La tribu Igbo

Todo viaje es interesante, pero cuando se trata del continente africano siempre es diferente  y especial; y si se trata de Nigeria con el objeto de conocer a la tribu Igbo que sostiene descender de judíos sin duda es un destino apasionante. A pesar de la distancia, la dificultad y el peligro; cuando se procura entender fenómenos en el mundo judío la única opción es viajar y ver con los propios ojos, tal como reza el antiguo dicho popular: “quien transita un camino que otros ya transitaron ve cosas que muchos ya vieron, mas quien va por sendas que pocos exploraron ve cosas que pocos vieron”. Por ello, me encaminé a investigar los orígenes de la tribu Igbo de Nigeria, quienes sostienen ser judíos.

De esta manera cumplí con el testamento de Hasdai Ibn Shaprut, quien en su misiva al Rey de los Khazares escribió lo siguiente: “si existe un sitio propicio para la redención del pueblo de Israel… y si tuviese la certeza de que es así, dejaría de lado mi encumbrada posición, abandonaría a mi familia y cruzaría diligentemente toda colina, mar y continente hasta llegar a los dominios de su alteza real…”

En esta travesía hacia la tribu Igbo se mezclan fantasía y realidad, historia y sociología, mitos y relatos personales. Intentaré pues exponer ante mis lectores mis impresiones y los descubrimientos de este viaje.

Es oportuno recordar que si bien los judíos etíopes han sido objeto de múltiples investigaciones por parte de las diferentes instituciones gubernamentales, los demás grupos africanos que sostienen poseer ascendencia judía no han sido estudiados y las investigaciones académicas sobre estos se encuentran aún en pañales. Existen algunos grupos en diferentes países africanos que sostienen poseer algún tipo de ascendencia judía, entre ellos la tribu Igbo de Nigeria, la tribu Lambe en Zimbabue, la tribu Basa en Camerún entre otros. Es común toparse con expresiones de sorpresa al sostener que hay judíos en el continente negro ya que resulta extraño asociar esos confines geográficos con presencia judía, si bien nuestra historia nacional comienza con un periplo de cuarenta años en el desierto africano.

Quise comprender por qué los miembros de la tribu Igbo se identifican como judíos y se sienten ligados a nuestro pueblo. ¿Acaso esto posee un  fundamento histórico y una tradición o se trata simplemente de una invención? ¿Cómo es posible que un grupo humano que carece de vínculos con el judaísmo decida ser judío en un país cristiano y musulmán en el corazón de África?

Los Igbo son llamados por las demás tribus nigerianas “los judíos del África”, no por su origen o religión sino por tratarse de la elite cultural del país e influir tanto en la educación como el comercio nigeriano e internacional. Un alto porcentaje de los miembros de esta tribu son profesionales liberales: médicos, abogados, contadores e ingenieros, muchos de los cuales trabajan en el sistema educativo y la administración estatal nigeriana.

Hay quienes sostienen que el nombre de la tribu, “Igbo”, se origina en la palabra hebrea “ivrí” (“hebreo”). La tradición tribal narra que sus ancestros llegaron desde la tierra de Israel y se presentaron como “los hebreos”, mas como los lugareños no les entendían los llamaron “Igbo”.

El recibimiento

Desde el inicio tanto la bienvenida como el clima fueron muy cálidos. Al caminar por las calles con kipá se me acercaron no pocos lugareños que me preguntaban: “¿Eres de Israel? Entonces somos hermanos…”  Al principio no comprendía el tenor de semejante expresión, mas cuando decenas y hasta centenas de personas me lo repitieron entendí que en la consciencia de la tribu Igbo está muy presente la conexión al pueblo judío.

