Del escritorio de un rabino en la diáspora Rezar en un avión o en un aeropuerto

El viajero religioso se enfrenta a no pocas dificultades y desafíos cuando viaja al exterior, pero en mi opinión uno de los más importantes es el tema del rezo. En esta cuestión se conjugan dificultades técnicas relativas al lugar y al tiempo así como también aquellas relativas a la concentración  y la sensación personal durante la plegaria. El sitio y el entorno  en los cuales la persona reza definen su posibilidad de concentrarse, su sentimiento y su experiencia religiosa. Si una persona reza en un lugar en el que no se siente a gusto, esto afectará su oración y su sentir tanto humano como judío.

Hay veces que los vuelos despegan en horarios que no son ni mañana ni noche y en los cuales todavía no se puede colocar tefilín. Además, a veces el horario en el que está permitido rezar comienza y concluye durante el vuelo, lo cual nos obliga a rezar a bordo o en el aeropuerto entre una conexión y otra. En los vuelos de El Al en los que la mayoría de los pasajeros son “paisanos nuestros” no hay mayor dificultad, pero cuando se vuela en compañías extranjeras o en vuelos internacionales que no parten desde Israel, rezar con talit y tefilín se transforma en un espectáculo para la generalidad de los pasajeros que genera tanto incomodidad como una sobre exposición innecesaria. En determinados vuelos o aeropuertos, rezar en público puede significar un riesgo a la seguridad personal. Recuerdo que hace unos años viajé a la India vía Amán – Jordania y no me sentí cómodo de rezar en el aeropuerto ni tampoco durante el vuelo de Air Jordan, en el que los pasajeros que me rodeaban vestían “kafías”.

En este artículo de “Rabino Internacional” intentaré explicar todo lo referido al rezo en aviones o en aeropuertos, tanto desde el punto de vista halájico como del punto de vista práctico, para así dar algunas recomendaciones interesantes que en mi opinión habrán de resultar relevantes para los viajeros.

El tema del rezo en un avión despierta una serie de preguntas. ¿Cuándo rezar? ¿Hacerlo con minián (quórum de diez) o a solas? ¿Rezar de pie o sentado? ¿Hacia dónde dirigirse durante el rezo? ¿Cómo manejar la cuestión de la exposición pública durante la plegaria?

Es claro que estando en un avión es menester cumplir con los horarios de los rezos. El horario de rezo en un avión se fija según la ubicación del mismo, esto es, según el territorio que se encuentra debajo en cada momento dado o según el espacio aéreo que se atraviesa. Si el avión se encuentra sobre New York los horarios de rezo en el avión serán los de la ciudad y si este cruza el mar se fija el horario de rezo según el país o ciudad más cercanos. En lo personal, prefiero siempre rezar antes de subir al avión o tras descender de este si todavía es horario de hacerlo.

En uno de mis viajes, volé junto al Rabino Simja HaCohen Kuk, Rabino titular de la ciudad de Rejovot. Le pregunté qué opinaba respecto de rezar con  minián en un avión y si coincidía con aquellos juristas que lo prohíben. Su respuesta fue: “En estos temas se requiere no solo de la halajá sino también de sano criterio, por ello, por una cuestión de lógica y respeto por el prójimo no se debe rezar con minián durante un vuelo”. Además, la plegaria pública mayormente implica una molestia para el personal de a bordo que atiende a los pasajeros y cuando el minián tiene lugar cerca del baño, el mal olor que de  allí se despide agrega una razón más para no rezar en esos sitios.

Respecto del deber de rezar de pie, en el avión esto implica una dificultad tanto desde el punto de vista de la aglomeración (al menos en clase turista) como por las oscilaciones de la aeronave que pueden causar la pérdida de la concentración. En el Shulján Aruj (Oraj Jaím 94:4-6) se indica que “quien monta en burro no necesita descender para rezar aunque tenga quien le tenga el animal sino que puede rezar en el camino. Si se encuentra en un barco o viaja en una carreta, si puede rezar de pie que lo haga y sino que ore  sentado en su sitio”. También hoy día, es mucho más seguro y más cómodo rezar sentado. El Rabino Ovadiá Iosef y otros juristas escribieron que “una persona que viaja sentada en el autobús o en el avión y ve que se le acaba el tiempo de rezar y no puede ponerse de pie, que lo haga sentado para así poder concentrarse mejor”. Es claro que si no se reza de pie no es necesario dar tres pasos hacia atrás pues no se puede caminar. En cuanto a las reverencias o inclinaciones durante el rezo, alcanza con inclinar solamente la cabeza. Asimismo, el Rambám (Maimónides) escribió en sus leyes referentes al rezo (Hiljot Tefilá 5:1) que estar de pie no es requisito previo para poder rezar. Según la halajá, si se rezó sentado no es necesario hacerlo posteriormente de pie (Mishná Berurá fin del inciso 94).

Respecto del deber de dirigir la plegaria hacia la tierra de Israel, es prácticamente imposible de cumplirlo en un avión, especialmente para quienes rezan sentados. Por lo tanto, es necesario orientar el corazón hacia el Creador y hacia la tierra de Israel aunque se esté sentado en dirección contraria (Shulján Aruj, Oraj Jaím 94:3).

