Como el ave fénix que renace de sus cenizas – Parte 1

Si quitamos la capa de la era comunista y la fuerte sombra de la shoá, descubrimos que viven en Polonia judíos y descendientes de judíos, cuya identidad se ha desvanecido. Pero no todo está perdido, el despertar ha comenzado.

El pueblo judío ha vivido en territorio polaco durante largos años. Allí se diseño una gran parte de su carácter espiritual, religioso y sociológico. Allí vivieron los judíos de acuerdo a la Torá, las mitzvot y la tradición judía. Allí se crearon obras culturales, nacionales y transnacionales, y floreció una gran literatura halájica e intelectual de diversas ramas y con profunda investigación. Allí vivieron grandes sabios y maestros, rabinos, grandes estudiosos, justos y piadosos. Hasta los días de la última guerra, la tradición israelita no dejó de florecer y desarrollarse en Polonia. La voz de la Torá se oyo en sinagogas y yeshivot, hasta que el enemigo subió al poder y destruyó un 90% de la judería polaca, la cual sumaba antes de la guerra cerca de tres millones y medio de personas (extraído de la declaración de la Junta Rabínica de Polonia, la cual fue renovada en Lodz en el año 2008).

Escribiré en las próximas líneas sobre el espléndido fenómeno que está teniendo lugar en Polonia. Una especie de resurrección de los muertos moderna, a medida de que muchos polacos descubren sus raíces judías y piden retornar a la fe de sus ancestros.

Usualmente, Polonia es visto por los turistas o por quien lee sobre ella, como un enorme cementerio, sin embargo esta no es su realidad actual. Polonia se está liberando lenta, pero fuertemente, de la amenaza comunista y de los restos de temor que dejaron los nazis. Personas judías y sus descendientes, comienzan a definirse como tales en público y a adoptar la fe judía abiertamente. Muchas veces, los que descubren su judaísmo son hijos de madre y abuela judía, y a veces hijos de padre y abuelo judío. A pesar de la diferencia en su status halájico, la sensación profunda de ellos es que son parte de la gran familia israelita.

Hace un tiempo visité Polonia en el marco de un seminario de la organización “Shavei Israel” y quisiera compartir con ustedes la especial experiencia que viví y las historias personales que los jóvenes y los más adultos relatan.

Cada cual tiene su propia, pero al mismo tiempo, similar historia. Solo de grandes y de forma extraña, descubrieron todos ellos su identidad judía. Algunos van con kipá por la calle y respetan shabat, incluso si a nivel halájico no son judíos aún.

Pareciera ser, que el mundo judío nunca le perdonó a Polonia y a los polacos todo lo que hicieron los alemanes en su tierra, ni le satisfizo que judíos se hayan quedado a vivir allí después de la guerra. Aparentemente, hay una mayor comprensión hacia los judíos que se quedaron en Alemania después de la shoá que hacia los de Polonia. A los ojos de muchos grupos, el retorno a Polonia después de la shoá fue una especie de profanación Divina. Muchos vieron en ese país una tierra maldita a la cual hay que excomulgar, algo parecido a lo que sucedió con España después de la expulsión.

El cura que quiere ser rabino

A continuación, el relato de un cura polaco, Jan Pavel, al cual conocí hace un tiempo.

Cuando conocemos a una persona que desea al judaísmo, nos preguntarnos por qué, incluso dudamos si es apto psicológicamente hablando… pero cuando un cura católico quiere ser judío, esto genera muchas más preguntas aún. Me senté con Pavel e intenté comprender por qué desea regresar al camino de sus ancestros.

La historia de Pavel comenzó hace varios años, cuando le pidieron – como cura de la zona – representar a la iglesia en el evento “Marcha por la Vida” en el campo de concentración de Auszwitz. El cura participó en el acto, sin embargo el lugar y lo que el mismo representa le generaron la necesidad de saber más sobre el judaísmo y los judíos, y así abrió una página secreta en su vida familiar. Luego de una corta investigación, Pavel comprendió que es bisnieto y nieto de personas que fueron asesinadas en la shoá. Su padre era un niño judío que quedó huérfano después de la guerra y fue adoptado por una familia católica. El mismo, creció como católico, sin conocer sus raíces judías.

A la luz de este descubrimiento, el cura comenzó a estudiar judaísmo en secreto. El encuentro con la Torá le hizo sentir que regresaba a casa, como si la Torá fuese su Torá. Jan Pavel quiso profundizar su estudio y así se acercó al rabino cercano a su lugar de residencia y le pidió que le enseñase judaísmo. El Rabino intentó rechazarlo, diciéndole que no tiene obligación de sentirse judío debido a que solo su padre es judío, pero el cura no cedió y fijó un encuentro de estudio con el rabino una vez por semana. El Rabino judío y el cura católico estudiaron en forma conjunta Tanaj, Halajá, Jasidismo y Midrash. Cuando me encontré con Pavel en el seminario de “Shavei Israel”, intenté comprender por qué siente compromiso por regresar a la fe de sus ancestros. Incluso le expliqué que si deja el cristianismo y se une al judaísmo se va a quedar sin profesión, sin embargo el no aceptó mis explicaciones.

Asimismo, el cura pidió consultarme un problema personal y me presentó el siguiente dilema: estimado rabino, no puedo seguir así, me dijo el cura. Siento mi relación con el judaísmo, con la Torá, con el pueblo de Israel, creo en un solo D’s, el D´s de Israel. Siento algo interno que me pide adoptar la fe de mi familia que fue asesinada en la shoá. Cuando asisto a la iglesia, y debo hablar frente al público sobre Jesús y el cristianismo, siento que me miento a mí mismo, que no digo la verdad, ¿qué hago?

