El judaísmo de mil años

Tabilisi, Georgia

El gran valor de la familia judía es quizás el secreto de la comunidad judía de Georgia y lo que la preserva sin asimilación alguna a lo largo de las generaciones. Las personas locales los ven como hermanos en todo sentido, e incluso los nazis y los soviéticos no les causaron ningún daño. El judaísmo milagroso.

Varias veces escribimos en esta columna sobre comunidades nuevas y aquellas que se encuentran en proceso de renovación, o sobre comunidades que han tenido un gran pasado y que en el presente se están desintegrando. Esta vez escribiremos sobre una comunidad con pasado y futuro. Una comunidad que cuenta con prácticamente 3000 años de historia continua – y sin asimilación alguna.

Georgia se encuentra, junto con sus hermanas caucáseas, Armenia y Azerbaiyán, en el límite entre Asia y Europa. El mismo, fue a lo largo de la historia la encrucijada entre Asia y Europa, y su comunidad judía, es sumamente especial en su carácter y costumbres.

Desde el primer templo

La judería de Georgia es una de las comunidades más antiguas del mundo. Muchas tradiciones hablan de la antigüedad y la continuidad del asentamiento judío en Georgia. De acuerdo a fuentes georgianas, los patriarcas de la comunidad se asentaron allí a comienzos del siglo VI a.e.c, luego de la destrucción del primer Templo y de la expulsión de los judíos de la tierra de Israel por Nabucodonosor. Judíos adicionales, llegaron a Georgia luego de la destrucción del segundo Templo. Los primeros judíos que llegaron allí eran por lo visto descendientes de los exiliados a Babilonia en el año 586 a.e.c, luego de la destrucción del primer Templo. El texto georgiano más antiguo incluye la siguiente frase: “entonces conquistó el rey Nabucodonosor a Jerusalem y los judíos se escaparon de ella y fueron a Kartiel”. Kartiel es el nombre de una porción de tierra en el corazón de Georgia.

Cerca de 50 años después del exilio de Babilonia, Cyrus, el rey de Persia conquistó toda la zona, cuando Babilonia y el Cáucaso se encontraban unidos bajo su gobierno. Cyrus le permitió a los judíos dejar Babilonia – no solo para la tierra de Israel, sino también para Georgia. Luego de la destrucción del segundo templo, el pueblo de Israel fue exiliado de su tierra por el Imperio Romano y parte de los exiliados llegaron a Georgia y se unieron a sus hermanos los cuales se encontraban allí desde la época del primer Templo.

El marco histórico de los judíos de Georgia explica la profunda relación que existía desde ese entonces y hasta ahora entre la comunidad georgiana y la tierra de Israel por un lado, como fuente de la añoranza y el deseo espiritual, y con los sabios de Babilonia y más tarde con Bagdad, para así recibir enseñanzas y leyes.

Parte de la historia judía en Georgia no es clara aún debido a que no existen investigaciones sobre los comienzos de la comunidad. Historias, leyendas y tradiciones orales, son parte integral e incluso necesarias para poder completar el rompecabezas histórico de la comunidad.

Tradiciones orales las cuales pasan entre los judíos de Georgia de generación en generación, apuntan su origen hacia las diez tribus perdidas, las cuales fueron exiliadas por el Rey de Asiria.

Dicho argumento tiene ciertas bases en las discusiones talmúdicas (Sanhedrín 94a) sobre el lugar de las diez tribus: “¿a dónde fueron? Dijo el sabio Mar Zutra a Afriki”. Hay quienes explican que Afriki no es “África”, sino “Abriki” – el nombre griego de “Iberia”, el reinado antiguo de Georgia. Al lado de la ciudad Matzjita, fueron encontradas lápidas del siglo III con escrituras en hebreo y arameo.

Cuando se le pregunta a los miembros de la comunidad de hoy día, jóvenes y adultos, sobre la antigua historia georgiana, ellos responden: “no es una leyenda, es historia y es la verdad”. Los mismos, se sienten muy orgullosos y seguros de su especial historia y hasta hoy día la misma representa parte de la fuerte identidad judía de georgiana.

