Los signos conforma un lenguaje a cuyo través, individuos y culturas traduce en realidades y experiencias. El sistema de signos y símbolos que define a una comunidad cultural es el lenguaje con que éste logra ubicar cuanto acontece dentro suyo y a su alrededor en un mapa pre-existente y cambiante del laberinto de la vida.
La Torá se ocupa, en esta parashá, de establecer los símbolos que habrá de guiar a la interpretación que el pueblo de Israel haga de sus realidades y experiencias. La propia vida del judío moderno está basada en los símbolos heredados de la Torá, traducido por cada generación el marco referencial de su vida real.
Así, cada palabra y cada acto, cada festividad y cada sonido, son partículas de este lenguaje peculiar qué es el subconsciente de todos los judíos comparte y al que apela de continuo.
La mayoría de los judíos de nuestro tiempo no profundiza en el significado o la razón de ser de muchos rituales que practica, pero es el valor simbólico que éstos guardan para cada uno lo que sustenta la voluntad de consumarlos, evocando una tradición que las generaciones precedentes nos legaron. Todos los sentimientos humanos se perpetúa en símbolos, en un lenguaje que transporta (tal es el significado del término “metáfora”) cada vivencia cotidiana hacia un nivel que trasciende a la experiencia individual, conectandola con la vida milenaria de una nación y una cultura aprendida en idiomas, rituales, aromas y colores.
“Y será el día en que cruces el Jordán hacia la tierra que te dio el eterno tu Dios, qué levantarás para ti y piedras grandes y escribirás en ellas todas las palabras de la ley(…), y escribirás en las piedras todas las palabras de la ley con mucha claridad”. Tal el primer símbolo que fundamenta la cultura judía.
El pueblo de Israel recibe la orden de construir y grabar éstas piedras antes aún de entrar en a la tierra de Israel. El elemento material que refería la razón de ser de toda la conquista debía preceder a ésta. El lenguaje oral con qué Moshe venía instruyendo al pueblo deviene insuficiente cuando se debe entrar en acción. Moshe entendió que el hombre tiene necesidad de símbolos materiales a los que puede puede referir, que pueda erigir como bandera con la que se identifica a través de la cual pueda representar sus sentimientos y creencia.
“Y escribirás en las piedras todas las palabras de la ley con mucha claridad”. escribir con “toda claridad” apela a la necesidad de universalizar el símbolo: éste no está dirigido a elites, sino que debe servir como referencia inmediata para cada individuo de la comunidad. El Talmud interpreta que la total claridad qué habla la instrucción implica reclamar un lenguaje, para esta codificación, que sea entendido por todas las personas. La ley fué escrita, según explican nuestros sabios, en setenta lenguas, con “setenta caras” o facetas, de modo que cada uno se viera reflejado en alguna de ellas.
Desde este principio se observa que la enseñanzas de la Torá no están dirigidas en exclusividad al pueblo de Israel. No ejerciendo forma alguna de proselitismo, traduce su mensaje de modo tal que sea accesible a toda persona o todo pueblo que quiera acercarse o circunscribirse, de propia voluntad, a sus valores y cosmogonía.
Las piedras en que esta parashá relata que Moshe grabó la ley se transformaron en símbolos universales, sujetos a las interpretaciones de cada que cada cultura haces de ellas el tiempo que son un símbolo individual para cada integrante del pueblo de Israel.
El Tanaj es la continuación de las piedras grabadas con las leyes básicas de la Torá. Y en su carácter de tal, se ha transformado un libro universal traducido al día de hoy a 1710 idiomas y dialectos que lo han hecho históricamente accesible a todas las culturas del mundo.