Diario de viaje: Haití después del terremoto

Antes de aterrizar en suelo Haitiano, aproximadamente treinta días después del terremoto que causó cientos de miles de víctimas, destrucción y devastación en la isla, no sabía qué encontraría, qué vería, qué sentiría.

Los informes recibidos sobre el terremoto eran duros y terribles, por eso la impresión de que encontraría un gran cementerio con personas de duelo por sus parientes y amigos, y olor a muerte en el ambiente. Pero sorprendentemente, no fue eso lo que encontre … sino a gente y a un país que intentan retornar rápidamente a la vida normal y reconstruir las ruinas. A primera vista parece que en el país la naturaleza está en su lugar y continúa floreciendo, las casas cayeron y se destruyeron y la gente se despierta a una nueva vida después de la tragedia. A pesar de que la mayoría dice “no hay esperanza en Haití”, yo intenté descubrir la esperanza de la gente en la calle, la alegría, la mirada de esperanza en sus ojos.

Camino a Haití

La llegada a Haití no fue fácil. El aeropuerto nacional de la capital Puerto Príncipe estaba cerrado para vuelos entrantes, por lo que tuve que viajar al país vecino República Dominicana y desde ahí pasar a una avioneta hacia Haití. En un principio me informaron que la única manera de cruzar la frontera entre los países era por tierra, pero rápidamente descubrí que por el pago de una suma simbólica de unos pocos cientos de dólares se podía viajar y aterrizar en el objetivo requerido.

Ya desde el cielo es posible reconocer la pobreza del país y su definición como uno de los países del tercer mundo. Al volar sobre la frontera de Haití se ve la tala de árboles que realiza la población y la pobre agricultura que desarrollan en el lugar. Haití es considerado el país más pobre del hemisferio occidental y uno de los tres países más pobres del mundo: Sudán, Somalía y Haití. El ingreso promedio por día de trabajo en la isla es de 2 dólares.

La República de Haití forma parte de las Antillas, situado en el occidental de la isla La Española, la cual comparte con su vecina oriental, la República Dominicana. En Haití viven aproximadamente diez millones de habitantes, en su mayoría descendientes de esclavos que fueron traídos por los españoles con el objetivo de incrementar el ritmo de construcción de la isla en el siglo XVII. Así es, que el 95% de la población son de origen africano y el resto son mulatos (mezcla de africanos con españoles o con franceses). Las tribus originales que habitaban la isla, eran las tribus de los taínos, extinguidas por los conquistadores españoles que llegaron a la isla en el siglo XVI.

La República de Haití fue formada a finales del siglo XVIII durante la primera rebelión de los esclavos. Sus habitantes negros, que habían sido traídos en barcos de esclavos al Nuevo Mundo mantuvieron su tradición africana durante más de 200 años. En dicha época, Haití era la colonia más rica y floreciente de Francia, la perla de la corona del Imperio francés, principalmente debido a las plantaciones de azúcar, las cuales proporcionaban un cuarto de los ingresos de Francia. La rebelión de los esclavos continúo interrumpidamente entre 1791 y 1804. Esta rebelión es considerada la primera en la historia en la que los esclavos logran tener éxito y consiguen la independencia. La historia de cambios políticos, el imperio de los tiranos y la democracia, que degeneró recientemente en inestabilidad, acompañada de sucesos violentos, transformó la vida cotidiana del hermoso y fascinante país caribeño de sueño en pesadilla.

Napoleón intentó conquistar Haití, principalmente por su riqueza en plantaciones de azúcar y por los 700.000 esclavos, pero no tuvo éxito, sino un estrepitoso fracaso. Perdió 50.000 soldados, incluyendo 18 generales. El ejército de los esclavos liberados pudo hacer con el Emperador de Francia lo que ningún ejército europeo lograría realizar en los siguientes diez años. De esta historia, comprendemos la fuerza de espíritu del pueblo que habita Haití desde entonces y hasta ahora.

