A lo largo de la historia las comunidades judías de la diáspora acostumbraron en sus servicios de Shabat y días festivos a agregar una plegaria por la paz y el bienestar del reino gentil que los alojaba. Si bien en todas partes el móvil y la intención de los judíos eran idénticos, el formato y el destinatario de la bendición variaba de país en país. A veces la plegaria iba destinada al Rey o a la Reina del país, otras, estaba dedicada al Conde o al Duque de la región, otras veces se dedicaba al Emperador, en ciertas comunidades como la judeo portuguesa de Amsterdam se rezaba por el bienestar de los miembros del Consejo de la ciudad e incluso se llegó a recitar por el Zar de todas las Rusias. Esta oración se conoce comúnmente bajo el nombre de “Aquél que concede la redención a los Reyes” que son las primeras palabras de su redacción, la cual reza: “Aquél que concede la redención a los reyes, el gobierno a los príncipes y Su Reino es eterno, que salva a Su siervo David de la pérfida espada, Aquél que en el mar abre un camino y en las tempestuosas aguas una senda, que bendiga, cuide, engrandezca, eleve y guíe a nuestro señor el rey ….. a su esposa la reina y a sus ministros. Rey de la misericordia, en Tu generosidad eleva y ennoblece su ……. y prolonga los días de su gobierno”.
Esta plegaria se recitaba en numerosas comunidades del viejo continente, especialmente en Europa Central, del norte, del sur y menos en la Europa Oriental y los países árabes. Uno de los primeros rezos por la paz y el bienestar del gobernante lo encontramos en un sidur español del año 1300 dedicado a “nuestro señor Don Fernando” (Fernando IV de Castilla quien reinara entre 1295 y 1315). En la gran mayoría de las comunidades ortodoxas se preservó el formato que aparece en el Sidur de Redelheim de 1799. Hasta el día de hoy esta plegaria aparece bajo distintas versiones en los sidurim de la diáspora y se recita tanto en hebreo como en las lenguas del lugar. Es importante destacar que esta plegaria se convirtió en parte integral de los servicios religiosos e incluso en países en los que con el tiempo se pasó a régimen republicano o el monarca falleció, en las sinagogas se continuó bendiciendo al rey como expresión de respeto de la comunidad judía para con el Estado y sus instituciones amén del deseo de preservar la tradición.
En las congregaciones ashkenazíes esta plegaria se suele recitar después de “Yakúm Purkán”, en las italianas después de la bendición para la comunidad y en las orientales y de los países árabes al abrirse el arca sagrada previo a la lectura de la Torá, cuando se elevan diversas plegarias tanto personales como comunales.
¿Cuál fue la motivación del recitado de esta plegaria por parte de los judíos de la diáspora a lo largo de tantas generaciones? ¿Acaso se trató de fidelidad al país e identificación nacional de los judíos con su sitio de residencia o se trató de la preocupación por la supervivencia judía en cada lugar?
Los judíos recitaron la bendición por la paz y el bienestar del rey tanto cuando se veían a sí mismos parte integral del país como cuando no eran más que una minoría perseguida cuyo destino dependía de la protección del gobierno. A veces esta plegaria se elevaba por propia voluntad con una profunda identificación con los soberanos por ser estos justos y benevolentes con los judíos y otras se recitaba solamente de la boca para afuera para cumplir formalmente con el rito y no despertar el enojo de las autoridades hacia la congregación por no bendecir a los gobernantes. En algunos casos, los judíos trabajaban para el erario real y debían orar públicamente en pos del bienestar y suceso del monarca, debiendo pagar parte de los impuestos en dinero y parte con plegarias. En algunas de las versiones de esta plegaria es dable percibir su estilo adulador al reino, así como también un sincero sentimiento de agradecimiento e internalización de los valores de libertad, igualdad y fidelidad a la patria.
En otros casos nos encontramos con formatos de plegaria muy inteligentes en los que, tras bendecir al rey, al emperador o al gobierno local se ora por la salvaguarda del pueblo judío: “Rey de reyes, en Tu inmensa misericordia pon clemencia en el corazón del gobernante y en el de sus asesores para que obren con bien con nosotros y con nuestros hermanos todos hijos de Israel, que en los días de su vida y la nuestra Judea e Israel sean redimidos, puedan morar seguros y arribe el salvador a Sión, que sea esta Su voluntad y responderemos Amén”. Tal como se desprende de este texto, nosotros oramos por ustedes los gentiles, pero ustedes deben también poner de vuestra parte y cuidar a los judíos del lugar.
