Papúa, Nueva Guinea, es uno de los países más distanciados de la cultura occidental pero incluso allí hay habitantes que se identifican como descendientes de las diez tribus perdidas y preservan tradiciones judías. Una expedición judía en un mundo perdido.
Tras cuarenta horas de viaje por aire, mar y tierra llegué finalmente a la aldea de Balimo en Papúa Nueva Guinea, uno de los países más alejados del mundo occidental tanto geográfica como culturalmente. El interminable viaje incluyó vuelos internacionales, vuelos domésticos en avionetas livianas, navegación en canoas y trayectos en jeep. Por lo distante del lugar pensé que quizás a este sitio se refirió el profeta Isaías cuando dijo: “Trae a mis hijos de lejos y a mis hijas del confín de la tierra”.
Siempre vi en los grandes viajeros judíos- Benjamín primero y segundo, Yaakov Sapir y el rabino Jaim David Azulay- ejemplos a imitar, por lo que decidí seguir sus pasos. Sin embargo, siempre ardió en mí el deseo de llegar a sitios, aldeas y tribus que ellos no alcanzaron a visitar. Creo que en esta travesía a Papúa Nueva Guinea se cumplió mi anhelo ya que llegué a aldeas nunca vistas por un hombre blanco, ni que hablar por un judío y menos por un rabino.
Una breve visita a Papúa demuestra sin lugar a dudas que la tesis que sostiene que vivimos en un mundo global no es cierta, este es uno de los países más primitivos del planeta y que aún no se ha expuesto al mundo occidental, famoso por sus fenómenos de canibalismo. El ochenta por ciento de los habitantes del país vive en aldeas, islas alejadas y cabañas a lo largo de los ríos. Solo un treinta por ciento de estos está alfabetizado y solo un diez por ciento está conectado a internet. Casi con certeza que esta es la razón por la cual este país se encuentra fuera del mapa turístico mundial. Me gusta viajar a países a los que la globalización aún no ha llegado y por lo tanto tampoco pudo atropellar a la cultura anterior. De esta forma descubrimos nuevos aspectos del mundo y del género humano.
Al encuentro de lo autóctono
Papúa Nueva Guinea se encuentra en el oriente de la isla de Nueva Guinea al norte de Australia. Al oeste de la isla se encuentra Indonesia. Papúa es una isla tropical cercana al trópico y más de noventa por ciento de su superficie está cubierta por bosques tropicales. La isla de Nueva Guinea es la cuarta del mundo en superficie.
Uno de los datos interesantes de este país es la existencia de ochocientas tribus que hablan más de ochocientos dialectos diferentes, sin duda la mayor diversidad lingüística del mundo. Algunos dialectos son hablados únicamente por un puñado de personas pertenecientes a una tribu determinada por lo que muchos de estos lentamente están desapareciendo. En este país se encuentra el doce por ciento de todas las lenguas habladas en el planeta.
Por supuesto que no viajé hasta Papúa solamente para ver paisajes bonitos o con objetivos aventureros sino para buscar el punto de contacto judío, en resumen, vine a visitar a la tribu Gogodela. El recibimiento que me dieron en el aeropuerto de la ciudad capital, Port Moresby, fue muy especial y emotivo. Los miembros de la tribu Gogodela cantaron “Hevenu Shalom Aleijem” y colocaron collares de flores alrededor de mi cuello según la costumbre local. Los hombres estaban con kipot y las mujeres lucían vestidos con estrellas de David y menorot.
Hace mucho tiempo que se rumorea respecto de la existencia de judíos en el océano pacífico. La idea de que hay judíos en Papúa Nueva Guinea o que parte de los habitantes de estas tierras tienen raíces biológicas judías acompañó a las primeras expediciones europeas en la región en el siglo diecisiete. Durante la era colonial en el océano pacífico se especulaba con la existencia de comunidades judías desconocidas y la posibilidad de que en estas islas se encuentren tribus perdidas.
En las dos últimas décadas del siglo diecisiete el explorador y aventurero inglés William Dampier (1652-1715) atravesó dos veces el océano pacífico. De acuerdo con los hallazgos de Dampier se creía que existe una raza de judíos en Nueva Guinea que podían descender de alguna de las diez tribus perdidas. Él agregó que es innegable que “muchos de los habitantes poseen características judías sumamente claras”. El Dr. James Egan Moulton, misionero metodista, llegó a la isla treinta años más tarde, en la década del sesenta del siglo XIX y vivió allí por tres décadas. Él también arribó a la conclusión de que la tribu Tonga es de ascendencia semita.
