En virtud del trato hostil que reciben por parte de los musulmanes, los judíos que viven hoy en Pakistán se ven en la necesidad de ocultar su verdadera identidad debiendo hacerse pasar por cristianos. Un encuentro secreto con ellos devela por primera vez una historia increíble.
Un correo electrónico que recibí recientemente me anunció que afortunadamente todavía existen judíos en Pakistán. Mi cabeza comenzó a funcionar horas extras y examiné todas las posibilidades existentes de viajar hacia ese país para encontrarlos. Revisé posibles conexiones aéreas y hasta analicé con amigos cercanos en el Supremo Tribunal Rabínico de Israel la posibilidad de dejarle a mi esposa un “Guet” (divorcio) condicional para que en caso de que no logre retornar sano y salvo de la misión, ella no quede con estado civil indefinido.
Cuando le escribí a mi contacto en Pakistán que tenía pensado viajar hasta allí me contestó: “es muy emocionante saber que hay alguien dispuesto a venir a visitarnos para ver de cerca la situación de las familias judías que viven en este país, pero tomando en cuenta los riesgos que esto implica tanto para usted señor rabino como para los judíos locales, la postura antisemita de la población en general y de las autoridades locales, una visita de este tipo no es para nada segura. Especialmente para los judíos, tanto si usted visita como si es visitado, si en Pakistán se descubre que alguien es judío, ello implica inexorablemente pena de muerte”.
En otro intercambio epistolar intenté presionar nuevamente a mis anfitriones respecto de si existe la posibilidad real de llegar a ese país de visita con un pasaporte no israelí, a lo que me respondieron: “no todo depende del pasaporte con el que se ingresa. Importa cómo se ve usted, qué nombre detenta, el motivo de su visita y a quién viene a ver. Por ejemplo, si usted se ve como rabino, ello será inaceptable para las autoridades paquistaníes y la mayoría musulmana. Aquí las autoridades todo el tiempo buscan personas con ese perfil, por lo que no le recomiendo que nos visite a menos que usted sea oriundo de aquí, pueda hablar nuestra lengua fluidamente y pasar desapercibido entre la población local”.
En esta etapa comprendí que con un apellido como Birnbaum, aspecto judío y título de rabino, mi sueño de viajar a Pakistán a encontrar judíos se aleja indefectiblemente. Tras revisar el tema con otras instancias, entendí que es sumamente riesgoso viajar a Pakistán y pasamos al plan “B”, encontrarnos en un tercer lugar.
Testimonio en el Cementerio
La primera idea que se me ocurrió fue llevar a cabo el encuentro en un país vecino, la India, pero Pakistán se encuentra en malas relaciones con sus vecinos hindúes a quienes consideran sus archienemigos. Mis contactos en Pakistán me explicaron que para ellos viajar a la India implicaría estar en la mira atenta de los servicios de seguridad de ambos países por el resto de sus vidas, especialmente si alguien descubre que son judíos. Analizamos la posibilidad de encontrarnos en Dubai u otro país árabe, pero al final de cuentas decidimos hacerlo en otro país cuyo nombre no mencionaré. De hecho, toda la información que aparece en este artículo la recibí de las personas con las que me reuní cuyos nombres e identidades no puedo revelar.
La República Islámica de Pakistán linda con Irán, Afganistán, China e India, y su población se estima en unos doscientos millones de habitantes. Es considerado el segundo mayor país musulmán después de Indonesia. Antes de que se transformase en un país dominado por Al Qaeda, en los días en los que todo su territorio pertenecía a la India británica, vivían allí miles de judíos. Antes de encontrarme con mis amigos paquistaníes me habían llegado rumores respecto de que quedaron judíos en ese país que se convirtieron a otras religiones y se presentaban bajo diferentes identidades. Tras encontrarlos, me cercioré que los rumores eran ciertos, pero también me quedó claro que la comunidad judía de Pakistán es una agrupación que actualmente vive oculta y no es reconocida como tal, está aislada y desconectada de las demás comunidades judías del mundo.
La presencia judía en Pakistán se remonta al período pre islámico y pre cristiano. Hasta la aparición del Islam en el siglo séptimo los judíos vivían en este país con total libertad, erigieron sinagogas y establecieron escuelas. Con el arribo del Islam las cosas comenzaron a cambiar en aquellas zonas gobernadas por Rajas o reyes musulmanes. Dado que todo el subcontinente indio estaba dividido en numerosos pequeños reinos, los judíos que habitaban en las zonas no musulmanas continuaron viviendo en relativa libertad.
El origen de los judíos paquistaníes es variado, pero en su mayoría son descendientes de la comunidad “Bnei Israel” de la India los cuales migraron a Pakistán en el siglo XVIII cuando el país era parte del Imperio Británico. Otros judíos llegaron desde Irán y desde Afganistán. En los días en los que la India y Paquistán eran un solo país, esto es, antes de la partición de 1947, la mayoría de los habitantes locales brindaba a los judíos un trato amable, tolerante e igualitario.
En la primera mitad del siglo XX vivían en el país unos tres mil judíos, dispersos entre las ciudades de Karachi, Peshawar, Quetta y Lahore. La comunidad más importante se encontraba en Karachi y contaban con una importante sinagoga. En Peshawar había dos sinagogas, en Lahore una pequeña sala de rezos que pertenecía a la comunidad judía afgana y una sala de rezos en Quetta. La sinagoga central en Karachi, “Maguén Shlomó”, fue erigida en 1892 y destruida en 1988 por orden del gobierno paquistaní para construir en su lugar un centro comercial. La sinagoga de Karachi era popularmente conocida como “Israeli Masgid” o “Iahudí Masgid” (La mezquita judía).