La conversión caucásea

Sin embargo, hay otra hipótesis sobre el origen de los judíos de Georgia. De acuerdo a la misma, dichos judíos son conversos: son miembros del pueblo georgiano, así como los cúzaros de la edad media y los subótniks de la modernidad (surge la pregunta si en la tierra del Cáucaso hay algo especial que lleva a convertirse al judaísmo). Paradójicamente, hay una especia de sostén a dicha teoría justamente mediante los documentos del ejército nazi, el cual no sabía cómo referirse a dicho judíos y finalmente decretó que eran parte del pueblo local – dicha decisión los salvó de los campos de concentración. Es importante señalar, que también los no judíos de Georgia se refirieren a los judíos del lugar como sus hermanos en todo sentido. Estos hechos fortalecen la hipótesis de la conversión, dado que se trata de sus hermanos, pero sin embargo también la debilita: más de una vez, cuando un grupo local se convierte, el hecho no es recibido en forma positiva por las personas locales.

Los judíos de Georgia son recordados en el libro El Cúzaro en los viajes que se realizaban en la edad media. Marco Polo, pasó por allí en el año 1272 y escribe que “los judíos se asentaron en Tiflis pero no son muy numerosos”. Rabi Benjamín de Tudela, el viajero lejendario, incluye a los judíos de Georgia entre aquellos que el “Rosh Hagolá” les permite tener un Rabino y un Jazán en cada comunidad. Esto demuestra que a fines del siglo XII ya había judíos bajo la influencia del centro judío de Babilonia. También el Ra’abad en su libro “Seder Hakablá” (El Orden de la Kabalá) incluye a los judíos “la tierra Gargallí que es llamada Gargashtán” en la lista de comunidades que son fieles al judaísmo rabínico.

Comunidad sin asimilación

Pocas son las comunidades que los procesos de asimilación y de matrimonios mixtos no les han influido. Entre dicho lugares de honor se encuentra la comunidad de Georgia, la cual pareciese ser posible denominarla “comunidad sin asimilación”.

A lo largo de las generaciones, los judíos de Georgia preservaron su judaísmo con gran entrega. Incluso en la época en que el gobierno georgiano se encontraba bajo el gobierno comunista y en otros lugares se le había prohibido a los judíos cumplir mitzvot y brit milá, los judíos de Georgia continuaron con su tradición y no pensaron siquiera en dejar de circuncidar a sus hijos, como pasó en Rusia y Ucrania. Entre los judíos de Georgia, el brit milá era una mitzvá que había que cumplirla incluso si había que dar la vida por la misma. Hubiesen dejado de traer niños al mundo – pero de dejar de circuncidar no estaban dispuestos.

Y de hecho es un milagro que los judíos del Cáucaso y de Asia hayan logrado mantener la costumbre y preservar su unicidad. ¿Cuál es el secreto de la comunidad de Georgia? ¿Cómo pudieron enfrentarse a los desafíos mientras otras comunidades no lo lograron?

Pareciera ser que el secreto de los judíos georgianos se encuentra en primer lugar en el rol de la familia, el g’alabi en su idioma. El carácter de la familia judía georgiana es un marco sumamente unido. La familia fija las reglas y las formas de comportamiento. Un judío georgiano no puede siquiera pensar en no circuncidar a su hijo, en especial porque la familia no va a aceptar que haya un niño no circuncidado en la misma, ni tampoco que hayan matrimonios mixtos. De hecho, el individuo no tenía un status social fuera del ámbito de la familia y por tal razón nadie dejaba a la misma, ni por peleas y por supuesto que no para casarse con una mujer no judía. El precio era demasiado alto.

La familia era en el pasado y hasta hoy día, un factor central para transmitir la tradición judía y las costumbres georgianas judías de generación en generación. También cuando las instituciones comunitarias se debilitaron por razones históricas o políticas, y las yeshivot y los colegios judíos fueron cerrados por los comunistas, la familia pasó a ser la agente de la religión, la tradición y el sentimiento nacional y el orgullo judío de los judíos de Georgia. Para quien lo ve desde afuera, el cual se encuentra acostumbrado a separar entre las “religiones” y otros parámetros, es posible decir que la fuerza de la tradición judía se basa más en el compromiso familiar que en el religioso.