Aquí vemos un cura católico, con raíces judías y alma israelita.

La plegaria matutina de shabat la recé junto con los participantes del seminario. El cura sabía leer un poco en hebreo, y varias veces me pidió que lo guíe durante la plegaria y le diga dónde se encuentra el jazán. Luego del seminario me envió un correo electrónico y me comentó que mi ayuda le emocionó mucho y que veía en esto una señal divina de acercamiento al judaísmo. En su carta me escribe que gracias a mi ayuda durante la plegaria decidió convertirse formalmente al judaísmo y debido a que descubrió que no hay muchos rabinos que hablan polaco y los judíos polacos necesitan líderes espirituales, también desea estudiar en la Yeshivá hasta que pueda recibirse de rabino.

Bar Mitzvá a los 52 años

Mariusz Opalco Lederman festejó su bar mitzvá a los 52 años. Hoy en día tiene 60. Hace solo 8 años descubrió que es judío.

Los padres de Mariusz nunca le revelaron nada sobew su judaísmo. Nació después de la shoá, en el año 1948, pero hasta 1999 no sospechó de sus raíces judías. En su casa no llevaban ninguna costumbre judía o religiosa, su padre era ateo, y por eso tampoco le dejó tomar clases de religión en el colegio. Cuando sus padres no querían que comprenda lo que decían, hablaban entre ellos en idish, pero el estaba convencido que hablaban alemán. En el año 1956, despidieron a su padre del trabajo, pero tampoco en ese entonces comprendió que la razón era por la sangre judía que corría dentro de sus venas. En el año 1968, cuando comenzó una ola de antisemitismo y miles de los judíos fueron expulsados de Polonia, no le dejaron seguir estudiando en la universidad, pero tampoco en ese entonces comprendió la verdadera razón. Sus tíos, el tío Leopard y el tío Koselvosky, siempre venían a visitar a la familia en diciembre, pero solo ahora comprende que venían por jánuka.

Mariusz no comprendió, o no quizo comprender, durante 52 años su verdadera identidad. Hasta que el 14 de enero de 1999, cuando su madre se encontraba en su lecho de muerte en el hospital, él fue a visitarla. Ella le preguntó cómo estaban sus hijos, sus nietos, pero algo en su forma de hablar estaba lleno de misterio. Algo había en el aire, su madre pidió hablar con él a solas. “Mariusz”, le dijo la madre, “soy judía – y tú también lo eres. Si lo deseas, se judío. Sino, no lo seas. Ser judío en Polonia es muy difícil”. Su madre le dijo que siente no habérselo dicho antes pero que tenía miedo por su futuro. Tenía un acuerdo con su hermano, el tío de Mariusz, que en caso de que ella falleciese sin develar el secreto, el tío le contaría. Y entonces la madre le dijo que le hicieron el Brit Mila cuando era pequeño, y no solo eso, sino que también su esposa tiene raíces judías, de acuerdo a lo que averiguó antes de bendecirlo por el matrimonio.

Mariusz regresó a su casa sumamente sorprendido y le contó a su esposa lo sucedido. La misma llamó inmediatamente a su madre y también ella le reveló su judaísmo. Dos semanas después, la madre de Mariusz falleció, perdió a su madre pero ganó una gran familia.

Luego de que su madre falleció, Mariusz decidió continuar con la tradición familiar y viajó con su hijo Radek de 25 años a Hungría, para hacerle el brit milá. Luego, con 52 años, Mariusz pidió subir a la Torá como “bar mitzvá” y recibió el nombre judío de Moshé. Mariusz – Moshé, abogado, es hoy en día uno de los líderes de la comunidad judía en Breslav, Polonia.

Continuará…

Rabino Eliahu Birnbaum

Como el ave fénix que renace de sus cenizas – Parte 2

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Madre católica, padre antisemita e hijo judío

La historia de Jazek Kosavoska refleja la realidad a la cual se enfrente el judaísmo polaco. La madre de Jazek era una niña en la época de la shoá, y tal como les sucedió a muchos niños judíos, fue dejada en un convento para niños huérfanos.

La abuela y el abuelo de Jazek fueron asesinados en la shoá, y su madre se quedó sola en el convento hasta que una familia polaca decidió adoptarla. La madre de Jazek creció sin saber que sus padres eran judíos y que fueron asesinados en los campos de exterminio, y por supuesto sin saber que ella misma es judía. Tan sólo después de muchos años, a los 45 años, se encontró con una de las monjas del orfanato, la cual sintió la necesidad de contarle que una familia judía la trajo al convento. El descubrimiento fue sorprendente, pero no llevó a un cambio en sus creencias o en su forma de vivir. Su esposo era un artista polaco comunista, que se encontraba inmerso desde el comienzo de la revolución, en todos los procesos políticos y dentro de ellos en actividades antisemitas contra los judíos que se quedaron en Polonia y eran vistos como “extraños” que hay que quitar del país. Por supuesto que el padre de Jazek no sabía nada sobre las raíces judías de la familia de su esposa, y posiblemente si hubiese sabido no se hubiese casado con ella.

Luego de vivir muchos años con una madre católica con raíces judías y un padre polaco con ideología comunista y antisemita, Jazek decidió retornar al camino de sus ancestros y adoptar nuevamente la identidad judía y la forma de vida religiosa. Hoy en día, Jazek Kosavoska reza todos los shabatot en la sinagoga, se desempeña como encargado de los rezos y ayuda al rabino local a organizar las diversas actividades para gente de su edad y con una historia personal similar.

