Armenia, Ereván y Saban
¿Hay judíos en Armenia? Me han formulado esta pregunta varias veces, cuando volví de mi visita a Armenia. La respuesta es positiva e incluso más aún, hay una relación directa y un gran parecido entre el pueblo armenio, el cual parte se encuentra en su tierra y parte en la diáspora, y el pueblo judío.
La República Armenia es un país asiático, el cual se ubica entre el Mar Negro y el Mar Caspio. El país limita con Turquía en el occidente y con Georgia en el norte, así como con Irán y Azerbaiyán. Armenia, en el pasado una república de la Unión Soviética, es independiente desde 1990, y se explaya en tan sólo el 10% del territorio original de la nación armenia histórica, cuando el resto del país es hoy en día parte de Turquía, su vecina.
De acuerdo a la tradición local de los armenios, su origen proviene de la Mesopotamia, allí participaron en forma activa de la construcción de la torre de Babel e incluso sirvieron como traductores luego de que los idiomas fueron mezclados. Otras tradiciones, armenias y judías, ven a los armenios descendientes de Yefet, el hijo de Noaj. En distintas fuentes en el Tanaj, en textos de nuestros sabios y en libros de historia, mencionan a Armenia como el lugar donde tuvieron lugar eventos tanájicos e históricos de suma importancia. “La tierra de Uz” donde vivía Yob, es atribuida a Armenia – la traducción en arameo identifica a la tierra de Uz con “La tierra de Armenia”. Dicha traducción, también relaciona “Armona” la cual figura en el versículo “…Y seréis arrojadas hacia el Armón…” (Amos 4:3), a la zona donde vivían las diez tribus “más allá de los montes armenios”. Rashi relaciona Armón con “los montes de la oscuridad”, el concepto que utilizaban los judíos medievales para denominar a los montes caspios. También las montañas de Ararat, el lugar donde reposa el arca de Noaj, se encuentran de acuerdo a la tradición, en Armenia. Hasta hoy día, los habitantes del lugar saben que Armenia es el lugar de los tanájicos montes de Ararat y sienten cercanía e identificación con el personaje de Naoj, el cual es representado en varias estatuas que en la capital del país.
Armenia también se encuentra en el Talmud y el nombre de Rab Iaacov el armenio aparece en el Talmud Ierushalmi (Talmud Ierushalmi, Guitín 6, 48b). Historias de la edad media describen a Armenia como el lugar de los “judíos libres”. Sabios judíos, desde comienzos del siglo II, creían que las diez tribus perdidas se encontraban en Armenia. Armenia también es llamada Amalek en ciertas fuentes y los judíos armenios llaman asiduamente a los armenios amalekim.
Independencia renovada
Muchas veces se ha intentado comparar a los judíos con los armenios. Pareciera ser que a pesar de la diferencia entre ambos pueblos y culturas, es posible encontrar ciertos aspectos en común. Los armenios y los judíos han sufrido difíciles exilios, donde han vivido el exterminio en masa y el renacimiento nacional, en contra de todas las probabilidades.
La diáspora armenia es la diáspora paralela y más cercana a nivel histórico de la diáspora judía. La diáspora armenia se encuentra dispersa en distintos países en el mundo y aún se identifica con su historia. Ambos pueblos sufrieron la pérdida de su país y atravesaron el exilio, vagaron a distintos lugares en forma similar y adoptaron los mismos oficios, recibieron derechos especiales parecidos, constituyeron instituciones comunitarias y se enfrentaron a problemas semejantes de asimilación, supervivencia y acusaciones en contra de un pueblo disperso. En Ucrania, tanto los judíos como los armenios fueron acusados de destruir la fuente de ingresos de los comerciantes y artistas locales por la solidaridad que demostraron ante sus competidores.
