano en el siglo IV trajo consigo el empeoramiento de las condiciones para los judíos de Roma y del resto del mundo. Luego de que el cristianismo pasó a ser la religión oficial del imperio, el status de los judíos dependía del Papa, y aquel no siempre se preocupó por el beneficio de los israelitas, por decirlo en forma diplomática. La presión de la iglesia llevó a la discriminación de los judíos a nivel civil, económico y religioso. Se les prohibió tener trabajadores católicos, trabajar en puestos públicos y crear nuevas sinagogas. En el siglo V se agregaron otras limitaciones relacionadas con el lugar donde podían vivir, la ropa que debían vestir y el aumento de los impuestos que debían pagar.

A la sombra del Vaticano

La relación entre “el trono sagrado” del cristianismo y los judíos locales, puede ser definida como “compleja”, y cuenta con subidas y bajadas – entre ellos también algunas ocasiones crueles y difíciles. Por un lado, tenemos testimonios de judíos que trabajaban en distintos puestos en la curia. Uno de los más interesantes testimonios es del siglo XII, cuando Benjamín de Tudela describe a la comunidad de Roma, y nombra a un judío llamado R. Iejiel – nieto de R. Natan, el conocido exégeta talmúdico el cual escribió el libro “HaAruj” – y que asiste al Papa Alejandro III:

Roma es la capital de la monarquía de Edom. Y allí se encuentran cerca de 200 respetados judíos y no se le cobra impuestos a nadie. Y entre ellos, hay quienes asisten al Papa Alejandro, líder de Edom. Y allí se encuentran grandes sabios y a su cabeza el Rabino Daniel y R. Iejiel, quien asiste al Papa, y es un bello chico, sabio e inteligente. Y él entra y sale de la casa del Papa y es su empleado y se encuentra a cargo de todo lo relacionado al Papa.

A partir del siglo XIII, los papas comenzaron a publicar la “bula”, un edicto que defendía a los judíos y los protegía en ciertas áreas pero que no los eximía de determinadas degradaciones. Dicha bula, servía de protección para los judíos de Europa en general y los de Roma en particular, y les permitió a los judíos que se escaparon de Alemania, España y el sur de Italia en los siglos XIV-XV ingresar a Roma y residir allí.

El Papa Pablo IV, quien ingresó a su puesto a mediados del siglo XV, decretó una legislación anti judía la cual fue utilizada a continuación por casi todos los Papas que vinieron luego de él. Les impuso a los judíos obligaciones y prohibiciones en distintas áreas, entre ellas: la prohibición de poseer casas y tierras, la obligación de que los hombres usen sombreros amarillos y las mujeres pañuelos amarillos, la prohibición de tener empleados católicos, la limitación de la actividad pública de los judíos y la reducción de su trabajo como prestadores de dinero a cambio de interés, la prohibición de tener relaciones sociales con católicos y la obligación de oír la prédica católica en shabat.

Dicho siglo, es sumamente difícil para los judíos de Roma. Los mismos, fueron obligados a participar de las prédicas de los predicadores cristianos, monjes y curas, las cuales tuvieron lugar en su mayoría en Shabat en el Beit Hakneset. Dado que los predicadores no tuvieron tanto éxito en convencer a los judíos de Roma en convertirse y convertir a otras personas al cristianismo, la iglesia utilizó el secuestro de mujeres y niños pequeños, los cuales fueron tomados a la fuerza de sus familias y convertidos. Dichos eventos continuaron hasta 1870.

El mismo Pablo ordenó crear un gueto en Roma, en el año 1555. El origen de la palabra gueto se remonta al idioma Italiano, GHETTO, y el primero fue establecido en Venecia – Italia – a comienzos de dicho siglo (1516). Luego de que el gueto de Roma fue establecido, comenzaron proliferar rápidamente nuevos guetos en toda Europa – en Francia, en Alemania y en países adicionales. Pío V continuó el camino de su antecesor, hasta que prácticamente no había ciudades en Italia donde no había guetos. Le debemos, entonces, la palabra y el lugar que pasó a ser el símbolo de la angustia y la persecución de los judíos en todas las generaciones, al “santo trono” y a quien se encuentra en su cabeza.

Sin embargo, mientras que en otros lugares de Europa habían persecuciones contra los judíos durante la edad media, y comunidades completas fueron expulsadas de sus países, ciudades y pueblos de Inglaterra, Francia y España, justamente en Roma los judíos estaban protegidos de la expulsión, entre otras cosas por la creencia de la iglesia acerca de que la existencia y la diáspora judía son la prueba de la verdad del cristianismo. Esto, se debe principalmente a la interpretación de los cristianos del versículo de los Salmos “No los mates, para que mi pueblo no los olvide” (Salmos 59:12).

Tan sólo en la época de la emancipación, pudieron los judíos liberarse de la presión eclesiástica, y por supuesto – esto llevó a que los judíos apoyen la revolución. En el año 1798 Roma fue conquistada por los franceses y en honor a dicho hecho, los judíos establecieron el “árbol de la libertad” en la plaza central del gueto, el cual representaba la igualdad de status civil con aquel del resto de los ciudadanos.

Sin embargo, dicha libertad no duró muchos años y Roma volvió a ser gobernada por el gobierno italiano y papal en el año 1814. Los judíos regresaron al gueto hasta el año 1848, cuando Pío IX destruyó los muros del mismo. Tan sólo en 1870, finalizó el gobierno papal de Roma. Los judíos salieron completamente de su asentamiento en el gueto y su status fue comparado al del resto de los ciudadanos. Dicho acontecimiento, llevó a varios judíos a instalarse nuevamente en Roma. A partir del año 1870 hasta 1930 la población judía de la ciudad creció de 4000 a 11000 personas, y los judíos volvieron a formar parte del área comercial y cultural de la ciudad.

Camisas Pardas

El fin de la era papal no trajo consigo el fin del antisemitismo hacia los judíos romanos. En el año 1934 apareció el partido fascista, el cual declaró a los judíos el enemigo del movimiento y del pueblo. A pesar de la gran afinidad entre los judíos y la cultura y la sociedad romana, y quizás justamente por eso, los judíos italianos sufrieron la dictadura fascista la cual los quitó de los puestos públicos y de los colegios. Así, a pesar del deseo de los judíos italianos de asimilarse a su alrededor e incluso mezclarse en la cultura local, les fue nuevamente recordado su status particular.

En la víspera de la shoá, en toda Italia había 43000 judíos, y doce mil de ellos en Roma. 7000 judíos italianos fueron enviados a los campos de exterminio, y tan solo 800 fueron salvados. La mayor parte de los judíos de Italia – cerca de 30000, se escondieron durante la guerra en distintos lugares, en especial en casas de vecinos, curas y en monasterios. Cerca de 4000 judíos romanos encontraron albergue en instituciones eclesiásticas. Inmediatamente luego de la guerra la comunidad romana fue restaurada y una década después, ya contaba nuevamente con 12000 judíos.

En Roma, sucedieron dos tragedias, más allá del exterminio de 2000 judíos. Una, la más conocida, fue la negativa del Papa Pío XII de condenar el asesinato de judíos en la shoá. La segunda, fue una tragedia local: el Gran Rabino de Roma, el Rabino Israel Zolli, se convirtió al cristianismo poco tiempo después de la guerra. Dicha figura pública, encontró refugio en el Vaticano durante el período bélico, y con la liberación de la ciudad en 1945, el mismo fue alejado de su puesto debido a sospechas que durante la guerra había entregado listas de judíos al ejército Nazi. Zolli eligió convertirse al cristianismo. El Rabinato lo recibió el Rabino David Prato y luego el Rabino Elia Tabaf, el cual se desempeñó en dicho puesto durante 50 años.

Los judíos romanos en la actualidad

Los judíos romanos e italianos se dividen en dos grupos: los judíos italianos auténticos, “de Roma”, descendientes de aquellos que se asentaron en la zona durante el imperio romano; judíos de ascendencia sefaradí los cuales llegaron después de la expulsión de España en los siglos XVI y XVII; judíos sefaradíes que llegaron en el siglo XX, principalmente de Libia, Irán, Egipto e Iraq; judíos ashkenazíes, quienes arribaron a Italia producto de las persecuciones.

A pesar de la división sociológica e histórica, es difícil decir que las diferencias son tangibles. Gran parte de los emigrantes a Italia se “asimilaron” a la cultura judía italiana y adoptaron las costumbres del lugar, desde los gustos gastronómicos y hasta las músicas y las tefilot. Otros continúan respetando las costumbres de los lugares de donde provienen, pero se han integrado de forma completa en la vida comunitaria y social. Así, la comunidad de Roma es sumamente distinta a la de Milán por ejemplo, la cual a pesar de ser la segunda más grande de Italia, no tiene fuertes raíces y es producto de la “reunificación de las diásporas” de judíos que llegaron de Persia, Lubia, Siria, etc.

Incluso hoy en día, hay en Italia – a diferencia de la mayor parte de Europa – una gran dispersión geográfica de los judíos a lo largo de la bota italiana. En Roma viven cerca de 15000 judíos, la mayor parte de la judería italiana; en Milán 10000. El resto de los judíos italianos se dividen en comunidades medianas de 500 a 1000 judíos en Torino, Venecia, Florencia, Livorno y Trieste, y comunidades pequeñas las cuales cuentan con entre 100 y 200 judíos, en ciudades tales como Bolonia, Génova, Nápoles, Padua y Piza – comunidades que en su mayoría se encuentran en proceso de desfallecimiento. En comunidades “miniatura” como Sicilia, Apulia, Vari o Torino en el sur de Italia hay una cantidad de judíos que no llega a minián. En total se trata de 30.000 judíos, los cuales se encuentran dispersos en más de treinta ciudades o pueblos. Los judíos de Italia viven con plena asimilación: de acuerdo a los líderes locales, en las comunidades pequeñas el porcentaje de matrimonios mixtos llega al 80%, mientras que en las grandes es de aproximadamente el 50%.
Es importante recalcar, que la investigación que se llevó a cabo a comienzos del siglo XXI nos demuestra que el 62% de los judíos que fueron elegidos no ven al matrimonio mixto como algo negativo.

Beit Midrash para rabanim

Entre las más respetadas instituciones del judaísmo romano es posible recalcar a un antiguo instituto y a uno nuevo. El instituto que cuenta con una larga historia es el Beit Hamidrash para Rabinos el cual fue establecido por Shmuel David Lutzato, Shadal en Pádova en el año 1829, y más tarde se trasladó a Roma. Desde su comienzo, el Beit Hamidrash capacita sin descanso a generaciones y generaciones de rabinos de acuerdo a la costumbre italiana, combinando el estudio de Torá con el de materias seculares. El nuevo instituto, es una universidad judía, “Touro Colleage”, con la presidencia del Rabino Dr. Shalom Bachbut – única institución europea leal a la integración clásica la cual era costumbre en Roma entre el judaísmo y la cultura general.

El gran rabino de Roma, el Rabino Dr. Di Seni, continúa una larga tradición italiana, la cual proviene de la edad media, de rabinos que eran a su vez médicos. El Rab Di Seni comienza su día como médico y continúa después del mediodía como Gran Rabino y curador de almas. Debido a su puesto, el mismo sirve como la figura espiritual, y como tal asiste a los judíos de la comunidad romana, y como “ministro de relaciones exteriores” en todo lo que tiene que ver con el Vaticano y el gobierno italiano a nivel religioso.

Uno de las figuras más activas por el fortalecimiento de la judería romana y de las comunidades pequeñas, es el Rabino Rubén De La Roca, director educativo de la “Federación de Comunidades Italianas”, organización que abarca a todas las comunidades italianas, fue establecida de acuerdo a la ley estatal y cuenta con apoyo presupuestario del gobierno. De acuerdo a la legislación local, la cual comienza en 1930, todos los judíos italianos deben pertenecer y estar inscriptos en una de las comunidades judías del país, y parte de los impuestos que el particular abona son transferidos directamente a su comunidad. Este modelo es sumamente extraño en la edad moderna, donde en su mayoría, la pertenencia a comunidades en el mundo occidental es voluntaria y un tema netamente organizativo de los judíos, y no un asunto gubernamental.

De hecho, los judíos romanos le deben gran parte de su supervivencia al gobierno fascista, el cual legisló en 1938 una ley que defiende la “raza italiana”, y así prohibió a los niños judíos y a otros, estudiar en los colegios primarios donde estudiaban los “arios”. Esto, llevó a la apertura de instituciones judías para los niños que fueron expulsados de los colegios estatales. El colegio judío de Roma, incluye desde jardín de infantes hasta fines del secundario y cuenta con cerca de 1000 alumnos.

En Roma, hay más de diez sinagogas activas, cuando la más grande e importante es la Gran Sinagoga de Roma donde continúan rezando de acuerdo a la tradición originaria y antigua de los judíos romanos. Además del Beit Kneset, la comunidad de cuenta con todo lo necesario para poder vivir una vida judía y religiosa, colegios judíos, geriátrico y hospital judío, instituciones de bienestar, movimientos juveniles sionistas, revistas judías, tribunales rabínicos, biblioteca, museo que relata la historia de la comunidad y muchas clases de Torá.

El arco del triunfo y la costumbre del lugar

Quien llega a Roma, no puede no visitar el arco del triunfo, el cual representa el triunfo pasado del imperio romano sobre el pueblo judío, durante La Gran Revolución en el año 70. En los relieves del arco – el cual se encuentra allí cerca de 2000 años – hay esculpidos prisioneros del imperio de Iehudá los cuales llevan consigo los instrumentos del Beit Hamidkash e ingresan derrotados a la capital romana. Una práctica común entre los judíos romanos es el no pasar bajo dicho arco. Quienes conocen del tema, cuentan que los judíos de Roma pasaron bajo el arco del triunfo solo una vez y en el sentido contrario. La fecha de dicha marcha fue el día del establecimiento del Estado de Israel, el 5 de Iyar de 5708, y la dirección de la marcha fue hacia el sur, hacia Eretz Israel.

Así, mientras que el Pueblo de Israel y el Estado de Israel existen y se fortalece cada vez más, de Tito y del imperio romano no queda más que el Arco del Triunfo. Y así dicen los judíos de Roma: “Tito, quien destruyó el Beit Hamikdash y exilió a los judíos de la Tierra de Israel, ¿que quedó de él?, un monumento, un lindo monumento…”.
A pesar de la larga y complicada historia de los judíos romanos, los mismos se encuentran orgullosos de su identidad judía y romana, y de su camino especial, tomando un sitio de honor en la historia de nuestro pueblo. El antiguo gueto judío ya no es lugar de vivienda, sino una zona turística, con restaurantes kasher, sinagogas y en especial un ambiente con olores del pasado los cuales fueron preservados en las calles del gueto y representan el pasado glorioso de la comunidad romana.

Rabino Eliahu Birnbaum

Seder de Pesaj por la tarde

Brno, República Checa

Luego de 30 años de letargo, la comunidad de Brno, en la República Checa, vuelve a la vida llena de dilemas halájicos.
Queridos hermanos y hermanas, hoy es un importante día no sólo para nuestra comunidad sino para todos los judíos de Moravia. Estamos por inaugurar la nueva mikve de nuestra comunidad, la primera mikve que se construye, luego de la shoá, en la República Checa. Invertimos mucho dinero en la misma, dado que ésta, es la prueba de que Stalin y el comunismo, y Hitler y los Nazis se equivocaron, y no lograron eliminar al pueblo judío. Esta mikve será el símbolo y la esperanza de las próximas generaciones, de que a pesar de la shoá el pueblo judío aún existe.
(Discurso del Sr. Pavel Frid, presidente de la comunidad de Brno, en el acto de inauguración de la mikve en Rosh Jodesh Jeshván 5767).