Los niños de los conventos

El destino de los niños que sobrevivieron la shoá gracias a que fueron ocultados en casas de católicos o en conventos, es un tema triste e inexplicable. A lo largo de los años, y a pesar de los grandes esfuerzos de distintos líderes e instituciones judías, en muchos casos los rastros fueron perdidos. La iglesia católica no ayudó a solucionar el problema luego de la shoá, ni tampoco quien se encontraba a cargo de la misma, el Papa Pío XII.

Miles de niños judíos fueron escondidos durante la shoá en conventos católicos, en casas de familias católicas, en escuelas, etc. Muchos niños fueron bautizados, y de esta forma la iglesia vio una especie de “propiedad” sobre dichas almas y la imposibilidad de devolverlos a la casa de sus padres y a su religión original. Otros niños, fueron adoptados durante la guerra por familias polacas, y así se desconectaron del pueblo judío de forma total. Se estima que más de 3000 niños judíos se encontraban en conventos polacos luego de la guerra.

Entre los pedidos de los dirigentes judíos de salvar a los “niños de los conventos”, el más famoso es el del Rab Hertzog en el año 1946, cuando se desempeñaba como el Gran Rabino de Israel. Inmediatamente después de la shoá, el Rab Hertzog recorrió las comunidades europeas en ruinas durante seis meses. El recorrido comenzó en el Vaticano, con el objetivo de salvar a los niños judíos que fueron escondidos en Conventos católicos. El Rab Hertzog le dijo al Papa que “los judíos no pueden aceptar que los jóvenes queden desconectados de su identidad. A partir de hoy, cada niño judío representa para nosotros mil niños”. Pidió la ayuda del Papa para ayudarlos a retornar, y en especial demandó la asistencia de los curas de todas las zonas para que estos develen los lugares y los conventos donde se encuentran niños judíos y así devolverlos a su pueblo. El Papa no aceptó la demanda general del Rab Hertzog poniendo diversas excusas, pero le permitió visitar y buscar niños judíos en los distintos conventos, y llevarse a quien encuentre.

Es conocida la historia del Rab Hertzog y la forma en que éste buscaba a los niños en los conventos. Debido a que no había forma de descubrir cuáles de los niños eran judíos, y no había información sobre el lugar donde se encontraban, el Rab Hertzog entraba a los cuartos en la mitad de la noche, se paraba en la mitad del cuarto y gritaba “Shemá Israel”. Los niños que se levantaban de sus camas y decían instintivamente “mama, mama”, eran sin duda de nuestro pueblo, y esto no negaban los curas católicos. De forma milagrosa, el Rab Hertzog logró salvar 1000 niños y los ayudó a retornar al pueblo judío.

Los niños de la shoá y la generación de los nietos

Unos de los encuentros más tensos al que asistí en mi vida fue el encuentro entre los “niños de la shoá” (que hoy en día tienen entre 70-80 años) y la tercera generación de los sobrevivientes de la shoá, los nietos que comienzan a descubrir sus raíces judías. Los niños de la shoá no se encuentran asiduamente para conversar o deliberar sobre determinados temas. Preservan sus recuerdos en forma interna, secreta y cerrada. Sin embargo, en honor al seminario de “Shavei Israel” y luego de muchos pedidos, aceptaron participar de una comida de shabat en conjunto. En un gran salón, se sentaron 150 personas, entre ellas 50 niños de la shoá y 100 jóvenes. Los jóvenes comenzaron a realizar preguntas a los niños de la shoá.

¿Por qué escondieron su identidad? ¿Por qué no les contaron a sus hijos y a sus nietos que son judíos? ¿Por qué nos robaron nuestra identidad?

Los niños de la shoá no se quedaron callados, y también ellos reaccionaron fuertemente: ¿qué saben ustedes sobre aquella época? ¡ustedes no estuvieron allí! ¡ustedes no saben lo que es ser judío en Polonia post shoá! Los niños de la shoá contestaron continuamente que querían preservar a la generación joven, que no les suceda lo que les sucedió a ellos. Temían de su destino y su futuro.

Pero los jóvenes se sentían lastimados y traicionados. “No hay nada peor que quedarse con una identidad poco clara”, sostuvieron, “y ustedes nos quitaron nuestra identidad”. El resto de la conversación se centró en la pregunta sobre si se puede estar orgulloso de la identidad judía o si hay que continuar escondiéndola. Los jóvenes sostuvieron con mucha emoción que hay que renovar las comunidades y acercar judíos secretos a la tradición judía. Sugirieron ir con la kipá en la calle y no avergonzarse de decir que son judíos. Los adultos, niños de la shoá, se asustaron un poco de la actitud militante de los jóvenes, pero finalmente terminaron diciendo: hoy es un orgullo ser judío en Polonia.

El regreso al judaísmo en Polonia

De los 350.000 judíos polacos que sobrevivieron la shoá, dejaron el país hasta 1947 cerca de dos tercios. A mediados de 1951 había en Polonia cerca de 80.000 judíos. Luego retornaron a Polonia otros 20.000 que vivieron hasta ese entonces en la Unión Soviética.

Seguro que no era fácil retornar a la Polonia de la post guerra. Si la Europa de la post guerra no era un lugar cómodo para que los judíos vivan en forma pacífica y pluralista, de seguro que Polonia era el lugar más difícil de todos. Entre el final de la guerra y el año 1965, cerca de 2000 judíos fueron asesinados por los polacos. Parte de ellos fueron asesinados en forma planeada y otros de manera espontánea. Ante los judíos polacos se presentaban dos opciones: dejar Polonia o dejar el judaísmo.