El recibimiento que me dieron en sus hogares fue un tanto “amargo” y paso  inmediatamente a explicar a qué me refiero. Esta tribu posee una antigua tradición y consiste en servir al visitante una “almendra amarga”. Todo huésped que ingresa al hogar recibe un plato con almendras amargas (no de la especie que conocemos en Israel sino una variedad local muy amarga), el anfitrión sostiene el plato y pronuncia unas palabras de bienvenida que expresan alegría por la visita. Acto seguido el invitado debe ingerir una almendra y no hacerlo implica una ofensa al dueño de casa. Tras varias visitas y varios discursos de bienvenida no puedo decir que las almendras me llegaron a gustar pero la intención de los anfitriones fue buena y correspondía honrar sus tradiciones.

Los Igbo ancestrales, todas las mañanas antes de salir a trabajar rezaban a “Tzakwo Abiama Tzinika Kali Anu Yagua na Ana” (Dios de Abraham creador del cielo y la tierra), acto seguido agradecían a Dios el haberlos despertado y al finalizar respondían “Isa” (Amén).

Una antigua tradición de la tribu Igbo es circuncidar a sus hijos al octavo día de su nacimiento y la cumplen hasta hoy. También aquellos que viven como cristianos continúan circuncidando a sus hijos, lo cual obviamente no está bien visto por las demás tribus nigerianas. A la edad de trece años celebran una suerte de ceremonia de “bar mitzvá” que recibe el nombre de “vestir la prenda”.

Las bodas Igbo guardan gran similitud con las judías incluido el uso del palio nupcial o “jupá”. Tanto el novio como la novia escogen testigos y entre ambos lados se aportan cincuenta monedas que se dividen por partes iguales entre los testigos que las guardan como testimonio del enlace. En la ceremonia nupcial se sirve una copa de vino blanco y los novios beben de la misma.

La tribu Igbo posee también la costumbre del levirato. Si el marido fallece la viuda debe casarse con uno de los hermanos del difunto para que este posea descendencia que continúe la familia. Los Igbo donaban devotamente un diezmo de sus cultivos a los pobres y poseían una ciudad refugio para los asesinos involuntarios.

El ciclo del año judío se ve claramente reflejado en las costumbres de los Igbo. Cuando el jefe de familia divisa el novilunio llama a los miembros de la misma y les bendice por un buen nuevo mes. Cuando la luna se divisa llena todos los niños salen a celebrar y los adultos les relatan cuentos.

El año nuevo de la tribu Igbo cae durante el mes de septiembre y comienza con la puesta del sol. La celebración del año nuevo está destinada a pedir a Dios por un año mejor y pleno de bendición. Temprano por la mañana la aldea se despierta al son del toque de colmillos que nos recuerdan al toque del shofar.

Los Igbo acostumbraban a peregrinar una vez al año a una localidad llamada “Arotzoko” (hijos de Aharón). Según la tradición allí se encuentra una antigua arca sagrada de los días en que los ancestros judíos salieron en camino a África y llegaron ella hasta el sitio que hoy se denomina “Arotzoko”. Asimismo poseen vestimentas sacerdotales especiales. La leyenda indica que cuando arribaron los misioneros los miembros de la tribu temieron que el arca y las indumentarias sacerdotales sean destruidas por lo que decidieron guardarlas dentro de un edificio cerrado para protegerlas. No logré verlas con mis propios ojos pero me aseguraron que en mi próxima visita me llevarán a este sitio  secreto.

Los judíos de la tribu Igbo poseen identidad judía y se ven a sí mismos como judíos. Varios de ellos no quieren escuchar hablar de conversión al judaísmo ya que se sienten seguros en su fe y en su  status por lo que no ven necesidad de convertirse mientras que otros ven en la conversión una expresión de su voluntad de continuar viviendo como judíos.

¿Acaso la consciencia es significativa? ¿Qué valor tiene la voz interior? ¿Es quizás esta voz interior una suerte de palabra Divina que nos revela en estos días quiénes son aquellos que habrán de marchar junto a Israel? ¿Quiénes son los perdidos y quiénes los alejados? Solo Dios lo sabe.