Todos conocen el gran pasado de la judería de Praga gracias al Maharal y a otras importantes figuras. Pero muy pocos han oído de Brno, la capital de la zona de Moravia en la República Checa.

La comunidad judía de dicha ciudad es de las más antiguas de Europa, y sus raíces provienen de comienzos del siglo XIII. Ya en 1243, el año en que Brno fue oficialmente reconocida como ciudad, había allí judíos; una de las 5 puertas que fueron creadas en ese mismo año se llama “la puerta de los judíos”.

Antes de la shoá, vivían en Brno más de 14.000 judíos, los cuales asistían a 7 sinagogas. Entre los años 1941-1942 los mismos fueron deportados al ghetto de Terezín y de allí a los campos de exterminio. Luego de la guerra, retornaron a Brno solamente cerca de 1000 judíos. Cuando los comunistas tomaron el gobierno en el año 1948, muchos judíos dejaron el país, y 20 años después, cuando los rusos conquistaron Checoslovaquia, parte de los restantes emigraron a otros países de Europa. Hasta la revolución de 1989, era peligroso identificarse como judío y los mismos se reunían tan solo en los actos de Iom Hashoá, y vivían alrededor de la historia y la cultura judía.

Luego de la liberación del comunismo, surgió la posibilidad de revivir la vida judía y así también se abrió el único Beit Kneset que sobrevivió la guerra. Hoy en día, los miembros de la comunidad son alrededor de 300 judíos habitantes de Brno, muchos de ellos ya mayores. Trescientos miembros más viven en las ciudades cercanas a Olomouc y Ostrava.
En las paredes externas del Beit Kneset, el cual fue construido en 1936, no hay ningún símbolo judío. En el mismo, tienen lugar plegarias de shabat y festividades, sin embargo como en toda comunidad en que los matrimonios mixtos son parte de la historia, hay varias veces cerca de 30 feligreses, hombres y mujeres, pero no hay minián…

El Rabino se enfrenta a la situación

La shoá y el comunismo no fueron los primeros golpes que sufrió la comunidad judía de Moravia. En el año 1455, cuarenta años antes de la expulsión de España, los judíos fueron expulsados de la ciudad, y entre ellos los judíos de Berno y Olomouc, hacia los pueblos. Se formó una nueva e interesante situación donde las más importantes comunidades estaban en los pueblos y no en las grandes ciudades. Tan sólo en 1870, durante el gobierno de José II en el imperio austro-húngaro, los judíos de la zona recibieron igualdad de derechos.

En el área de Moravia vivían grandes sabios de diferentes épocas: el Shaj (Siftei Cohén), Rabi Ionatan Aivishitz, el Rabino Shimshon Rafael Hirsh y también el Maharal de Praga, quien durante la mayor parte de su vida fue rabino de Nikolsburgo, cercana a Brno y allí escribió la mayor parte de sus libros.

Hasta el año 1970 el Rabino de la comunidad era el Rabino Richard Feder z”l, quien actuaba bajo el gobierno comunista. Y después de él, no hubo rabino en la comunidad hasta que llegó el Rabino Moshé Koler en el año 2003. Luego de un largo período sin rabino, se presentaron muchas preguntas halájicas sin duda alguna. El nuevo rabino debía enfrentarse a interesantes situaciones la cual demostraba el alejamiento de la tradición por un lado, y el deseo de preservar la herencia judía por el otro.

Durante su primer año, cuando pidió saber a qué hora hacen el seder de pesaj, le contestó que a las 17hs… a pesar de que el atardecer y la salida de las estrellas es sólo después de las 20hs. El presidente le explicó que muchos de los asistentes son personas ancianas, a las cuales la salud no les permite esperar hasta tan tarde sin comida. Y así debía el rabino enfrentarse con la preparación del seder durante el día. ¿Cómo se hace kidush durante el día? ¿Se cumple la obligación de las 4 copas de día? ¿Se puede recitar el maguid de la hagadá durante el día? ¿Acaso el Rabino y su familia deben realizar todas las mitzvot de pesaj nuevamente después de la salida de las estrellas?

Polvo y cenizas

El cementerio judío local parece un bello y floreciente jardín, y la comunidad se encuentra muy orgullosa del cuidado del mismo. Las primeras tumbas son de 1854. Sin embargo, también aquí se despiertan varias y originales preguntas halájicas.

Hace unos meses falleció uno de los judíos locales, quien pidió que antes de que quemen su cuerpo y lo pongan en un frasco en un cementerio no judío, le hagan el lavado ritual judío de acuerdo a la halajá, digan esped (palabras en honor al fallecido), kadish, y algunos salmos en la casa fúnebre judía. La costumbre de quemar los cuerpos en la República Checa existe hace ya varias generaciones. Es la forma natural de ser enterrado y tampoco los judíos no ven nada malo en esto. En mi visita al cementerio, vi una zona apartada de las demás, y me fue explicado que se trata de personas que eligieron ser quemadas pero no estaban dispuestas a ser enterradas en un cementerio no judío…

“La costumbre del lugar” en el cementerio de Brno, es a mi forma de ver algo único en el mundo y muy “original”. Durante los años del gobierno comunista, muchos judíos se casaron con mujeres no judías. A veces el amor fue más fuerte que la halajá, y dichas parejas pidieron ser enterradas en forma conjunta en el cementerio judío. ¿Pero cómo puede la mujer no judía ser enterrada al lado de su marido judío?

A dicho problema se le encontró una original solución: luego de que el esposo falleció el mismo fue enterrado de forma judía. Luego de que la mujer falleció, su cuerpo fue quemado y la vasija con las cenizas fue puesta en una caja a los pies de la lápida de su esposo… así los dos esposos fueron enterrados en forma conjunta. La explicación para dicha costumbre es que ¡es inconcebible que un judío sea enterrado al lado de un goy en un cementerio judío!, pero luego de quemar el cuerpo, es tan sólo polvo.

Tevilá en el jacuzzi

Durante la construcción de la nueva mikve de la comunidad, recibí una llamada telefónica del Rabino, el cual me preguntó si es posible construir una mikve que es también jacuzzi (en el mismo pozo). Cuándo le pregunté el porqué de su pregunta, me dijo que la comunidad no comprende la importancia de la construcción de la mikve, y está dispuesta a ayudar tan solo si servirá también como jacuzzi, como parte de un SPA. Finalmente, la comunidad aceptó la opinión del rabino, y construyó una mikve clásica sin jacuzzi, donde al lado hay un sauna, jacuzzi y un SPA. La inauguración de la mikve, la cual fue construida con la ayuda de “La Comisión de Rabinos de Europa”, fue un emocionante evento, del cual participaron una gran parte de los miembros de la comunidad.

El Rabino de la comunidad, el Rab Moshé Koler, intenta renovar la vida judía de la comunidad de Brno de la misma forma en que explica la profecía de los huesos secos de Yejezkel: primero, intenta construir la base material de la comunidad: Beit Kneset, Mikve, comer casher donde haya comidas todos los días para los miembros de la comunidad y un lugar para seminarios y actividades sabáticas. Luego, el Rabino desea que la segunda parte de la profecía se haga realidad: reunir a todos los judíos y sus descendientes de la zona de Brno y Moravia, a actividades judías y shabatot compartidos. Y así, con la ayuda de Di-s, se cumplirá: “y les daré mi espíritu y vivirán…”.

A pesar de que la comunidad cuenta con sólo 300 judíos, los cuales en su mayoría son personas mayores, y es posible de que la mikve no tenga uso diario, semanal o incluso mensual, la misma tiene un significado especial en dicho lugar. Se transforma en el símbolo de la existencia judía “a pesar de todo lo sucedido”, representando el triunfo del pueblo de Israel sobre sus enemigos. De esta forma, incluso si las mujeres no realizan tevilá habitualmente, la mikve se encuentra en “uso” en todo momento. La misma, no deja de ser el símbolo de la esperanza ni siquiera un instante.

Rabino Eliahu Birnbaum

La ciudad de los sueños

Praga, República Checa

Luego de muchos años de guerra y comunismo, la comunidad judía de Praga comienza a despertarse. La ciudad donde sus sinagogas se transformaron en museos y sus habitantes aún temen al Golem del altillo.

La Praga judía, es sin duda alguna, sumamente especial. Más allá de la historia de la ciudad y de la comunidad judía, de la belleza de los edificios y de las sinagogas, en Praga corre un aire especial. El pasado y el presente viven entremezclados. La leyenda y la realidad se fusionan en sus calles. El Maharal de Praga y Franz Kafka no son personajes que formaron parte del pasado de la comunidad, sino que siguen vibrando hasta hoy en día en la conciencia y en la identidad de los judíos de la ciudad.

Quien camina por las calles del barrio judío de Praga siente como si caminase en la sombra del Maharal de Praga y del golem que él creó. No se trata solamente de historia, ni tampoco de leyendas y cuentos. Hasta hoy en día es posible escuchar debates entre los distintos turistas acerca de si el Golem fue realmente creado o no y si todavía se encuentra en el altillo de Altnoishul (la sinagoga vieja-nueva). De todas formas, no encontrarán a nadie que esté dispuesto a poner una escalera y trepar al altillo del Beit Hakneset para poder resolver el dilema.

Pareciera ser que las especiales características de esta tan especial ciudad pueden ser resumidas en un reloj que se encuentra en la entrada de la municipalidad, la cual en lugar de números cuenta con letras en hebreo, y sus agujas van hacia atrás. Intentando transmitirnos que en Praga el tiempo no avanza hacia adelante, sino hacia atrás, o que el mismo no tiene significado alguno.

Muchas leyendas acompañan la historia de la ciudad. Una de las mismas cuenta cómo comenzó la comunidad judía de Praga:

Mucho, pero mucho antes de que Herodes reinase, había en la tierra de Israel tres personas justas, descendientes del rey David, a las cuales Hashem les reveló, en un sueño, lo que decretó hacer a su pueblo. Dichas personas justas, dado que no querían ser testigos de dicho sufrimiento, decidieron viajar a un lugar lejano, cualquiera que sea. Fue entonces, que tomaron a sus familias y dejaron la tierra de Israel. Estas personas santas, partieron sin destino, mientras que una estrella y una menorá con sus siete velas encendidas los iluminaban desde el cielo para mostrarles el camino. Dichas personas, trajeron consigo libros sagrados los cuales estudiaban en el camino, y cuando un animal salvaje o bandidos los veían, huían del lugar atemorizados. Pero un día, uno de sus niños transgredió el shabat. Era la noche de shabat, ya estaba oscuro, la estrella ya se encontraba en el camino y la menorá les alumbraba, cuando dicho niño cortó una ramita e hizo de la misma un palo. En ese mismo instante desapareció la estrella y la menorá se apagó. Empezaron a perderse, este para aquí, otro para allí, hasta que se separaron uno del otro. Así llegó uno de ellos con sus hijos a Toledo, España, el segundo llegó a Worms, Alemania y el tercero llegó a Bohemia, a orillas del Moldava, mucho tiempo antes de que hayan allí alemanes y eslavos. Esta última persona construyó una ciudad para sí mismo y la llamó Praga (de acuerdo al libro de Gustap Fritg).

Mil años de historia

Praga siempre fue un importante centro para la cultura judía. Grandes rabinos activaron allí en la edad media e influenciaron a todo el mundo judío con sus grandes ideas. “Le edad de oro” de la comunidad judía de Praga fue durante el gobierno de Rodolfo II, durante el traspaso del siglo XVI al siglo XVII. En dicha época, vivían en Praga un gran número de rabinos, iluminados y filósofos, parte de ellos se dedicaron a estudiar astronomía, matemática e historia. El último apogeo de la cultura judía en Praga fue a fines del siglo XX, en ese entonces vivían en la ciudad escritores, poetas y filósofos y varios artistas, cuyas obras enriquecieron la cultura y la literatura checa, alemana y hebrea moderna.

Praga, la capital de la república checa, fue durante muchas generaciones uno de los centro judíos antiguos más importantes del centro de Europa. Gracias a su ubicación en el centro de Bohemia, la comunidad judía de Praga fue desde el comienzo un centro natural para el resto de las comunidades de la zona, y por tal razón los acontecimientos de su pasado son la mayor parte de la historia de los judíos de la República Checa. A pesar de haber sufrido muchas tragedias, pogroms e intentos de expulsión, el asentamiento judío y la vida religiosa nunca fue cortada durante miles de años de la historia judía de Praga.

Los primero judíos que se asentaron en Bohemia y Moravia al parecer llegaron en la época romana, pero no hay pruebas históricas o documentos que lo certifiquen. De todas formas, no hay duda que el asentamiento judío en la zona de Moravia y en la ciudad de Praga comenzó a fines del siglo X, y hay testimonios de que los judíos viven en Praga desde el año 970. Hasta fines del siglo XI se estableció en Praga una comunidad judía, y a comienzos del siglo XII los judíos sufrieron persecuciones: al comienzo a manos de los cruzados en 1096, y luego durante el sitio al castillo de Praga en 1142.

Ya en el siglo XVI Praga era un centro judío importante en Europa, y había en la misma, rabinos muy conocidos como el Maharal (Rabi Iehuda Loew 1510-1609) y Hanodá Mi-Iehudá (el Rab Yejezquel Landa, 1713-1793). En los años 1522-1541 la comunidad judía de Praga se duplicó. Inmigrantes judíos que fueron expulsados de Moravia, Alemania, Austria y España, llegaron a Praga. El barrio judío se convirtió en un gueto en forma oficial, pero el traspaso del mismo no fue señalado a nivel legal. En dicha época el gueto creció dado que les fue permitido a los judíos adquirir tierras cercanas al gueto y construir casas.

En 1567 los derechos de los judíos fueron autorizados por el emperador Maximiliano II. El crecimiento económico y cultural de la comunidad judía tuvo lugar durante el gobierno de Rodolfo II, el cual autorizó todos los derechos anteriores de 1576 y les prometió a los judíos no expulsarlos nuevamente de Praga. A comienzos del siglo XVIII vivían en Praga más judíos que en cualquier otro lugar del mundo y en 1708 los judíos eran un cuarto de la población general de Praga. Lamentablemente la edad de oro terminó cuando la emperadora María Teresa subió al poder, la cual expulsó a los judíos de Praga entre 1745 y 1748. Los judíos retornaron a Praga durante el gobierno del emperador Joseph II (1780-1790), quien en octubre de 1781 publicó un decreto de tolerancia, donde aceptaron la idea de tolerancia religiosa.