En cuanto al tema de rezar a la vista de los demás pasajeros, para mí es algo muy difícil. Me considero un judío orgulloso de su pertenencia nacional y su legado religioso. Escribí anteriormente en este mismo espacio que la kipá no baja de mi cabeza ni siquiera en sitios en los cuales quizás sería más prudente hacerlo. Pero en mi opinión, el tema del rezo en público a la vista de no judíos es algo diferente. No me avergüenzo de mi judaísmo, pero no siento necesidad ni veo razón para hacer con este un show. Si en medio del vuelo una persona se envuelve en el talit y coloca tefilín es natural que los demás pasajeros lo miren y es de suponer que esto ha de afectar tanto la concentración como el sentir de quien reza. Mi sensación es que el momento del rezo es uno de los más íntimos que tiene el creyente con su Creador y no hay ninguna necesidad o razón para compartirlo con otras personas que no son de nuestro pueblo. En mi opinión, en estos temas es necesario tomar en cuenta la sensación de la persona que reza.

A los efectos de lidiar con esta situación en aquellos trayectos aéreos que demandan rezar a bordo sin que sea posible posponer la plegaria, desarrollé una serie de métodos de supervivencia que quisiera compartir con mis lectores. El primer método se llama “ajustar el reloj”. En vuelos largos hacia el este, como por ejemplo de los Estados Unidos hacia Israel, el tiempo se acorta por lo que las personas continúan durmiendo tras la salida del sol y cuando ya hay luz en el exterior. Por eso, en esas situaciones, yo me programo un pequeño reloj que me despierte al primer horario en el que se puede recitar Shajarit que es cuando la generalidad de los pasajeros aun duerme y si alguien me ve rezando, probablemente piense que está soñando.

El segundo método es el “cuarto de azafatos”. En los aviones grandes hay un camarote para el personal de a bordo. A veces estos se encuentran en el piso superior del avión, otras, en la parte posterior o separados por cortinas. Cuando tengo que rezar en el avión suelo pedir al encargado de a bordo en un lenguaje respetable que soy un Rabbi y necesito orar en soledad por lo que le solicito su ayuda en esta cuestión. Generalmente, los azafatos gentiles respetan a los líderes religiosos de los diferentes credos y en la búsqueda de brindar un buen servicio encuentran una solución y me adjudican un pequeño espacio cerrado en el cual rezar.

El tercer método es el de “la frazada”. Se trata de una invención de mi autoría desarrollada a lo largo de muchos años de viajes. Como es sabido, a cada viajero se le adjudica una manta para las horas de descanso. Mi recomendación es que cubran la mitad superior del cuerpo hasta encima de la cabeza y bajo esta podrán rezar cómodamente a salvo de las miradas de los demás pasajeros. Bajo la manta se puede colocar tefilín y rezar sentado. En este caso, recomiendo no envolverse en el talit sino hacerlo al llegar al hotel o a destino. He rezado así numerosas veces y a quien observa le parece que duermo, sin sospechar que bajo la manta erigí un pequeño santuario. Es claro que todos estos métodos demandan que el rezo sea breve, por lo tanto, se pueden recitar las bendiciones matinales y los cánticos de alabanza de manera normal para luego ingresar en uno de los escondites antes mencionados, y allí recitar tanto el “Shemá” con sus bendiciones como la “Amidá”.

Asimismo, la plegaria en el aeropuerto puede resultar incómoda por las miradas del público. En estos, las soluciones prácticas suelen ser variadas y sencillas. En primer lugar, siempre se puede buscar un rincón tranquilo y silencioso por el que no pasan viajeros. Estos sitios suelen encontrarse en los extremos de las terminales o en el segundo piso. Quien tiene acceso a los clubes o salas de espera privadas de las aerolíneas, puede dirigirse en estos a las salas de reunión donde es dable encontrar rincones tranquilos poco frecuentados.

Otro consejo es buscar las salas de cambiar pañales de los aeropuertos, que suelen encontrarse en los aeropuertos europeos y generalmente son de dimensiones no pequeñas y cuentan con mesas, piletas para lavar las manos y normalmente carecen de retrete. Solo es necesario revisar que la habitación está limpia y no hay pañales usados en el tacho de basura. De ser así, se puede entrar a esta habitación, cerrarla y rezar con tranquilidad.

En algunos sitios del mundo, el aeropuerto destina una sala de rezo para cada religión, como por ejemplo, en el de Frankfurt. Sin embargo, en otros países no se adjudica una sala separada a cada religión sino que existe una capilla interreligiosa para todos los credos. En estas salas se tiene cuidado que no hayan símbolos ni estatuas de ninguna religión sino únicamente mesas sillas y alfombras (para el rezo de los musulmanes). En algunas partes estas salas son definidas como de meditación e introspección para que quede claro que no pertenecen a ninguna religión específica. En estas salas no hay idolatría ni símbolos de esta por lo que está permitido rezar en ellas, ya que no se trata ni de iglesias, ni de mezquitas sino de salas de meditación. Estas salas no se pueden definir como sitio religioso sino como puntos de reunión y descanso en beneficio de los pasajeros que procuran silencio para poder rezar. En estos sitios no hay “nada impropio o relativo a al  paganismo, la herejía o la idolatría, cuyo carácter prohibido está siempre vigente” (ver responsa Tzitz Eliezer XII 15, Responsa del Maharam Shik Oraj Jaím  67 y 68). En general, en el aeropuerto suelen haber letreros que indican la ubicación de este tipo de salas, las cuales suelen ser muy silenciosas y agradables. Cada vez que hice uso de estas salas me encontré  en completa soledad y sin la presencia de otros fieles de otras religiones.

Por Rabino Eliahu Birnbaum