Y de hecho, la preservación de la tradición judía entre los judíos de Georgia es muy fuerte aún hoy día. A pesar de que no todos son religiosos o cumplen mitzvot en forma integral, no hay división entre religiosos y laicos y todos son considerados tradicionalistas. El ochenta porciento de los miembros de la comunidad cumple kashrut, y la prueba de esto es que hay 5 negocios de comida kasher en Tiflis y un shojet móvil el cual viaja por los distintos pueblos donde viven los judíos para realizar la shejitá. A pesar de mi conocimiento del mundo judío, no estoy seguro de que haya otra comunidad judía con un tan alto porcentaje de personas que comen kasher. Los judíos de Georgia acostumbran hasta hoy día realizar el salado de la carne en su casa, no están dispuestos a recibir carne que ya fue salada, y ven esto como “la costumbre del lugar”.

También la asistencia a la tefilá es sorprendente, en relación con otras comunidades de este tipo: llegué al Beit Kneset durante la semana y había más de 70 personas en la plegaria de minjá y arvit. En shabat vienen al templo cientos de personas.

Antisemitismo importado

La opinión general entre los judíos de hoy día y los historiadores, es que no ha habido antisemitismo en Georgia. En cambio, siempre existieron buenas relaciones y amistad, no hubo incitación por parte de la iglesia o del gobierno, no hubo persecuciones y pogroms, ni tampoco expulsiones del país.

Los judíos de Georgia sostienen hasta hoy día que son parte del país hace ya 2600 años, y asimismo el resto de la población no los ven como extraños sino como georgianos en todo sentido. También su status legal es igual al del resto de los residentes y nunca vivieron discriminación religiosa o étnica. Dicho idilio cambió con la anexión de Georgia al Imperio Ruso en 1801. El ambiente de odio a Israel comenzó a ingresar a Georgia mediante los gobernadores del Zar y la iglesia ortodoxa rusa, quien quiso remplazar a la iglesia local. El antisemitismo trajo a Georgia un nuevo hecho que no era conocido hasta entonces: el líbelo de sangre.

Dos líbelos de sangre son conocidos en la historia de los judíos de Georgia durante dicha época, a pesar de que puede ser que haya habido más casos que no fueron publicados. Debido a dichos casos, los judíos se dirigieron a la comunidad judía de Constantinopla y a Moshé Montefiori para pedir su ayuda.

El primer líbelo de sangre tuvo lugar en junio de 1850. Un niño pequeño desapareció y su cuerpo fue encontrado después de cuatro días, los judíos fueron acusados de su asesinato. El segundo caso sucedió en abril de 1878. Nueve mercaderes judíos fueron acusados del asesinato de una niña cristiana y de utilizar su sangre para hornear matzot. A pesar de la difícil impresión que dejaron dichos eventos, los mismos quedaron fuera del contexto general: la buena relación de amistad y vecindad entre los georgianos cristianos y los georgianos judíos continuó hasta nuestros días.
La conquista soviética comenzó en Georgia en 1921. A pesar de la fuerza del gobierno soviético y de la ideología comunista, y a pesar de los intentos de minimizar la influencia de la religión y la tradición, la comunidad judía de Georgia continuó existiendo, y no se alejó del judaísmo y del cumplimiento de las tradiciones judías. Los judíos de Georgia continuaron manteniendo las sinagogas abiertas todos los días de la semana y del año, respetando shabat, realizando brit milá a sus hijos, haciendo shejitá y vendiendo carne kasher, y continuaron casándose entre ellos, sin sufrir de matrimonios mixtos. Los ancianos de la comunidad cuentan que durante los días del comunismo la comunidad no sufrió un gran deterioro. De acuerdo a lo que dicen, Georgia era menos soviética y comunista que el resto de Rusia. Sin embargo, no todo se mantuvo de forma normal: por ejemplo, la carne kasher se vendía a la noche en lugar de a la mañana, los shojatim trabajaban de noche y los judíos venían a comprar a las 5 de la mañana, para no llamar la atención del gobierno.

Sin yeshivot y sin organizaciones

La comunidad judía de Georgia siempre sostuvo al Beit Kneset como lugar central, tanto para la comunidad como para la familia, siendo el centro que transmite la tradición. Es cierto que no hubo en Georgia yeshivot, organizaciones judías políticas y colegios organizados, y quizás es por tal razón que el gobierno soviético no pudo dañarlos, dado que no había con qué.