En lo que refiere a sus expectativas respecto de su pertenencia al judaísmo, casi todos los consultados expresaron aspiraciones como por ejemplo “retornar a la Torá”, deseo de visitar Jerusalém y de renovar la tradición que les fue vedada por tanto tiempo. Al final de cuentas, todos desean pertenecer a un mundo judío más amplio. Es importante destacar que la mayoría de las personas que consulté no están interesadas en hacer “aliá”. Los miembros de la tribu Igbo poseen una fuerte identidad tanto nacional  como tribal y no desean abandonar su patria. Es menester señalar que la “aliá” de los judíos etíopes y el reconocimiento que recibieron al ser identificados como posibles descendientes de la tribu perdida de Dan en los años ochenta y noventa del siglo veinte, despertaron el interés en el desarrollo de la identidad de otras presuntas tribus perdidas en otras regiones de África.

Historia antigua

Durante generaciones los Igbo desarrollaron versiones de su historia tribal que los posiciona como parte de la diáspora judía y sostienen que sus antepasados llegaron a África mediante las antiguas rutas comerciales del continente.

Hay también quienes sostienen que el rio Sambatión (allende el cual fueron dispersadas las diez tribus por los asirios) se encuentra en África, y no en vano el Talmud cita a África como el sitio del exilio de as diez tribus (Tratado de Sanhedrín 94(A)): “¿A dónde fueron exiliadas las tribus? Mar Zutra dice que a Áfriqui, y Rabi Janina dice a los Montes de Slug” Es de señalar que no todos coinciden  en cuanto a que el Áfriqui mencionado  en el Talmud coincide con el actual continente negro.

Existe una serie de fuentes que sostienen que hubo presencia judía en Nigeria desde el 638 antes de la era común. Esta tesis arguye que judíos migraron hacia África tras la destrucción tanto del primer como del segundo Templo y establecieron comunidades a lo largo y ancho del continente. Los primeros migrantes habrían sido de las tribus de Gad, Asher, Dan y Naftalí. La población israelita habría continuado expandiéndose hacia el sur del continente africano y en dirección del Sahara. La tribu Igbo considera descender principalmente de la de Gad. Según la tradición tribal Gad es el padre de todos. La tradición oral de los Igbo menciona a un guerrero legendario llamado Erí hijo de Gad y nieto de Yaakov: “Y los hijos de Gad: Tzifión, Jagui, Shuní, Etzbón, Erí, Arodí y Ar´elí” (Génesis 46:16).

Hay otros que sostienen que los Igbo migraron desde Siria, Portugal y Libia a África occidental alrededor del 740 de la era común. Más tarde se les habrían sumado más migrantes judíos de Portugal y Libia en 1484 y 1667.

Una historia nueva

La tribu Igbo fue influenciada por el cristianismo que predicaron los misioneros que llegaron al África en tiempos del colonialismo británico en el siglo XIX. La similitud entre las antiguas creencias Igbo y el cristianismo los llevó a adoptar la nueva religión con mayor facilidad víctimas de la confusión y el engaño.

Los miembros de la tribu cuentan que al descubrir los misioneros que los Igbo poseen costumbres judías enviaron una misiva a la iglesia británica la cual les indicó que no revelasen de dónde proceden ni a qué nación pertenecen. Los misioneros actuaron con violencia contra la tribu Igbo y contra aquellos que se negaron a adoptar la fe cristiana.

Color de piel

Uno de los temas que han despertado sorpresa e interrogantes respecto de la conexión de esta tribu al pueblo judío es el color de su piel. Por alguna razón existe la idea carente de base genética o halájica de que un judío supuestamente posee piel de color claro y esto no es así. De hecho los falashas poseen el mismo color de piel que sus vecinos de igual manera como los judíos se asemejan a los habitantes de la región en la que viven tal como en el caso del Yemen, Bujara o Polonia. La Mishná en el tratado de Negaím (2:1) menciona que el color de la piel de los hijos de Israel varía según la región geográfica en la que habitan y posee diferentes matices: “Una mancha cutánea intensamente blanca se ve oscura en la piel de un alemán y la mancha cutánea oscura en la piel de un negro se ve como muy blanca. Rabí Ishmael dice: los hijos de Israel se asemejan al cedro de tipo Eshkroa (árbol de tonalidades marrones) ni blancos ni negros sino medianos”

