La cuna de la diáspora

La renovada vida judía en Sefarad es sólo una pequeña parte del presente, la cual vive en la sombra del pasado, que aún late. El antisemitismo se encuentra fuertemente arraigado a la cultura.

Madrid

La capital de España está llena de plazas, fuentes, cafés y museos, los cuales crean, en conjunto, una ciudad llena de vida y color. Sin embargo, todo judío que pasea por sus calles, no puede dejar de sentir la sombra de la inquisición que sobrevuela la “plaza mayor”, donde se realizaban los autos de fé de los judíos.

En nuestras fuentes antiguas, España figura como “Aspamia” – símbolo de un lugar distante. “Una persona duerme aquí (en Babilonia) y ve un sueño en Aspamia” (Talmud Babilónico, tratado de Nidá 30b). Aspamia, es similar a la palabra local Hispania, la cual es utilizada hasta hoy día. El origen de la palabra Sefarad, se encuentra en la profecía de Ovadiá: “y la diáspora de esta hueste de los hijos de Israel, los que están entre los cananeos hasta Sarepta y la cautividad de Jerusalem, que está en Sefarad, poseerán las ciudades del Neguev” (Ovadia 1:20).

Sabemos bastante sobre la historia de los judíos en España durante 1500, hasta que fueron expulsados del país el 31 de marzo de 1492. Conocemos a su vez a los exiliados de España, los cuales se dispersaron por el mundo judío; pero sin embargo, sobre el regreso de los judíos a España en el siglo XIX y XX, sabemos muy poco.

Los judíos y el judaísmo desaparecieron de la tierra española y de la Península Ibérica hasta finales del siglo XIX, al menos de forma visible y abierta. Los judíos fueron expulsados, los anusim se escondieron en sus casas y la cultura judía desapareció incluso de los museos. Sin embargo, hace algunas décadas comenzaron los judíos a retornar a España, esta vez, sin esconder su identidad. ¿Cómo vive un judío en la tierra de la cual fue expulsado? ¿Qué siente un judío que vive en dicha tierra durante la “edad de oro” y a su vez en el período de la expulsión?

Después de 400 años sin judíos españoles comenzó nuevamente la vida judía. Prácticamente no hay relación entre el judaísmo español de ese entonces y la España de hoy día, la cual ha sido importada de otros lugares – pero de todas formas, el viejo espíritu aún ronda por el aire.

Romance español

Nadie sabe exactamente cuándo comenzó el asentamiento judío en España. Sin embargo, está claro que empezó hace más de 2000 años. Pareciera ser que los primeros colonos judíos llegaron junto a los fenicios que descubrieron España en sus valientes travesías. Incluso si suponemos que los judíos llegaron más tarde aún, ellos se asentaron en España cuando la misma era parte del imperio romano.

En la edad media, España era el punto de encuentro de tres religiones – el judaísmo, el catolicismo y el islam. El antecedente histórico de este tan especial fenómeno, es el status geopolítico de España en esa época. Durante la edad media no era España una única unidad política, sino que un mosaico de reinados católicos y musulmanes los cuales se encontraban en guerra constante los unos con los otros.

La espléndida época de desarrollo espiritual, literario, económico y científico de los judíos de España, fue precisamente bajo el gobierno musulmán. Nombres de diplomáticos como Jasdai Ibn Shaprut, Shmuel Hanaguid y su hijo Yosef, y científicos como Shlomó Ibn Gbirol, Moshé Ibn Ezra, Abraham Ibn Ezra, Iehuda Halevi y demás son los más importantes de la época, y sus nombres y su legado fueron grabados para la eternidad en la historia del pueblo judío.

En ese entonces comenzó la larga guerra de la reconquista. Los católicos quisieron volver a gobernar sobre las áreas que conquistaron los musulmanes. Durante los siglos siguientes, la judería española contó con gran importancia en la historia ibérica. Tanto los musulmanes como los católicos utilizaron a predios y comunidades judías para expandir su control sobre lugares y ciudades alejadas. En los momentos en que los judíos y los musulmanes competían por el control sobre España, siempre los judíos tenían un rol. Sin embargo, en el momento en que los católicos comenzaron a gobernar nuevamente en toda España, la tolerancia de la iglesia respecto a los judíos acabó.

En el siglo XIII, la reconquista finalizó, España volvió a manos de los católicos y dejó de ser una sociedad pastoral y abierta. Ahora, la necesidad de intermediarios judíos cayó y su influencia se redujo. En el año 1250, sucedió la primera falsa acusación española y comenzó la presión dentro de la comunidad judía. En 1391 (151) las persecuciones contra los judíos comenzaron a ser violentas y represivas: miles de judíos fueron asesinados de a motines. Sinagogas fueron convertidas en iglesias y los libros sagrados fueron robados o censurados.