La pertenencia a la comunidad era un hecho central para los judíos de Georgia más que el estudio de la Torá. La sensación de responsabilidad mutua y la familiaridad se encontraban en el corazón de la comunidad, y es esta la que los preservó durante la dura etapa del gobierno soviético y de hecho la que los mantiene hasta hoy día.

La centralidad del Beit Kneset en la vida judía de Georgia era tan grande hasta que uno de los escritores de la comunidad (Matán Eliasvili) dice que los judíos veían a la sinagoga como su hogar principal”, y por tal razón decenas de años de gobierno comunista no afectaron al status de la vida judía. Ariel (Luba) Eliav, quien visitó Georgia en los años sesenta, escribe: “en los días de shabat y festividades el Beit Kneset se encuentra repleto. No solo de hombres, sino también de niños de todas las edades. La sección de las mujeres se encuentra llena de mujeres ancianas y de madres jóvenes con bebés en sus brazos y la casa se llena de un sano murmullo de los feligreses”.

La tierra de Israel siempre fue un punto de añoranza y de inspiración para los judíos de Georgia. Los mismos, fueron de los primeros en unirse al movimiento sionista y desde 1989 comenzaron a realizar aliá, a pesar del gobierno comunista.
La identificación de los judíos de Georgia con el estado de Israel llegó a su apogeo luego de la Guerra de los Seis Días. Al comienzo, el gobierno soviético no les permitió a los judíos realizar aliá. En agosto de 1969, 18 familias de Georgia enviaron una carta a la junta de derechos humanos de la ONU pidiendo emigrar a Israel. La carta fue la primera demanda pública de judíos soviéticos que desean realizar aliá, y se transformó en el primer disparo de la batalla que libró el estado de Israel y los judíos del mundo para lograr abrir la aliá de los judíos de la URRS a Israel.

Una segunda carta fue enviada en noviembre de 1969 al Secretario General de la ONU, mediante Golda Meir que en ese momento era la Primer Ministro de Israel. En Julio de 1971 un grupo de judíos georgianos realizó una huelga de hambre en la entrada del correo de Moscú. Su combate llevó a un cambio histórico en la posición del gobierno soviético, y durante los años ´70 comenzó la aliá masiva a Israel. Cerca de 30.000 judíos llegaron de Georgia a dicho país.

Situación actual

Cuando les pregunté a los judíos locales cuántas personas hay actualmente en la comunidad, me dijeron con mucho cuidado la respuesta tradicional que cuando el Rey David quiso contar a los judíos esto les trajo una plaga. De todas formas, cuando investigué el tema descubrí que hay en Georgia 10.000 judíos. La mayoría de ellos viven en T´blisi, la capital, y otros en otras ciudades y pequeños pueblos. Es importante recordar que en los años ´70 había 100.000 judíos en Georgia, la mayoría judíos georgianos y una minoría ashkenazí que llegó luego de la conquista rusa. Actualmente hay más de 100.000 judíos georgianos en Israel y otros 50.000 en EEUU y Europa.

La Gran Sinagoga de T´blisi, es un edificio esplendoroso y muy bello, en el centro de lo que fue en su momento el barrio judío y hoy día es una zona turística en el antiguo barrio de T´blisi. El Beit Kneset fue construido entre los años 1895 y 1903, y se encuentra decorado con dibujos coloridos y con color dorado. Hoy en día es la sinagoga central la que funciona en T´blisi (el ashkenazí se encuentra en refacción), pero en el pasado había más de 30 sinagogas activas, algunos de ellos aún se encuentran en pueblos fuera de la capital. Otras instituciones que hay en T´blisi son el colegio “Tiferet Tzvi”, el cual fue inaugurado en 1991 luego de que cayó el comunismo y estudian allí más de 120 alumnos, y un jardín de infantes y un colegio de Jabad.

A lo largo de los años, no hubo en Georgia restricción respecto a dónde los judíos podían vivir. Nunca hubo un ghetto, sin embargo los judíos decidieron vivir en vecindarios junto con sus amigos y familias, siempre cerca del Beit Kneset. Parte de los judíos vivían en las grandes ciudades: Kutaisi, T´blisi, Batumi y Puti, y parte en pueblos o en ciudades pequeñas. La integración de los judíos de Georgia es también significativa en la política local: hubo un ministro de defensa judío, David Kezerashvili y durante la época de la independencia de Georgia en 1921, hubo entre los miembros del parlamento tres judíos, uno de ellos rabino.