Piedras “condicionadas”

Como hemos dicho, el más conocido de los rabinos de Praga es el Maharal, Rabi Iehuda Loew ben Betzalel). En el año 5333 (1573) el Maharal creó un gran Beit Midrash conocido como “el Kloiz”, allí enseñó Torá durante 11 años. A pesar de que el Maharal no sirvió como rabino de Praga, el mismo era conocido como el líder espiritual de la comunidad.
En adición al Maharal, florecieron y activaron en la comunidad judía de Praga grandes rabinos. Ya en el siglo XI el Rabino Menajem ben Makir se encontraba activo allí, el hermano de Rabeinu Gershón me Or Hagolá. A mediados del siglo XII se encontraban en la yeshivá de Rabenu Tam en Francia, sabios provenientes de Praga, como Rabi Yitzchak ben Rabi Mordejai y Rabi Eliezer ben Rabi Itzjak de los Vaalei HaTosafot. En el siglo XIII activaba en Praga Rabi Yitzchak Ben Moshé escritor del libro “Or Zarúa”, y en el siglo XVI activaron allí Rabi Iom Tov Lippmann Heller, escritor de “Tosfot Iom Tov”, y el Shlá Hakadosh quien realizó aliá en el año 1621. En el siglo XVII vivía en la ciudad el autor de “Hanodá Beiehudá”, el Rabino Yejezkel Landa, quien se desempeñó como rabino de Praga durante los años 1755-1793.

El esplendor del judaísmo de Praga se encuentra manifestado por ser el primer lugar donde hubo una imprenta judía en el centro y este de Europa desde comienzos del siglo XVI (la primera imprenta al norte de los Alpes). Ya en el año 5272 (1512) fue impreso en Praga un sidur, y entre los libros más famosos que se publicaron en dicha época, se encuentra “La Hagadá de Praga”, la cual sirvió de ejemplo para muchas más hagadot.

Praga era la ciudad de las sinagogas y las yeshivot, y hasta la actualidad, representan las mismas, el pilar de la comunidad judía. Existen hoy en día 7 sinagogas en la ciudad: Klaus, Pinkas, Meizel, Sefaradí, Ierushalmi, Altnoishul, y una pequeña sinagoga de Jabad la cual sirve a israelíes y turistas. En nuestros días, lamentablemente las sinagogas fueron transformadas en museos, sin embargo es posible encontrar en esto consuelo, dado que gracias a los ingresos que obtienen del costo de entrada de los varios turistas, judíos y no judíos, la comunidad puede sobrevivir y ayudar a aquellos miembros que lo necesitan. Este fenómeno de transformar sinagogas en museos es muy conocido en las ciudades antiguas de Europa.

En el beit kneset sefaradí tienen lugar cada semana un minián reformista, y en el beit kneset Ierushalmi se realizan tefilot todos los shabatot de acuerdo al rito ierushalmi-jasídico. Aunque sin duda, la sinagoga más especial, la más antigua y la más conocida es Altnoishul. No es posible escribir sobre los judíos de Praga, sus historias y su naturaleza, sin referirse al beit hakneset donde se encuentra el golem…

Altnoishul es hoy en día el sitio más antiguo de la ciudad judía de Praga, y el más antiguo beit kneset que sobrevivió en Europa y se mantiene en pie de forma completa. Fue construido en el siglo XIII y fue denominado en el comienzo la nueva o gran sinagoga, pero hasta que se crearon otras sinagogas en el gueto hacia fines del siglo XVI, pasó a ser conocido con el nombre “nuevo-antiguo” – Altnoishul. Otra explicación para dicho nombre puede ser encontrada en una antigua leyenda, de acuerdo a la cual las piedras del Beit Kneset fueron traídas a Praga, por medio de ángeles, desde el Beit Hamikdash, con la condición (altnoi) de que sean devueltas al mismo cuando éste sea reconstruido. Varias leyendas fueron creadas respecto a dicho beit kneset, a lo largo de sus 700 años de existencia. De acuerdo a una de ellas, la sinagoga se salvó de incendios mediante alas de ángeles que se transformaron en palomas, y por tal razón se ha preservado hasta hoy en día en forma completa.

Una linda leyenda describe la profunda relación que existe entre el beit hakneset Altnoishul y Jerusalem:
Los muros de la sinagoga contaban todo lo que sucedía en la tierra de Israel en cada momento. La primera generación que se asentó en Praga no tenía nada más que mirar las paredes. Cuando Tito el malvado y sus legiones llegaron a las puertas de Ierushalaim, los muros del beit kneset comenzaron de repente a derribarse, las puertas del Harón Hakodesh se salieron de su lugar y se abrieron, el rollo de la Torá se movió solo y se frenó en la parashá en que Hashem nos advierte lo que nos sucederá si no vamos por su camino. De repente se oyó de aquí y de allí, de arriba y de abajo y desde el aire la melodía de la meguilá de Eijá.

Doble Cántico al Shabat

Como hemos dicho, la leyenda más famosa del Beit Hakneset Altnoishul es la leyenda del golem de Praga. De acuerdo a la leyenda el Maharal creó al golem a la orilla del río Volta, una noche de primavera de 1580. Se relata que primero creó la forma y luego le dio vida con una frase que incluía el nombre sagrado de Hashem. Al golem se le dio el nombre de Yosef y trabajó como sirviente en la casa del Maharal. El único momento en que el rabino le quitaba el espíritu de vida al golem era en shabat, en ese santo día el mismo yacía, como un bloque material, hasta fines del día sagrado. Un shabat, el Maharal se olvidó de quitarle el espíritu de vida y el golem perdió el control. Salió a la calle, destruyó todo lo que se interpuso en su camino y creó pánico en todos los ciudadanos. En ese entonces, el Maharal se encontraba en la sinagoga pero al oir lo sucedido, salió inmediatamente a detenerlo y logró devolverlo a su lugar en el altillo, allí le quitó el espíritu de vida y el golem explotó. De acuerdo a la leyenda, sobre la frente del golem estaba escrita la palabra “emet” (verdad en hebreo), y su muerte fue causada quitando la letra alef dejando formada la palabra “met” (muerto). Finalmente, el material del golem fue depositado en el altillo del Altnoishul, y se prohibió la entrada al lugar.

El altillo del Beit Hakneset pasó a ser un lugar sumamente misterioso, debido a la historia del golem. El sabio Rabi Yejezkel Landa, escritor del libro “HaNodá BeIehudá” prohibió la entrada al lugar y de acuerdo a la leyenda, hasta hoy en día nadie subió a dicho lugar. Los habitantes de Praga, incluso aquellos que no son judíos, no se atreven a acercarse a dicho altillo. Durante el gobierno nazi, en el año 1941, subió allí el gobernador nazi de la República Checa y poco tiempo después del hecho, fue asesinado. La figura del golem se encuentra grabada en la cultura y la conciencia de los checos hasta hoy en día. Si frenan a checos no judíos en las calle del Beit Hakneset y le preguntan sobre el golem, recibirán respuestas firmes, como si se tratase de un hecho totalmente real. Hay incluso aquellos que temen que retorne.

Muchas costumbres caracterizan a la sinagoga Altnoishul y a la tefilá de la misma. En la pared occidental hay un cuadro colgado con las costumbres del lugar. Entre las más conocidas y las más extrañas se encuentra la de recitar dos veces el “Salmo al Día del Shabat” una vez tras otra, con una pequeña interrupción en el medio. También dicha costumbre está relacionada con la leyenda del golem de Praga. De acuerdo a lo relatado, en el momento en que el golem perdió el control, el Maharal se encontraba en la sinagoga, en la mitad de la lectura del “Salmo al Día del Shabat”. Cuando retornó ordenó que digan nuevamente dicho salmo, para demostrar que entre su salida y su regreso el shabat simbólicamente se detuvo. Desde entonces y hasta hoy en día, el Beit Hakneset Altnoishul es el único en el mundo en que se dice dicho salmo dos veces.

Junto con la sinagoga, el cementerio judío antiguo – uno de los más antiguos y mejor preservados de toda Europa – es el sitio turístico más llamativo de la ciudad vieja de Praga. El cementerio fue establecido a comienzos del siglo XV en la zona occidental del gueto. De las lápidas, es posible aprender muchísimo sobre los judíos de Praga a lo largo de las generaciones.

El novio de 88 años

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, vivían en Bohemia y Moravia alrededor de 90.000 judíos, de los cuales 55.000 residían en Praga. Cerca de 80.000 fueron asesinados en la Shoá. 74.000 judíos de la República Checa fueron apresados en el Gueto de Theresienstadt y 80% de los mismos fueron transferidos a Auschwitz, Majdanek, Treblinka y Sobibor. Otros judíos checos fueron enviados directamente a campos de exterminación. Luego de la guerra, quedaron 13.000 judíos en la República Checa. Hasta 1950 la mitad de ellos realizaron aliá.

La mayor parte de los judíos de la República Checa viven en Praga, sin embargo hay también judíos en comunidades pequeñas como Ostrava, Pilsen, Teplitz, Karlovy Vary, Olomouc, Deichin, Liberec y Usti. La comunidad judía de Praga cuenta con 1700 miembros, aunque se cree que hay otros miles de judíos que no son miembros de la comunidad. Estos últimos, retornaron a Praga luego de la shoá y pidieron borrar su pasado, tal como sucedió en otros lugares del este de Europa, y comenzar una nueva vida. El temor al gobierno y a la inscripción comunitaria aún existe. Es importante recordar que los judíos fueron exiliados durante la shoá de acuerdo a las listas de la comunidad, y por tal razón hasta hoy en día hay muchos judíos que se niegan a ser anotados, temiendo que el hecho vuelva a suceder. En la República Checa, como en Alemania, hubo judíos que se veían a sí mismos como “checos hijos de la religión de Moshé”, los cuales crearon una división entre su identidad nacional-cultural y su identidad religiosa. Dicho esquema aún sigue presente en los judíos de hoy en día. Más aún, incluso durante el gobierno comunista no era bueno ser judío en forma abierta. Quien iba al Beit Hakneset era llevado a la policía secreta para ser investigado, y tales cosas crearon gran temor al judaísmo y al Beit Hakneset.

Sin embargo, incluso después de la Segunda Guerra Mundial, y 50 años de comunismo, la comunidad no desapareció y como el resto de las comunidades judías del mundo, la misma se encuentra en un proceso de despertar. Muchos descubrieron su identidad judía tan solo después de 1989, con la caída del comunismo. Los judíos que viven en Praga en la actualidad, se encuentran relacionados con la historia cercana y lejana de la ciudad y la comunidad, dado que es difícil vivir en una ciudad tan esplendorosa y conmovedora sin estar relacionados con su pasado y su presente.

La comunidad comienza a recrear su vida judía y a realizar actividades educativas. La misma cuenta con un jardín de infantes y un colegio llamado Gur Ariéh (en nombre del libro del Maharal de Praga, por supuesto). Asimismo, hay en la comunidad una sinagoga, clases de Torá, servicios religiosos, servicios sociales, un geriátrico, actividades culturales y demás. En estos momentos, la comunidad judía construye un geriátrico monumental, dado que hay muchos ancianos en la comunidad, entre ellos sobrevivientes de la shoá, y la comunidad los respeta mucho. Sobre el despertar comunitario, a nivel de identidad y religioso, se encuentran a cargo el Gran Rabino de la República Checa, el Rabino Efraim Sidón, el Rabino Moshe Koler (egresado del Instituto Straus-Amiel), y el enviado de Jabad en Praga.

Uno de los personajes más coloridos en las calles del cuarto judío y las sinagogas, es Rabí Sholem Alter Foiershtein. Dicho judío, hoy en día de 89 años, resume con sus años lo que le sucedió a la comunidad judía de Praga en las últimas generaciones. Rabí Sholem nació en Ucrania, y durante los años del gobierno comunista se ocupó de fortalecer a las sinagogas, siendo apresado por tal hecho. Durante la shoá estuvo en un campo de concentración, y luego de la misma regresó a la ciudad y fue uno de los renovadores de la comunidad. Hasta hoy en día es posible verlo en todas las plegarias matutinas y vespertinas en el Beit Hakneset. Hace un año, a los 88 años, Rabí Sholem tuvo el mérito de casarse por… primera vez. Rabí Sholem, es sin duda alguna, parte de los símbolos de la renovación de la comunidad judía de Praga.

Rabino Eliahu Birnbaum

El judaísmo de mil años

Tabilisi, Georgia

El gran valor de la familia judía es quizás el secreto de la comunidad judía de Georgia y lo que la preserva sin asimilación alguna a lo largo de las generaciones. Las personas locales los ven como hermanos en todo sentido, e incluso los nazis y los soviéticos no les causaron ningún daño. El judaísmo milagroso.

Varias veces escribimos en esta columna sobre comunidades nuevas y aquellas que se encuentran en proceso de renovación, o sobre comunidades que han tenido un gran pasado y que en el presente se están desintegrando. Esta vez escribiremos sobre una comunidad con pasado y futuro. Una comunidad que cuenta con prácticamente 3000 años de historia continua – y sin asimilación alguna.

Georgia se encuentra, junto con sus hermanas caucáseas, Armenia y Azerbaiyán, en el límite entre Asia y Europa. El mismo, fue a lo largo de la historia la encrucijada entre Asia y Europa, y su comunidad judía, es sumamente especial en su carácter y costumbres.

Desde el primer templo

La judería de Georgia es una de las comunidades más antiguas del mundo. Muchas tradiciones hablan de la antigüedad y la continuidad del asentamiento judío en Georgia. De acuerdo a fuentes georgianas, los patriarcas de la comunidad se asentaron allí a comienzos del siglo VI a.e.c, luego de la destrucción del primer Templo y de la expulsión de los judíos de la tierra de Israel por Nabucodonosor. Judíos adicionales, llegaron a Georgia luego de la destrucción del segundo Templo. Los primeros judíos que llegaron allí eran por lo visto descendientes de los exiliados a Babilonia en el año 586 a.e.c, luego de la destrucción del primer Templo. El texto georgiano más antiguo incluye la siguiente frase: “entonces conquistó el rey Nabucodonosor a Jerusalem y los judíos se escaparon de ella y fueron a Kartiel”. Kartiel es el nombre de una porción de tierra en el corazón de Georgia.

Cerca de 50 años después del exilio de Babilonia, Cyrus, el rey de Persia conquistó toda la zona, cuando Babilonia y el Cáucaso se encontraban unidos bajo su gobierno. Cyrus le permitió a los judíos dejar Babilonia – no solo para la tierra de Israel, sino también para Georgia. Luego de la destrucción del segundo templo, el pueblo de Israel fue exiliado de su tierra por el Imperio Romano y parte de los exiliados llegaron a Georgia y se unieron a sus hermanos los cuales se encontraban allí desde la época del primer Templo.

El marco histórico de los judíos de Georgia explica la profunda relación que existía desde ese entonces y hasta ahora entre la comunidad georgiana y la tierra de Israel por un lado, como fuente de la añoranza y el deseo espiritual, y con los sabios de Babilonia y más tarde con Bagdad, para así recibir enseñanzas y leyes.

Parte de la historia judía en Georgia no es clara aún debido a que no existen investigaciones sobre los comienzos de la comunidad. Historias, leyendas y tradiciones orales, son parte integral e incluso necesarias para poder completar el rompecabezas histórico de la comunidad.

Tradiciones orales las cuales pasan entre los judíos de Georgia de generación en generación, apuntan su origen hacia las diez tribus perdidas, las cuales fueron exiliadas por el Rey de Asiria.