Y de hecho, muchos judíos abandonaron Polonia a lo largo de los años. En 1956 hubo una gran ola de emigración, cuando 35.000 judíos hicieron aliá a Israel. En el año 1968, luego de la Guerra de los Seis Días, la emigración de Polonia fue permitida y muchos judíos aprovecharon la oportunidad y dejaron Polonia hacia Israel u otros países. Durante dichos años se realizó un gran esfuerzo por borrar el recuerdo de la shoá en Polonia, y el partido comunista y la iglesia católica persiguieron a los judíos con el objetivo de hacerlos desaparecer. Parecía ser que la comunidad judía llegaba a su fin.

De forma sorprendente, descubrimos que en Polonia de hoy en día los judíos comienzan a despertarse como el fénix que renace de sus cenizas. Los cementerios son cambiados por yeshivot y en lugar de crematorios se construyen mikves de purificación. Somos testigos de un nuevo florecimiento de la comunidad judía en toda la nueva república, los judíos vuelven a reunirse, se preocupan por la espiritualidad e intentan revivir la llama judía que casi se apagó.

De acuerdo a las personas que están anotadas en las comunidades, el número de judíos es muy pequeño, menos de los judíos que vivían en un shteitel (barrio judío) en la época pre shoá. Sin embargo, nosotros creemos que hay una diferencia aún entre los que son judíos de forma pública y los ocultos. Los judíos ocultos que comienzan a interesarse nuevamente en su judaísmo o en las raíces judías de la familia son miles y decenas de miles. No todos se encuentran aún en la misma etapa, algunos van más rápido que otros, pero muchos ya han comenzado a transitar el camino.

Además del factor cuantitativo, se encuentra el factor cualitativo: los judíos polacos profundizan en el estudio del judaísmo, se interesan en su identidad, comienzan a cumplir mitzvot y adoptan símbolos judíos en su vestimenta y en su estilo de vida. Desde la caída del gobierno comunista la necesidad de negar las raíces judías es cada vez menor, casi inexistente. En las grandes ciudades como Cracovia o Varsovia ser judío está incluso de moda.

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Judíos sin papeles – parte 2

Rabino Eliahu Birnbaum

El triunfo sobre los nazis

Jan Krasznievsky descubrió su judaísmo cuando tenía 13 años. En el colegio había oído varias veces que un nombre polaco que termina con “sky” atestigua raíces aristocráticas, y así volvió a su casa lleno de emoción y le preguntó a su padre si podía ser que la familia tenga propiedades aristocráticas en algún lugar lejano. El padre suspiró, “llegó el momento de que sepas algo”, le dijo. “Nuestro nombre verdadero es Kirszenboim”. Jan es actualmente un judío que aprende cómo ser judío.

Marek Vainisz es músico, violinista. Su padre es polaco y su madre judía. “Mi madre temía de todo”, y esto es una señal obvia de judaísmo en Polonia. Durante toda su vida no hizo nada que sea diferente a su alrededor, y no le enseñó a él nada sobre judaísmo. A lo largo de la conversación con Vainisz, sentí que intenta hacer una especie de flashback a su niñez… creció en un ambiente judío en “Kazimierz” en Cracovia. No estudió judaísmo, pero absorbió judaísmo en las calles, en la música judía, de sus profesores de música los cuales la mayoría eran egresados de colegios judíos religiosos de antes de la guerra… su padre polaco no lo llamaba por su nombre polaco Velslav, sino que lo llamaba Shimón.

¿Cómo se enteró de su judaísmo? Cuando su madre ingresó al hospital, lo llamó con urgencia porque sintió que iba a morir, y le contó lo que él ya sospechaba… que él es judío debido a que también ella lo es…

De Yanusz Novik oí una historia de la que todo judío puede aprender qué es el orgullo judío. El padre de Yanusz era un niño pequeño durante la shoá. Los padres de su padre, los abuelos de Yanusz, fueron llevados a un campo de exterminio y asesinados. El padre de Yanusz se quedó solo, huérfano de padre y madre y con un profundo trauma. Luego de haber crecido, decidió alejarse del pueblo de Israel, por miedo y por enojo. Se casó con una mujer polaca y escondió su judaísmo de sí mismo y de su alrededor. Con el tiempo, Yanusz se enteró de que su padre es judío. Comenzó a realizar preguntas, a estudiar Torá y a cumplir mitzvot a pasos lentos. Ahora, Yanusz quiere convertirse y ser judío de acuerdo a la halajá. Cuando le pregunté por qué quiere convertirse me respondió: “mi padre dejó el judaísmo y se casó con una mujer no judía; ese fue el triunfo de los nazis sobre el judaísmo. Cuando yo pido convertirme y retornar al pueblo judío, es el triunfo del pueblo judío sobre los nazis”.

Uno de los personajes que me generó más pensamientos profundos sobre la identidad judía de los sobrevivientes de la shoá y de las generaciones posteriores fue Maia Leszinsky de 80 años. Maia era una joven en un campo de exterminio durante la shoá. Sus padres fueron asesinados allí, y ella se salvó y retornó a su caso en Wroclaw. Después de la guerra, se casó con una persona polaca no judía y tuvo tres hijos. Sus hijos son judíos de acuerdo a la halajá, sin embargo no se sienten judío y no recibieron ninguna educación judía de su madre. Maia asiste actualmente todos los shabatot a la sinagoga, para shajarit y para el kidush de después. En su cuello lleva un gran Maguen David, el cual no esconde incluso cuando va por la calle. Le pregunte cómo se siente con el hecho de que sus hijos no se sienten judíos, ¿por qué no los educó como judíos? Maia me miró a los ojos con una mirada de dolor y enojo conjunto y me gritó: “¡usted no estuvo allí! ¡no entiende y no entenderá!”