La unión matrimonial de dos dinastías, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, inició el proceso de unión de la España católica. La inquisición comenzó a funcionar en 1481 para “purificar” a dicho emergente reinado. Hasta fines de julio de 1492 más de cien mil judíos huyeron de España; otros doscientos mil fueron expulsados en ese mismo año, en lo que será recordado a través de las generaciones como “la expulsión de España”. Como escribió Rabi Ytzjak Abrabanel en su interpretación al libro de Melajim: “todo lugar a donde la orden del rey llega, un gran duelo para los judíos. Y hubo un gran pánico… que como él no ha habido desde el exilio de Iehudá de su tierra y caminaron sin fuerza 300 mil personas del pueblo dentro del cual yo me encuentro, desde jóvenes hasta ancianos, niños y mujeres en un solo día de todos los países del rey. En el que se despertó su deseo por salir – salió”

¿Hubo un decreto de excomulgación?

Hay quienes quieren decir que los judíos no retornaron a España porque los Rabinos decretaron excomulgación a todo aquel que retorne. En realidad, no está probado si hubo o no un decreto de excomulgación e incluso no es necesario, dado que el decreto de expulsión de los reyes de España sansionaba con pena de muerte a todo judío que retorne a España. Sin embargo, más allá del ámbito legal, el cual estaba respaldado por la ley hasta principios del siglo XIX y de hecho hasta que la leyes inquisitoriales fueron anuladas en 1834, los judíos no volvieron a España por un simple aspecto social: es difícil ingresar y vivir en un país donde los judíos no son queridos. Los judíos no podían vivir en España no por la “excomulgación judía”, sino por la “excomulgación española”.

El Rab Kuk escribe respecto a la excomulgación: “respecto a la vivienda en España – no he encontrado aún en forma específica si hubo un decreto de excomulgación o un juramento, y de hecho, probablemente la excomulgación no es más dura que la excomulgación de vivir en Egipto, respecto a la cual la prohibición es asentarse, pero no comerciar si su intención es retornar” (Igrot HaReaiá, parte 4, sección 632). También en las respuestas halájicas Kol Mebaser, escribió el Rab Meshulam Raata (Parte 3, sección 13): “Y lo que dicen respecto a que los expulsados de España establecieron un decreto que no se debe regresar a España, no lo encontré en ningún libro, y es tan sólo un rumor, no tiene ninguna base. Al contrario: en las respuestas halájicas del Mabit, parte 1, sección 307, dice lo contrario: “ya hace 70 años no hay judíos en Aragón, y nosotros estamos seguros que no habrá más judíos allí, porque Hashem bendito sea reunirá a los dispersos del pueblo de Israel en la tierra de Israel pronto en nuestros días”.

Luego de corroborar e investigar si hay o no un decreto, encontré solamente en los reglamentos del “Maamad” de Londres, del siglo XVIII, el cual escribe que los descendientes de Anusim que salieron de España y retornaron al judaísmo tienen prohibido viajar de regreso por razones que son más que obvias; pero esta es una prohibición que tan sólo se aplica a un grupo específico.

En el pasado se han realizado intentos de pedir a las autoridades españolas permitir el ingreso de los judíos. Ya en 1641 un judío de nombre Iaacov Kansino el cual se encontraba en Madrid, negoció con el Duque Oliveraz respecto al regreso de los judíos a España, pero sus planes se vieron frustrados por la junta de la inquisición. También en los días de Carlos II (1665-1700) se realizó un intento de que los judíos vuelvan a España y de acuerdo a la proposición de uno de los ministros del gobierno, asentarlos en tierras que necesitan ser desarrolladas, sin embargo, también esta propuesta fue rechazada por la corona.

En el año 1802 (!) escribió el Rey de España de ese entonces, Carlos IV: “a mi corazón misericordioso y religioso le cuesta cambiar la ley aceptada en nuestro país, de no dejar ingresar a los judíos sin que estos acepten el catolicismo, dado que nosotros deseamos preservar la pureza de la religión católica… y por eso yo ordeno seguir implementando la ley de la inquisición respecto a los judíos que ingresan a España sin excepción alguna…”

Esto demuestra que incluso en los primeros años del siglo XIX estaba prohibido para los judíos vivir en España. Es posible que el comienzo de la tradición respecto al decreto de excomulgación provenga del deseo de “venganza” para con el decreto Español: si los reyes de España decidieron que los judíos no entran en su país, entonces los judíos realizaron un decreto de “ojo por ojo”, que no se debe ingresar a España.