Dicho argumento tiene ciertas bases en las discusiones talmúdicas (Sanhedrín 94a) sobre el lugar de las diez tribus: “¿a dónde fueron? Dijo el sabio Mar Zutra a Afriki”. Hay quienes explican que Afriki no es “África”, sino “Abriki” – el nombre griego de “Iberia”, el reinado antiguo de Georgia. Al lado de la ciudad Matzjita, fueron encontradas lápidas del siglo III con escrituras en hebreo y arameo.

Cuando se le pregunta a los miembros de la comunidad de hoy día, jóvenes y adultos, sobre la antigua historia georgiana, ellos responden: “no es una leyenda, es historia y es la verdad”. Los mismos, se sienten muy orgullosos y seguros de su especial historia y hasta hoy día la misma representa parte de la fuerte identidad judía de georgiana.

La conversión caucásea

Sin embargo, hay otra hipótesis sobre el origen de los judíos de Georgia. De acuerdo a la misma, dichos judíos son conversos: son miembros del pueblo georgiano, así como los cúzaros de la edad media y los subótniks de la modernidad (surge la pregunta si en la tierra del Cáucaso hay algo especial que lleva a convertirse al judaísmo). Paradójicamente, hay una especia de sostén a dicha teoría justamente mediante los documentos del ejército nazi, el cual no sabía cómo referirse a dicho judíos y finalmente decretó que eran parte del pueblo local – dicha decisión los salvó de los campos de concentración. Es importante señalar, que también los no judíos de Georgia se refirieren a los judíos del lugar como sus hermanos en todo sentido. Estos hechos fortalecen la hipótesis de la conversión, dado que se trata de sus hermanos, pero sin embargo también la debilita: más de una vez, cuando un grupo local se convierte, el hecho no es recibido en forma positiva por las personas locales.

Los judíos de Georgia son recordados en el libro El Cúzaro en los viajes que se realizaban en la edad media. Marco Polo, pasó por allí en el año 1272 y escribe que “los judíos se asentaron en Tiflis pero no son muy numerosos”. Rabi Benjamín de Tudela, el viajero lejendario, incluye a los judíos de Georgia entre aquellos que el “Rosh Hagolá” les permite tener un Rabino y un Jazán en cada comunidad. Esto demuestra que a fines del siglo XII ya había judíos bajo la influencia del centro judío de Babilonia. También el Ra’abad en su libro “Seder Hakablá” (El Orden de la Kabalá) incluye a los judíos “la tierra Gargallí que es llamada Gargashtán” en la lista de comunidades que son fieles al judaísmo rabínico.

Comunidad sin asimilación

Pocas son las comunidades que los procesos de asimilación y de matrimonios mixtos no les han influido. Entre dicho lugares de honor se encuentra la comunidad de Georgia, la cual pareciese ser posible denominarla “comunidad sin asimilación”.

A lo largo de las generaciones, los judíos de Georgia preservaron su judaísmo con gran entrega. Incluso en la época en que el gobierno georgiano se encontraba bajo el gobierno comunista y en otros lugares se le había prohibido a los judíos cumplir mitzvot y brit milá, los judíos de Georgia continuaron con su tradición y no pensaron siquiera en dejar de circuncidar a sus hijos, como pasó en Rusia y Ucrania. Entre los judíos de Georgia, el brit milá era una mitzvá que había que cumplirla incluso si había que dar la vida por la misma. Hubiesen dejado de traer niños al mundo – pero de dejar de circuncidar no estaban dispuestos.

Y de hecho es un milagro que los judíos del Cáucaso y de Asia hayan logrado mantener la costumbre y preservar su unicidad. ¿Cuál es el secreto de la comunidad de Georgia? ¿Cómo pudieron enfrentarse a los desafíos mientras otras comunidades no lo lograron?

Pareciera ser que el secreto de los judíos georgianos se encuentra en primer lugar en el rol de la familia, el g’alabi en su idioma. El carácter de la familia judía georgiana es un marco sumamente unido. La familia fija las reglas y las formas de comportamiento. Un judío georgiano no puede siquiera pensar en no circuncidar a su hijo, en especial porque la familia no va a aceptar que haya un niño no circuncidado en la misma, ni tampoco que hayan matrimonios mixtos. De hecho, el individuo no tenía un status social fuera del ámbito de la familia y por tal razón nadie dejaba a la misma, ni por peleas y por supuesto que no para casarse con una mujer no judía. El precio era demasiado alto.

La familia era en el pasado y hasta hoy día, un factor central para transmitir la tradición judía y las costumbres georgianas judías de generación en generación. También cuando las instituciones comunitarias se debilitaron por razones históricas o políticas, y las yeshivot y los colegios judíos fueron cerrados por los comunistas, la familia pasó a ser la agente de la religión, la tradición y el sentimiento nacional y el orgullo judío de los judíos de Georgia. Para quien lo ve desde afuera, el cual se encuentra acostumbrado a separar entre las “religiones” y otros parámetros, es posible decir que la fuerza de la tradición judía se basa más en el compromiso familiar que en el religioso.

Y de hecho, la preservación de la tradición judía entre los judíos de Georgia es muy fuerte aún hoy día. A pesar de que no todos son religiosos o cumplen mitzvot en forma integral, no hay división entre religiosos y laicos y todos son considerados tradicionalistas. El ochenta porciento de los miembros de la comunidad cumple kashrut, y la prueba de esto es que hay 5 negocios de comida kasher en Tiflis y un shojet móvil el cual viaja por los distintos pueblos donde viven los judíos para realizar la shejitá. A pesar de mi conocimiento del mundo judío, no estoy seguro de que haya otra comunidad judía con un tan alto porcentaje de personas que comen kasher. Los judíos de Georgia acostumbran hasta hoy día realizar el salado de la carne en su casa, no están dispuestos a recibir carne que ya fue salada, y ven esto como “la costumbre del lugar”.

También la asistencia a la tefilá es sorprendente, en relación con otras comunidades de este tipo: llegué al Beit Kneset durante la semana y había más de 70 personas en la plegaria de minjá y arvit. En shabat vienen al templo cientos de personas.

Antisemitismo importado

La opinión general entre los judíos de hoy día y los historiadores, es que no ha habido antisemitismo en Georgia. En cambio, siempre existieron buenas relaciones y amistad, no hubo incitación por parte de la iglesia o del gobierno, no hubo persecuciones y pogroms, ni tampoco expulsiones del país.

Los judíos de Georgia sostienen hasta hoy día que son parte del país hace ya 2600 años, y asimismo el resto de la población no los ven como extraños sino como georgianos en todo sentido. También su status legal es igual al del resto de los residentes y nunca vivieron discriminación religiosa o étnica. Dicho idilio cambió con la anexión de Georgia al Imperio Ruso en 1801. El ambiente de odio a Israel comenzó a ingresar a Georgia mediante los gobernadores del Zar y la iglesia ortodoxa rusa, quien quiso remplazar a la iglesia local. El antisemitismo trajo a Georgia un nuevo hecho que no era conocido hasta entonces: el líbelo de sangre.

Dos líbelos de sangre son conocidos en la historia de los judíos de Georgia durante dicha época, a pesar de que puede ser que haya habido más casos que no fueron publicados. Debido a dichos casos, los judíos se dirigieron a la comunidad judía de Constantinopla y a Moshé Montefiori para pedir su ayuda.

El primer líbelo de sangre tuvo lugar en junio de 1850. Un niño pequeño desapareció y su cuerpo fue encontrado después de cuatro días, los judíos fueron acusados de su asesinato. El segundo caso sucedió en abril de 1878. Nueve mercaderes judíos fueron acusados del asesinato de una niña cristiana y de utilizar su sangre para hornear matzot. A pesar de la difícil impresión que dejaron dichos eventos, los mismos quedaron fuera del contexto general: la buena relación de amistad y vecindad entre los georgianos cristianos y los georgianos judíos continuó hasta nuestros días.
La conquista soviética comenzó en Georgia en 1921. A pesar de la fuerza del gobierno soviético y de la ideología comunista, y a pesar de los intentos de minimizar la influencia de la religión y la tradición, la comunidad judía de Georgia continuó existiendo, y no se alejó del judaísmo y del cumplimiento de las tradiciones judías. Los judíos de Georgia continuaron manteniendo las sinagogas abiertas todos los días de la semana y del año, respetando shabat, realizando brit milá a sus hijos, haciendo shejitá y vendiendo carne kasher, y continuaron casándose entre ellos, sin sufrir de matrimonios mixtos. Los ancianos de la comunidad cuentan que durante los días del comunismo la comunidad no sufrió un gran deterioro. De acuerdo a lo que dicen, Georgia era menos soviética y comunista que el resto de Rusia. Sin embargo, no todo se mantuvo de forma normal: por ejemplo, la carne kasher se vendía a la noche en lugar de a la mañana, los shojatim trabajaban de noche y los judíos venían a comprar a las 5 de la mañana, para no llamar la atención del gobierno.

Sin yeshivot y sin organizaciones

La comunidad judía de Georgia siempre sostuvo al Beit Kneset como lugar central, tanto para la comunidad como para la familia, siendo el centro que transmite la tradición. Es cierto que no hubo en Georgia yeshivot, organizaciones judías políticas y colegios organizados, y quizás es por tal razón que el gobierno soviético no pudo dañarlos, dado que no había con qué.

La pertenencia a la comunidad era un hecho central para los judíos de Georgia más que el estudio de la Torá. La sensación de responsabilidad mutua y la familiaridad se encontraban en el corazón de la comunidad, y es esta la que los preservó durante la dura etapa del gobierno soviético y de hecho la que los mantiene hasta hoy día.

La centralidad del Beit Kneset en la vida judía de Georgia era tan grande hasta que uno de los escritores de la comunidad (Matán Eliasvili) dice que los judíos veían a la sinagoga como su hogar principal”, y por tal razón decenas de años de gobierno comunista no afectaron al status de la vida judía. Ariel (Luba) Eliav, quien visitó Georgia en los años sesenta, escribe: “en los días de shabat y festividades el Beit Kneset se encuentra repleto. No solo de hombres, sino también de niños de todas las edades. La sección de las mujeres se encuentra llena de mujeres ancianas y de madres jóvenes con bebés en sus brazos y la casa se llena de un sano murmullo de los feligreses”.

La tierra de Israel siempre fue un punto de añoranza y de inspiración para los judíos de Georgia. Los mismos, fueron de los primeros en unirse al movimiento sionista y desde 1989 comenzaron a realizar aliá, a pesar del gobierno comunista.
La identificación de los judíos de Georgia con el estado de Israel llegó a su apogeo luego de la Guerra de los Seis Días. Al comienzo, el gobierno soviético no les permitió a los judíos realizar aliá. En agosto de 1969, 18 familias de Georgia enviaron una carta a la junta de derechos humanos de la ONU pidiendo emigrar a Israel. La carta fue la primera demanda pública de judíos soviéticos que desean realizar aliá, y se transformó en el primer disparo de la batalla que libró el estado de Israel y los judíos del mundo para lograr abrir la aliá de los judíos de la URRS a Israel.

Una segunda carta fue enviada en noviembre de 1969 al Secretario General de la ONU, mediante Golda Meir que en ese momento era la Primer Ministro de Israel. En Julio de 1971 un grupo de judíos georgianos realizó una huelga de hambre en la entrada del correo de Moscú. Su combate llevó a un cambio histórico en la posición del gobierno soviético, y durante los años ´70 comenzó la aliá masiva a Israel. Cerca de 30.000 judíos llegaron de Georgia a dicho país.

Situación actual

Cuando les pregunté a los judíos locales cuántas personas hay actualmente en la comunidad, me dijeron con mucho cuidado la respuesta tradicional que cuando el Rey David quiso contar a los judíos esto les trajo una plaga. De todas formas, cuando investigué el tema descubrí que hay en Georgia 10.000 judíos. La mayoría de ellos viven en T´blisi, la capital, y otros en otras ciudades y pequeños pueblos. Es importante recordar que en los años ´70 había 100.000 judíos en Georgia, la mayoría judíos georgianos y una minoría ashkenazí que llegó luego de la conquista rusa. Actualmente hay más de 100.000 judíos georgianos en Israel y otros 50.000 en EEUU y Europa.

La Gran Sinagoga de T´blisi, es un edificio esplendoroso y muy bello, en el centro de lo que fue en su momento el barrio judío y hoy día es una zona turística en el antiguo barrio de T´blisi. El Beit Kneset fue construido entre los años 1895 y 1903, y se encuentra decorado con dibujos coloridos y con color dorado. Hoy en día es la sinagoga central la que funciona en T´blisi (el ashkenazí se encuentra en refacción), pero en el pasado había más de 30 sinagogas activas, algunos de ellos aún se encuentran en pueblos fuera de la capital. Otras instituciones que hay en T´blisi son el colegio “Tiferet Tzvi”, el cual fue inaugurado en 1991 luego de que cayó el comunismo y estudian allí más de 120 alumnos, y un jardín de infantes y un colegio de Jabad.

A lo largo de los años, no hubo en Georgia restricción respecto a dónde los judíos podían vivir. Nunca hubo un ghetto, sin embargo los judíos decidieron vivir en vecindarios junto con sus amigos y familias, siempre cerca del Beit Kneset. Parte de los judíos vivían en las grandes ciudades: Kutaisi, T´blisi, Batumi y Puti, y parte en pueblos o en ciudades pequeñas. La integración de los judíos de Georgia es también significativa en la política local: hubo un ministro de defensa judío, David Kezerashvili y durante la época de la independencia de Georgia en 1921, hubo entre los miembros del parlamento tres judíos, uno de ellos rabino.

Sin cohanim ni levitas

El carácter y las costumbres de la comunidad de Georgia se mecen entre el oriente y el occidente. Por un lado, ellos tomaron sobre sí mismos costumbres del oriente debido a la influencia de la relación con Bagdad, sin embargo en las últimas décadas, a partir del siglo XIX, algunos miembros de la comunidad fueron enviados a estudiar a Lituania y al este de Europa y tomaron las costumbres ashkenazíes. Aquellos trajeron el ritual ashkenazí a las comunidades de Georgia y se formó una interesante mezcla de halajá sefaradí y ashkenazí. Asimismo, fueron creados costumbres extrañas de las cuales no sabemos su fuente, entre ellos la costumbre ashkenazí de no comer legumbres en pesaj. Lamentablemente, varias costumbres y tradiciones exclusivas que fueron parte de la comunidad georgiana durante cientos de años, van desapareciendo, tanto entre los judíos locales como entre aquellos que vinieron a Israel.

Rabino Eliahu Birnbaum

La tierra del Ararat

Armenia, Ereván y Saban

¿Hay judíos en Armenia? Me han formulado esta pregunta varias veces, cuando volví de mi visita a Armenia. La respuesta es positiva e incluso más aún, hay una relación directa y un gran parecido entre el pueblo armenio, el cual parte se encuentra en su tierra y parte en la diáspora, y el pueblo judío.

La República Armenia es un país asiático, el cual se ubica entre el Mar Negro y el Mar Caspio. El país limita con Turquía en el occidente y con Georgia en el norte, así como con Irán y Azerbaiyán. Armenia, en el pasado una república de la Unión Soviética, es independiente desde 1990, y se explaya en tan sólo el 10% del territorio original de la nación armenia histórica, cuando el resto del país es hoy en día parte de Turquía, su vecina.

