¿Cómo se sienten los judíos de la diáspora durante las fiestas navideñas? ¿Qué influencia tiene esta fiesta sobre la existencia judía y el riesgo de asimilación? ¿Qué tiene permitido y prohibido hacer un judío en estas fechas? ¿Acaso están definidas estas fechas del final del calendario civil como fiestas idólatras para los gentiles?
Allí, el régimen logró erradicar la celebración de la navidad y el pueblo logró preservar la atmósfera festiva canalizando sus emociones hacia una fiesta “super kosher” en cuanto a su secularidad como lo es el año nuevo civil. Esta era la única celebración no comunista a lo largo del año y por esa razón se enraizó tan profundamente en los corazones de los habitantes de la Unión Soviética durante ese período.
Los judíos que viven en la diáspora en medio de sociedades mayoritariamente cristianas no pueden pasar por alto estas celebraciones que incluyen el decorado de las calles y tiendas, música alusiva que se escucha en todos los espacios públicos, al punto que hasta los niños judíos piden a sus padres recibir regalos al igual que los demás niños del país.
Para nuestros lectores israelíes que nunca vivieron en el exterior, explicaremos a continuación una serie de conceptos relativos a estas fiestas.
La navidad es considerada por la enorme mayoría de los cristianos del mundo entero como la fecha del nacimiento de Jesús, a pesar de que esto carece de pruebas históricas fehacientes. La mayoría de las congregaciones cristianas celebran la navidad el día 25 de diciembre ya que se manejan de acuerdo con el calendario gregoriano, que fue establecido por el Papa Gregorio XIII en 1582. Sin embargo, otras congregaciones cristianas mantienen el calendario juliano -que fue establecido por Julio César en todo el Imperio Romano en el año 45 A.E.C.- celebran el nacimiento de Jesús el día 7 de enero.
La noche de navidad es llamada por los jasidim “Nitel Nacht”. Durante la nochebuena los jasídicos acostumbran a no estudiar Torá y a los efectos de llenar el tiempo de un modo apropiado se desarrollaron diferentes costumbres y actividades que van desde jugar ajedrez y cartas o la limpieza de armarios, hasta el cortado de papel higiénico para los shabatot de todo el año.
La noche del 31 de diciembre es llamada “Silvester” y es aquella en la que culmina el año civil y se inicia el nuevo según el calendario gregoriano. El nombre de “Silvester” se debe a que en esta fecha falleció el Papa Silvestre I en el siglo IV de la era común.
Además, según los cristianos el primero de enero, amén de ser el inicio del nuevo año, conmemora la circuncisión de Jesús quien según esta tradición nació el veinticinco de diciembre (ver arriba). En los Estados Unidos este día ha recibido el nombre de “The circumcision day”.
Preguntas halájicas respecto de esta época del año
En los días que van desde el 25 de diciembre hasta el 7 de enero, se despiertan en la diáspora diferentes interrogantes de tipo halájico. Por un lado, los judíos no quieren tomar parte en los festejos y en los eventos culturales asociados a estas fechas, empero, por el otro estas fechas han adquirido una significación social y ciudadana muy especial y aquellos judíos que salen a las calles por estas fechas no pueden cerrar sus ojos y dejar de ver, escuchar y hasta vivenciar la atmósfera tan particular que impera.
Muchas otras preguntas han sido formuladas respecto del uso del calendario gregoriano durante el año, por ejemplo, la celebración de un casamiento judío en la noche del 31 de diciembre y si esto genera o no apariencia de festejo de la fecha gentil. Sin embargo, creo que la pregunta más interesante es si está o no permitido comprar en las ofertas especiales que hacen los comercios previo al año nuevo. Como todos aquellos de entre ustedes que han viajado fuera de Israel en estas fechas saben, las ofertas suelen ser importantes y permiten ahorrar mucho dinero en la adquisición de productos. Sin embargo, estas ofertas se llevan a cabo en honor a la fiesta no judía que está en puertas y por ello surge la duda de si comprar implica de alguna manera participar de estas.
La Mishná en el Tratado de Avodá Zará (capítulo primero) trata el tema de si comerciar o no con gentiles en torno a la fecha de sus fiestas religiosas:
“Está prohibido comerciar con los gentiles durante los tres días anteriores a sus fiestas religiosas, tomar prestados objetos o prestárselos, tomar dinero prestado de ellos o prestárselo, cobrarles o pagarles una deuda. Rabí Iehudá dice: se les puede cobrar una deuda pues esto los entristece y entonces no alabarán a su dios. Le dijeron: si bien ahora los entristece, luego, al llegar el día de fiesta, al sentir que ya no deben dinero se alegrarán y le agradecerán a su dios”
De hecho, todo tipo de comercio con no judíos está prohibido en los días previos a sus fiestas, y Rashí lo explica de la siguiente manera: “Todo tipo de comercio con ellos está prohibido pues parece que el judío acepta de esta manera su festividad y su rito extraño”.
