Mauricio: el jardín del Edén, cárcel para inmigrantes judíos ilegales y una pequeña comunidad

Hay quienes se preguntan: ¿Dónde está el Jardín del Edén? ¿En el cielo o en la tierra? ¿Se trata de un sitio utópico o real? A estas interrogantes el escritor norteamericano Mark Twain respondió: “En el principio Dios creó a Mauricio y luego creó también  el Edén”, lo cual nos indica que en su opinión el paraíso fue creado según el modelo de esta isla… y efectivamente, quien la visita logra entender muy bien estas palabras y sentirse en una especie de paraíso terrenal.

Tras volar dos horas a Estambul y luego otras doce hasta Mauricio llegué a mi destino que está situado en el océano índico. Uno de mis aeropuertos favoritos es el de Estambul, amén del café turco que se puede degustar, allí se puede ver una conexión increíble entre oriente y occidente, personas con indumentarias, pigmentación y religiones diferentes que conforman una especie de microcosmos del mundo.

Mauricio es una isla tropical y alejada en el océano índico, situada a 800 kilómetros de Madagascar y a 2000  de las costas sudafricanas. Viven allí en gran armonía un millón y medio de habitantes, la totalidad de los cuales, de hecho son inmigrantes hindúes, musulmanes, africanos y europeos pertenecientes a diferentes denominaciones religiosas. La sinergia entre el estilo de vida occidental, el africano y el oriental está sumamente presente y es muy tangible en esta isla. Mauricio es una mezcla sutil de culturas, costumbres y tradiciones hindúes, chinas, africanas, francesas y británicas.

El lado judío de la isla: la inmigración ilegal a la tierra de Israel

A lo largo de la historia nunca hubo en Mauricio una comunidad judía activa, sin embargo, judíos llegaron  a esta isla por causas de fuerza mayor. Una de las historias interesantes del proceso que condujo a la constitución del estado de Israel y que conecta a Mauricio con nuestra tierra prometida es la expulsión en dirección a la isla de miles de inmigrantes judíos que llegaron a las costas de la tierra de Israel de manera ilegal, por lo que, forzados por las circunstancias desarrollaron en la isla una rica vida judía.

El inicio del arribo de judíos a Mauricio se origina en el puerto rumano de Tulcea en el año 1940. Allí subieron a bordo unos 3.600 judíos provenientes de Alemania, Austria y Checoslovaquia que huyeron del gobierno nazi navegando por el Danubio hasta el Mar Negro en tres barcos para continuar desde allí hacia las costas de la tierra de Israel. Empero cuando las tres naves, Milos, Pacific y Atlantic arribaron a la Bahía de Haifa los británicos los expulsaron en el marco de su lucha contra la inmigración judía ilegal y a los efectos de disuadir a posibles futuros intentos inmigratorios. Tras estos intentos fallidos las autoridades de la Haganá decidieron evitar que el barco “Patria” abandone el puerto de Haifa para lo cual colocaron una mina junto al casco de la embarcación y la activaron el 25 de noviembre de 1940 pero desafortunadamente generaron un daño mayor del planificado. La nave se hundió y 267 personas resultaron ahogadas (216 de las víctimas eran judíos y la mayor parte del  resto  soldados británicos). Finalmente, los sobrevivientes del “Patria” fueron autorizados a quedarse en la Tierra de Israel y se descontaron de la cuota de inmigración judía autorizada, pero los 1580 pasajeros del “Atlantic” fueron deportados a la isla Mauricio en el océano índico que estaba también bajo gobierno británico. El objetivo era alejar a los inmigrantes judíos ilegales y encerrarlos en prisiones hasta que concluya la guerra.

Unos 1580 exiliados, 849 hombres, 635 mujeres y 96 niños fueron alojados en un campamento junto a la ciudad de Beau Bassin. Al llegar a la isla los judíos se sorprendieron de la belleza de los paisajes, de los bosques, las playas y los volcanes. Sin embargo, no se quedaron en la costa sino que fueron llevados a un campamento en el lado occidental de la isla que es una zona de pantanos y de malaria. Al principio padecieron las condiciones del campamento y de enfermedades tales como el tifus amén del estrés del pasaje del clima europeo al tropical. Sin embargo, rápidamente se acostumbraron a las condiciones de su nuevo hábitat y formaron una comunidad judía activa y dinámica. Los hombres fueron separados de las mujeres mediante un alto muro. Más adelante se le permitió a las parejas casadas reunirse de modo tal que nacieron unos sesenta bebés judíos sobre suelo isleño. El único judío que casualmente residía en la isla cuando llegaron los deportados era Isia Berguer. Proveniente de Lituania, llegó a la isla en 1937 y se casó con una lugareña. Berguer intercedió en favor de los refugiados y fue el único enlace entre los judíos de Mauricio y el Consejo de Representantes de las Comunidades Sudafricanas.