Se abren las puertas

¿Cuándo se abrieron las puertas de España? Éste, fue un largo proceso, lleno de vaivenes. En 1808, las leyes inquisitoriales fueron canceladas por Napoleón, pero luego fueron restauradas por el rey Fernando VII en el año 1814. Las leyes fueron nuevamente canceladas en 1820, aunque se restablecieron tres años más tarde. Tan sólo en 1834 se decidió cancelarlas en forma definitiva. En el año 1865 fueron canceladas a su vez las leyes que prohibían a quien no tenía “sangre española y católica pura en sus venas” trabajar como empleado público o político. Y de hecho, los judíos comenzaron a retornar, de a poco, a dicho país. En el año 1877 había 406 judíos en todo España, de los cuales 31 se encontraban en Madrid. En 1900 el total de judíos era mil. Aún no existía la libertad de culto en dicho estado: desde 1876 la constitución Española determinaba que estaba prohibido realizar actos religiosos en lugares públicos, excepto católicos.

Las guerras en el norte de África (1859-1860) y las dificultades de sustento en las ciudades de Marruecos, la malaria y otro tipo de enfermedades contagiosas, así como las persecuciones por parte del gobierno y los pogroms, llevaron a un proceso de emigración de Marruecos a la cercana España. Y de hecho, los primeros judíos se asentaron en general en la ciudad de Sevilla, al sur del país. En esos años, tan sólo algunos pocos judíos llegaron al país.

Paralelamente a lo que sucedía en el norte de África, en el sur de Rusia comenzaron los famosos pogroms en Kiev y Odesa en el año 1881. Muchos judíos se escaparon a los países vecinos tales como Austria, Rumania y Turquía, y en determinado momento pidieron a las autoridades ingresar a España. Dado que parte de los fugitivos eran descendientes de los expulsados de España, el rey Alfonso XII decidió abrir las puertas de España ante ellos e incluso les deseó a su llegada: “Bienvenidos a su vieja tierra”.

A comienzos del siglo XX continuó la emigración de los judíos hacia España, esta vez en especial hacia Madrid. Los judíos llegaron a España durante la Primera Guerra Mundial y allí encontraron refugio. Entre los inmigrantes se encontraba el famoso líder sionista Max Nordau, quien a comienzos de la guerra fue expulsado de Paris y se quedó en España hasta fines de la misma. Durante la Primera Guerra Mundial, el parlamento español buscó la forma de preservar a los judíos españoles que se encontraban en los países balcánicos, ¡los cuales fueron tenidos en cuenta luego de más de 400 años! – como ciudadanos que deben ser protegidos. En el año 1917 se dio permiso para construir un Beit Kneset y comenzaron a realizarse tefilot en el “Beit Hamidrash Abarbanel”.

Recién en 1968 – hace tan sólo cuarenta años – se decidió cancelar en forma definitiva el decreto de expulsión. El primer ministro de ese entonces, Emilio Castelar, declaró por primera vez en forma oficial, la apertura de las puertas del estado para los judíos.

Lenguaje antisemita

A pesar de que los judíos españoles son considerados relativamente nuevos, el antisemitismo es antiguo allí. Los judíos cambiaron, pero la relación hostil para con ellos no. Cientos de años de actividades católicas teológicas, públicas y físicas contra los judíos, dejaron sus huellas en los habitantes del estado y no tan fácilmente pueden ser borradas. El antisemitismo se encuentra inmerso en el idioma, en la mentalidad y en los estereotipos, por lo que es prácticamente imposible desarraigarlos de la cultura local. No por los nuevos musulmanes que llegaron allí, como en el resto de los países europeos, sino por los antiguos católicos que allí viven.

Hasta hoy en día el nombre judío incluye a todos los que son odiados por el público, tales como: extranjeros, traidores, infieles y opositores políticos. También en el diccionario oficial de la Real Academia Española de Letras, fueron preservados distintos conceptos, los cuales demuestran la difícil relación para con lo judío y todo lo que lo rodea. Respecto al concepto “hebreo”, el diccionario dice: “hebreo es un Israelí o un judío que aún respeta la ley de Moshé y trabaja en el área comercial”. La palabra “aún” refleja la visión de la iglesia que la única verdadera religión es la católica; asimismo, al definir al judío como comerciante, no se lo hace con la intención de decir que este es un oficio bien visto. La palabra “judío” fue definida en el diccionario de la Academia hasta 1956 como “tacaño y prestamista”.

La expresión “judeada” en español, significa realizar un hecho judío. Esta palabra se encuentra explicada en el diccionario de la Real Academia que fue publicado en 1956: “hechos anti-morales que generalmente hacen los judíos”. En el diccionario que fue publicado en 1988 fue “corregida” la definición y se escribió: “judeada: acto negativo que en el pasado se creía adecuado de ser realizado por los judíos”. Es decir, cambiaron la forma de definir pero no la definición misma.

La conclusión es clara: los judíos actúan de forma indebida y esto es lo que los identifica. La palabra SINAGOGA es definida como “lugar en el que se reúnen judíos a rezar y oír la Torá de Moshé” y como “lugar de encuentro de personas que planean actos inmorales y que instigan peleas y discusiones”.