Búsqueda de esperanza

Mi visita a Haití, fue como miembro de una delegación interreligiosa, organizada en solidaridad con la difícil situación que están viviendo los habitantes de Haití. La delegación, fue invitada a mantener encuentros y realizar ceremonias de apoyo y aliento luego de la tragedia del terremoto. El presidente del país determinó cuatro días de duelo nacional en memoria de las víctimas que perecieron en el desastre y en el último día realizamos la visita. El objetivo de la misma, era apoyar a la gente local y enviar un mensaje de esperanza para un futuro mejor. Los jefes del país, intentan encontrar la forma de convencer a los habitantes de Haití para que éstos empiecen a creer en sí mismos y en su capacidad de cambiar su destino.

Durante nuestro recorrido en los campos de refugiados, nos fue solicitado que nos parásemos en los escenarios y que le habláramos al pueblo. Yo, ingenuamente, pensé: ¿quién querrá escuchar nuestras palabras?, ¿quién estará interesado en un mensaje espiritual en el momento de una crisis acompañada de hambre y miseria? Pero para mi gran sorpresa, cientos de personas se reunieron en pocos minutos cerca de los escenarios para escuchar palabras de aliento y esperanza. Ellos buscaban una fuente de inspiración y alegría y pidieron elevar la mirada al cielo y recitar una oración de esperanza acerca de un futuro mejor para el país y para sus vidas privadas.

A pesar de que el 80% de los habitantes del país son católicos y el resto protestantes, la mayoría cree también en la religión vudú, cuyas creencias y supersticiones son muy comunes en la isla. El vudú, es una fe que se desarrolló como mezcla entre las tradiciones africanas y la religión católica. Los esclavos que llegaron de África a Haití y al resto de las islas caribeñas, continuaron manteniendo sus creencias en secreto por miedo a los conquistadores, quienes intentaron influenciarlos para que aceptaran la religión católica.

El terremoto y sus consecuencias

La destrucción que causó el terremoto se siente en cada rincón. Aproximadamente doscientos mil personas murieron, otras trescientos mil resultaron heridas y un millón y medio quedaron sin hogar. Se estima que tres millones de personas fueron damnificadas de maneras diferentes a causa del terremoto. Las instituciones gubernamentales quedaron completamente paralizadas y en este momento no hay gobierno en funcionamiento, aunque resulta difícil decir que lo hubo en los últimos años. No solo que el gran palacio presidencial fue totalmente destruido, sino que aún no ha vuelto a funcionar normalmente.

Sin embargo, a pesar de la gran tragedia, incluso antes del terremoto Haití era un país con un terremoto constante, en estado de desastre desde el comienzo. El desempleo subió al 50%, el 75% de la población vive en la pobreza más extrema. Más de la mitad de los habitantes del país son analfabetos, cerca de siete millones han contraído enfermedades y epidemias, especialmente SIDA.

La caminata por las calles de la capital Puerto Príncipe, generan una sensación muy extraña…

La gente camina por las calles de la ciudad al lado de las casas demolidas, algunas familias empezaron a reconstruir las ruinas de sus casas, cientos de miles de personas viven en tiendas de campaña improvisadas por falta de un techo, extensas colas de varios metros de largo de personas pidiendo un pedazo de pan. Pero a pesar de todo, la vida sigue, el sentido de la supervivencia está trabajando horas extras y las personas vuelven a su rutina diaria, y hasta con una sonrisa. En las calles de la ciudad se ven niños jugando a la pelota y personas con miembros amputados a causa de la tragedia, viviendo unos con otros.

Haití como centro del mundo

De manera sorprendente, el terremoto podría representar una oportunidad para Haití. País olvidado por el resto del mundo, de un día para el otro pasó a ser “el centro del mundo” y a atraer más atención junto con la significante ayuda internacional. La esperanza de docenas de organizaciones internacionales que vinieron en su ayuda en estos días, es tratar de restablecer Haití no sólo a su estado anterior, sino realizar cambios en los ámbitos de la economía, la sociedad y la educación. Pero para tener éxito en esta misión se debe realizar una acción de raíz, para construir el país “desde cero”.