Sin embargo, más adelante en la historia, a Rabenu Guershom Maor Hagolá se le formuló la siguiente pregunta: ¿está permitido vender ropajes a un cura que los usará durante sus ceremonias religiosas? Su respuesta fue que “los judíos suelen comerciar con los gentiles en los día previos a sus fiestas y no habremos de prohibirles hacerlo, es mejor que trasgredan sin intención a que lo hagan premeditadamente, ya que su sustento depende de su comercio y además la mayor parte de los días de los años los gentiles tienen celebraciones y entonces el sustento judío se vería dañado si no comerciásemos con ellos en sus días festivos… por eso deja a los hijos de Israel que comercien, es mejor que incumplan sin querer a que lo hagan intencionadamente, tanto se trate de prohibiciones originadas en la Torá como en los rabinos”. (Responsa de Rabenu Guershom 21).
En su respuesta, Rabenu Guershom nos da dos criterios o explicaciones que se complementan mutuamente. Por una parte, es mejor que trasgredan inintencionalmente y por la otra su sustento depende de ese comercio. Dado que los judíos son una minoría que vive y comercia con una mayoría gentil, y dado que la mayor parte de los clientes son gentiles, dejar de comerciar con estos en sus días de fiesta implica una pérdida económica demasiado grande.
El Rabino Meiri se suma a esta opinión y dice:
“Empero en estos días nadie se cuida de abstenerse de esta prohibición, ni siquiera en el mero día de sus fiestas, ni los grandes eruditos, ni el rabino, ni el sabio, ni el alumno de sabios, ni los píos ni quienes pretenden parecerlo. Hay quienes argumentan que hoy en día por cuanto que los gentiles no realizan ofrendas idólatras comerciar con ellos en sus días de fiesta está permitido y hay quienes sostienen que esto es para evitar odios y discordias (Comentario de HaMeiri al Tratado de Avodá Zará).
Uno de los argumentos del Rabino Hameiri es que los gentiles de su época difieren de los gentiles a los que se refiere la Mishná y entran en una nueva categoría que es “naciones organizadas de acuerdo con sus normas religiosas” lo cual les excluye del rótulo de idólatras. “Por lo que veo estas reglas se refieren a los idólatras que adoran sus imágenes, empero en nuestros días está permitido…”
Una pregunta singular que devela el desafío que enfrentan las comunidades
La pregunta que me envió uno de mis alumnos que ejerce como rabino en una de las comunidades de Europa considero que da testimonio del gran desafío que las fiestas cristianas presentan a la identidad judía comunitaria:
“Tras cuatro años de trabajo en esta comunidad llegué a la conclusión que el mayor problema que enfrenta aquí la comunidad es el de la asimilación, la cual se intensifica año tras año. De cara al año nuevo civil próximo, pensé qué puedo hacer para de alguna combatir este terrible flagelo, tras una detenida reflexión decidí organizar una fiesta de año nuevo en la comunidad judía. Por supuesto que este proyecto encierra muchos problemas de tipo filosófico, técnico y hasta político. Llegué a la conclusión que cada judío que en esa noche no se encuentre en un sitio de esparcimiento gentil será para mí un éxito del pueblo judío. Por eso estamos organizando el evento con mucha ayuda de la oficina y espero que sea exitoso. El costo de este es muy elevado y el presidente de la Kehilá lo está costeando de su propio bolsillo. En el último momento decidí hablar con los muchachos para quienes está destinada la fiesta y ellos me preguntaron si va a haber o no tabique de separación entre hombres y mujeres. Yo contesté naturalmente que sí, ante lo cual me dijeron que era un gran error, que si lo hacía la mitad de los jóvenes invitados no asistirían. Mi pregunta es la siguiente: dado que el objetivo último de la fiesta es combatir la asimilación, ¿es posible no colocar el tabique divisorio y evitar así que buena parte de los invitados terminen asistiendo a sitios comparables a la puerta del infierno?
El rabino en cuestión quiere reforzar los muros protectores de la religión judía y evitar que los muchachos de su comunidad pasen la noche en compañía de gentiles, beban y se diviertan con ellos, exponiéndose a entrar en situaciones delicadas. Empero, para ello, él debe quebrar tabiques divisorios por partida doble, los de la fiesta y los de las limitantes halájicas. ¿Cuán lejos está permitido ir a los efectos de evitar la asimilación? ¿Hasta qué punto se puede llegar en el esfuerzo de velar por el futuro del pueblo judío en general y de cada judío en particular?
Por Rabino Eliahu Birnbaum