De acuerdo a la tradición local de los armenios, su origen proviene de la Mesopotamia, allí participaron en forma activa de la construcción de la torre de Babel e incluso sirvieron como traductores luego de que los idiomas fueron mezclados. Otras tradiciones, armenias y judías, ven a los armenios descendientes de Yefet, el hijo de Noaj. En distintas fuentes en el Tanaj, en textos de nuestros sabios y en libros de historia, mencionan a Armenia como el lugar donde tuvieron lugar eventos tanájicos e históricos de suma importancia. “La tierra de Uz” donde vivía Yob, es atribuida a Armenia – la traducción en arameo identifica a la tierra de Uz con “La tierra de Armenia”. Dicha traducción, también relaciona “Armona” la cual figura en el versículo “…Y seréis arrojadas hacia el Armón…” (Amos 4:3), a la zona donde vivían las diez tribus “más allá de los montes armenios”. Rashi relaciona Armón con “los montes de la oscuridad”, el concepto que utilizaban los judíos medievales para denominar a los montes caspios. También las montañas de Ararat, el lugar donde reposa el arca de Noaj, se encuentran de acuerdo a la tradición, en Armenia. Hasta hoy día, los habitantes del lugar saben que Armenia es el lugar de los tanájicos montes de Ararat y sienten cercanía e identificación con el personaje de Naoj, el cual es representado en varias estatuas que en la capital del país.

Armenia también se encuentra en el Talmud y el nombre de Rab Iaacov el armenio aparece en el Talmud Ierushalmi (Talmud Ierushalmi, Guitín 6, 48b). Historias de la edad media describen a Armenia como el lugar de los “judíos libres”. Sabios judíos, desde comienzos del siglo II, creían que las diez tribus perdidas se encontraban en Armenia. Armenia también es llamada Amalek en ciertas fuentes y los judíos armenios llaman asiduamente a los armenios amalekim.

Independencia renovada

Muchas veces se ha intentado comparar a los judíos con los armenios. Pareciera ser que a pesar de la diferencia entre ambos pueblos y culturas, es posible encontrar ciertos aspectos en común. Los armenios y los judíos han sufrido difíciles exilios, donde han vivido el exterminio en masa y el renacimiento nacional, en contra de todas las probabilidades.

La diáspora armenia es la diáspora paralela y más cercana a nivel histórico de la diáspora judía. La diáspora armenia se encuentra dispersa en distintos países en el mundo y aún se identifica con su historia. Ambos pueblos sufrieron la pérdida de su país y atravesaron el exilio, vagaron a distintos lugares en forma similar y adoptaron los mismos oficios, recibieron derechos especiales parecidos, constituyeron instituciones comunitarias y se enfrentaron a problemas semejantes de asimilación, supervivencia y acusaciones en contra de un pueblo disperso. En Ucrania, tanto los judíos como los armenios fueron acusados de destruir la fuente de ingresos de los comerciantes y artistas locales por la solidaridad que demostraron ante sus competidores.

Los armenios son cristianos ortodoxos, y son considerados como poseedores de una tradición católica especialmente antigua. Aparentemente no hay ninguna relación ni pertenencia al la religión judía, sin embargo los armenios cristianos se parecen a los primeros cristianos al principio de su camino. Los armenios son considerados el primer pueblo en la historia que se convirtió al cristianismo en forma total, y la iglesia armenia tiene su propio lugar y capilla en la iglesia del Santo Sepulcro. Ellos adoptaron al cristianismo ortodoxo de forma popular en el siglo III y por tal razón es posible que sus costumbres e influencias judías hayan sido preservadas entre ellos. De acuerdo a lo que los líderes religiosos locales dicen, ellos cuidan hasta hoy en día la condición del “cohén”, y sacrifican antes de su pascua el sacrificio de pesaj. Hasta una época tardía (la época de Alejandría) no había cruces en sus iglesias.

Es interesante recalcar la similitud de los idiomas. Hasta un período tardío, grandes partes de los habitantes hablaban arameo y hasta hoy día un importante porcentaje del idioma armenio se encuentra basado en palabras en arameo. Palabras como shuka (shuk en hebreo, mercado en español) o janut (negocio), se utilizan tanto en arameo como en hebreo hasta hoy día.

Sin embargo, más que nada, la shoá que vivieron ambos pueblos en el siglo XX los posiciona a ambos en el escenario histórico con un parecido destino.

Herida abierta

Es difícil hablar sobre el pueblo armenio hoy en día, y de su parecido con el pueblo judío, sin mencionar la shoá armenia. Quien visita la actual armenia, encontrará un pueblo con gran tristeza en sus ojos. Esta tristeza se encuentra también en el pueblo armenio que vive fuera de su tierra pero continúa preservando su identidad.

Durante cientos de años, una gran minoría armenia vivió dentro del Imperio Otomano de forma sumamente tranquila. A comienzos del siglo XIX se produjo un cambio en la tolerancia del gobierno turco para con las minorías cristianas. En 1915, el Imperio Otomano comenzó a exterminar al pueblo armenio. La estimación es que de 2-2.5 millones de armenios que vivían en el imperio antes de la guerra, entre un millón o un millón y medio fueron asesinados por soldados turcos y sus colegas Kurdos, en una guerra que llegó a su apogeo entre 1915-1916. Los armenios que cayeron en esos años representaban al menos un tercio de la población armenia en el mundo – el mismo porcentaje de judíos que fueron exterminados en la shoá. Los turcos nunca tomaron responsabilidad del genocidio y los armenios se han quedado con una herida abierta hasta el día de hoy.

La Armenia independiente, y activistas de la comunidad armenia fuera de los límites del país, piden que Turquía reconozca el genocidio – los gobiernos turcos desde los años 20 del siglo XX niegan que haya habido un tal masacre. Los turcos sostienen que el número de víctimas es exagerado (de acuerdo a ellos se trata tan sólo de 100 mil), y atribuyen las defunciones a enfermedades y hambruna, y sostienen que los turcos tuvieron que defenderse debido a que los armenios los atacaron. Los turcos se opusieron a intentos artísticos o políticos de documentar la tragedia y se negaron a evaluar la posibilidad de pagar compensaciones, tales como las que Alemania brindó a Israel y a los sobrevivientes de la shoá después de la segunda guerra mundial. El estado de Israel y organizaciones judías importantes en Estados Unidos negaron los reclamos armenios a comienzos del siglo XX y realizaron lobby a favor de Turquía.

Así como la comunidad judía hoy día, también los armenios tienen problemas para preservar el recuerdo de su tragedia luego de la muerte de los últimos sobrevivientes, y hacen grandes esfuerzos para salvaguardar el recuerdo del exterminio del pueblo armenio.

La visita al museo y el lugar de conmemoración de los caídos en el genocidio del pueblo armenio se parece mucho a Yad Vashem en Jerusalem. El museo en sí mismo, con las terribles fotografías, incluye una gran pared con los nombres de las comunidades armenias que había en Turquía y ya no existen más. Solo las cruces que se encuentran en el lugar nos recuerdan que no nos encontramos en Jerusalem.

Luego de la guerra y del genocidio del pueblo armenio se crearon nuevos límites para los armenios, con la mediación de Estados Unidos, y fueron desplazados de todos los lugares donde vivían para formar un pequeño país en el Cáucaso. Asimismo, se decidió que nunca podrán volver a Turquía y que no recibirán indemnizaciones. La influencia del genocidio en el pueblo armenio fue destructora, más de un millón de personas fueron asesinadas y el 80% del territorio de la armenia histórica quedó sin armenios. A causa del genocidio se constituyeron grandes comunidades armenias en el occidente de Europa (cerca de 400 mil en Francia) y en Estados Unidos (casi un millón). El sueño de los armenios de retornar a su tierra se desvaneció para siempre.

A pesar de la similitud entre ambos genocidios, hay quienes intentan mostrar las diferencias y hablan acerca de dos eventos históricos totalmente diferentes. Ellos distinguen entre la shoá, el holocausto judío, y entre el asesinato masivo del pueblo aremenio, el genocidio armenio, esta distinción se base en que la exterminación de millones de judíos por los nazis y sus socios es un caso único y por tal razón es denominado shoá y no genocidio. Es interesante que los mismos armenios realizan esta misma distinción.

Lápidas del siglo XIII

Muchos historiadores sostienen que el asentamiento judío en Armenia comenzó luego de la destrucción del primer Templo. La hipótesis es que los judíos llegaron a Armenia en el Exilio de Babilonia con la destrucción del primer Templo. Los judíos se asentaron allí cuando Armenia era parte del Imperio Persa y el rey Tigranes el Grande exilió miles de judíos de la tierra de Israel hacia el Imperio Armenio como prisioneros, en el siglo I. Hay quienes sostienen que los judíos son los ancestros de los zukim de hoy día, los cuales son considerados muchas veces como los auténticos judíos armenios. Los zukim son descendientes de judíos antiguos que vivieron en Armenia y luego se convirtieron al cristianismo. Hoy día se consideran a sí mismos armenios y así también los ve el mundo judío.

Es difícil crear una imagen que abarque toda la presencia judía en Armenia, debido a la falta de datos históricos exactos. Sin embargo, la unión del conocimiento histórico existente y los descubrimientos arqueológicos abrieron una pequeña ventana a la historia general del asentamiento judío en el lugar. En los siglos XIII y XV floreció, al menos, una comunidad judía en Armenia. Muchos judíos vivían en la ciudad Agaguis, y sus lápidas fueron encontradas allí. En 1375, cuando Armenia fue conquistada por los mamelucos, la comunidad judía desapareció, y durante los siguientes 500 años no hay testimonio alguno de la existencia de judíos en Armenia.

Hace varios años, fue descubierto un cementerio judío en la ciudad de Ereván, la capital de Armenia. Una excavación casual encontró un cementerio judío antiguo en un lugar donde nadie creía que existía una comunidad judía. Fueron encontradas allí, más de 40 lápidas con fechas hasta el siglo XIII. Dieciséis de ellas están escritas en hebreo y arameo y demuestran sin duda alguna que había judíos en Armenia en la época medieval. La fecha más antigua que figura en las lápidas es 1337. Las pruebas siguientes sobre la existencia de judíos en Armenia son solamente del siglo XIX.

Hoy día hay en Armenia cerca de 700 judíos, su mayoría en Ereván, la capital. La mayor parte de ellos son de origen ashkenazí, y el resto son familias judías de Georgia. Judíos de Polonia y Persia comenzaron a llegar a Armenia a comienzos del siglo XIX. Desde 1840, colonos judíos crearon las comunidades ashkenazíes y sefaraditas de Ereván.

Hasta 1924 el Beit Knesest sefaradí “Siaj Mordejai” era el centro principal de la comunidad judía.

La comunidad judía moderna se encuentra formada principalmente de judíos que llegaron a Armenia a partir de los años 30, de diferentes repúblicas de la ex unión soviética. Armenia atrajo a los judíos por ser un lugar de relativa abundancia y poco antisemitismo, uno de los líderes de la comunidad me dijo en mi visita a la misma: “el Cáucaso no es como Rusia… no hubo antisemitismo en Armenia”. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, pasaron cientos de judíos por la Armenia soviética. La población judía en Armenia creció hasta llegar a 5000 personas. En 1959, la población judía llegó a su apogeo en la Armenia soviética, con cerca de 10.000 personas. Una nueva ola de inmigrantes judíos llegó a la ciudad entre 1965 y 1972, en especial gente con educación académica, soldados e ingenieros. Dichos judíos llegaron de Rusia y Ucrania, buscando una sociedad más liberal. Entre 1992 y 1994, más de 6000 judíos realizaron aliá a Israel, debido a la desconexión política y a los problemas económicos de Armenia.

Actualmente, quedan cerca de 700 judíos y quizás incluso menos. El estado ya no es un destino atractivo tanto a nivel económico y cultural, como a nivel de judaísmo. Muchos armenios dejan el país y dentro de ellos también judíos. A pesar de que luego de la caída de la cortina de hierro y la democratización comenzó una ola de despertar espiritual y judía en el país, aún es difícil mostrar un cambio significativo. En Ereván hay una pequeña sinagoga y no hay mikve. El número de matrimonios mixtos es relativamente alto. En shabat hay tefilot así como también los lunes y jueves. De forma simbólica, llegué a mi visita a Armenia el 10 de Tevet y tuve el mérito de rezar la plegaria de shajarit en un minián local. Muy pocos judíos asistieron a la tefilá, y los que sí lo hicieron fue sin duda con gran esfuerzo. La plegaria la realizaron con la ayuda y guía constante del rabino local de Jabad, el rabino Meir Borstein. El Rab Borstein se encuentra allí hace varios años y realiza muy grandes esfuerzos para preservar la llama judía del país, realizando actos de bondad y brindando clases de Torá.

Los judíos armenios son considerados una minoría en Armenia y como tal tienen ciertos derechos. Los armenios no se refieren a los judíos como armenios sino como judíos. A sus ojos, debe haber congruencia entre la identidad nacional y religiosa, y dado que el 93% de la población es cristiana, aquellos que tienen una religión diferente no son parte del colectivo sino tan solo una minoría.

Los que respetan el shabat

A pesar de los pocos judíos que hay en Armenia, hay un grupo especial, en el pueblo de Sabán, el cual preservó la llama judía ardiendo durante años. La visita a los subotniks judíos fue para mí una experiencia sumamente especial en mi travesía por Armenia. Viajé de Ereván a Sabán, el viaje es a lo largo de las montañas y cuánto más subimos, la temperatura es más baja. Llegamos a 20 grados bajo cero y por suerte la visita no fue en el mes de enero, donde la temperatura llega a 30 grados bajo cero. Esta parte de la tierra es denominada por los armenios, “la Siberia armenia”, debido al gran frío y a la fuerte nieve. Sin embargo, a pesar del frío externo tuve el mérito de recibir calor interno. Luego de una hora de viaje, entré a la casa de una de las familias de los subotniks judíos, donde se juntaron para la reunión varias decenas de personas en un pequeño cuarto. Hombres y mujeres adultos se sentaron con sus gorros y camperas alrededor de la calefacción.

Luego del recibimiento y los saludos, les pregunté: “¿cómo se denominan a ustedes mismos?” y la respuesta no tardó en venir: “subotniks judíos”. La comunidad de Sabán es parte de 10.000 – 15.000 subotniks los cuales se encuentran dispersos por la ex unión soviética. En la unión soviética en general y en ciertos lugares alejados en Rusia, existen comunidades de subotniks los cuales se ven a sí mismos como judíos o de hecho rusos de religión mosaica. Durante años preservaron su judaísmo bajo el gobierno del Zar y el gobierno comunista, mucho más que comunidades judías las cuales encontraron en esto dificultades. A lo largo del tiempo, parte de éstos realizaron aliá.

El origen de los subotniks se encuentra en la historia rusa de hace 200 años atrás. El significado de la palabra “subotnik” proviene del idioma ruso “subota” – “quien respeta shabat”. A fines del siglo XVIII tuvo lugar un interesante fenómeno en Rusia, grupos de cristianos comenzaron a adoptar una forma de vida judía. Al comienzo se transformaron en “judaizantes” es decir vivían como judíos aunque más tarde parte de ellos pasaron un proceso de conversión y se unieron al pueblo en forma oficial. La ola de conversiones al judaísmo en Rusia llegó a su apogeo a comienzos del siglo XIX. Varios pueblos e incluso distritos completos de habitantes de distintos nivel sociales, comerciantes, artesanos y campesinos, vinieron en masa y se unieron al pueblo judío.

