Si quitamos la capa de la era comunista y la fuerte sombra de la shoá, descubrimos que viven en Polonia judíos y descendientes de judíos, cuya identidad se ha desvanecido. Pero no todo está perdido, el despertar ha comenzado.
El pueblo judío ha vivido en territorio polaco durante largos años. Allí se diseño una gran parte de su carácter espiritual, religioso y sociológico. Allí vivieron los judíos de acuerdo a la Torá, las mitzvot y la tradición judía. Allí se crearon obras culturales, nacionales y transnacionales, y floreció una gran literatura halájica e intelectual de diversas ramas y con profunda investigación. Allí vivieron grandes sabios y maestros, rabinos, grandes estudiosos, justos y piadosos. Hasta los días de la última guerra, la tradición israelita no dejó de florecer y desarrollarse en Polonia. La voz de la Torá se oyo en sinagogas y yeshivot, hasta que el enemigo subió al poder y destruyó un 90% de la judería polaca, la cual sumaba antes de la guerra cerca de tres millones y medio de personas (extraído de la declaración de la Junta Rabínica de Polonia, la cual fue renovada en Lodz en el año 2008).
Escribiré en las próximas líneas sobre el espléndido fenómeno que está teniendo lugar en Polonia. Una especie de resurrección de los muertos moderna, a medida de que muchos polacos descubren sus raíces judías y piden retornar a la fe de sus ancestros.
Usualmente, Polonia es visto por los turistas o por quien lee sobre ella, como un enorme cementerio, sin embargo esta no es su realidad actual. Polonia se está liberando lenta, pero fuertemente, de la amenaza comunista y de los restos de temor que dejaron los nazis. Personas judías y sus descendientes, comienzan a definirse como tales en público y a adoptar la fe judía abiertamente. Muchas veces, los que descubren su judaísmo son hijos de madre y abuela judía, y a veces hijos de padre y abuelo judío. A pesar de la diferencia en su status halájico, la sensación profunda de ellos es que son parte de la gran familia israelita.
Hace un tiempo visité Polonia en el marco de un seminario de la organización “Shavei Israel” y quisiera compartir con ustedes la especial experiencia que viví y las historias personales que los jóvenes y los más adultos relatan.
Cada cual tiene su propia, pero al mismo tiempo, similar historia. Solo de grandes y de forma extraña, descubrieron todos ellos su identidad judía. Algunos van con kipá por la calle y respetan shabat, incluso si a nivel halájico no son judíos aún.
Pareciera ser, que el mundo judío nunca le perdonó a Polonia y a los polacos todo lo que hicieron los alemanes en su tierra, ni le satisfizo que judíos se hayan quedado a vivir allí después de la guerra. Aparentemente, hay una mayor comprensión hacia los judíos que se quedaron en Alemania después de la shoá que hacia los de Polonia. A los ojos de muchos grupos, el retorno a Polonia después de la shoá fue una especie de profanación Divina. Muchos vieron en ese país una tierra maldita a la cual hay que excomulgar, algo parecido a lo que sucedió con España después de la expulsión.
El cura que quiere ser rabino
A continuación, el relato de un cura polaco, Jan Pavel, al cual conocí hace un tiempo.
Cuando conocemos a una persona que desea al judaísmo, nos preguntarnos por qué, incluso dudamos si es apto psicológicamente hablando… pero cuando un cura católico quiere ser judío, esto genera muchas más preguntas aún. Me senté con Pavel e intenté comprender por qué desea regresar al camino de sus ancestros.
La historia de Pavel comenzó hace varios años, cuando le pidieron – como cura de la zona – representar a la iglesia en el evento “Marcha por la Vida” en el campo de concentración de Auszwitz. El cura participó en el acto, sin embargo el lugar y lo que el mismo representa le generaron la necesidad de saber más sobre el judaísmo y los judíos, y así abrió una página secreta en su vida familiar. Luego de una corta investigación, Pavel comprendió que es bisnieto y nieto de personas que fueron asesinadas en la shoá. Su padre era un niño judío que quedó huérfano después de la guerra y fue adoptado por una familia católica. El mismo, creció como católico, sin conocer sus raíces judías.
A la luz de este descubrimiento, el cura comenzó a estudiar judaísmo en secreto. El encuentro con la Torá le hizo sentir que regresaba a casa, como si la Torá fuese su Torá. Jan Pavel quiso profundizar su estudio y así se acercó al rabino cercano a su lugar de residencia y le pidió que le enseñase judaísmo. El Rabino intentó rechazarlo, diciéndole que no tiene obligación de sentirse judío debido a que solo su padre es judío, pero el cura no cedió y fijó un encuentro de estudio con el rabino una vez por semana. El Rabino judío y el cura católico estudiaron en forma conjunta Tanaj, Halajá, Jasidismo y Midrash. Cuando me encontré con Pavel en el seminario de “Shavei Israel”, intenté comprender por qué siente compromiso por regresar a la fe de sus ancestros. Incluso le expliqué que si deja el cristianismo y se une al judaísmo se va a quedar sin profesión, sin embargo el no aceptó mis explicaciones.