Sin embargo, es de destacar que en la jurisprudencia halájica el color de la piel no es una señal que indique si la persona es o no judía. El Rabino Yaakov Sapir autor del libro “Even Sapir” (parte II cap. 68) escribe sobre los judíos que son “similares en su aspecto a los lugareños incluidos los judíos de la India, Etiopía y el Yemen que se les considera como los judíos con el origen más probado si bien son de tonalidad oscura”. El Rabino Uziel también se refirió en una de sus respuestas al color de la piel de los judíos de la India (Kovetz Bnei Israel 5722 pág. 25) diciendo que “jamás se alejó a una persona de la comunidad judía por su aspecto o por poseer un color de su piel similar al de los gentiles…”. El Rabino Moshé Fainstein respecto de los judíos etíopes afirmó que “del punto de vista de la halajá no importa el color de su piel” (carta del 5744).

La idea apasionante que aprendemos de la tribu Igbo es que la identidad judía puede superar límites políticos, raciales, lingüísticos entre otros, lo cual transforma al judío en un pueblo realmente global, amén de enseñarnos que la Torá es su fuerza unificadora.

Los judíos negros de Nigeria están seguros de que el color de la piel no es un obstáculo para volver a integrarse al pueblo judío ya que según su tradición la Omenana es la costumbre judía original y su color de piel es el color original del judío y en sus palabras: “Tzipora la esposa de Moshé era negra y Abraham Avinu también lo era”.

La situación actual

Hoy en día existen unas 30 comunidades de judíos Igbo en Nigeria, en cada una de estas hay una sinagoga algunas de las cuales poseen rollos de la Torá aptos halájicamente para su uso. Asimismo, muchos de los miembros de la tribu Igbo general continúan combinando en sus vidas prácticas judías con cristianas incluyendo la realización de circuncisiones al octavo día de vida si bien asisten a iglesias. Estas comunidades están diseminadas en las provincias de Abudja, Anambra, Imón, Lagos, Port Harcourt, Onogo y Aboni.

Hay investigadores que consideran que unos treinta mil Igbo detentan prácticas judaicas y unos tres mil observan los preceptos y retornaron a la tradición judía plenamente. Estas personas cuidan Shabat, colocan tefilín a diario y no comen carne para cuidar las leyes de la cashrut. En todas las comunidades hay un jazán o cantor litúrgico que sabe leer hebreo y dirige el rezo. En la mayoría de las sinagogas hay servicios de Shabat y en algunas todos los días de la semana. Al ingresar a una de las sinagogas vi escrito sobre la pared en letras hebreas un letrero que llamó mi atención: “Kol Israel Arevim Zé La Zé, Am Israel Jai” (Todos los judíos somos responsables uno por el otro, el pueblo de Israel vive).

Epílogo

Creo que descubrir la vida judía en el continente negro, aunque no reconozcamos la judeidad de quienes la detentan, es una revelación tanto interesante como emocionante en cuanto a que “No hay sitio carente de Su presencia”. Esto nos enseña que hay vida judía en sitios a los cuales ni Coca Cola ni Jabad aun llegaron.

Cuando me dispuse a abandonar a los Igbo en Abudja, estos me abrazaron y me dijeron a modo de despedida: “El retorno de los exiliados que Dios le prometió al pueblo de Israel ya ha comenzado, puede únicamente demorarse mas no cancelarse… Israel nos ha brindado un modelo de resurgimiento nacional y nosotros lo seguimos”. Esta fe, muy probablemente, mantendrá encendida la chispa judía en Nigeria a pesar de las guerras y las masacres, las tensiones entre el occidente cristiano y el norte musulmán y a pesar de la actividad de Al Qaeda en ese país. Para finalizar entonamos juntos el “Hatikvá” y nos despedimos con las palabras “Nefesh Iehudí Homiá” (“el alma judía anhela”).

Por Rabino Eliahu Birnbaum