Es difícil explicar la fuerte sensación que causa a las personas, el descubrimiento de las raíces judías de la familia. La mayor parte de los jóvenes que descubren sus raíces judías no se quedan indiferentes a dicho descubrimiento. Generalmente, la noticia les crea una necesidad de estudiar, saber más sobre judaísmo y sobre el pueblo de Israel, y muchos deciden, después de un corto proceso, realizar un paso adelante y volver a vivir como judíos, tal como lo hicieron sus ancestros, y en el caso de que sea necesario, convertirse de acuerdo a la halajá. Este hecho es sorprendente, debido a que Polonia es un país que se encuentra en un proceso de modernización en todos los ámbitos, y es a su vez, parte de la Unión Europea. Aún hoy en día, no es fácil decir con orgullo “soy judío”. Me parece que dichos elementos muestran la sensatez del fenómeno dentro de una búsqueda verdadera y un deseo de pertenecer y de identificarse.

Descendientes del pueblo de Israel en materia y espíritu

¿Por qué retornar a los hijos de padres judíos al pueblo de Israel? ¿Por qué no conformarse con aquellos que son judíos de nacimiento y siempre se quedaron dentro de nuestro pueblo? ¿Quién nos obliga a ayudar a los judíos dispersos y descendientes de judíos, los cuales por “accidentes históricos” se separaron del pueblo de Israel pero piden retornar y ser parte de la familia? ¿No nos alcanza con los problemas que ya tenemos que debemos buscar problemas nuevos? Esta pregunta es, a mi forma de ver las cosas, una pregunta ideológica, halájica, moral y actual, la cual justifica un artículo completo que ya escribiremos.

Sin embargo, en el caso de los jóvenes polacos, la situación es distinta. Ante todo, sus padres o sus abuelos eran para del pueblo judío, a veces por parte materna y a veces por parte paterna. En segundo lugar, ellos mismos no dudan del judaísmo, declaran ante todos “soy judío en Polonia”. Es una valiente y verdadera afirmación, la cual debemos escuchar. Muchos accidentes históricos, hicieron que personas y familias completas se desconecten del pueblo de Israel. A veces por elección, pero generalmente de manera forzada. Desde la inquisición, pasando por los pogromim y el antisemitismo, y llegando a la shoá. Quisieron desconectar a los judíos del judaísmo y de sus hermanos judíos, sin embargo D-ios, vestido de ángel, devuelve a nuestros hermanos a sus casas y sus familias.

Pareciera que muy poca gente piensa en el futuro del pueblo de Israel. Muchos se ocupan del pasado y de la historia, pero pocos del futuro. ¿Qué hacemos para no perder al pueblo judío en la diáspora, y quizás en el Estado de Israel?

No se puede hablar de la existencia del pueblo judío en términos numéricos y estadísticas. Las señales existentes en el pueblo judío en el siglo XXI son por un lado señales de debilitación espiritual y demográfica – shoá, asimilación, pérdida de la identidad judía, alejamiento del judaísmo y baja de la cantidad de judíos en el mundo – sin embargo, por otro lado hay muchas señales de despertar espiritual, gente que se vuelve religiosa, búsqueda espiritual y búsqueda de las raíces. Por lo tanto, pareciera que además de todos los esfuerzos que se hacen en el área de la educación y del acercamiento de los corazones con el objetivo de fortalecer al pueblo judío desde adentro, debemos volver y buscar a nuestros hermanos perdidos para así fortalecer la existencia del pueblo de Israel.

Rabi Tzadok de Lublín nos enseña algo más en el significado del crisol de las diásporas y el retorno de los dispersos del pueblo de Israel. En el área de los perdidos y los dispersos, se encuentran no solo aquellos que conocemos de acuerdo a la definición halájica, y no saben que son parte del pueblo de Israel en materia y espíritu sino también aquellos que son descendientes del pueblo de Israel.

Abrir una puerta de esperanza

Los poskim (dictaminadores de halajá) de nuestra época, y en especial el Rabino Tzvi Kaliszer zt”l y el Rabino Ben Tzión Uziel zt”l, afirmaron claramente la forma de cuidar la existencia judía a nivel demográfico y espiritual. A ambos les preguntaron varias veces sobre la relación de la halajá a los hijos de un padre judío y una madre no judía. La respuesta halájica es simple y clara, “su hijo es como ella”, si la madre no es judía, el niño tampoco lo es. No hay duda sobre esto. ¿Sin embargo cuál tiene que ser nuestra relación para con dicho niño? ¿Acaso es como todos los goyim? ¿Tiene un status especial? ¿Es mitzvá acercarlo o alejarlo del judaísmo y del pueblo de Israel?

El Rab Kalisher escribió cosas claras en este tema:

Cuando un chico es hijo de padre judía y madre no, debemos abrirle una puerta de esperanza hacerle milá, y que cuando crezca pueda rápidamente hacer de acuerdo al deseo de su padre y sumergirse en la mikve de acuerdo a la halajá. Y si no le hacen brit milá lo alejan del pueblo de Israel… y a veces pueden salir de ellos grandes sabios.