Los armenios son cristianos ortodoxos, y son considerados como poseedores de una tradición católica especialmente antigua. Aparentemente no hay ninguna relación ni pertenencia al la religión judía, sin embargo los armenios cristianos se parecen a los primeros cristianos al principio de su camino. Los armenios son considerados el primer pueblo en la historia que se convirtió al cristianismo en forma total, y la iglesia armenia tiene su propio lugar y capilla en la iglesia del Santo Sepulcro. Ellos adoptaron al cristianismo ortodoxo de forma popular en el siglo III y por tal razón es posible que sus costumbres e influencias judías hayan sido preservadas entre ellos. De acuerdo a lo que los líderes religiosos locales dicen, ellos cuidan hasta hoy en día la condición del “cohén”, y sacrifican antes de su pascua el sacrificio de pesaj. Hasta una época tardía (la época de Alejandría) no había cruces en sus iglesias.
Es interesante recalcar la similitud de los idiomas. Hasta un período tardío, grandes partes de los habitantes hablaban arameo y hasta hoy día un importante porcentaje del idioma armenio se encuentra basado en palabras en arameo. Palabras como shuka (shuk en hebreo, mercado en español) o janut (negocio), se utilizan tanto en arameo como en hebreo hasta hoy día.
Sin embargo, más que nada, la shoá que vivieron ambos pueblos en el siglo XX los posiciona a ambos en el escenario histórico con un parecido destino.
Herida abierta
Es difícil hablar sobre el pueblo armenio hoy en día, y de su parecido con el pueblo judío, sin mencionar la shoá armenia. Quien visita la actual armenia, encontrará un pueblo con gran tristeza en sus ojos. Esta tristeza se encuentra también en el pueblo armenio que vive fuera de su tierra pero continúa preservando su identidad.
Durante cientos de años, una gran minoría armenia vivió dentro del Imperio Otomano de forma sumamente tranquila. A comienzos del siglo XIX se produjo un cambio en la tolerancia del gobierno turco para con las minorías cristianas. En 1915, el Imperio Otomano comenzó a exterminar al pueblo armenio. La estimación es que de 2-2.5 millones de armenios que vivían en el imperio antes de la guerra, entre un millón o un millón y medio fueron asesinados por soldados turcos y sus colegas Kurdos, en una guerra que llegó a su apogeo entre 1915-1916. Los armenios que cayeron en esos años representaban al menos un tercio de la población armenia en el mundo – el mismo porcentaje de judíos que fueron exterminados en la shoá. Los turcos nunca tomaron responsabilidad del genocidio y los armenios se han quedado con una herida abierta hasta el día de hoy.
La Armenia independiente, y activistas de la comunidad armenia fuera de los límites del país, piden que Turquía reconozca el genocidio – los gobiernos turcos desde los años 20 del siglo XX niegan que haya habido un tal masacre. Los turcos sostienen que el número de víctimas es exagerado (de acuerdo a ellos se trata tan sólo de 100 mil), y atribuyen las defunciones a enfermedades y hambruna, y sostienen que los turcos tuvieron que defenderse debido a que los armenios los atacaron. Los turcos se opusieron a intentos artísticos o políticos de documentar la tragedia y se negaron a evaluar la posibilidad de pagar compensaciones, tales como las que Alemania brindó a Israel y a los sobrevivientes de la shoá después de la segunda guerra mundial. El estado de Israel y organizaciones judías importantes en Estados Unidos negaron los reclamos armenios a comienzos del siglo XX y realizaron lobby a favor de Turquía.
Así como la comunidad judía hoy día, también los armenios tienen problemas para preservar el recuerdo de su tragedia luego de la muerte de los últimos sobrevivientes, y hacen grandes esfuerzos para salvaguardar el recuerdo del exterminio del pueblo armenio.
La visita al museo y el lugar de conmemoración de los caídos en el genocidio del pueblo armenio se parece mucho a Yad Vashem en Jerusalem. El museo en sí mismo, con las terribles fotografías, incluye una gran pared con los nombres de las comunidades armenias que había en Turquía y ya no existen más. Solo las cruces que se encuentran en el lugar nos recuerdan que no nos encontramos en Jerusalem.