Es difícil de describir la intensidad de la vida social, religiosa y educativa que se desarrolló en el campamento de refugiados a pesar de lo difícil de las condiciones físicas. Los deportados instalaron talleres, celebraron el Shabat y las fiestas, mantuvieron una sinagoga con rezos diarios, Talmud Torá para los niños y movimiento juvenil para los muchachos, se dictaron conferencias y se imprimió un periódico. La agenda cultural del campamento incluyó teatro y ópera judíos.

Al finalizar la guerra se le permitió escoger a los prisioneros entre regresar a sus países de origen o inmigrar a la Tierra de Israel. La mayor parte de los sobrevivientes del holocausto detenidos prefirieron ir a la tierra prometida tal que el 11 de agosto de 1945 1310 de las personas que habitaron el campamento abandonaron la isla salvo 127 que no sobrevivieron al período de reclusión.

Cementerio

La visita al pequeño cementerio de Mauricio fue muy emotiva. Allí están enterrados 127 hombres y mujeres de entre los deportados que fallecieron en la isla. En mis diferentes viajes por el mundo judío una de las reglas que me sirven de  guía es la siguiente: “si quieres conocer una comunidad judía en el pasado y el presente ve al cementerio”. Allí generalmente están enterrados los secretos comunitarios, las historias sobre las personas individuales que  conforman el panorama general de la congregación. Al visitar el cementerio, a pesar de los paisajes bonitos y el silencio imperante pude escuchar las voces de los inmigrantes ilegales, su deseo de arribar a la Tierra de Israel y el orgullo judío que mantuvieron durante los años de su exilio en Mauricio. Junto al cementerio hay un pequeño museo que describe la historia de los deportados y su vida en el campamento.

Comunidad judía

La mayoría de las personas desconocen la historia de los judíos en Mauricio y entre mis amigos hubo quienes sospecharon que mi viaje era de carácter puramente turístico sin conexión alguna con temas judaicos.

Actualmente en Mauricio reside una comunidad judía joven y diminuta que cuenta con menos de cien miembros en medio de una población general de millón y medio de habitantes. La comunidad fue fundada en el año 2005. Puede decirse que los judíos carecen de raíces en la isla pues estos no descienden de los deportados de la segunda guerra mundial, sin embargo, esto no significa que no tengan aquí futuro.

Los judíos de Mauricio provienen de Australia, Inglaterra, Estados Unidos e Israel. Esto nos enseña que el fenómeno de la migración judía no es algo del pasado sino que continúa en el presente. También hoy día somos testigos del movimiento de judíos de país en país y a veces también de continente en continente por efecto de las condiciones del entorno y necesidades diversas.

Las comunidades pequeñas en el mundo

Si bien el Rabino Soloveitchik escribió que incluso “dos judíos aislados pueden conforman una comunidad” a final de cuentas es muy difícil mantener una sin una masa crítica mínima.

En el mundo judío existen miles de comunidades las cuales se clasifican entre muy grandes (más de 200.000 judíos), grandes (hasta 100.000), medianas (hasta 50.000), pequeñas (hasta 2.000), muy pequeñas (hasta 1.000) y diminutas con menos de 200 miembros. Los desafíos a los que se enfrenta una comunidad diminuta son sin duda distintos que los que se presentan ante una grande. Es imposible ignorar que los datos demográficos influyen sobre la condición social, espiritual y educativa de la comunidad pues es necesario un quórum mínimo para poder llevar a cabo servicios religiosos, mantener un jardín de infantes judío, una escuela, actividades comunitarias y por supuesto participar del presupuesto comunitario. La comunidad de Mauricio pertenece a la lista de comunidades diminutas de hasta cien miembros como lo son por ejemplo Jamaica, Zimbabue, Módena, Palma de Mallorca, Namibia, Alaska y Surinam. Estas comunidades luchan por mantener la vida judía mediante ingentes esfuerzos y a pesar de su reducido número.

Por Rabino Eliahu Birnbaum