Más allá de los andes, vive un grupo de guerim que cumplen con el kashrut, hablan hebreo y rezan con gran fervor en el Beit Kneset. La travesía a la comunidad “Bnei Moshé” en Perú.
Cuando llegamos al aeropuerto de Trujillo en el norte de Perú, fuimos recibidos por los miembros de la comunidad Bnei Moshé con cánticos de “Am Israel Jai” y banderas de Israel. Decenas de hombres con kipot y mujeres con la cabeza cubierta nos esperaban a la salida del pequeño aeropuerto.
La historia de Bnei Moshé comenzó hace más de cincuenta años, cuando el líder del grupo Segundo Villanueva (hoy día Zerubabel Tzidkiá, quien vive en Israel) comenzó su camino en el judaísmo mediante una búsqueda espiritual. Pasó del catolicismo al protestantismo, y de allí al evangelismo y al adventismo. La búsqueda espiritual del cura católico comenzó cuando su padre, en su lecho de muerte, le dio el Tanaj y le dijo que allí se encuentra la verdad y la palabra de Hashem al mundo. Villanueva comenzó a estudiar el Tanaj y descubrió que debemos cuidar el shabat, y que el pueblo de Israel es el pueblo elegido y la tierra de Israel es la tierra sagrada. Él adoptó dichas creencias en su vida y comenzó a respetar shabat. Con el tiempo, el cura vio que había varias contradicciones entre el Tanaj judío y la doctrina católica, y cambió su creencia y su forma de vida. Asimismo, logró Villanueva persuadir a su familia y a su comunidad, los cuales aceptaron el judaísmo mediante sus prédicas y clases.
Los miembros de la comunidad decidieron celebrar su comienzo en el judaísmo y su diferenciación de los pueblos que los rodean mediante la realización de la circuncisión a los hombres. Encontraron un médico judío en Lima que aceptó su pedido y los circuncidó, y desde ese entonces y hasta ahora todos los miembros de la comunidad se encuentran circuncidados.
“Bnei Moshé” no dicen ser descendientes del pueblo judío, anusim o tener alguna otra relación histórica con el pueblo de Israel, como sostienen otros grupos en el mundo. Su relación con el judaísmo es fruto de una búsqueda espiritual. Es un ejemplo de un fenómeno que se repite a menudo en nuestros días: personas o pequeños grupos de católicos que llegan al judaísmo luego de un largo proceso de buscar la verdad, y encuentran las raíces de la fe y la religión justamente en la Torá de Israel y el D-os de Israel. Una de las más interesantes teorías respecto a este tema, dice que las personas que vienen de religiones tales como el catolicismo, las cuales expresan su religiosidad tan sólo en la vida espiritual, se ven atraídas por religiones que ponen en el centro a la vida práctica y ven en ella la forma de unirse a Hashem.
Autodidactas en judaísmo
El paseo en la comunidad de “Bnei Moshé” fue sumamente emotivo. Los miembros de la comunidad estudiaron en forma autónoma a lo largo de los años y crearon una comunidad con costumbres judías prácticamente de la nada, en un pueblo lejano en el medio del desierto peruano. Construyeron un Beit Kneset, prepararon Sifrei Torá con fotocopias ampliadas del Tanaj Koren los cuales cosieron con hilos, hoja por hoja, y los unieron a palos de madera que ellos mismos prepararon. Los carpinteros de entre ellos comenzaron a fabricar tefilín de madera, dentro del cual ingresaron pergaminos con las cuatro porciones de la Torá, las cuales escribieron ellos mismos con su propio puño y letra. Los miembros de la comunidad estudiaron por su cuenta, en especial Tanaj, Halajá y Tefilá – y también a leer hebreo. No hemos encontrado un niño desde los 5 años hasta un hombre o mujer de 80 que no supiera leer hebreo en forma correcta.
El Beit Kneset fue construido de ladrillos rojos y dentro de él hay un Arón Kodesh, una bamá, un puesto para el jazán y una alta mejitzá que separa los hombres de las mujeres. Todo fue construido por los miembros de la comunidad con suma dedicación. Cuando visitamos el lugar, ellos comenzaron a entonar “Ashrei Ioshbei Beiteja”, y así dieron comienzo al rezo de minjá, leyendo de sus sidurim en hebreo, los cuales fueron fotocopiados del sidur “Rinat Israel”. La tefilá fue llevada a cabo con una gran elevación espiritual, sin errores y prácticamente sin acento, como por aquellos que son expertos en la plegaria. Y de hecho, durante estos años, tuvieron lugar tefilot todos los días de la semana, todos los shabatot y todos los iamim tovim. Nosotros, los miembros de la delegación rabínica que visitó el lugar, teníamos ciertas dudas respecto a cómo rezar con ellos y acerca de si hay que responder amén a sus berajot, hasta que nos acordamos que está permitido contestar amén incluso a la berajá de un goy…
La comunidad se encuentra organizada en forma sorprendente. Hay un presidente – el Sr. Luján Aquiles (Iehudá) – un gabay, un shamash y una persona que lee la Torá. Durante la plegaria de shajarit escuché la lectura de la Torá de Iojanán ben Zakai, el baal koré de la comunidad. Iojanán era el dueño de un establo y estudió por sí mismo cómo leer la Torá. Hoy día estudia en una ieshivá en Israel y trabaja como electricista para su sustento.
