Los hoteles del extranjero, tal cual parece, no se encuentran entre aquellas cosas que fueron creadas en el atardecer del sexto día de la creación, ya que la estancia en estos en esta era contemporánea se está tornando cada vez más compleja en lo que a la observancia del Shabat se refiere. En la mayoría de las metrópolis del mundo se están construyendo hoteles nuevos totalmente innovadores en cuanto a avances tecnológicos y ya quedan pocos de los antiguos que se parecían más a un hogar que a un edificio inteligente. Dado que yo paso buena parte de los sábados del año en diferentes comunidades me veo en la necesidad de encontrar soluciones halájicas a las diferentes dificultades que surgen continuamente.
En los hoteles me encuentro con un sinnúmero de dificultades y entre ellas: muy a menudo la puerta de ingreso es eléctrica y se activa automáticamente por medio de un sensor que detecta la cercanía de una persona; muchos de los hoteles cuentan con muchos pisos de altura y no siempre es posible encargar una habitación en un piso bajo y por lo tanto es necesario usar el ascensor para llegar a esta, especialmente en el caso de personas mayores; la iluminación en diferentes partes del hotel como lo son los pasillos, las escaleras y los baños se basa en el uso de sensores que encienden las luces al pasar una persona.
Las dificultades en el cumplimiento del Shabat acechan también en el interior de las habitaciones, empezando por la puerta de entrada que se abre mediante una tarjeta magnética, siguiendo por los sensores que van modificando la iluminación de la pieza de acuerdo con los movimientos del huésped. En más de una oportunidad los armarios poseen iluminación y dentro del refrigerador hay sensores que identifican el tipo de bebida que se escoge actualizando automáticamente la cuenta del huésped, y, últimamente el tanque de agua del inodoro y las diferentes llaves o canillas se activan ya automática y electrónicamente. En los hoteles más sofisticados las cerraduras poseen un código que transmite a la recepción cuando uno entra o sale de modo tal que allí se sabe constantemente si nos encontramos o no en la habitación.
Es claro que la mejor solución es procurar un hotel que carezca de estos sistemas, mas esto no siempre está en nuestras manos ya que muchas veces la reserva es efectuada por compañías comerciales y otras veces es necesario escoger un hotel que se encuentre en las cercanías de la sede comunitaria, de la sinagoga o del área más segura de la ciudad.
Quedarse en la habitación todo el Shabat tampoco parece una solución realista ya que en ese caso no se deleita el Shabat, sino que más bien todo lo contrario, una persona puede perder la cordura en virtud del encierro, amén de no acudir ni a los rezos, ni al kidush ni a las comidas sabáticas.
En el presente artículo me centraré en la resolución de uno solo de los diferentes problemas que pueden suscitarse y que continúa siendo el más frecuente en el área del hospedaje en hoteles en Shabat y es el de abrir la puerta de la habitación con la tarjeta magnética.
En términos generales, podemos decir que las diferentes autoridades rabínicas prohibieron el uso de tarjetas magnéticas para abrir puertas en Shabat ya que esto implica una activación eléctrica. Esta no es considerada como una acción que se realiza por si misma (“grama”) sino hecha de modo directo por la persona. Abrir una puerta de este modo se asemeja a todas las acciones eléctricas o electrónicas que se realizan sin que se encienda fuego ni filamento o alambre que se calientan como por ejemplo: el teléfono, la radio, el ventilador y el aire acondicionado; y a diferencia de aquellos casos en los que los filamentos o alambres sí lo hacen como los focos o lámparas y los calentadores de agua. Por lo tanto, la pregunta que surge es: ¿cómo hacemos para entrar o salir de la habitación?
Quisiera comenzar primeramente por una solución que no es de tipo halájico sino del orden estrictamente técnico, ya que muchas veces problemas halájicos encuentran su resolución en este ámbito. Mi propuesta es que en vísperas de Shabat usted llene de papel el espacio en el que debe ingresar el resbalón o pegarlo con cinta adhesiva. De esta manera se puede cerrar la puerta sin trancarla y por lo tanto abrirla sin necesidad de una tarjeta magnética. Por supuesto que en un caso así nos exponemos a un cierto riesgo en el ámbito de la seguridad en virtud de que la puerta queda abierta, pero si se trata de un hotel de cierta categoría generalmente posee personal de seguridad en la entrada por lo que no hay razón para temer. De todas maneras, en un caso así es mejor colocar todos los objetos de valor en la caja de seguridad y colgar el cartel “favor de no molestar” del lado de afuera para que durante Shabat no ingrese el personal de limpieza y deje sin efecto el “ingenioso mecanismo” que preparamos en la puerta de entrada o en el sistema eléctrico al interior de la habitación.