Los subotniks judíos de Sabán, Armenia, rezan todos los shabatot en conjunto. En shabat por la noche les es difícil encontrarse debido al frío, pero por la mañana siempre se juntan incluso si no hay minián. Hoy día hay cerca de 50 subotniks en el pueblo, y rezan en una casa privada, sin embargo en los años de florecimiento de la comunidad, en los años ´30 del siglo XX, vivían 500 familias en el pueblo, más de 2000 personas. En el pasado imprimieron un sidur en hebreo y ruso antiguo y había una sinagoga con grandes minianim en shajarit y arvit. Había asimismo un mohel y un shojet y por supuesto que todos los hombres se encuentran circuncidados. A lo largo de los años no había mikve en el lugar, pero las mujeres siempre fueron a realizar la inmersión ritual a los baños públicos. Todos los subotniks se casaron entre ellos.

Cuando los subotniks judíos llegaron a dicho lugar, la zona se encontraba despoblada y no había en ella armenios. Durante años continuaron hablando ruso, a pesar de que los otros habitantes hablaban armenio. A la entrada del pueblo de Sabán, en el pueblo Yelinovka, hay un cementerio de los subotniks judíos el cual se encuentra cercado, cuenta con un maguen David y con lápidas con nombres en hebreo. Las primeras de ellas, son de 1881.

Por lo visto, los subotniks judíos de Sabán fueron exiliados a la zona sur de lo que era en ese entonces el Imperio Ruso, después de 1830, cuando el Zar Nicolás I ordenó que los eslavos que niegan la ortodoxia cristiana no “impurifiquen” a las masas creyentes. Durante el gobierno soviético, esta zona del imperio gozó de libertad de culto e incluso cuando no había judíos en Armenia debido al gobierno comunista, los subotniks judíos preservaron la llama judía encendida en el país.

Una linda leyenda cuenta porqué los subotniks fueron exiliados de Rusia durante la época del Zar: “en 1851, a mediados de la guerra, el Zar Nicolás fue a controlar a su ejército y al ejército Caucaseo que se encontraban en el frente. Los soldados lo recibieron como era costumbre, con “pan y sal”. Sin embargo, otros soldados, los cuales también ellos parecían caucáseos, lo recibieron con un libro de la Torá en la mano, además de con pan y sal. Cuando los soldados se pararon en orden, en honor a la llegada del Zar Nicolás, todos se sacaron el sombrero en su honor, sin embargo parte de los soldados del Cáucaso no se sacaron sus sombreros.

El Zar, el cual se encontraba preocupado de que se realice una revolución en su contra, preguntó por qué los soldados no se quitan su sombrero. El general a cargo respondió: “respetado Zar. No es una revolución, su religión no les permite quedarse con la cabeza descubierta. Ellos son hijos de la religión mosaica”. A lo que el Zar respondió: “¿mis soldados del Cáucaso son judíos? No puede ser. Yo les voy a enseñar a esos “perros” que quiere decir ser judío y cuál es la verdadera religión y ordenó dispersar a los soldados judíos, subotniks, por toda Rusia – de Siberia a Armenia…”

Hoy día, Iuri ben Aharón, Ishai ben Zechariá y otros subotniks judíos intentan seguir preservando su judaísmo, a pesar de que muchos jóvenes abandonaron el pueblo. Cuando los últimos miembros de la comunidad fallezcan, será este el fin de 200 años de sacrificio y entrega de los subotniks, en Armenia y en comunidades dispersas por toda la ex Unión Soviética.

Cuando le pregunté a Iuri ben Aharón qué es lo que los preservó durante los años, me respondió: “la fuerza de la fe”.

Rabino Eliahu Birnbaum

El Mosaico del pasado se refleja en el presente

La comunidad judía de Belgrado es un calidoscopio que conecta la expulsión de España con la shoá, y que hace cada vez menos notable la diferencia entre el idish y el ladino. La shoá borró prácticamente todo, y rápido.

Belgrado, Serbia

El Beit Kneset ashkenazí “Sucat Shalom”, único lugar de culto que existe hoy día en Belgrado, se llenó de concurrentes el shabat por la noche. Este Beit Kneset es uno de los pocos que sobrevivieron en Serbia luego de la shoá, a pesar de que su destino no fue muy meritorio durante la misma. En la época de la Segunda Guerra Mundial, los soldados alemanes utilizaron a la sinagoga como prostíbulo. Uno de los asistentes, quien era adolescente en esos días, cuenta que la parte de los hombres era un restaurante para los soldados y la de las mujeres tenía otro uso, lamentablemente.

Me parece que la plegaria especial que vivencié durante mi visita a la comunidad es un ejemplo y un símbolo de la impresionante historia y de la nostalgia respecto al pasado.

En el Beit Kneset ashkenazí, donde hablaban idish antes de la guerra, rezan hoy de acuerdo a la costumbre sefaradí e incluso hay partes en Ladino. No es la costumbre de edut hamizraj (costumbre sefaradí de los judíos procedentes de los países árabes), sino el estilo sefaradí original, procedente de los expulsados de España y Castilla, los cuales se asentaron en los países balcánicos – Sarajevo, Belgrado y Croacia – luego de la expulsión.

Una de las costumbres locales me llamó la atención. En la noche de shabat, cuando el público recita la última parte del “lejá dodí”, donde dicen “boi calá”, continuaron mirando hacia adelante, al Harón Hakodesh, y no se dieron vuelta como es costumbre hacer. Visité cientos de comunidades judías en la diáspora, ashkenazíes y sefaradíes, sin embargo esta es la primera vez que recé en un Beit Kneset donde el público no se da vuelta en “Lejá Dodí”, y realmente me sorprendió. Al final de la tefilá le pregunté al Rabino de la comunidad cuál es la razón de esta extraña costumbre y él me dio una increíblemente interesante respuesta, la cual demuestra la grandeza de las comunidades de la diáspora en general y de la comunidad de Belgrado en particular, y su voluntad y esfuerzo por mantener la llama judía encendida.

Luego de la destrucción de la comunidad de Belgrado en la shoá, y durante decenas de años bajo el gobierno comunista, tuvo lugar la tefilá de shabat por la noche pero no había minián por la mañana. No sacaban el Sefer Torá, no abrían el Harón Hakodesh y no leían la Torá. Los judíos de la comunidad sintieron la necesidad de abrir el Harón Hakodesh, ser bendecidos por su santidad y ver los rollos de la Torá, para no olvidar que hay dentro del arca. Dado que no abrían el arca sagrada por la mañana, por la falta de tefilá y plegaria, decidieron abrirlo en el kabalat shabat.

Sin embargo, cuando llegaban en la plegaria a “boi beshalom ateret baalá”, no podían darse vuelta hacia la puerta, para no darle la espalda al Harón Hakodesh que se encontraba abierto, debido a su santidad… desde entonces y hasta hoy en día, a pesar de que las plegarias ya tienen lugar en forma regular todos los shabatot por la mañana, y no abren más el arca por la noche, los miembros de la comunidad no se dan vuelta para así preservar la costumbre del lugar. Hoy día, todos los shabatot hay tefilá de arvit y shajarit, una hermosa plegaria llena de melodías sefaradíes, con un joven jazán local, quien sabe cantar las canciones de la misma forma en que las cantaban en España antes de la expulsión, y en Serbia antes de la shoá. Parte de las tefilot son recitadas en ladino (como Berij Shemá o Ein Kelokeinu), como se acostumbraba en las comunidades sefaradíes.

Actualmente, los ashkenazíes y los sefaradíes rezan juntos en el mismo Beit Kneset. El único hecho que distingue entre ellos es que los sefaradíes dicen al final de la tefilá “shabat Shalom” y los ashkenazíes “guit shabes”.

A pesar de esto, la diferencia entre los sefaradíes, los cuales hablan ladino, los veteranos, y los ashkenazíes, los nuevos emigrantes, los cuales hablan alemán y húngaro, es sumamente importante para poder comprender la situación del judaísmo en Serbia y Yugoslavia en la época de entre las dos Guerras Mundiales.

La dominación de los sefaradíes

El asentamiento judío en Macedonia y Dalmacia tiene su origen en la época de los griegos y los romanos, asimismo, pequeñas comunidades judías existían en Eslovenia y Besarabia ya en la edad media. Sin embargo, la primera gran ola de emigración judía a los países balcánicos comenzó como consecuencia de la expulsión de los judíos de la España católica en 1492. El sultán del Imperio Otomano recibió con alegría a los expulsados, y estos llegaron en masa. Al comienzo se asentaron en su mayoría en Salónica y en Estambul (Constantinopla), pero hasta mediados del siglo XVI sus descendientes comenzaron a dispersarse en ciudades más alejadas y establecieron comunidades en ciudades como Belgrado en Serbia, Sarajevo en Bosnia, y Skopie (Uskub) y Bitola (Monasterio) en Macedonia.

Los sefaradíes trajeron con ellos su idioma y costumbres de España. Continuaron hablando ladino, dialecto que fue desarrollado del castellano del siglo XIV. En todos los lugares donde se asentaron establecieron organizaciones comunitarias separadas. Los sefaradíes se creían superiores a nivel cultural respecto a los judíos bizantinos locales y a los ashkenazíes del norte y este de Europa. En poco tiempo, aquellos emigrantes de España y Portugal tomaron el liderazgo de la vida judía en los países balcánicos sin objeción alguna. Hasta fines del siglo XIX, el ladino era el idioma principal de la comunidad sefaradí de Belgrado. Casi todas las publicaciones de la comunidad eran realizadas en dicho idioma.

Los apellidos sefaradíes más comunes eran Alkalai, Almozalino, Demio, Calderón, Confino, Meboraj, Fiade, Pinto, Romano y por supuesto Levi y Cohen.

¿Y qué pasaba con los ashkenazíes? Belgrado, hasta comienzos de la Primer Guerra Mundial, era parte del Imperio Habsburgo, y sus judíos, parte de la judería húngara. Aquellos se unieron en su mayoría, durante el siglo XIX al movimiento neológico, movimiento similar al reformista pero más moderado. La diferencia entre las comunidades sefaradíes, las cuales continuaron en su camino tradicional y las ashkenazíes, quienes decidieron tomar un camino más liberal, crearon grandes contrastes entre ambos. Los sefaradíes estaban orgullosos de su historia y sus tradiciones, en cambio los ashkenazíes se consideraban más avanzados e iluminados.

Es importante resaltar que a pesar de las diferencias, durante los 300 años de vida judía en Belgrado, vivieron en ella ashkenazíes y sefaradíes en armonía y colaboración comunitaria. Con la conquista de Serbia por el Imperio Otomano, los judíos en general comenzaron a tener éxito, y en particular los de la ciudad de Belgrado.

La comunidad creció muchísimo alrededor de la Primera Guerra Mundial. Con la recepción de la autonomía religiosa, se establecieron instituciones educativas y sinagogas para las comunidades ashkenazíes y sefaradíes, y el número de judíos en dichos países aumentó. En 1930 había, en la Yugoslavia de aquellos días, 114 comunidades organizadas: 38 sefaradíes (todas excepto tres, estaban en Serbia, Bosnia, Macedonia y Dalmacia), 70 comunidades ashkenazíes neológicas (en su mayoría en Croacia y en Voivodina) y 6 comunidades ashkenazíes ortodoxas (casi todas en Voivodina). En 1939 habían, tan sólo en Belgrado, cerca de 12.000 judíos 10.000 sefaradíes y el resto ashkenazíes. A lo largo de los años, Serbia se convirtió en la casa de importantes rabinos. Al principio Belgrado no era una ciudad importante a nivel religioso, y estaba influenciada por los centros en Salónica y Estambul. Sin embargo, luego de la designación del Rabino Iehudá Larma de Estambul en el año 1617, como Gran Rabino de Belgrado, aquel influenció al centro rabínico y religioso de la ciudad y lo ayudó a desarrollarse en forma significativa. En dicha época, Belgrado se convirtió en el tercer centro de estudios judaicos de los países balcánicos, luego de Estambul y Salónica.

Entre los conocidos personajes, los cuales fueron parte de la comunidad judía de Serbia, sobresale uno de los presagiadores del sionismo, el Rabino Iehuda Alkalai. El Rabino Alkalai nació en el año 5558 (1798) en la comunidad sefaradí de Sarajevo. Con el tiempo, fue designado sheliaj tzibur y moré de la comunidad de Zamalín, ciudad cercana a Belgrado. Luego de muchos años fue designado Rabino de la comunidad, y se desarrolló en dicho puesto hasta realizar aliá en el año 5634 (1874). Una de las sinagogas que había en la comunidad del Rabino Alkalai existe hasta hoy en día, aunque lamentablemente funciona como un restaurante local. En mi visita al lugar, me fue muy difícil ver que el lugar donde se encontraba el Harón Kodesh, es utilizado como lugar donde sirven bebidas alcohólicas. Dicho Beit Kneset fue construido en 1850.

Judenfrei

Como hemos dicho, antes de la Segunda Guerra Mundial había cerca de 12.000 judíos en Belgrado, sefaradíes y ashkenzíes, la shoá no distinguió entre ellos. Los judíos de Serbia fueron los primeros que sintieron la influencia de la política Nazi en forma completa. El 30 de mayo de 1941, el gobierno militar Nazi de Belgrado publicó la definición de “quién es judío”, y legisló una serie de normas las cuales quitan a los judíos del servicio público y de ciertas profesiones. Todas las propiedades judías fueron anotadas, comenzó el trabajo forzado, y se prohibió a los ciudadanos serbios esconder a judíos. Ya en ese momento, debían los judíos llevar el Magüen David amarillo.

El 6 de abril de 1941 Alemania invadió, junto con sus aliadas, Italia, Hungría y Bulgaria, al territorio de Yugoslavia. Jóvenes judíos, en su mayoría del Hashomer Hatzair, se reunieron al día siguiente, y sabotearon los cuarteles del enemigo, distribuyeron propaganda, y reunieron dinero y equipamiento médico.

En octubre, cerca de 4000 hombres judíos fueron asesinados por el ejército alemán. En diciembre, todas las mujeres y niños judíos de Belgrado fueron detenidos y enviados al campo de concentración Sajmiste, al lado de la ciudad. A principios de marzo de 1942, un camión de gas fue enviado de Berlín a Belgrado, y hasta principios de mayo, todas las mujeres y los niños fueron asesinados con gas.

En agosto de 1942, el gobierno serbio anunció con orgullo que Belgrado es la primera ciudad que se encuentra en el nuevo status “judenfrei” – libre de judíos. Tan solo 1200 judíos de Belgrado sobrevivieron. La mayor parte de los judíos fue asesinada en Serbia, y en la zona de Belgrado fueron establecidos tres campos de concentración para judíos y gitanos. El nivel de participación de los serbios en el asesinato del pueblo judío fue muy alto. El campo de concentración Banjica estaba prácticamente puesto en funcionamiento por serbios, y era solventado por el presupuesto local de la ciudad de Belgrado.

