Comentario a la parashá Nitzavim – Vayelej

El pacto con el pueblo de Israel

La idea de pacto o alianza que aparece en esta parashá, es uno de los pilares fundamentales de nuestra constitución como pueblo y representa el eje central de la visión del mundo judío. La alianza a la que se refiere surge de la revelación de Dios ante el pueblo de Israel, para establecer un vínculo inquebrantable que trasciende a la no menos importante unión que debe existir entre los hombres.

El contenido de la parashá cuenta con un número determinado de temas que se refieren al comportamiento del hombre y su función sobre la tierra, la función particular de Israel entre las naciones y el nexo y las obligaciones para con Dios.

La noción de alianza (Brit) se refiere al convenio (acuerdo, tratado, unión), que debe ser a perpetuidad, entre integrantes que gozan de una condición de independencia, pero no de igualdad.

El pacto establece una actividad u obligación común para alcanzar objetivos definidos y se realiza en circunstancias que aseguren la prudente integridad de todos los miembros.

Esta alianza es mucho más que un contrato, porque invoca a la fidelidad por encima de los beneficios mutuos que se puedan obtener. Se trata de una dimensión moral que rebasa la magnitud del asunto.

En resumidas cuentas, se establece una unión basada en un vínculo férreo, donde legalmente se establecen los límites de poder de cada una de las partes. Temporalmente se relega el aspecto legal y jurídico para efectuar una unión efectiva.

La singularidad de un pacto loable reside en el hecho de vincular a las personas y a los pueblos como copartícipes de empresas comunes, pero siempre respetando los aspectos individuales que le corresponden a cada uno.

Este es justamente el sentido del pacto entre Dios y los hijos de Israel. Cuando el Todopoderoso establece en forma libre una alianza con el hombre, por un lado pone límites al poder del mismo, pero por el otro permite un lugar digno de desarrollo individual, donde la única exigencia es vivir de acuerdo con la Torá, que norma el comportamiento del pueblo judío.

Responsabilidad es la primera acción básica que reúne a las partes para consolidarlas en un cuerpo integrado socialmente y que representa los intereses del compromiso asumido. Pero la conformación de un grupo organizado no anula la independencia que le corresponde a cada participante del pacto.

Pacto significa el establecimiento de obligaciones mutuas entre los integrantes, que pueden ser personas aisladas, grupos, familias, tribus o pueblos que responden a una unidad de pacto o alianza.

La primera alianza relacionada con el pueblo judío que menciona la Torá es la que se estableció entre Dios y Abraham, donde Dios le hace a Abraham dos promesas: descendencia y tierra. Si bien estas promesas aparentemente se hacen a un solo hombre, en realidad sentaron la base para el advenimiento de una nueva nación en su propia tierra.

La segunda alianza importante que aparece en la Torá y en la historia del pueblo judío, es la alianza del Monte Sinaí, donde los hijos de Israel recibieron la misión espiritual de convertirse en el pueblo elegido que respeta la Torá, en la que se encuentran las reglas de justicia y las normas de vida que los han de regir. En esta alianza, Dios se adjudica la responsabilidad directa del gobierno del pueblo.

En el pacto con Abraham y en la alianza del Monte Sinaí quedó establecido el papel fundamental que juega el pueblo de Israel entre las demás naciones.

La concepción de pacto o unión de la que habla la Torá subraya la relación íntima que existe entre Dios y su pueblo, relación que se establece entre los límites de reciprocidad que marca el pacto. Por lo tanto, se puede definir la relación de Dios con Israel como una relación de dependencia mutua. La acción de cada uno repercute sobre las acciones del otro, influyendo en la definición que hará de su propia existencia.

El resultado del cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones asumidas por Israel será la recompensa o el castigo, respectivamente.

No está en manos de la voluntas Divina cuidar de la efectividad del pacto, pues es a través de las manifestaciones del pueblo de Israel donde se legitima la autoridad del Señor. Por lo tanto, el recibimiento de la Torá tiene un significado cósmico.

En términos bíblicos, Dios se vincula con el mundo y las criaturas que hay en él, pero en especial con el hombre y con el pueblo de Israel, la relación se establece por medio de un sistema de pacto.

El primer pacto lo hizo con Noaj después del diluvio que ocurrió sobre la tierra, concediéndole, al mundo que Dios creó, otra oportunidad. Ocurrió como si el mundo fuera creado otra vez, estableciendo en el centro el pacto con la especie humana.

Este es el primer pacto que se realiza con la humanidad y se llamó “Hijos de Noaj”, dando origen a las obligaciones a las que se compromete toda la humanidad. Los compromisos de los hijos de Noaj son siete: no paganismo, no derramamiento de sangre, no profanar el nombre de Dios, no fornicar (ignominia), no robar, vivir según un código jurídico, no comer órganos de un ser viviente.

Según Jazal (nuestros sabios), el pueblo de Israel no pidió ser elegido para recibir la Torá. En realidad fue su disposición escuchar la Ley de Dios, en acto de fe, lo que creó una profunda y vigorosa unión entre Dios y el pueblo judío.

El judío en particular y todo el pueblo en general, existen como tales desde el momento en que aceptaron las obligaciones estipuladas en la Torá que recibieron. Por eso, al reunirse las personas en función de experiencias y finalidades comunes, se reafirman como individuos y se convierten en comunidad.

Si bien el cuidado del pacto es responsabilidad de cada uno, los judíos, en su condición de pueblo, asumen la responsabilidad comunitaria en forma colectiva, ya que representa la fuente de su integridad e identidad nacional.

A pesar de que el pacto se firmó en el pasado, el pueblo de Israel se encargó de preservarlo y transmitirlo, eternamente de generación en generación.

Por el acuerdo firmado por todo el pueblo de Israel, las personas de ésta o cualquier otra generación están obligadas a recibir los preceptos que marca la Torá, como parte integral de su vida, aun sin haber participado en su entrega directa, ya que constituyen la identidad por la cual se definen todas las generaciones. El pacto es el ideal operativo de todo el pueblo de Israel, ya que no presenta límites de tiempo o especial para su ejecución.

El judío creyente acepta, en principio, dos compromisos incondicionales: las obligaciones para con Dios, que lo acompañan durante toda la vida, y la responsabilidad de asumir fielmente la misión histórica de su pueblo.

Creemos que a pesar de todas las experiencias históricas que parecen contradecir estos objetivos, nos encontramos en un proceso de redención, en el cual, por fin, se cumplirán las aspiraciones y expectativas del pueblo de Israel.

Se puede decir que, en la tradición judía, los lazos del pacto son materialización palpable de una relación de intercambio permanente. Cuando el vínculo es con Dios, el hombre se redime, y cuando es de unión con sus semejantes, se humaniza.

La unión tiene la fuerza y el poder de convertir las relaciones verdaderas y traducir los nexos de convivencia en formas de vida colectiva.

Dicho de otra manera, las relaciones de unión que se establecen en la vida social y política, son paralelas a la relación en la vida personal de “yo-tú” que menciona Martín Buber en su filosofía. El pacto, acuerdo o unión, permite al hombre y a las instituciones realizar intercambios de reciprocidad en beneficio mutuo.

Rabino Eliahu Birnbaum