Somos testigos de que años de daños, inquisición y expulsión, no son fácil de borrar. A pesar de que pasaron cientos de años en que los españoles no vieron a un judío en la tierra de España, el odio profundo no desapareció. España es considerada hasta hoy en día – como demostró el Dr. Gustavo Perednik – como el país más antisemita de Europa. El judío español es una figura distorsionada la cual no tiene relación alguna con el judío real que se encuentra en dicho país y en el mundo.

Ayuda a los judíos

A pesar de los sentimientos anti judíos y anti israelíes, que caracterizan al público español, no es posible ignorar el momento histórico en que el Rey de España visitó el Beit Kneset de la comunidad judía de Madrid, exactamente 500 años después de la expulsión de España. En dicho evento, fue expresado el deseo del pueblo español de renovar los lazos con el pueblo judío. También el presidente israelí de ese entonces, Jaim Ertzog, participó de dicho evento.

Durante la segunda guerra mundial, España fue neutral en forma oficial, a pesar de que sus líderes apoyaron a la Alemania Nazi abiertamente. A pesar de esto, y también gracias a esto, los españoles ayudaron a salvar a muchos judíos. En 1924 fue publicado un edicto en el cual se otorgó ciudadanía a toda persona de ascendencia española, en especial de los países balcánicos. Dicho edicto salvó a muchos judíos durante la Segunda Guerra Mundial, los cuales encontraron refugio en España. Muchos judíos llegaron a España de Alemania entre los años 1931-36. España ayudó a liberar a judíos de ascendencia Española de los campos de exterminio, y la neutralidad Española le permitió a 25.600 judíos utilizar a España como camino de escape del campo de guerra europeo. La mayor parte de los judíos que encontraron refugio en España abandonaron luego el país y se marcharon hacia otros lugares.

De hecho: España formalizó sus relaciones diplomáticas con Israel tan sólo hace 20 años, luego de que fue aceptada en la Unión Europea en el año 1986.

Retornaron a la patria

En España viven hoy día 30.000 judíos. Los dos centros principales son Madrid, con 15.000 judíos, y Barcelona, la segunda más grande ciudad del país. Sin embargo, existen también otras diez comunidades judías, pequeñas o muy pequeñas, todas las cuales se encuentran integradas a “La Federación de Comunidades Judías de España”. Así son las comunidades de Málaga, Torremolinos, Marbella, Granada, Sevilla, Valencia, Palma de Mallorca, Melilla y Ceuta en la parte española de Marruecos.

Muchos judíos llegaron a España desde Argentina, a partir de los años ´70 del siglo XX, y en el último tiempo se sumaron otros muchos judíos de Venezuela que emigraron de allí por la crisis que se vive en el país. El judío errante sigue en su camino y busca nuevos horizontes para una vida tranquila y un buen sustento, de acuerdo a las necesidades.

Cuando la ley de libertad de culto fue aprobada en forma oficial en 1968, la comunidad sefaradí-ortodoxa de Madrid recibió permiso para construir el primer Beit Kneset en España desde la inquisición, en el corazón de la capital – en la calle Balmes. La comunidad de Madrid cuenta hoy día con 6 sinagogas, así como una comunidad conservadora, un colegio judío, mikve, un restaurante casher, un kolel para estudiar Torá, un negocio donde se venden productos kasher, un Gran Rabinato y todo lo necesario para poder llevar a cabo una vida judía.

El gran dilema que sienten los judíos que viven en España lo oí de uno de los miembros más antiguos: “la inquisición no nos ha dejado aún, nosotros pensamos en ella, vivimos en su sombra y recordamos a sus víctimas, pero rezamos por una mejor vida y un mejor futuro para el país”.

Pareciera ser que el sentimiento entremezclado del judío que vive en un país con una gran cultura por un lado y con destrucción por el otro, puede ser comprendido mediante el poema que escribió Rafael Cansinos, uno de los descendientes de anusim, en honor a la inauguración del Beit Kneset de Madrid. En este poema, el cual irrita cualquier oído sionista, describe Cansinos a los judíos como aquellos que “retornan del exilio / a su antigua tierra: España… la tierra que nunca olvidamos / no durante los días y no durante las noches del largo exilio / nosotros retornamos a ti… nuestra patria… podemos descansar en España luego de un largo exilio / nos encontramos nuevamente en nuestra tierra, en nuestra patria, en España”.

También el Rey de España, cuando visitó el Beit Kneset de Madrid con motivo de los 500 años de la expulsión de los judíos de España, dijo: “España no es tan solo otra nostalgia para el pueblo judío, sino una patria donde los judíos pueden sentirse en su casa. Los judíos españoles se encuentran en su casa en España, la casa de todos los españoles, sin importar cuál es su religión y su credo”.

¿Será realmente así?