Israel, también se transformó en un factor de importancia en la tarea de ayudar a regresar la vida de los haitianos a su curso normal, en estos días se ha creado un colegio israelí para los niños de Haití. Pocos minutos después de nuestra llegada a la isla, conversé con el Embajador israelí en República Dominicana, Amos Radian, que trabaja durante estos días en Haití. El embajador Radian estuvo entre los primeros en llegar al país, quince horas después del terremoto. Desde ese momento, él se encuentra casi todo el tiempo en Haití, en la primera etapa acompañando el hospital israelí y ahora ocupándose de distintos proyectos en pos del bienestar de los habitantes. El embajador me invitó a la ceremonia de inauguración de la escuela israelí, que recibe cientos de niños de la zona. La escuela está situada en dos tiendas de campaña enormes, las cuales fueron dejadas como herencia por el hospital israelí. Voluntarios israelíes, sirven como maestros e instructores de la escuela la cual es un punto de encuentro y ocupación para los niños, en un país en el que el sistema educativo ha colapsado y ya no existe.

El punto judío en Haití

A pesar de que no hay judíos en Haití, es destacable que el punto judío no desapareció totalmente.

El primer judío que se estableció en Haití, Luis de Torres, llegó a la isla en 1492 como intérprete de Cristóbal Colombo. La isla La española fue el primer lugar donde ancló cuando salió a descubrir América en 1492. De Torres era un judío marrano que buscó un lugar para vivir tranquilamente y con confianza en el nuevo mundo. Después de él llegaron judíos que huían por temor a la Inquisición española y también ellos encontraron refugio en Haití. Los judíos que llegaron a Haití eran comerciantes, propietarios de plantaciones y de esclavos, y se establecieron a lo largo de toda la isla. Luego de que Haití fuera conquistada por los franceses en 1633, muchos judíos holandeses emigraron desde Brasil en 1634. La mayoría de estos judíos eran marranos, muchos de ellos fueron empleados en las plantaciones de caña de azúcar de los franceses y desarrollaron la industria.

En 1830 muchos judíos polacos llegaron a Haití, a raíz de la lucha civil contra la ocupación rusa de Polonia. Las familias judías que huyeron a Haití se unieron a la clase alta del país. Hasta finales del siglo XIX, treinta familias judías llegaron desde Líbano, Siria y Egipto. Durante este período se aprobó una ley francesa que daba la ciudadanía francesa a las minorías de la región, por este motivo gran cantidad de judíos del Medio Oriente se sintieron seguros de mudarse a Haití.
En 1937, el gobierno de Haití inició la emisión de pasaportes y visas a algunos judíos de Europa del Este, que huían de la persecución nazi, ya que Haití fue uno de los pocos países en el mundo que abrieron sus puertas a los refugiados judíos después del Holocausto. Durante la etapa récord hubo casi 300 judíos viviendo en el país. La mayoría de estos judíos europeos quedaron en Haití y quedaron agradecidos a su gobierno, hasta finales de los años cincuenta del siglo XX. Pero más tarde, la mayoría de los judíos dejaron Haití. Hoy en día, quedan cerca de 20 judíos en Haití, la mayoría vive en Puerto Príncipe.

Hace unos años atrás, arqueólogos descubrieron una antigua sinagoga de marranos en Jeremie, la única que se encontró en la isla. Asimismo, fueron encontradas lápidas judías, en varias ciudades portuarias como Cabo Haitiano y Jacmel.

Reflexiones finales

La República de Haití, fue segundo país en independizarse en el hemisferio occidental y el primero en América Latina. Sin embargo, hasta el día de hoy no ha logrado sostenerse por sí misma, tanto por factores internos, el fracaso del gobierno, como por factores externos: huracanes, tormentas e inundaciones. El terremoto que tuvo lugar en Haití es el último de una serie de desastres naturales que ocurrieron en el país, quién es incapaz de hacer frente a tales acontecimientos. Algunos consideran que Haití es “la tierra que se come a sus habitantes” y otros ven allí un paraíso en la tierra. Esperamos que se fortalezca el país por la fuerza de funcionarios extranjeros y que la fuerza espiritual de los haitianos traiga nuevamente señales de vida y esperanza a este maravilloso lugar de la Tierra.

Rabino Eliahu Birnbaum