La necesidad de orar por el bienestar del reino gentil no es una cuestión nueva, sino que tiene fundamento en las diferentes fuentes. En Pirkei Avot (tratado de la ética de los patriarcas) Rabí Janina el Vice Sumo Sacerdote, que era un visionario en lo que a política se refiere, dijo: “Has de orar siempre por la tranquilidad del reino que de no ser por el temor que este infunde se comerían vivos los unos a los otros” (3:2). Rabí Janina ve en la autoridad gubernamental un factor decisivo en la preservación de la paz social. Rabí David Abudraham escribe: “Se acostumbra a bendecir al rey y pedir a Dios que lo fortalezca y le permita derrotar a sus enemigos” (Abudraham, Leyes de la lectura de la Torá 37).
En la plegaria que elevara el Rey Salomón en el día de la inauguración del Sagrado Templo leemos: “Bendice también al extranjero gentil que llegue a tu morada desde tierras lejanas en pos de Tu Nombre” (Reyes I 8:43). Como vemos, nuestro monarca también destinaba el Templo de Jerusalén a los rezos de los gentiles transformando así el santuario judío en un sitio universal.
En el año 1933, tras el ascenso de Hitler al poder, las comunidades judías de Alemania se enfrentaron a un dilema interesante: ¿se debe o no continuar recitando la plegaria por el bienestar del gobierno? ¿Acaso corresponde seguir alentando al tercer Reich mediante nuestras oraciones? ¿Se debe modificar la costumbre o mantener intacto el protocolo del rezo? En cada sitio la respuesta comunitaria fue diferente, hubo congregaciones que inmediatamente dejaron de recitar la plegaria, otras continuaron haciéndolo modificando el formato y omitiendo expresiones problemáticas tales como “nuestra amada patria”, y hubo aquellas que continuaron recitándola en su formato completo para no modificar la costumbre. De todas maneras, la plegaria por el bienestar del país dejó de recitarse en toda Alemania a partir de “la noche de los cristales” que tuvo lugar en noviembre de 1938.
En una de mis visitas a sinagogas recónditas, llegué a la de la localidad piamontesa de Cúneo, capital de la región homónima, al pie de los Alpes en el noroeste de Italia. En su biblioteca encontré una bendición especial redactada por los líderes comunitarios en favor del Emperador Napoleón y su esposa. A finales del siglo XVIII y en virtud de la conquista francesa del norte de Italia y el Piamonte la situación de los judíos mejoró sensiblemente. Napoleón jugó un papel importante en la concesión de igualdad de derechos a los judíos de Francia y del norte de Italia. Probablemente esa sea la razón por la cual los judíos de la importante comunidad de Cúneo en la región del Piamonte decidieron dedicarle una bonita y especial bendición especial al emperador francés que se había transformado también en rey de Italia. Dado que este rezo no es conocido en el mundo judío la transcribiré aquí en toda su extensión.
“Contempla desde Tu sagrada morada y bendice, protege y asiste a nuestro Señor Napoleón emperador de Francia y rey de Italia Amén.
Bendícelo con bendiciones celestiales, longevidad y largos días en el ejercicio del gobierno Amén.
Protégelo cual pupila, y corónalo con eterno esplendor Amén.
Derrota a quienes contra él se levanten, que en sus días reinen la paz y la calma Amén.
Envíale tu luz y tu ayuda para que lo guíen, y que sea siempre resguardado por la verdad y la gracia Amén.
Envuelve en honor y esplendor a su amada y magnífica Lucía, gloria de su reino Amén.
Que su majestad nuestro monarca se eleve hasta lo alto junto a su sublime familia Amén.
Que tu pueblo Israel halle siempre gracia y misericordia ante sus ojos y los de sus consejeros Amén.
Que en los días de su vida y en los nuestros Judea e Israel sean redimidos, puedan morar seguros y arribe el salvador a Sión Amén.
Que las palabras de nuestra boca y nuestro corazón sean recibidas según Su voluntad Dios nuestro, nuestra roca y nuestro redentor Amén.”
El recitado de plegarias por el bienestar del reino en cada sitio es sin duda una consecuencia del hecho de que el judío fue un pueblo errante. A lo largo de los años los judíos y sus comunidades se transformaron en cosmopolitas y multiculturales aprendiendo a adaptarse a las condiciones que dictaron tanto el tiempo como el lugar, así como también a los cambios políticos que sobrevinieron en los diferentes países en los que radicaron.