En la ciudad de Karachi, la más importante de Paquistán, había un cementerio judío conocido como “Cementerio Bnei Israel” o “Iahudi Kabarstán”. Este cementerio existe hasta hoy y es uno de los únicos símbolos judíos que siguen existiendo en este país y da testimonio de la vida comunitaria que existió otrora.
El 15 de agosto de 1947 la India fue partida y comenzó la independencia paquistaní. Esta partición puso fin al dominio británico. Los judíos, temerosos de su incierto futuro en el novel estado musulmán comenzaron a huir. La mayoría logró escapar hacia diferentes destinos tales como Israel, Gran Bretaña o la India. Muchos de quienes se quedaron comenzaron a profesar su judaísmo en secreto por temor a su seguridad personal y se presentaban como cristianos. Tras la guerra de los seis días su situación empeoró tanto económicamente como en virtud de la política estatal de exterminar a los judíos. Tras las guerras de desgaste y de Yom Kipur más judíos abandonaron ese país, muchos otros que se quedaron pasaron a una estricta clandestinidad pero permanecieron fieles a las tradiciones judías. Algunos de ellos permanecen fieles a estas hasta el día de hoy.
En virtud del peligro constante de exterminio que pende sobre los judíos paquistaníes, hoy en día no hay sinagoga activa o instituciones judías de algún tipo. La comunidad guarda un estricto secreto. El último rabino titular fue el Rav Niar Azam, discípulo del Rav Kurshid Alam, quien continuó sirviendo a la comunidad judía en la medida de sus posibilidades hasta su fallecimiento.
Aspecto cristiano
Mi encuentro con el pequeño grupo de judíos paquistaníes fue apasionante, su líder me dijo: “creo que esta es la primera vez que semejante información, así de detallada, le es entregada por parte nuestra a algún extranjero”.
Resumen textual del contenido de nuestra conversación:
¿Dónde viven los judíos en Pakistán?
“Hoy día los judíos viven en comunidades mezcladas en las grandes ciudades, en las pequeñas y en pequeños pueblos a lo largo y ancho de Pakistán. Es muy difícil tener una vida judía allí, prácticamente imposible, la comunidad judía tiene mayoritariamente un nivel económico medio y bajo”.
¿Los habitantes musulmanes son conscientes de que viven entre ellos judíos?
“No. En algunos casos solamente parientes cercanos o personas de confianza de la comunidad local lo saben. La mayoría de los judíos se hacen pasar por cristianos. En Pakistán existe tolerancia cero a la presencia judía”.
¿En qué ciudades viven?
“Los judíos en Pakistán viven dispersos por todo el país para no llamar la atención innecesariamente. Viven en Islamabad, Rawalfindi, Peshawar, Gojurnawalla, Lahore, Raiwinad, Klarkabad, Moltan, Karachi y otras muchas regiones”.
¿Cuántos judíos ocultos creen ustedes que viven todavía en Pakistán?
“Es muy difícil estimarlo por las condiciones de secreto en las que viven, sin embargo, a los efectos de darle un estimativo, solamente los descendientes de mi abuelo y sus cuatro hermanos deben ser más de dos mil personas. En mi opinión pueden haber más de diez mil, pero no todos están dispuestos a identificarse como judíos, vivir como tales o emigrar a Israel”
Criptojudíos contemporáneos
Uno de mis anfitriones me contó su historia personal que de alguna manera expresa la singular historia de los judíos de Pakistán en las últimas generaciones:
“Soy paquistaní y judío, sé que soy descendiente del pueblo de Israel aunque carezco de un documento que lo certifique y solo dispongo de tradiciones familiares. Mis abuelos maternos ocultaron su identidad judía en virtud del antisemitismo y de los ataques multitudinarios a los que se veían expuestos, especialmente tras el establecimiento del Estado de Israel. Ellos sabían que eran judíos y mantuvieron su identidad en secreto pero exteriormente vivían como criptojudíos. Mi madre creció como judía en secreto, se enamoró de mi padre y se casaron. Él es musulmán, secular en lo filosófico y en lo práctico, pero la quiso y la respetó a pesar de su religión.
Es así que fui educado por la familia paquistaní de mi padre, en el mundo árabe, pero manteniendo la identidad judía de mi madre. Es así que desde el punto de vista islámico soy musulmán y para el judaísmo soy judío. Yo escogí el judaísmo, de modo tal que mi alma judía se envolvió en una identidad paquistaní musulmana.
La mayor parte de la comunidad judía de Pakistán, incluida mi familia, comenzó a usar el nombre del padre como apellido y no el de la familia, en todos los documentos oficiales a partir de 1947 por temor a ser identificados. Al incrementarse el nivel de las amenazas, algunas familias adoptaron apellidos locales comunes. A pesar de las persecuciones y el dolor, nuestra familia continuó transmitiendo la tradición judía y el conocimiento de nuestro apellido original de generación en generación, aunque en nuestra zona era imposible vivir abiertamente como judío. Mi hermano y gran parte de mi familia extendida así como algunos miembros de la comunidad continuamos viviendo en Pakistán ocultando nuestra verdadera identidad. La mayoría de los judíos se presenta como cristianos pues esa comunidad religiosa es más fácilmente aceptada por el estado musulmán. Algunos, incluso pertenecen a congregaciones cristianas o a iglesias para pasar desapercibidos”
A veces pensamos que los criptojudíos existieron únicamente en España o Portugal y que en nuestra realidad contemporánea ya no los hay. La historia judía en las diferentes diásporas está enlazada con la de los demás pueblos y civilizaciones de modo tal que se crean circunstancias en las cuales los judíos deben ocultar su identidad pero continúan preservando el fuego del judaísmo en el hogar y en el corazón. Ese es el poder y el secreto del pueblo judío.
Por Rabino Eliahu Birnbaum