La exterminación de los judíos serbios fue presentada por los alemanes también como forma de frenar la revolución, y los judíos fueron mostrados como comunistas o como quienes apoyan a los mismos. Esta forma de exhibir a los judíos, sirvió a los intereses de los alemanes: la solución final fue utilizada, también, para asustar a la población local. Así, es posible comprender el por qué fueron asesinados los judíos de Belgrado en la ciudad o en sus alrededores, y por qué lo hicieron tan rápida y tempranamente.

Es importante recalcar el rol de los partisanos serbios, bajo el liderazgo de Tito, los cuales lucharon contra la conquista, en lo que es conocido como “la revolución serbia”, una de las más grandes oposiciones que sufrió la Alemania Nazi en toda Europa. Muchos judíos lucharon contra los alemanes en sus filas, y los partisanos y los comunistas les dieron refugio.

Después de la shoá, aquellos que quedaron en vida buscaron un nuevo futuro. Parte de ellos realizaron aliá, y los pocos judíos que quedaron en el país comenzaron a reconstruir la comunidad. Las comunidades sefaradíes y ashkenazíes fueron reunidas en una sola comunidad, con respeto mutuo y una historia en común.

Entre la nostalgia y la visión

En la Yugoslavia de la post guerra, las tres comunidades más importantes se encuentran nuevamente en Belgrado, Sarajevo y Zagreb. Hoy día, viven en Serbia cerca de 2000 judíos, dentro de los cuales 800 viven en la capital, Belgrado, y el resto se encuentra disperso entre las comunidades: Denish (al lado de Belgrado), Novi Sad y otras 7 comunidades pequeñas por la zona Vojvodina, alrededor de Novi Sad: Sombor, Zrenjanin, Subotica, Kikinda, Danchevo, Zemun, Noisad (en alguna de estas comunidades aún hay sinagogas). Es importante recordar que hasta 1991, Serbia, Kosovo, Montenegro, Macedonia, Bosnia, Croacia y Eslovenia eran parte de Yugoslavia, cuya capital era Belgrado, sin embargo hoy día, cada una es un país separado e independiente.

En la actual comunidad de Belgrado, la diferencia entre ashkenazíes, sefaradíes, neológicos y ortodoxo, no es muy grande. El ser miembro de la comunidad se le permite a todo judío, el cual no pertenece a ninguna otra institución religiosa y el cual dice que por voluntad propia desea ser miembro de la comunidad. La pertenencia a la comunidad es de acuerdo a la “ley de retorno”. Aquel que tiene derecho a la ley de retorno, es decir que sus padres o abuelos eran judíos, y él es la tercera generación de un familiar judío, tiene derecho de ser miembro de la comunidad. También las parejas de los no judíos son aceptadas de acuerdo al status de su pareja judía. Es importante recalcar que este sistema es utilizado en mucha partes de Europa y del mundo en general, también en comunidades que son consideradas ortodoxas como lo es el caso de Serbia.

A los ojos de los judíos de Serbia de hoy día, la época de entre las dos guerras mundiales, es considerada la edad de oro de los judíos de Yugoslavia. Mirando hacia atrás, esta observación, a pesar de que se encuentra llena de nostalgia, tiene bastante verdad. En esa época, comunidades ashkenazíes y sefaradíes, cada una con su marco y su ideología, activaron en forma paralela, pero con ayuda mutua entre ellos. Muchas organizaciones judías, con un gran nivel de actividades, se desarrollaron tanto a nivel local como a nivel nacional.

Una prueba de dicha realidad, se me presentó en motzaei shabat, bien entrada la noche, cuando caminaba por las calles de Belgrado al lado de Gran Rabino de Serbia, el Rabino Yitzjak Asiel. Caminamos por calles donde cada piedra y cada esquina son un recuerdo y monumento al judaísmo esplendoroso que existió. Cuando pasamos al lado de “Cinema Rex”, un grandioso edificio el cual sirve hoy día como teatro y cine, el Rabino me comentó que el edificio pertenecía en el pasado a las organizaciones judía “oneg shabat” y “gmilut jasadim” (organizaciones que se ocupaban de acciones de tzedaká dentro de la comunidad judía). Y de hecho, en la entrada del edificio se despliega hasta hoy en día un gran versículo: “no nos abandones en nuestra ancianidad, no nos dejes cuando nos quedemos sin fuerza”. Los edificios cercanos eran colegios, yeshivot, carnicerías kosher y negocios judíos. Cada piedra sabe contar su historia.

La comunidad que se encuentra bajo el liderazgo del Rabino Asiel, no vive tan sólo en el pasado y la nostalgia. En los últimos años han renovado el Beit Kneset, construyeron una cocina kosher y un salón de eventos, y publicaron decenas de libros y revista sobre judaísmo en serbio. El Rabino Asiel transmite todos los días un programa de dos minutos en la televisión local (algo como “el versículo del día”), hay clases de Torá, shabatonim y seminarios para los jóvenes de la comunidad, hay plegarias todos los shabatot y programan dentro de poco construir una mikve en Belgrado.

De acuerdo a una leyenda urbana, si una persona escribe un deseo en un papel, lo pone en un colgante y lo tira a la tierra del antiguo cementerio ashkenazí en Belgrado, el deseo se cumple. No tengo ninguna duda que los deseos que han escrito los miembros de la comunidad y el Gran Rabino de Serbia, el Rabino Asiel, es uno: “renueva nuestros días como en los tiempos antiguos”.

Rabino Eliahu Birnbaum

Antes de que se olvide el idioma

Estambul, Turquía

Hasta el siglo anterior, Turquía era la casa de una gran comunidad judía, y el centro vivo de la cultura del ladino, la cual tiene su origen en España. 500 años luego del gran apogeo, en Estambul sienten tanto decadencia como temor

Hay quienes describen la historia judía como una escalera que se encuentra apoyada en la tierra y su parte superior llega hasta el cielo. La escalera es la analogía del pueblo judío, el cual se encuentra siempre en una escalera, a veces sube un escalón y a veces baja dos. La existencia judía no es simple, plana y horizontal, sino que es vertical. Otros describen la existencia judía como un péndulo de reloj que no para ni por un minuto, a veces está arriba y a veces abajo. Pareciera ser que dichas descripciones caracterizan a la judería turca hasta hoy día.

En el pasado, los judíos fueron bien recibidos en el imperio Turco Otomano; pero justamente ahora, los judíos viven en el país turco, musulmán-laico, con determinado temor por su seguridad. En mi última visita a Turquía vi la gran seguridad que hay fuera de las sinagogas, los edificios comunitarios y las oficinas del Rabinato. El tema se volvió más delicado luego de varios atentados que tuvieron lugar en las sinagogas, entre ellos dos veces en el Beit Kneset “Neve Shalom”. La situación de seguridad me retornó al pasado, a la época de los anusim de España – de allí llegaron los judíos a Turquía, como lugar donde podrían vivir como judíos con libertad y sin temor.

Los momentos más importantes de la historia judeo-turca son, en particular, la llegada de los expulsados de España en el siglo XV, la conversión al islamismo del falso mesias Shabetai Tzvi en el siglo XVII, y los atentados a las sinagogas en el siglo XX.

Ni la llegada de los judíos de España, ni la gran decepción que dejó Shabetai Tzvi a los judíos de Turquía y al mundo judío, les preocupan a los judíos locales, sino por supuesto la tercer problemática, la seguridad personal y judía. A pesar de que la comunidad vive con sus vecinos musulmanes en relativa paz hace por lo menos 500 años, hoy día no es fácil vivir como una minoría judía en el gran país musulmán. La comunidad judía es por supuesto un muy pequeño grupo en la Turquía de hoy día: la población general, los cuales 99% de ella son musulmanes, cuenta con casi 70 millones de personas; la comunidad judía de todo el país cuenta con menos de 30 mil personas.

De dónde provienen los judíos de Turquía

Luego de la expulsión de los judíos de España y Portugal, el Sultán Biazir II publicó una invitación formal a los judíos a venir a su territorio, y ellos empezaron a llegar al imperio en grandes números. El sultán soñó con transformar el imperio otomano en una potencia internacional e intercultural, y como parte de esta tendencia se dirigió a los cientos de miles de expulsados y les sugirió asentarse en su imperio, y disfrutar de completa libertad de culto.

El imperio Otomano incluía en aquellos días no solo Turquía, sino también Grecia y parte de los Balcanes, como grandes partes del Medio Oriente. La oferta del Sultán Biazir le dio nueva esperanza a los judíos sefaradíes perseguidos. En 1492 el Sultán ordenó a los dirigentes de las provincias del imperio Otomano “no negar la entrada a los judíos o crear dificultades, sino que recibirlos con alegría”. Los judíos vinieron, y en Turquía se asentaron principalmente en Estambul, Esmirna y Edirne.

“Usted llaman a Fernando rey sabio”, dijo el Sultán, “¡pero al haber expulsado a los judíos, transformó a su tierra en pobre y a la nuestra en rica!”. Los judíos de hecho se desempeñaron en distintas tareas en el imperio Otomano: los musulmanes turcos no se encontraban interesados en emprendimientos comerciales y dejaron el comercio para las minorías religiosas. Tampoco confiaban en los súbditos cristianos de los países que habían conquistado hace tan sólo un poco tiempo atrás, y por tal razón, en forma natural prefirieron a los judíos.

Los expulsados de España y Portugal encontraron en Estambul una gran comunidad de judíos Romagnotes (judíos que vivían en el imperio bizantino, y que cuidaron sus costumbres luego de la conquista del imperio Otomano. De acuerdo a varios investigadores, estos judíos se fueron de la tierra de Israel luego de la destrucción del segundo Templo, hacia la zona de Asia Menor y los Balcanes), italianos y askenazíes. La llegada de los sefaradíes cambió la composición de la comunidad. Se cuidaron las buenas relaciones entre los distintos grupos, pero las diferencias culturales eran tan grandes que no pudieron mediar entre ellas, sino después de muchos años. Finalmente, los judíos Romagnotes fueron los que se “asimilaron” dentro de los judíos que llegaron de España y tomaron sus costumbres.

A lo largo de los años, los expulsados de España pasaron a ser el factor dominante y determinante en la vida cultural, comercial y medicinal del país. Durante 300 años después de la expulsión, el éxito y la creatividad de los judíos Otomanos en Turquía y en el resto de los países del imperio se encontraban a un muy parecido nivel de la Edad de Oro en España. Cuatro ciudades otomanas – Estambul, Esmirna, Safed y Salónica – se convirtieron en centros del judaísmo sefaradí.

Uno de las más grandes innovaciones que los judíos trajeron al imperio Otomano era la prensa. En 1493, tan sólo un año después del exilio de España, David y Shmuel Ibn Najmías estableció la premier imprenta hebrea en Estambul.
La cultura del ladino

Los expulsados de España, cuya lengua era el judeo-español, no solo que llevaron con ellos su rica cultura judía al imperio Otomano, la cual llegó a su apogeo en la época de oro, sino también el idioma el cual los acompañó durante siglos. Los judíos que llegaron a Turquía siguieron preservando su lengua original, pareciera ser como un intento de arraigarse a su origen en la Península Ibérica en España. Los cientos de años de estadía en Turquía no llevaron a los poetas, a los escritores, a los exégetas y a los rabinos a adoptar la lengua turca; las obras fueron escritas y dichas en forma completa en Ladino.

El origen del ladino se encuentra en el español antiguo y se encuentran integradas palabras y dialectos del hebreo y el arameo. Hay quienes distinguen entre el idioma original en el que hablaban los judíos de España, el judeo-español o el “j’udaismo”, y el Ladino el cual se desarrolló en especial luego de la expulsión de España y se transformó en el idioma oficial de los judíos expulsados de los Balcanes, del imperio Otomano, del Norte de África y de todos lados a donde fueron llevados los expulsados de España.

El Ladino fue escrito con letra Rashi o con letras hebreas cuadradas. A veces se escribía el Ladino en letras latinas y a veces en letras “jetzi kulmus” (redondas) el cual era muy aceptado en distintas comunidades españolas.

Lamentablemente el Ladino comienza a desaparecer. Los jóvenes ya no lo hablan, ni tampoco es una lengua hablada. Es cierto que se está intentando “renovar” el idioma, pero de hecho el principal uso de la misma es el las obras, el teatro, la universidad, la litúrgica, el folklore y la música.

Los judíos de Turquía lograron preservar el idioma durante 500 años, pero en el siglo XX tuvo lugar un gran y dramático cambio. La identidad de los judíos turcos como exiliados de España ya no es más preservada con tanto rigor.

Los jóvenes de la comunidad piden unir su futuro con el futuro del país y ser turcos en todo sentido. Está claro que evitan hablar el Ladino en forma pública. Es lógico que también motivos de seguridad influyan. En mis visitas a Estambul disfruto hablar ladino con los ancianos de la comunidad y los adultos; ellos aún disfrutan de dicho idioma y se encuentran orgullosos de poder hablar el idioma el cual los une a su pasado.

La fuente de “Meam Loez”

El ladino no era solamente la lengua diaria de los judíos de Turquía y del resto de la diáspora sefaradita, sino que también servía como el idioma de rezo y estudio de la Torá. Varios libros fueron traducidos al ladino, desde el Tanaj hasta el Shulján Aruj. Pero al parecer el libro más importante que fue escrito en ladino es “Meam Loez” – libro que incluye midrashim, pirushim, halajot y ética, y el cual fue escrito por Eabi Iaacov Culi (1689-1732), en el siglo XVIII. “Meam Loez” fue escrito en torno a la porción semanal, así como otro tipo de libros halájicos y éticos en el mundo sefaradita.
A pesar de que el libro fue traducido al hebreo tan sólo en el año 5327 (por el Rabino Shmuel Kravitzer), pocos saben que el mismo fue originalmente escrito en ladino. El autor planeó completar la obra, y crear una amplia antología sefaradita, sin embargo no logró terminar la tarea y otros rabinos continuaron en su camino y en su estilo, lo que él comenzó.

La primera impresión del “Meam Loez” fue realizada en Estambul (Kushtandina) en el año 1730. El libro fue impreso en letras Rashi como en ese entonces escribían en ladino las comunidades judías.

“Meam Loez” es considerado la perla y el coronamiento de la literatura judaica religiosa, en ladino, y prueba de esto es el lugar central que tomó el libro en las comunidades sefaraditas y en parte de las comunidades ashkenazíes. Es interesante, que a pesar de su estilo popular muchos poskim lo citan, ya sean sefaradíes, desde el Jidá hasta el Rab Ovadia Yosef, y ashkenazíes como “Minjat Ytzjak” o el “Tzit Eliezer”.

A lo largo del tiempo, hay quienes definieron el libro como midrash, antología, colección, increíble enciclopedia de parshanut, libro de ética, halajá y minhag, y a su vez como libro de conocimientos generales sobre el mundo y la naturaleza. Sin embargo, “Meam Loez” no es un libro común, por sobre todo, es posible definirlo como un libro educativo.