Luego de la guerra y del genocidio del pueblo armenio se crearon nuevos límites para los armenios, con la mediación de Estados Unidos, y fueron desplazados de todos los lugares donde vivían para formar un pequeño país en el Cáucaso. Asimismo, se decidió que nunca podrán volver a Turquía y que no recibirán indemnizaciones. La influencia del genocidio en el pueblo armenio fue destructora, más de un millón de personas fueron asesinadas y el 80% del territorio de la armenia histórica quedó sin armenios. A causa del genocidio se constituyeron grandes comunidades armenias en el occidente de Europa (cerca de 400 mil en Francia) y en Estados Unidos (casi un millón). El sueño de los armenios de retornar a su tierra se desvaneció para siempre.
A pesar de la similitud entre ambos genocidios, hay quienes intentan mostrar las diferencias y hablan acerca de dos eventos históricos totalmente diferentes. Ellos distinguen entre la shoá, el holocausto judío, y entre el asesinato masivo del pueblo aremenio, el genocidio armenio, esta distinción se base en que la exterminación de millones de judíos por los nazis y sus socios es un caso único y por tal razón es denominado shoá y no genocidio. Es interesante que los mismos armenios realizan esta misma distinción.
Lápidas del siglo XIII
Muchos historiadores sostienen que el asentamiento judío en Armenia comenzó luego de la destrucción del primer Templo. La hipótesis es que los judíos llegaron a Armenia en el Exilio de Babilonia con la destrucción del primer Templo. Los judíos se asentaron allí cuando Armenia era parte del Imperio Persa y el rey Tigranes el Grande exilió miles de judíos de la tierra de Israel hacia el Imperio Armenio como prisioneros, en el siglo I. Hay quienes sostienen que los judíos son los ancestros de los zukim de hoy día, los cuales son considerados muchas veces como los auténticos judíos armenios. Los zukim son descendientes de judíos antiguos que vivieron en Armenia y luego se convirtieron al cristianismo. Hoy día se consideran a sí mismos armenios y así también los ve el mundo judío.
Es difícil crear una imagen que abarque toda la presencia judía en Armenia, debido a la falta de datos históricos exactos. Sin embargo, la unión del conocimiento histórico existente y los descubrimientos arqueológicos abrieron una pequeña ventana a la historia general del asentamiento judío en el lugar. En los siglos XIII y XV floreció, al menos, una comunidad judía en Armenia. Muchos judíos vivían en la ciudad Agaguis, y sus lápidas fueron encontradas allí. En 1375, cuando Armenia fue conquistada por los mamelucos, la comunidad judía desapareció, y durante los siguientes 500 años no hay testimonio alguno de la existencia de judíos en Armenia.
Hace varios años, fue descubierto un cementerio judío en la ciudad de Ereván, la capital de Armenia. Una excavación casual encontró un cementerio judío antiguo en un lugar donde nadie creía que existía una comunidad judía. Fueron encontradas allí, más de 40 lápidas con fechas hasta el siglo XIII. Dieciséis de ellas están escritas en hebreo y arameo y demuestran sin duda alguna que había judíos en Armenia en la época medieval. La fecha más antigua que figura en las lápidas es 1337. Las pruebas siguientes sobre la existencia de judíos en Armenia son solamente del siglo XIX.
Hoy día hay en Armenia cerca de 700 judíos, su mayoría en Ereván, la capital. La mayor parte de ellos son de origen ashkenazí, y el resto son familias judías de Georgia. Judíos de Polonia y Persia comenzaron a llegar a Armenia a comienzos del siglo XIX. Desde 1840, colonos judíos crearon las comunidades ashkenazíes y sefaraditas de Ereván.
Hasta 1924 el Beit Knesest sefaradí “Siaj Mordejai” era el centro principal de la comunidad judía.
La comunidad judía moderna se encuentra formada principalmente de judíos que llegaron a Armenia a partir de los años 30, de diferentes repúblicas de la ex unión soviética. Armenia atrajo a los judíos por ser un lugar de relativa abundancia y poco antisemitismo, uno de los líderes de la comunidad me dijo en mi visita a la misma: “el Cáucaso no es como Rusia… no hubo antisemitismo en Armenia”. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, pasaron cientos de judíos por la Armenia soviética. La población judía en Armenia creció hasta llegar a 5000 personas. En 1959, la población judía llegó a su apogeo en la Armenia soviética, con cerca de 10.000 personas. Una nueva ola de inmigrantes judíos llegó a la ciudad entre 1965 y 1972, en especial gente con educación académica, soldados e ingenieros. Dichos judíos llegaron de Rusia y Ucrania, buscando una sociedad más liberal. Entre 1992 y 1994, más de 6000 judíos realizaron aliá a Israel, debido a la desconexión política y a los problemas económicos de Armenia.