La visita a las casas de “Bnei Moshé”, nos reveló una nueva cara de su fervor religioso y su dedicación al cumplimiento de las mitzvot. En todas las cocinas encontramos una clara división entre carne y leche y carteles en las paredes y en los fregaderos explicando la división. Al lado de la puerta del baño, cada familia colgó la bendición de Asher Iatzar. De esta forma, fueron transformando su casa en el lejano Trujillo, en casas judías.
Una de las familias más privilegiadas de la comunidad es la familia Valderrama. Ella fue de las primeras que se acercó al judaísmo, y en su casa había un hotel, kasher-lameadrín para mochileros israelíes. Todos los israelíes que iban a conocer las ruinas de Chan Chan se hospedaban en su hogar. Los mochileros, por su parte, se encontraban sumamente sorprendidos cuando los desayunos que les servían contenían todos productos kasher. En shabat, los miembros de la familia hacían kidush junto con los israelíes, y la alegría era grande.
Temen asimilarse
“Abraham Haivrí” – Abraham de un lado (ever) y todo el mundo del otro – así era el camino de la comunidad de “Bnei Moshé” en Perú. Los habitantes locales los acosaban y los veían como extraños, los cuales se comportan de forma prácticamente diabólica en su cumplimiento de mitzvot; al mismo tiempo, los miembros de la comunidad judía de Perú, por sus propias razones, no les enseñaban ni los apoyaban en su camino. “Bnei Moshé” decidieron abandonar la ciudad y crear una especia de kibutz en un pueblo de nombre “El milagro”. De esta forma podían aislarse en su cumplimiento de mitzvot, sin ser influenciados por los vecinos católicos. Parte de los miembros de la comunidad continuaron viviendo en la zona desértica de Trujillo y parte se mudó a la ciudad de Cajamarca en los Andes peruanos.
Los miembros de la comunidad decidieron no enviar a sus hijos al colegio local, para que no deban profanar el shabat y en especial para que no les enseñen las creencias católicas locales, los cuales cuentan asimismo con inserciones paganas. Cuando le pregunté a Najshón Mendoza porque no envía a sus hijos al colegio, me respondió: “no quiero que se asimilen”.
“Bnei Moshé” cumplieron con las palabras de Rut: “y vio que se esforzaba…” (Rut 1:18), y durante años demostraron su fidelidad a la Torá de Israel y su sueño de unir su destino con el del pueblo de Israel y la Tierra de Israel sin ninguna condición ni demanda. Este camino llevó a que después de años de vivir como judíos, fueron enviados tribunales rabínicos para que los conviertan en Perú y puedan realizar aliá a Israel. Durante esos años, los Grandes Rabinos de Israel (el Rabino Mordejai Eliahu, el Rabino Meir Israel Lau, el Rabino Shlomó Moshé Amar) apoyaron el proceso de ingreso de dichas personas en el pueblo de Israel.
Hasta ahora ha habido 4 olas de aliá de Bnei Moshé a Israel. Cada aliá recibió un nombre y número – la primer aliá, la segunda aliá y así en adelante. Hoy día los “Bnei Moshé” son parte de las comunidades religiosas de Israel. Los miembros de la primera y la segunda aliá viven en Alón Moré, los miembros de la tercera aliá encontraron su lugar en Alón Shbut y Carmei Tzur, y la cuarta aliá fue recibida en Shavei Shomrón, Einav y Avnei Eitán.
No hay duda, que sobre comunidad de guerim como esta, no fueron dichas las palabras de nuestros sabios “los guerim son muy difíciles para el pueblo de Israel” (Tratado de Kidushin 70b), sino las siguientes palabras de nuestros sabios: “el Kadosh Baruj Hú llevó al pueblo de Israel al exilio para que se unan a él conversos” (Tratado de Pesajim 87b).
Rabino Eliahu Birnbaum