La verdadera característica que se esconde detrás de la obra de “Meam Loez” no es tan sólo el lenguaje popular, de forma que todos puedan comprenderlo. El escritor muestra en su introducción la necesidad de dicho libro dada la situación de la población turca (se asemeja a las palabras del Rambam en su introducción a Moré Nebujim):
“Esta es la Torá cerrada y sellada en manos de Israel… y mi corazón me despertó y me dijo, ¿por qué te duermes? Levántate y haz un libro que reúna a todos los campamentos, correcto y ordenado, para que oigan y para que estudien en las festividades y en los shabatot y en todos los días conmemorativos de la casa de Israel”

El Rab Culi, quien comprende que su generación se encuentra en una situación de ignorancia y falta de conocimiento de la Torá, busca traer conocimiento divino al corazón de sus lectores. El mismo, a pesar de ser miembro de la elite religiosa del imperio Otomano, escribió su libro para las masas de Israel, las cuales no conocían el hebreo o el arameo (más allá de las letras), y de hecho, toda la obra religiosa de a lo largo de las generaciones se encuentra más allá de su alcance. El peligro que sobrevolaba a la sociedad judía del imperio otomano era el dogmatismo del judaísmo, dado que tan sólo la elite rabínica tenía la capacidad de estudiar y comprender los distintos niveles de la Torá, pero el público en general, en cambio, prácticamente no conocía la religión de sus ancestros. Así, es posible comprender como un personaje tan erudito como el Rab Iacov Culi escribe un libro tan popular como “Meam Loez”.

El Jajam Bashi y el Rishón LeTzión

Es difícil hablar sobre la comunidad judía de Turquía, sin nombrar a uno de los conceptos más especiales del mundo judío y rabínico de ella: el Jajam Bashi (en turco: el líder de los sabios), este es el título que se le dio al Gran Rabino de las comunidades judías en el imperio Turco-Otomano. El rol del Jajam Bashi era ser la persona que conectaba entre los judíos y el gobierno. Este puesto comenzó en el año 1853 en Kushta (sin embargo, ya en 1453 fue nombrado el Rabino Moshé Capsali como el primer “jajam bashi”, pero el puesto no continuó después de su cadencia, hasta ser renovado el siglo XIX).

El modelo del Jajam Bashi es un intento del imperio Otomano de aplicar a la comunidad judía el modelo de la iglesia católica. Así como toda iglesia católica cuenta con su propio gobierno independiente el cual actúa con el patrocinio del gobierno, lo mismo intentó hacer con los judíos. La mayor parte del trabajo no era religioso, sino organizativo y político, mediante la representación de la comunidad para con el gobierno y viceversa.

En paralelo al puesto del Jajam Bashi, en Eretz Israel fue desarrollado el título de Rishón LeTzión LeIsrael. Ambos conceptos, Jajam Bashi y Rishón LeTzión, son formas de denominar a Grandes Rabinos en distintas etapas y en distintos lugares. De hecho, no había relación directa entre los mismos hasta que en el año 1842 los puestos fueron unificados. A diferencia del Jajam Bashi, la fuente del nombre “Rishón Letzión” no es de tierras ajenas, sino que es un título que dieron los judíos desde el siglo XVII al Rabino de Jerusalem. Más tarde, el título se expandió y fue otorgado al Gran Rabino Sefaradita de Israel. Cuando el Gran Rabinato de Israel fue establecido en el año 1921 (5681) por el gobierno británico, fue a su vez creado el puesto del Gran Rabino Ashkenazí.

Hasta hoy en día los judíos de Turquía son representados en forma legal, como fue a lo largo de las generaciones, por el Jajam Bashi, el Rabino Ytzjak Haleva, el cual trabaja arduamente por fortalecer la comunidad desde adentro y por fuera junto con el resto de los rabino de Turquía.

500 años de la comunidad: hoy y en ese entonces

En el año 1992, la comunidad festejó 500 años de existencia – de hecho fue el 500avo aniversario de la expulsión de España (sin tener en cuenta que la comunidad judía turca existe desde antes de que los expulsados de España lleguen).
En el año 1900 vivían en Estambul 300.000 judíos, en 1940 la comunidad disminuyó en forma significativa, cuando más de 100.000 judíos realizaron aliá a Israel. Hoy día, la comunidad judía turca cuenta con 27.000 judíos. Es la segunda comunidad judía en términos numéricos en un país musulmán, después de la comunidad judía remanente en Irán.

La mayor parte de los judíos viven en Estambul, cerca de 2500 en Esmirna, alrededor de 140 en Bursa y tan sólo 100 en la capital Ankara. Hay también algunos judíos en Adana, Canakkale, Iskenderun y Kirklareli, y también 100 caraítas, grupo independiente, el cual no acepta sobre sí mismo la autoridad del Gran Rabino y cumple sus propias costumbres.
En Turquía hay veintitrés sinagogas en funcionamiento, dieciséis de ellas en Estambul. Algunas son muy antiguas, en especial el Beit Kneset Ahrida en la zona de Balat, el cual se encuentra en pie desde el siglo XV. A pesar de que este hecho puedo sorprender a muchas personas, también existe una comunidad ashkenazí en Estambul, la cual llegó al país desde Austria a fines del siglo XIX. La comunidad se encuentra hoy día en el Beit Kneset Maguen David, el cual fue construido en el año 1900.

La comunidad cuenta, asimismo, con un colegio primario, donde estudian cerca de 300 alumnos y un colegio secundario con cerca de 250 alumnos. En Esmirna, tienen un colegio primario adicional, el cual cuenta 140 alumnos. Asimismo, posee la comunidad judía de Turquía un hospital, el cual se encuentra en funcionamiento hasta hoy en día y lleva el nombre “Or HaJaim”. Tiene también un centro comunitario, restaurantes casher y un museo judío el cual documenta la historia de la comunidad en Turquía. Además, todas las semanas se publica un diario comunitario llamado “shalom”. En el pasado el diario se publicaba completamente en ladino, pero hoy en día se publica en turco y tan sólo una o dos páginas son escritas en el antiguo idioma.

El desafío de la comunidad judía mundial, preservar lo existente, es bastante más difícil en un país musulmán, pero la comunidad judía de Estambul, logra tener éxito a pesar de las dificultades y los peligros. Los judíos de Turquía retornaron de forma alguna a la vida de sus antepasados, debido a su deseo de preservar la identidad, junto con sus preocupaciones por la seguridad. Los judíos de Turquía, como muchas comunidades judías alrededor del mundo, preservan su cultura con orgullo, y por el otro lado se encierran cada vez más detrás de las paredes y de las rejas. La historia se repite: anusim (forzados) antes y anusim ahora.

Rabino Eliahu Birnbaum

Judíos por elección

Más allá de los andes, vive un grupo de guerim que cumplen con el kashrut, hablan hebreo y rezan con gran fervor en el Beit Kneset. La travesía a la comunidad “Bnei Moshé” en Perú.

Cuando llegamos al aeropuerto de Trujillo en el norte de Perú, fuimos recibidos por los miembros de la comunidad Bnei Moshé con cánticos de “Am Israel Jai” y banderas de Israel. Decenas de hombres con kipot y mujeres con la cabeza cubierta nos esperaban a la salida del pequeño aeropuerto.

La historia de Bnei Moshé comenzó hace más de cincuenta años, cuando el líder del grupo Segundo Villanueva (hoy día Zerubabel Tzidkiá, quien vive en Israel) comenzó su camino en el judaísmo mediante una búsqueda espiritual. Pasó del catolicismo al protestantismo, y de allí al evangelismo y al adventismo. La búsqueda espiritual del cura católico comenzó cuando su padre, en su lecho de muerte, le dio el Tanaj y le dijo que allí se encuentra la verdad y la palabra de Hashem al mundo. Villanueva comenzó a estudiar el Tanaj y descubrió que debemos cuidar el shabat, y que el pueblo de Israel es el pueblo elegido y la tierra de Israel es la tierra sagrada. Él adoptó dichas creencias en su vida y comenzó a respetar shabat. Con el tiempo, el cura vio que había varias contradicciones entre el Tanaj judío y la doctrina católica, y cambió su creencia y su forma de vida. Asimismo, logró Villanueva persuadir a su familia y a su comunidad, los cuales aceptaron el judaísmo mediante sus prédicas y clases.

Los miembros de la comunidad decidieron celebrar su comienzo en el judaísmo y su diferenciación de los pueblos que los rodean mediante la realización de la circuncisión a los hombres. Encontraron un médico judío en Lima que aceptó su pedido y los circuncidó, y desde ese entonces y hasta ahora todos los miembros de la comunidad se encuentran circuncidados.

“Bnei Moshé” no dicen ser descendientes del pueblo judío, anusim o tener alguna otra relación histórica con el pueblo de Israel, como sostienen otros grupos en el mundo. Su relación con el judaísmo es fruto de una búsqueda espiritual. Es un ejemplo de un fenómeno que se repite a menudo en nuestros días: personas o pequeños grupos de católicos que llegan al judaísmo luego de un largo proceso de buscar la verdad, y encuentran las raíces de la fe y la religión justamente en la Torá de Israel y el D-os de Israel. Una de las más interesantes teorías respecto a este tema, dice que las personas que vienen de religiones tales como el catolicismo, las cuales expresan su religiosidad tan sólo en la vida espiritual, se ven atraídas por religiones que ponen en el centro a la vida práctica y ven en ella la forma de unirse a Hashem.

Autodidactas en judaísmo

El paseo en la comunidad de “Bnei Moshé” fue sumamente emotivo. Los miembros de la comunidad estudiaron en forma autónoma a lo largo de los años y crearon una comunidad con costumbres judías prácticamente de la nada, en un pueblo lejano en el medio del desierto peruano. Construyeron un Beit Kneset, prepararon Sifrei Torá con fotocopias ampliadas del Tanaj Koren los cuales cosieron con hilos, hoja por hoja, y los unieron a palos de madera que ellos mismos prepararon. Los carpinteros de entre ellos comenzaron a fabricar tefilín de madera, dentro del cual ingresaron pergaminos con las cuatro porciones de la Torá, las cuales escribieron ellos mismos con su propio puño y letra. Los miembros de la comunidad estudiaron por su cuenta, en especial Tanaj, Halajá y Tefilá – y también a leer hebreo. No hemos encontrado un niño desde los 5 años hasta un hombre o mujer de 80 que no supiera leer hebreo en forma correcta.

El Beit Kneset fue construido de ladrillos rojos y dentro de él hay un Arón Kodesh, una bamá, un puesto para el jazán y una alta mejitzá que separa los hombres de las mujeres. Todo fue construido por los miembros de la comunidad con suma dedicación. Cuando visitamos el lugar, ellos comenzaron a entonar “Ashrei Ioshbei Beiteja”, y así dieron comienzo al rezo de minjá, leyendo de sus sidurim en hebreo, los cuales fueron fotocopiados del sidur “Rinat Israel”. La tefilá fue llevada a cabo con una gran elevación espiritual, sin errores y prácticamente sin acento, como por aquellos que son expertos en la plegaria. Y de hecho, durante estos años, tuvieron lugar tefilot todos los días de la semana, todos los shabatot y todos los iamim tovim. Nosotros, los miembros de la delegación rabínica que visitó el lugar, teníamos ciertas dudas respecto a cómo rezar con ellos y acerca de si hay que responder amén a sus berajot, hasta que nos acordamos que está permitido contestar amén incluso a la berajá de un goy…

La comunidad se encuentra organizada en forma sorprendente. Hay un presidente – el Sr. Luján Aquiles (Iehudá) – un gabay, un shamash y una persona que lee la Torá. Durante la plegaria de shajarit escuché la lectura de la Torá de Iojanán ben Zakai, el baal koré de la comunidad. Iojanán era el dueño de un establo y estudió por sí mismo cómo leer la Torá. Hoy día estudia en una ieshivá en Israel y trabaja como electricista para su sustento.

La visita a las casas de “Bnei Moshé”, nos reveló una nueva cara de su fervor religioso y su dedicación al cumplimiento de las mitzvot. En todas las cocinas encontramos una clara división entre carne y leche y carteles en las paredes y en los fregaderos explicando la división. Al lado de la puerta del baño, cada familia colgó la bendición de Asher Iatzar. De esta forma, fueron transformando su casa en el lejano Trujillo, en casas judías.

Una de las familias más privilegiadas de la comunidad es la familia Valderrama. Ella fue de las primeras que se acercó al judaísmo, y en su casa había un hotel, kasher-lameadrín para mochileros israelíes. Todos los israelíes que iban a conocer las ruinas de Chan Chan se hospedaban en su hogar. Los mochileros, por su parte, se encontraban sumamente sorprendidos cuando los desayunos que les servían contenían todos productos kasher. En shabat, los miembros de la familia hacían kidush junto con los israelíes, y la alegría era grande.

Temen asimilarse

“Abraham Haivrí” – Abraham de un lado (ever) y todo el mundo del otro – así era el camino de la comunidad de “Bnei Moshé” en Perú. Los habitantes locales los acosaban y los veían como extraños, los cuales se comportan de forma prácticamente diabólica en su cumplimiento de mitzvot; al mismo tiempo, los miembros de la comunidad judía de Perú, por sus propias razones, no les enseñaban ni los apoyaban en su camino. “Bnei Moshé” decidieron abandonar la ciudad y crear una especia de kibutz en un pueblo de nombre “El milagro”. De esta forma podían aislarse en su cumplimiento de mitzvot, sin ser influenciados por los vecinos católicos. Parte de los miembros de la comunidad continuaron viviendo en la zona desértica de Trujillo y parte se mudó a la ciudad de Cajamarca en los Andes peruanos.

Los miembros de la comunidad decidieron no enviar a sus hijos al colegio local, para que no deban profanar el shabat y en especial para que no les enseñen las creencias católicas locales, los cuales cuentan asimismo con inserciones paganas. Cuando le pregunté a Najshón Mendoza porque no envía a sus hijos al colegio, me respondió: “no quiero que se asimilen”.

“Bnei Moshé” cumplieron con las palabras de Rut: “y vio que se esforzaba…” (Rut 1:18), y durante años demostraron su fidelidad a la Torá de Israel y su sueño de unir su destino con el del pueblo de Israel y la Tierra de Israel sin ninguna condición ni demanda. Este camino llevó a que después de años de vivir como judíos, fueron enviados tribunales rabínicos para que los conviertan en Perú y puedan realizar aliá a Israel. Durante esos años, los Grandes Rabinos de Israel (el Rabino Mordejai Eliahu, el Rabino Meir Israel Lau, el Rabino Shlomó Moshé Amar) apoyaron el proceso de ingreso de dichas personas en el pueblo de Israel.

Hasta ahora ha habido 4 olas de aliá de Bnei Moshé a Israel. Cada aliá recibió un nombre y número – la primer aliá, la segunda aliá y así en adelante. Hoy día los “Bnei Moshé” son parte de las comunidades religiosas de Israel. Los miembros de la primera y la segunda aliá viven en Alón Moré, los miembros de la tercera aliá encontraron su lugar en Alón Shbut y Carmei Tzur, y la cuarta aliá fue recibida en Shavei Shomrón, Einav y Avnei Eitán.

No hay duda, que sobre comunidad de guerim como esta, no fueron dichas las palabras de nuestros sabios “los guerim son muy difíciles para el pueblo de Israel” (Tratado de Kidushin 70b), sino las siguientes palabras de nuestros sabios: “el Kadosh Baruj Hú llevó al pueblo de Israel al exilio para que se unan a él conversos” (Tratado de Pesajim 87b).

Rabino Eliahu Birnbaum