El Rabino Uziel, renovó en varias respuestas halájicas el concepto de “descendientes del pueblo de Israel” respecto a un niño que es hijo de padre judío y madre no judía. De acuerdo a su opinión, es mitzvá acercar a este niño, por su bien, por el bien de su padre y por el bien de todo el pueblo de Israel.

Pareciera ser que también respecto a judíos perdidos y esparcidos que son hijos de padre judío o abuela judía, se refirieron el Rab Kalisher y el Rab Uziel cuando sugirieron abrir las puertas y acercarlos de regreso a la tradición de Israel y al pueblo judío. Y así se cumplirá la promesa Divina.

LA VIDA JUDIA EN POLONIA

En Polonia, a veces puede ser difícil encontrar un rastro de judaísmo.

Cuando la historia familiar no es contada, cuando los ancestros no son nunca mencionados y cuando el tema mismo es siempre silencioso.

Durante Shabat, uno de todos los que pase en Varsovia, la capital de Polonia, unas jovencitas se me acercaron. Una de ellas se presentó a si misma: Anya, estudiante de comunicaciones en la universidad local, y me dijo: “mi madre se rehúsa a decirme, quién era mi padre, así que yo debo de ser judía”. Esto es algo común dentro de la realidad polaca a principios del siglo XXI: cientos, quizás miles de personas no sabían si tenían o no, raíces judías. Algunas sentían interés por el judaísmo, y otras lo reprimían.

COMO ERA ESE ENTONCES

Antes del holocausto, cerca de 3.5 millones de judíos vivían en Polonia. Esta basta tierra era una tremenda fuente de vida judía por cientos de años, hasta el punto que en Israel, Polonia era conocida como “Poh-lin” , “Poh-lan-yah”, que literalmente significa : Aquí está Di-s.
Casi todos los judíos de Polonia fueron asesinados durante el régimen nazi, solo un décimo sobrevivió.

En Polonia después de la guerra, fue posible sacarlos. La mayoría de los sobrevivientes llegaron a campamentos de inmigración, o hicieron Aliá. Pero, una parte de los judíos sobrevivientes decidió regresar a sus hogares, en búsqueda de sus familiares y pertenencias, y trataron de continuar su vida después del disruptivo pasado. Ellos, entre otros judíos que por diferentes razones se encontraban en Polonia, o en partes de Alemania, retornaron a Polonia después de la guerra, su base como población judía. En Cracovia, Varsovia, asentamientos, y pequeñas villas, estos judíos trataron de recomenzar sus vidas.
Excepto que esta vez, era casi siempre, una vida sin judaísmo, y a veces sin siquiera una identidad judía.

En el año 1948, las puertas de Polonia se cerraron, como hicieron todos los países del este de Europa, por un período de ocho años. Durante este tiempo, los judíos empezaron a practicar judaísmo encubierto. Era muy peligroso ser judío en Polonia, y no era muy conveniente decir: “soy judío”. Era más seguro mantenerse escondido. Aún después de 1956, cuando la inmigración era nuevamente una posibilidad, y aún tiempo después, no era bueno el ser judío. En 1968, Polonia decidió abrirse al antisemitismo, como la mayoría de la Europa del este. Muchos judíos interpretaron esto como una mala señal de lo que podría venir, y así una nueva ola de inmigrantes comenzó, la cual prácticamente vació a Polonia de judíos.
Aliá, a Eretz Israel e inmigración para los Estados Unidos, Canadá, Alemania, Dinamarca, Suecia y otros países: se estima que 40 o 50 mil judíos dejaron Polonia durante este período. Aquellos que no lo hicieron – una vez más practicaron un judaísmo escondido, cambiando sus apellidos, nombres y direcciones. Muy pocos judíos se mantuvieron organizados en comunidades y continuaron una vida abiertamente judía, yendo a la sinagoga y la comunidad. La mayoría se mantuvo encubierto. La tragedia puede ser resumida en un enunciado, que habla de varios períodos y peligros: en los años 50 entre 1939 y 1989, no era bueno el ser judio en Polonia.

¿Cuántos judíos podrían vivir una vida en secreto? Unos miles, probablemente más.

Ellos tuvieron hijos y continuaron su vida, mientras escondían su identidad judía de todos sus alrededores, incluso de su familia y a veces de ellos mismos.

Una generación entera creció sin conocimiento de sus raíces judías. Algunos sabían que eran judíos, mientras que otros no sabían de su condición como tales, a pesar de ser tercera generación de abuela judía. Hasta hoy en día, es posible revisar viejos expedientes y descubrir con certeza quién es descendiente de un familia judía, debido a que la documentación fue meticulosamente creada para hacer notar quién era y quién no era judío.

Una generación entera, creció sin conocer sus raíces judías, y tan solo descubrió su existencia a los veinte años de edad, aún cuando sus padres continuaban escondiéndolas de ellos. Algunos son hijos o nietos de una madre o abuela judía, algunos tienen un padre o abuelo judíos. Muchas historias se caracterizan por el descubrimiento de gente joven que descubre que tiene raíces judías. Algunas abuelas o abuelos se lo impartieron a sus hijos y nietos en su lecho de muerte, diciéndoles que son judíos, como era el caso de los “Anusim” en España.

Algunas veces un sidur o un par de tefilín encontrado en el ático de la casa, revelaría lo olvidado. Algunas veces un apellido de familia inusual, o parientes que saben hablar yidish era una señal e indicación de sus raíces.

Una apertura para el retorno

De cualquier forma, hay “nuevos anusim”, en Polonia, Anusim que fueron cortados de la vida judía y vivieron como judíos a escondidas con miedo y dolor.

