Por Rabino Eliahu Birnbaum
En esta parashá se establece uno de los principales pilares conceptuales de cuanto habrá de legislar el judaísmo sobre la vida del hombre. “Cuidaréis el cumplimiento de mis mitzvót (preceptos); el hombre que las cumpla vivirá en ellas”, advierte Dios al pueblo de Israel.
La expresión “vivirá en ellas” define una especial singularidad de la religión de Israel respecto de todas las demás. El judaísmo no sólo no rinde tributo a la muerte, no la idealiza ni es devoto de ella, sino que supedita a la vida todo su corpus normativo y legal. Los preceptos son entregados al hombre, al hombre íntegro, para que íntegramente viva con ellos y en ellos; para que viva… por lo que perderían sentido si por su causa el hombre cesase de vivir.
Pikúaj Néfesh” es la expresión hebrea que indica una situación de peligro para la vida física y temporal. No hay en la Torá expresión que posibilite concebir la muerte del espíritu ni la defunción del alma. La única muerte concebible es la física, la temporal, y al riesgo de que ésta ocurra se refiere la Torá cuando autoriza a transgredir sus propias normas, si ello pudiese definir a favor de la vida una situación de peligro real.
Nuestros sabios, exégetas y legisladores, han sido unánimes al respecto: nunca se debe poner las “normas para la vida” – las mitzvót – como obstáculo para la más mínima posibilidad de solución de un riesgo de vida. En casos de enfermedad, de guerra, de situaciones urgentes, son los propios sabios y líderes espirituales del pueblo de Israel quienes deben estimular con el ejemplo a omitir u obviar cuantas normas resulte necesario, si de eso puede llegar a depender siquiera una sóla vida. No sólo por un peligro de vida real está permitido profanar el shabát; también por la menor sospecha de tal peligro, es precepto positivo (y su omisión es transgresión) olvidar la norma en favor de asegurar la vida de quien más tarde la pueda cumplir.
En oposición, la religión judía, humanista por excelencia, considera pecado y transgresión capital la omisión de auxilio en este caso, al igual que el no procurar asistencia médica a un enfermo con pretexto de evitar transgresiones al shabát, o poner en riesgo toda vida por desnutrición, con tal de no transgredir los preceptos de kashrút. Y son los líderes espirituales, los rabinos en nuestro tiempo, los primeros comprometidos en el cuidado de la vida.
“Ajarai”, detrás mío, es la expresión con que los generales israelíes salen al combate; y es también la actitud con que los líderes religiosos de nuestro pueblo asumen el cuidado de la vida de su gente.