Asimismo, el cura pidió consultarme un problema personal y me presentó el siguiente dilema: estimado rabino, no puedo seguir así, me dijo el cura. Siento mi relación con el judaísmo, con la Torá, con el pueblo de Israel, creo en un solo D’s, el D´s de Israel. Siento algo interno que me pide adoptar la fe de mi familia que fue asesinada en la shoá. Cuando asisto a la iglesia, y debo hablar frente al público sobre Jesús y el cristianismo, siento que me miento a mí mismo, que no digo la verdad, ¿qué hago?
Aquí vemos un cura católico, con raíces judías y alma israelita.
La plegaria matutina de shabat la recé junto con los participantes del seminario. El cura sabía leer un poco en hebreo, y varias veces me pidió que lo guíe durante la plegaria y le diga dónde se encuentra el jazán. Luego del seminario me envió un correo electrónico y me comentó que mi ayuda le emocionó mucho y que veía en esto una señal divina de acercamiento al judaísmo. En su carta me escribe que gracias a mi ayuda durante la plegaria decidió convertirse formalmente al judaísmo y debido a que descubrió que no hay muchos rabinos que hablan polaco y los judíos polacos necesitan líderes espirituales, también desea estudiar en la Yeshivá hasta que pueda recibirse de rabino.
Bar Mitzvá a los 52 años
Mariusz Opalco Lederman festejó su bar mitzvá a los 52 años. Hoy en día tiene 60. Hace solo 8 años descubrió que es judío.
Los padres de Mariusz nunca le revelaron nada sobew su judaísmo. Nació después de la shoá, en el año 1948, pero hasta 1999 no sospechó de sus raíces judías. En su casa no llevaban ninguna costumbre judía o religiosa, su padre era ateo, y por eso tampoco le dejó tomar clases de religión en el colegio. Cuando sus padres no querían que comprenda lo que decían, hablaban entre ellos en idish, pero el estaba convencido que hablaban alemán. En el año 1956, despidieron a su padre del trabajo, pero tampoco en ese entonces comprendió que la razón era por la sangre judía que corría dentro de sus venas. En el año 1968, cuando comenzó una ola de antisemitismo y miles de los judíos fueron expulsados de Polonia, no le dejaron seguir estudiando en la universidad, pero tampoco en ese entonces comprendió la verdadera razón. Sus tíos, el tío Leopard y el tío Koselvosky, siempre venían a visitar a la familia en diciembre, pero solo ahora comprende que venían por jánuka.
Mariusz no comprendió, o no quizo comprender, durante 52 años su verdadera identidad. Hasta que el 14 de enero de 1999, cuando su madre se encontraba en su lecho de muerte en el hospital, él fue a visitarla. Ella le preguntó cómo estaban sus hijos, sus nietos, pero algo en su forma de hablar estaba lleno de misterio. Algo había en el aire, su madre pidió hablar con él a solas. “Mariusz”, le dijo la madre, “soy judía – y tú también lo eres. Si lo deseas, se judío. Sino, no lo seas. Ser judío en Polonia es muy difícil”. Su madre le dijo que siente no habérselo dicho antes pero que tenía miedo por su futuro. Tenía un acuerdo con su hermano, el tío de Mariusz, que en caso de que ella falleciese sin develar el secreto, el tío le contaría. Y entonces la madre le dijo que le hicieron el Brit Mila cuando era pequeño, y no solo eso, sino que también su esposa tiene raíces judías, de acuerdo a lo que averiguó antes de bendecirlo por el matrimonio.
Mariusz regresó a su casa sumamente sorprendido y le contó a su esposa lo sucedido. La misma llamó inmediatamente a su madre y también ella le reveló su judaísmo. Dos semanas después, la madre de Mariusz falleció, perdió a su madre pero ganó una gran familia.
Luego de que su madre falleció, Mariusz decidió continuar con la tradición familiar y viajó con su hijo Radek de 25 años a Hungría, para hacerle el brit milá. Luego, con 52 años, Mariusz pidió subir a la Torá como “bar mitzvá” y recibió el nombre judío de Moshé. Mariusz – Moshé, abogado, es hoy en día uno de los líderes de la comunidad judía en Breslav, Polonia.
Continuará…
Rabino Eliahu Birnbaum