Actualmente, quedan cerca de 700 judíos y quizás incluso menos. El estado ya no es un destino atractivo tanto a nivel económico y cultural, como a nivel de judaísmo. Muchos armenios dejan el país y dentro de ellos también judíos. A pesar de que luego de la caída de la cortina de hierro y la democratización comenzó una ola de despertar espiritual y judía en el país, aún es difícil mostrar un cambio significativo. En Ereván hay una pequeña sinagoga y no hay mikve. El número de matrimonios mixtos es relativamente alto. En shabat hay tefilot así como también los lunes y jueves. De forma simbólica, llegué a mi visita a Armenia el 10 de Tevet y tuve el mérito de rezar la plegaria de shajarit en un minián local. Muy pocos judíos asistieron a la tefilá, y los que sí lo hicieron fue sin duda con gran esfuerzo. La plegaria la realizaron con la ayuda y guía constante del rabino local de Jabad, el rabino Meir Borstein. El Rab Borstein se encuentra allí hace varios años y realiza muy grandes esfuerzos para preservar la llama judía del país, realizando actos de bondad y brindando clases de Torá.
Los judíos armenios son considerados una minoría en Armenia y como tal tienen ciertos derechos. Los armenios no se refieren a los judíos como armenios sino como judíos. A sus ojos, debe haber congruencia entre la identidad nacional y religiosa, y dado que el 93% de la población es cristiana, aquellos que tienen una religión diferente no son parte del colectivo sino tan solo una minoría.
Los que respetan el shabat
A pesar de los pocos judíos que hay en Armenia, hay un grupo especial, en el pueblo de Sabán, el cual preservó la llama judía ardiendo durante años. La visita a los subotniks judíos fue para mí una experiencia sumamente especial en mi travesía por Armenia. Viajé de Ereván a Sabán, el viaje es a lo largo de las montañas y cuánto más subimos, la temperatura es más baja. Llegamos a 20 grados bajo cero y por suerte la visita no fue en el mes de enero, donde la temperatura llega a 30 grados bajo cero. Esta parte de la tierra es denominada por los armenios, “la Siberia armenia”, debido al gran frío y a la fuerte nieve. Sin embargo, a pesar del frío externo tuve el mérito de recibir calor interno. Luego de una hora de viaje, entré a la casa de una de las familias de los subotniks judíos, donde se juntaron para la reunión varias decenas de personas en un pequeño cuarto. Hombres y mujeres adultos se sentaron con sus gorros y camperas alrededor de la calefacción.
Luego del recibimiento y los saludos, les pregunté: “¿cómo se denominan a ustedes mismos?” y la respuesta no tardó en venir: “subotniks judíos”. La comunidad de Sabán es parte de 10.000 – 15.000 subotniks los cuales se encuentran dispersos por la ex unión soviética. En la unión soviética en general y en ciertos lugares alejados en Rusia, existen comunidades de subotniks los cuales se ven a sí mismos como judíos o de hecho rusos de religión mosaica. Durante años preservaron su judaísmo bajo el gobierno del Zar y el gobierno comunista, mucho más que comunidades judías las cuales encontraron en esto dificultades. A lo largo del tiempo, parte de éstos realizaron aliá.