Entre las diferentes soluciones que proponen las autoridades halájicas a este problema considero que la más practica y sencilla es que un gentil abra la puerta con una tarjeta magnética. Esta solución se basa en el hecho de que la prohibición de abrir la puerta con tarjeta magnética es de origen rabínico y entonces está permitido ayudarse por un gentil, y además, la entrada y salida de la habitación tiene por objetivo cumplir con un precepto. En una de mis visitas a la comunidad judía de Guangzhou-China encontré una responsa interesante del Rabino Abraham Iosef, titular del Rabinato de la ciudad de Holón e hijo del finado Rabino Ovadia Iosef z”l, quien escribe lo siguiente:
“Respecto de vuestra pregunta sobre los hoteles de vuestra ciudad cuyas puertas se abren únicamente por medio de tarjetas magnéticas las cuales ciertamente están prohibidas para un judío en Shabat, y si pueden decirle a un gentil que tienen en la habitación un dulce para obsequiarle ante lo cual este comprenderá solo y subirá a abrirles la puerta (por supuesto que le obsequia un dulce o una botella de alcohol). Tras estudiarlo detenidamente me incliné por prohibirlo ya que esto implica decir a un gentil que realice para nosotros una labor (“amirá legoi”), y la promesa de brindarle un obsequio no es más que una insinuación ya que es claro para todos que la verdadera intención es que se le abra la puerta. Empero, consulté con mi venerable padre quien tras un detenido estudio decidió permitirlo porque está aquí en juego el precepto de deleitar el Shabat, ya que si la persona no entra a su habitación no puede descansar como corresponde y en caso de necesidad se puede confiar en la opinión de las autoridades halájicas que permiten indicarle a un gentil que realice una labor si es para cumplir con un precepto, y además en este caso el gentil tiene un disfrute personal de la acción en virtud del obsequio que recibe por lo que puede decirse que realiza la acción para su propio beneficio”.
Me parece que este dictamen del Rabino Iosef se basa en la opinión del Baal HaItur quien entiende que se le puede pedir a un gentil que realice una labor para un judío en Shabat si es para comer una de las comidas o para poder cumplir con un precepto (tal como figura en Ramá 276:2).
Otras autoridades rabínicas permiten decirle al gentil que abra la puerta no en beneficio del judío ni en aras de cumplir con un precepto sino en beneficio del mismo gentil, razón por la cual proponen decirle: “tengo algo bueno y sabroso para usted, pero se encuentra en mi habitación, mas no puedo entrar en ella”. Entonces, el funcionario gentil habrá de abrir la puerta en su propio beneficio y el judío también se verá beneficiado. Por supuesto que en un caso así es necesario preparar un regalo significativo para el funcionario. El problema que podría surgir es si el funcionario no entiende la insinuación o si sí la entiende, pero responde, como me ocurrió en más de una oportunidad: “muchas gracias, pero estoy a dieta y no como dulces”….