¿Cuál es nuestra obligación para con estos nuevos “anusim”? ¿Debemos, quizás, “enterrar” sus sentimientos, y su deseo de regresar a la tierra de Israel junto con nuestro hermanos que fueron enterrados en suelo polaco? Estos anusim de 50 años, tan distintos de los anusim de hace 500 años en España, ¿deberemos esperar otros 450 años para encontrarlos también?

No hay duda que el estatus halájico de estos jóvenes y familias que desearían retornar al judaísmo son grandes desafíos para los poskim. Después de la guerra, una gran parte de los matrimonios realizados, eran matrimonios mixtos, y los sobrevivientes pensaron: “no hay más judíos en Polonia”. Otros se asimilaron después de la guerra para sobrevivir, por miedo a los polacos. Sin embargo, muchos de ellos desean estudiar judaísmo, venir a la sinagoga, y ayudar a Israel. Y así, sentirse orgullosos de su identidad judía y pertenecer a la nación de Israel una vez más.

Durante mi visita en Polonia, conocí uno de los supervisores de Kashrut en la comunidad, un hombre de apariencia judía jaredí. Conocí a su esposa, también jarediá, los dos habían participado en una manifestación anti-semita, “skinhead”, neo-nazi, y después con el tiempo descubrieron que eran judíos, hijos de familias que habían escondido sus identidades. Recientemente, festejaron el brit milá de su hijo – en tierra polaca – pero como judíos observantes, y expresando su identidad judía en forma abierta.

Otra historia, que suena casi como ficción, es la historia de Przemyslaw Piekarksi. Un señor de 40 años, judío polaco con creencias liberales y democráticas. Piekarski peleaba con su madre por sus creencias anti-semitas. Habiendo vivido como niño con una abuela que hablaba alemán, padres políticamente conservadores y con un abierto anti-semitismo. Al realizar sus estudios universitarios, Piekarski tomó una posición liberal , que muchas veces le trajo confrontaciones con su madre , quién utilizaba cualquier oportunidad para expresar su repulsión contra los judíos y el judaísmo. Durante una discusión, le preguntó a su madre sobre su actitud hacia el judaísmo, y se colocó una kipá en su cabeza y le dijo a su madre, “madre, supón que fuera judío, ¿aún así me tratarías de esta forma? ” la respuesta de su madre le reveló algo que el nunca hubiera imaginado: “no tienes que tratar demasiado”, le dijo, “tu ya eres judío”, tu abuela, que siempre pensaste que era alemana, es en realidad judía. Hoy en día Piekarski viene a la sinagoga cada viernes por la noche, y trabaja actualmente en un diccionario Yidish-Polaco, que pronto se publicará. El descubrió que aquello que era el alemán hablado por su abuela, era en realidad Yidish.

Nuevo retoñar

Cuando le pregunté al Gran Rabino de Polonia, el Rab Michael Shudrich, si el había pensado que existía alguna posibilidad de que la vida judía en Polonia renaciera, el me respondió: ¡la vida judía ya está renaciendo!

No hace falta mirar tan lejos, o buscar mucho para encontrar pruebas de la renovación del judaísmo en el país. En Varsovia, un minián es formado tres veces al día. En Lodz, las plegarias de la mañana se hacen cada día en la sinagoga. En Cracovia se hacen cada shabat. Clases de torá en diferentes ciudades, están siendo más y más demandadas, y un shiur de daf iomí, se lleva a cabo cada día en la sinagoga de Varsovia.

Nuevos rabinos han empezado a regresar y llenar sus sillas como líderes comunitarios en cada ciudad. El Rabino Itzjak Rapoport, es el rabino de Breslau y sus alrededores, y el Rabino Boaz Pash es el rabino de la comunidad de Cracovia (estos rabinos son también enviados de “Shavei Israel” en Polonia). Un judío polaco, el Rab Matitiau Abalet, se recibió de rabino después de la guerra, en la Yeshiva University de New York, y después de 5 años de estudio regresó y recibió su posición de Rabino y director de la escuela en Varsovia.

Hay doscientos estudiantes al año en la escuela judía hoy en día, desde jardín de infantes hasta noveno grado. Hay también clases para la juventud y los adultos en el centro comunitario de Varsovia, hay más de cien jóvenes hombres y mujeres que vienen a estudiar hebreo cada semana. En Cracovia, los estudiantes y los jóvenes se encuentran en una organización judía llamada “Cholent”

Publicaciones judías son editadas también: recientemente el jumash con Rashi, fue traducido a polaco, una publicación mensual de la comunidad llamada “midrash” se distribuye a todas las comunidades judías en Polonia, cada semana el rabino de Breslau pública un escrito semanal. “shabat beshabató”, en polaco.
Hay también demanda de comida kosher en Polonia, y shejitá kosher, muchos productos y comida kosher pueden ser encontrados en diferentes comunidades.

Pero quizás, la señal más significativa del crecimiento de la vida judía en Polonia, sean, los niños… cada shabat decenas de niños llegan a la sinagoga.

Una muestra de lo más significativo, de la profundidad de la destrucción, fueron las palabras de Joelis Schtruk, el comandante Nazi que peleó en la guerra de Varsovia, en el 16 de mayo de 1943: “no hay más judíos en Varsovia”. Hoy hay judíos en Varsovia, niños judíos en las sinagogas en Polonia…”y también por ello la gloria de Israel no caerá”.

Una apertura para el retorno

De cualquier forma, hay “nuevos anusim”, en Polonia, Anusim que fueron cortados de la vida judía y vivieron como judíos a escondidas con miedo y dolor.