El origen de los subotniks se encuentra en la historia rusa de hace 200 años atrás. El significado de la palabra “subotnik” proviene del idioma ruso “subota” – “quien respeta shabat”. A fines del siglo XVIII tuvo lugar un interesante fenómeno en Rusia, grupos de cristianos comenzaron a adoptar una forma de vida judía. Al comienzo se transformaron en “judaizantes” es decir vivían como judíos aunque más tarde parte de ellos pasaron un proceso de conversión y se unieron al pueblo en forma oficial. La ola de conversiones al judaísmo en Rusia llegó a su apogeo a comienzos del siglo XIX. Varios pueblos e incluso distritos completos de habitantes de distintos nivel sociales, comerciantes, artesanos y campesinos, vinieron en masa y se unieron al pueblo judío.
Los subotniks judíos de Sabán, Armenia, rezan todos los shabatot en conjunto. En shabat por la noche les es difícil encontrarse debido al frío, pero por la mañana siempre se juntan incluso si no hay minián. Hoy día hay cerca de 50 subotniks en el pueblo, y rezan en una casa privada, sin embargo en los años de florecimiento de la comunidad, en los años ´30 del siglo XX, vivían 500 familias en el pueblo, más de 2000 personas. En el pasado imprimieron un sidur en hebreo y ruso antiguo y había una sinagoga con grandes minianim en shajarit y arvit. Había asimismo un mohel y un shojet y por supuesto que todos los hombres se encuentran circuncidados. A lo largo de los años no había mikve en el lugar, pero las mujeres siempre fueron a realizar la inmersión ritual a los baños públicos. Todos los subotniks se casaron entre ellos.
Cuando los subotniks judíos llegaron a dicho lugar, la zona se encontraba despoblada y no había en ella armenios. Durante años continuaron hablando ruso, a pesar de que los otros habitantes hablaban armenio. A la entrada del pueblo de Sabán, en el pueblo Yelinovka, hay un cementerio de los subotniks judíos el cual se encuentra cercado, cuenta con un maguen David y con lápidas con nombres en hebreo. Las primeras de ellas, son de 1881.
Por lo visto, los subotniks judíos de Sabán fueron exiliados a la zona sur de lo que era en ese entonces el Imperio Ruso, después de 1830, cuando el Zar Nicolás I ordenó que los eslavos que niegan la ortodoxia cristiana no “impurifiquen” a las masas creyentes. Durante el gobierno soviético, esta zona del imperio gozó de libertad de culto e incluso cuando no había judíos en Armenia debido al gobierno comunista, los subotniks judíos preservaron la llama judía encendida en el país.
Una linda leyenda cuenta porqué los subotniks fueron exiliados de Rusia durante la época del Zar: “en 1851, a mediados de la guerra, el Zar Nicolás fue a controlar a su ejército y al ejército Caucaseo que se encontraban en el frente. Los soldados lo recibieron como era costumbre, con “pan y sal”. Sin embargo, otros soldados, los cuales también ellos parecían caucáseos, lo recibieron con un libro de la Torá en la mano, además de con pan y sal. Cuando los soldados se pararon en orden, en honor a la llegada del Zar Nicolás, todos se sacaron el sombrero en su honor, sin embargo parte de los soldados del Cáucaso no se sacaron sus sombreros.
El Zar, el cual se encontraba preocupado de que se realice una revolución en su contra, preguntó por qué los soldados no se quitan su sombrero. El general a cargo respondió: “respetado Zar. No es una revolución, su religión no les permite quedarse con la cabeza descubierta. Ellos son hijos de la religión mosaica”. A lo que el Zar respondió: “¿mis soldados del Cáucaso son judíos? No puede ser. Yo les voy a enseñar a esos “perros” que quiere decir ser judío y cuál es la verdadera religión y ordenó dispersar a los soldados judíos, subotniks, por toda Rusia – de Siberia a Armenia…”
Hoy día, Iuri ben Aharón, Ishai ben Zechariá y otros subotniks judíos intentan seguir preservando su judaísmo, a pesar de que muchos jóvenes abandonaron el pueblo. Cuando los últimos miembros de la comunidad fallezcan, será este el fin de 200 años de sacrificio y entrega de los subotniks, en Armenia y en comunidades dispersas por toda la ex Unión Soviética.
Cuando le pregunté a Iuri ben Aharón qué es lo que los preservó durante los años, me respondió: “la fuerza de la fe”.
Rabino Eliahu Birnbaum