Dado que paso numerosos sábados en el extranjero a lo largo del año he experimentado y probado diversas soluciones al problema de la apertura de la puerta por parte de un funcionario del hotel. Recuerdo que una vez volví al hotel un viernes por la noche a una hora tardía, me dirigí a la recepción y expliqué al conserje que soy un judío observante y que nuestra religión no permite utilizar aparatos eléctricos en Shabat por lo que requeriré de su ayuda. El funcionario me respondió gentilmente que gustosamente me ayudará, mas tras transcurrir unos minutos el seguía quieto en su sitio sin dirigirse hacia mi habitación. Le pregunté si entendió lo que le dije y si me habría de abrir la puerta a lo que respondió: “Usted me dijo que no abre puertas en Shabat, pero hoy es viernes y no tiene problema alguno en hacerlo. Mañana le ayudaré a abrir”. En otra ocasión, después de que le di al funcionario una larga explicación sobre que los judíos observantes del Shabat no pueden abrir puertas eléctricas en este día, el funcionario me miro detenidamente con una mirada inquirente y con un dejo de sorpresa, como si le hubiese mentido o dicho una tontería pues me respondió: “¿Usted está seguro de que los judíos no abren puertas eléctricas en Shabat? Muchos judíos se hospedan en este hotel y yo veo que todos abren puertas eléctricas los sábados. Desde entonces aprendí que a los empleados del hotel hay que decirles que “nosotros los rabinos no podemos abrir puertas eléctricas en Shabat” para no provocar burlas sobre el pueblo de Israel. Afortunadamente, no me topé con conserjes que me digan que vieron rabinos que abren puertas eléctricas en Shabat…
De todas maneras, creo que una de las experiencias más especiales que viví en este respecto fue recientemente en un hotel en Brasil. El viernes por la noche un empleado del hotel me abrió la puerta después que le expliqué que no podía hacerlo. Al día siguiente, escuché toques en la puerta a las ocho de la mañana, era el mismo empleado de la noche anterior que dijo una frase sumamente lógica: “vine a ayudarle a salir de la habitación ya que si no podía entrar por la noche supongo que tampoco puede salir por la mañana y usted necesita ayuda el sábado”. Le agradecí de sobremanera la gentileza sin explicarle la diferencia entre entrada y salida ya que temí que no lo entendería.
Escuché una idea atribuida al Rabino Eliashiv de bendita memoria respecto de cómo ayudarse mediante gentiles en esta situación. En víspera de Shabat se le debe decir al funcionario de recepción que uno precisa rentar una habitación para el Shabat, pero para ello necesita poder hacerlo y eso incluye recibir una habitación a la que se pueda entrar en determinados horarios al regresar al hotel. En ese caso el gentil realiza la acción en su propio beneficio. Es menester recordar que en un caso así en el cual no se puede abrir la puerta mediante tarjeta magnética, esta última se vuelve Muktzé por lo que no se la puede cargar, y, además, normalmente en el extranjero no se cuenta con Eruv en Shabat por lo que en general no se puede cargar nada. Asimismo, quiero señalar que los circuitos eléctricos de la habitación se ven activados cuando se deja la tarjeta colocada en la pequeña caja que suele encontrarse junto a la puerta.
El Rabino Najum Rabinovich, decano de la yeshivá de Maalé Adumim nos brinda un dictamen interesante e innovador en su libro de responsa “Síaj Najum”. Allí él diferencia entre dos tipos de tarjeta electrónica, uno es la tarjeta que sólo sirve para abrir la puerta y el otro activa además toda una serie de sistemas eléctricos en la habitación y en el hotel. En el caso del primer tipo, el Rabino Rabinovich permite usar la tarjeta directamente por el judío sin la mediación de un gentil:
“Por lo tanto, si la tarjeta está destinada únicamente a abrir la puerta y el foco que se enciende en la cerradura es de tipo “led” se puede permitir abrir de un modo diferente al habitual (“beshinui”) pues no estamos ante el efecto de una labor prohibida sino únicamente ante una “acción típica de día hábil” (“ovadín dejol”) y entonces, en caso de no encontrar un no judío que pueda abrir por él la puerta, si bien estamos ante una acción prohibida rabínicamente, en caso de que se produzca una gran incomodidad o malestar por no poder ingresar a la habitación durante todo el Shabat debe permitirse pues en el peor de los casos estamos ante una situación que quizás podría ser “pesik reisha” (o sea, una acción que en si no está prohibida pero genera necesariamente una consecuencia que implica la realización de una labor) y cuando se sale de la habitación para asistir a una comida sabática, se trata de un apagado que no implica trasgresión a la Torá ya que se asemeja a extinguir una brasa de metal carente de carbón”.
El único problema en la implementación del dictamen del Rabino Rabinovich es que antes de Shabat es necesario saber de qué tipo de tarjeta electrónica estamos hablando, si sirve únicamente para abrir la puerta o si activa otro tipo de circuitos eléctricos en la habitación y en el hotel en general, y de acuerdo a mi experiencia, los empleados del hotel no suelen saber responder a una pregunta de este tipo sino únicamente los técnicos que diseñaron los sistemas o quienes les dan mantenimiento.