Descendientes de las tribus perdidas
A la tribu Gogodela la hallé junto a la aldea de Balimo. El encuentro fue increíble, comenzó con el izamiento de la bandera de Israel y la entonación del Hatikva. Nunca imaginé que escucharía el himno del Estado de Israel en tierras tan lejanas donde no hay ni comunidad judía ni embajada Israelí. Quinientas personas me dieron la bienvenida con cantos y danzas emocionados de que un judío proveniente de Jerusalém les estuviera visitando. Me contaron durante horas la historia de la tribu, me describieron sus antiguas tradiciones y su deseo de volverse a conectar con el pueblo de Israel. Los ancianos de la tribu tocaron el shofar para honrar al visitante jerosolimitano. Sobre una manta que sostenían durante la recepción estaba escrito:
“Bienvenidos a Papúa Nueva Guinea
El paraíso de la tribu perdida y encontrada de Benjamín
la tribu de Gogodela
Que el Dios Santo y Todopoderoso te bendiga
Amamos a Israel
Dios, bendice a Israel
Nuestro origen y nuestro destino
Nuestro comienzo y nuestro final
La tribu de Gogodela cuenta con una población de unas cincuenta mil almas distribuidas en tres aldeas. La mayoría profesa el cristianismo pero creen tener raíces judías. Su tradición indica que sus antepasados eran descendientes de las tribus perdidas que llegaron a la isla provenientes de Isarle Yavesh, y principalmente de Yabi Saba (“el primer sitio” en su lenguaje) que no es otra que la mismísima Jerusalém. En efecto, en cada conversación o evento en los cuales mencioné Jerusalém mis interlocutores vitorearon con entusiasmo.
Según sostienen, ellos cuidaron los preceptos de Shabat y Brit Milá hasta que llegaron los misioneros a comienzos del siglo XX. Cuentan que uno de los ancianos de la tribu itineraba entre las aldeas circuncidando a quienes lo requerían. Este poseía un cuchillo especial y curaba la herida de la circuncisión con diferentes hierbas. Mis anfitriones enfatizaron que entre las diferentes tribus de la isla la única que circuncidaba era la de Gogodela.
Actualmente, aquellos miembros de la tribu que desean retornar al judaísmo son circuncidados. Otra de las tradiciones que cuidaban era la separación entre marido y mujer durante los días de la menstruación y tras un nacimiento. Los miembros de la tribu acostumbraban a tocar el shofar para congregar a la comunidad y quien se ocupaba de dar sepultura a un muerto posteriormente se purificaba. Ellos creen que el dialecto Gogodela es hebreo en su forma más pura y original.
Origen según la tradición
Cuando llegué a la aldea de Balimo descubrí que ellos la llaman en hebreo “Eretz Beula” (tierra mancillada o sometida), nombre adjudicado por los misioneros. Quise explicar a mis anfitriones que ese nombre en hebreo no suena elogioso y que de todas maneras no corresponde conservar un nombre dado por misioneros. Propuse que llamen al lugar “Eretz Gueulá” que significa tierra de redención, y aceptaron la propuesta alegremente.
La mayoría de los miembros de la tribu descansa el domingo. En los últimos años un pequeño grupo de personas comenzó a cuidar el sábado como parte de su deseo de retornar a la tradición de sus ancestros. En el año 2005 el jefe de la tribu de nombre Tony Waiza- quien me acompañó a lo largo de mi visita- cuidó Shabat por primera vez en Papúa Nueva Guinea abriendo así una senda de retorno a la tradición de los ancestros. Actualmente también aquellos que guardan Shabat se encuentran en medio de un proceso de elaboración espiritual y oscilan entre el judaísmo y el cristianismo: estudian Torá y el Nuevo Testamento, creen en Moshé y en Jesús. Se trata de un tipo de cristianismo mesiánico combinado con raíces judías.
Hace unos años un equipo del Centro de Estudios Judaicos de la Universidad de Londres vino y tomó muestras genéticas con la esperanza de encontrar conexión a un posible origen judío. Los resultados no fueron contundentes. El jefe de la investigación, el Profesor Parfitt, sugirió que los resultados parecen indicar que si bien la tribu Gogodela es genéticamente diferente a las demás tribus isleñas carece de un vínculo especial a pueblo alguno de la zona mediterránea. En la práctica, la raíz judía de la tribu Gogodela se basa principalmente en la tradición oral tribal que se transmitió de generación en generación. Esta tribu en particular y los habitantes de la zona en general carecen de lengua escrita por lo que las tradiciones se transmiten oralmente.
De todas maneras, los miembros de Gogodela se ven a sí mismos como la tribu número trece que se perdió y nada se supo de su existencia. Me explicaron que según sus tradiciones un día llegará un hombre blanco y los llevará de nuevo a Tierra Santa y les confirmará su pertenencia. De acuerdo a sus creencias, el Arca del Pacto y la vara de Aharón se encuentran en dos botes que los trajeron desde la tierra de Israel hace tres mil años. Estos botes están hundidos en una laguna y esperan poder encontrarlos para poder así confirmar su origen judío y retornar a la fe de sus ancestros. Ya se verá.