Una comunidad sin asimilación
El turista judío que llega a Panamá puede asombrarse de dos maravillas del mundo: el Canal de Panamá y el Rabino Sion Levy, Gran Rabino de la comunidad judía en Panamá.
Como se sabe, el Canal de Panamá es una importante vía marítima que atraviesa el istmo de Panamá en América Central, y que une el Océano Atlántico con el Océano Pacífico. Se trata de un canal con un sistema de esclusas cuya construcción implicó uno de los desafíos de ingeniería más difíciles de la historia. El canal fue construido durante varias décadas e inaugurado para el paso de naves en 1914.
Pero no menos esfuerzos y conocimientos de ingeniería se invirtieron en la comunidad judía de Panamá hasta llegar a la situación de hoy en día: una comunidad sin asimilación. Una de las situaciones actuales más características del pueblo judío disperso entre otros pueblos es el fenómeno de la asimilación y los matrimonios mixtos. Son pocas las comunidades que lograron ponerle freno para llegar a una situación sin matrimonios mixtos; Panamá es una de ellas, y el Rabino Sion Levy es el ingeniero que supervisó las tareas, con sabiduría y sensibilidad.
El Rabino Sion Levy desempeña sus funciones en Panamá desde hace 55 años; sin lugar a dudas se trata de un logro digno de mención en el Libro de Récords de Guinness del mundo rabínico.
Los primeros judíos que se establecieron en Panamá eran anusim, que en los siglos XVI y XVII llegaron a la entonces colonia española. La primera comunidad judía se creó en 1876; era una comunidad reformista llamada Kol Shearit, que existe hasta nuestros días.
En 1933, judíos llegados de Siria crearon la comunidad Shevet Ahim, hoy en día la comunidad madre en Panamá. En aquellos tiempos se creó también una tercera comunidad, Bet El, fundada por judíos askenazíes que habían huido del nazismo.
Hoy en día se estima que en Panamá hay unos 10.000 judíos, en su mayoría de origen sirio (fundamentalmente de Aleppo), algunos askenazíes y no pocos israelíes llegados con el paso del tiempo.
A mi entender, Panamá es el único país del mundo (a excepción del Estado de Israel) en el que hubo dos presidentes judíos: Max del Valle en 1964-1968, y Eric del Valle Maduro en 1987-1988.
Shevet Ahim es un ejemplo de una comunidad que cuenta con toda la infraestructura judía, religiosa y educativa, para preservar la existencia judía. Tal como me dijera el Rabino Sion Levy en nuestro último encuentro en Panamá: “En Panamá hay todo lo que hay en la Tierra de Israel, a excepción del Muro de los Lamentos”.
La comunidad cuenta con dos sinagogas y una tercera en construcción, restaurantes kasher, mikvaot, tres escuelas judías, una yeshivá, un kolel, un instituto de formación docente para mujeres, etc. Todo ha sido construido con gran lujo y magnificencia, porque el Rabino Sion Levy insiste en que el recinto de oraciones no debe ser menos espléndido que las casas de los miembros de la congregación.
La red escolar enorgullece a la comunidad y forma parte de los esfuerzos del Rabino Sion Levy para sentar las bases de la educación judía y la vida espiritual. La escuela más grande se llama “Albert Einstein” y cuenta con 1.000 alumnos; la “Academia Hebrea” tiene 500 alumnos y orientación religiosa ultraortodoxa, y la tercera escuela, “Ytzhak Rabin”, pertenece a la congregación reformista de la ciudad.
Todos siguen al Rabino Sion Levy
Pero nada surgió de la nada… Hay una mano orientadora en la ciudad, que durante muchos años se ha ocupado de la preservación y crecimiento espiritual de la comunidad: el Rabino Sion Levy, que ejerce sus funciones rabínicas desde hace 55 años.
Quienes conocen el mundo rabínico, sin dudas han oído hablar de la figura peculiar del Rabino Sion Levy, que además de ser un gran erudito y emitir dictámenes rabínicos, es un gran líder.
El Rabino Sion Levy fue una de las eminencias de la yeshivá Porat Yosef, y condiscípulo del Rabino Ben Zion Abba Shaul, el Rabino Haim David Halevi, el Rabino Shloush y el Rabino Ovadia Yosef. Durante 13 años estudió en jevruta con el Rabino Ovadia Yosef shelita. Sus rabinos más destacados fueron el Rabino Yaacov Ades z”l, el Rabino Ezra Attayah z”l, el Rabino Eliahu López z”l, el Rabino Ovadia Hadayah z”l y el Rabino Ben Zion Uziel z”l.
Pero el Rabino Sion Levy no acedió a abandonar la Tierra de Israel para marchar a Panamá hasta que el tribunal rabínico de Jerusalén, integrado por los Rabinos Herzog y Uziel, los Grandes Rabinos de aquel entonces, dictaminó que ejerciera sus funciones en Panamá: “Nos reunimos en carácter de Gran Tribunal Rabínico para dictaminar que el Rabino Sion Levy marche a santificar el Nombre de D’s en Panamá. Este dictamen es válido por dos años y posteriormente podrá ser reexaminado”.
La principal característica del Rabino Sion Levy es su capacidad de ver más allá de la realidad inmediata, no sólo con un anticipo de un mes o dos, sino de una década o una generación. Siempre pensó “en grande” sobre el futuro de la comunidad, y con ingentes esfuerzos e inagotable dedicación logró cumplir sus objetivos.
A pesar de su forma de actuar halájica, y tal vez precisamente por ella, el Rabino Sion Levy suele decir: “No siempre hay que darse la cabeza contra la pared. Si la comunidad no está preparada y dispuesta para consumir sólo Jalav Israel, no hay que complicarle la vida. ¿Qué sentido tiene repetir la amida si eso hace que no vengan a colocarse los tefilín y a rezar en el minián antes de ir a trabajar? ¿De qué servirá la inmersión ritual de los varones, si eso lleva a que las mujeres no entren a la mikve? Ésa es la forma de actuar del Rabino Sion Levy: dictámenes halájicos en consonancia con las necesidades de la congregación y su ritmo de progreso.
Con el paso del tiempo, el Rabino Sion Levy se convirtó en símbolo y ejemplo en el mundo rabínico en la diáspora. Tal como lo ha señalado en sus escritos: “Toda mi intención es dejar sentados por escrito los problemas que padecí, las luchas y dificultades para crear la comunidad, para que las generaciones venideras de rabinos y dirigentes los conozcan y no se dejen abatir por los problemas”.
El Rabino Sion Levy se ha impuesto cuatro principios básicos para liderar la comunidad, y los mantiene desde los inicios de su labor hasta el presente. Sin duda, los mismos pueden ayudar a los rabinos jóvenes que inician sus funciones en las comunidades de la diáspora:
1. No intervenir en la vida privada de los miembros de la comunidad, sino sólo en la vida pública y comunitaria.
2. Construir una infraestructura educativa para la generación joven, que influya sobre el futuro de cada judío de la comunidad.
3. No incluir los 613 preceptos en un solo bloque, sino avanzar paso a paso con cada precepto por separado.
4. No recibir pago por los servicios prestados, sino brindarlos sin retribución.
Recientemente se publicó un libro voluminoso titulado El líder y la comunidad. El Rabino Sion Levy y la comunidad Shevet Achim de Panamá, escrito y editado por Meir Miara, que despliega una amplia visión del quehacer del Rabino Sion Levy en la conducción de la comunidad.
Rabino Eliahu Birnbaum