¿Cuál es nuestra obligación para con estos nuevos “anusim”? ¿Debemos, quizás, “enterrar” sus sentimientos, y su deseo de regresar a la tierra de Israel junto con nuestro hermanos que fueron enterrados en suelo polaco? Estos anusim de 50 años, tan distintos de los anusim de hace 500 años en España, ¿deberemos esperar otros 450 años para encontrarlos también?

No hay duda que el estatus halájico de estos jóvenes y familias que desearían retornar al judaísmo son grandes desafíos para los poskim. Después de la guerra, una gran parte de los matrimonios realizados, eran matrimonios mixtos, y los sobrevivientes pensaron: “no hay más judíos en Polonia”. Otros se asimilaron después de la guerra para sobrevivir, por miedo a los polacos. Sin embargo, muchos de ellos desean estudiar judaísmo, venir a la sinagoga, y ayudar a Israel. Y así, sentirse orgullosos de su identidad judía y pertenecer a la nación de Israel una vez más.

Durante mi visita en Polonia, conocí uno de los supervisores de Kashrut en la comunidad, un hombre de apariencia judía jaredí. Conocí a su esposa, también jarediá, los dos habían participado en una manifestación anti-semita, “skinhead”, neo-nazi, y después con el tiempo descubrieron que eran judíos, hijos de familias que habían escondido sus identidades. Recientemente, festejaron el brit milá de su hijo – en tierra polaca – pero como judíos observantes, y expresando su identidad judía en forma abierta.

Otra historia, que suena casi como ficción, es la historia de Przemyslaw Piekarksi. Un señor de 40 años, judío polaco con creencias liberales y democráticas. Piekarski peleaba con su madre por sus creencias anti-semitas. Habiendo vivido como niño con una abuela que hablaba alemán, padres políticamente conservadores y con un abierto anti-semitismo. Al realizar sus estudios universitarios, Piekarski tomó una posición liberal , que muchas veces le trajo confrontaciones con su madre , quién utilizaba cualquier oportunidad para expresar su repulsión contra los judíos y el judaísmo. Durante una discusión, le preguntó a su madre sobre su actitud hacia el judaísmo, y se colocó una kipá en su cabeza y le dijo a su madre, “madre, supón que fuera judío, ¿aún así me tratarías de esta forma? ” la respuesta de su madre le reveló algo que el nunca hubiera imaginado: “no tienes que tratar demasiado”, le dijo, “tu ya eres judío”, tu abuela, que siempre pensaste que era alemana, es en realidad judía. Hoy en día Piekarski viene a la sinagoga cada viernes por la noche, y trabaja actualmente en un diccionario Yidish-Polaco, que pronto se publicará. El descubrió que aquello que era el alemán hablado por su abuela, era en realidad Yidish.

Nuevo retoñar

Cuando le pregunté al Gran Rabino de Polonia, el Rab Michael Shudrich, si el había pensado que existía alguna posibilidad de que la vida judía en Polonia renaciera, el me respondió: ¡la vida judía ya está renaciendo!

No hace falta mirar tan lejos, o buscar mucho para encontrar pruebas de la renovación del judaísmo en el país. En Varsovia, un minián es formado tres veces al día. En Lodz, las plegarias de la mañana se hacen cada día en la sinagoga. En Cracovia se hacen cada shabat. Clases de torá en diferentes ciudades, están siendo más y más demandadas, y un shiur de daf iomí, se lleva a cabo cada día en la sinagoga de Varsovia.

Nuevos rabinos han empezado a regresar y llenar sus sillas como líderes comunitarios en cada ciudad. El Rabino Itzjak Rapoport, es el rabino de Breslau y sus alrededores, y el Rabino Boaz Pash es el rabino de la comunidad de Cracovia (estos rabinos son también enviados de “Shavei Israel” en Polonia). Un judío polaco, el Rab Matitiau Abalet, se recibió de rabino después de la guerra, en la Yeshiva University de New York, y después de 5 años de estudio regresó y recibió su posición de Rabino y director de la escuela en Varsovia.

Hay doscientos estudiantes al año en la escuela judía hoy en día, desde jardín de infantes hasta noveno grado. Hay también clases para la juventud y los adultos en el centro comunitario de Varsovia, hay más de cien jóvenes hombres y mujeres que vienen a estudiar hebreo cada semana. En Cracovia, los estudiantes y los jóvenes se encuentran en una organización judía llamada “Cholent”

Publicaciones judías son editadas también: recientemente el jumash con Rashi, fue traducido a polaco, una publicación mensual de la comunidad llamada “midrash” se distribuye a todas las comunidades judías en Polonia, cada semana el rabino de Breslau pública un escrito semanal. “shabat beshabató”, en polaco.
Hay también demanda de comida kosher en Polonia, y shejitá kosher, muchos productos y comida kosher pueden ser encontrados en diferentes comunidades.

Pero quizás, la señal más significativa del crecimiento de la vida judía en Polonia, sean, los niños… cada shabat decenas de niños llegan a la sinagoga.

Una muestra de lo más significativo, de la profundidad de la destrucción, fueron las palabras de Joelis Schtruk, el comandante Nazi que peleó en la guerra de Varsovia, en el 16 de mayo de 1943: “no hay más judíos en Varsovia”. Hoy hay judíos en Varsovia, niños judíos en las sinagogas en Polonia…”y también por ello la gloria de Israel no caerá”.

Rabino Eliahu Birnbaum

Polonia

En este video realizado en conjunto con Tutorah.TV, el Rabino Birnbaum los lleva a conocer a la comunidad judía de Polonia.