Sin cohanim ni levitas

El carácter y las costumbres de la comunidad de Georgia se mecen entre el oriente y el occidente. Por un lado, ellos tomaron sobre sí mismos costumbres del oriente debido a la influencia de la relación con Bagdad, sin embargo en las últimas décadas, a partir del siglo XIX, algunos miembros de la comunidad fueron enviados a estudiar a Lituania y al este de Europa y tomaron las costumbres ashkenazíes. Aquellos trajeron el ritual ashkenazí a las comunidades de Georgia y se formó una interesante mezcla de halajá sefaradí y ashkenazí. Asimismo, fueron creados costumbres extrañas de las cuales no sabemos su fuente, entre ellos la costumbre ashkenazí de no comer legumbres en pesaj. Lamentablemente, varias costumbres y tradiciones exclusivas que fueron parte de la comunidad georgiana durante cientos de años, van desapareciendo, tanto entre los judíos locales como entre aquellos que vinieron a Israel.

Rabino Eliahu Birnbaum

La tierra del Ararat

Armenia, Ereván y Saban

¿Hay judíos en Armenia? Me han formulado esta pregunta varias veces, cuando volví de mi visita a Armenia. La respuesta es positiva e incluso más aún, hay una relación directa y un gran parecido entre el pueblo armenio, el cual parte se encuentra en su tierra y parte en la diáspora, y el pueblo judío.

La República Armenia es un país asiático, el cual se ubica entre el Mar Negro y el Mar Caspio. El país limita con Turquía en el occidente y con Georgia en el norte, así como con Irán y Azerbaiyán. Armenia, en el pasado una república de la Unión Soviética, es independiente desde 1990, y se explaya en tan sólo el 10% del territorio original de la nación armenia histórica, cuando el resto del país es hoy en día parte de Turquía, su vecina.

De acuerdo a la tradición local de los armenios, su origen proviene de la Mesopotamia, allí participaron en forma activa de la construcción de la torre de Babel e incluso sirvieron como traductores luego de que los idiomas fueron mezclados. Otras tradiciones, armenias y judías, ven a los armenios descendientes de Yefet, el hijo de Noaj. En distintas fuentes en el Tanaj, en textos de nuestros sabios y en libros de historia, mencionan a Armenia como el lugar donde tuvieron lugar eventos tanájicos e históricos de suma importancia. “La tierra de Uz” donde vivía Yob, es atribuida a Armenia – la traducción en arameo identifica a la tierra de Uz con “La tierra de Armenia”. Dicha traducción, también relaciona “Armona” la cual figura en el versículo “…Y seréis arrojadas hacia el Armón…” (Amos 4:3), a la zona donde vivían las diez tribus “más allá de los montes armenios”. Rashi relaciona Armón con “los montes de la oscuridad”, el concepto que utilizaban los judíos medievales para denominar a los montes caspios. También las montañas de Ararat, el lugar donde reposa el arca de Noaj, se encuentran de acuerdo a la tradición, en Armenia. Hasta hoy día, los habitantes del lugar saben que Armenia es el lugar de los tanájicos montes de Ararat y sienten cercanía e identificación con el personaje de Naoj, el cual es representado en varias estatuas que en la capital del país.

Armenia también se encuentra en el Talmud y el nombre de Rab Iaacov el armenio aparece en el Talmud Ierushalmi (Talmud Ierushalmi, Guitín 6, 48b). Historias de la edad media describen a Armenia como el lugar de los “judíos libres”. Sabios judíos, desde comienzos del siglo II, creían que las diez tribus perdidas se encontraban en Armenia. Armenia también es llamada Amalek en ciertas fuentes y los judíos armenios llaman asiduamente a los armenios amalekim.

Independencia renovada

Muchas veces se ha intentado comparar a los judíos con los armenios. Pareciera ser que a pesar de la diferencia entre ambos pueblos y culturas, es posible encontrar ciertos aspectos en común. Los armenios y los judíos han sufrido difíciles exilios, donde han vivido el exterminio en masa y el renacimiento nacional, en contra de todas las probabilidades.

La diáspora armenia es la diáspora paralela y más cercana a nivel histórico de la diáspora judía. La diáspora armenia se encuentra dispersa en distintos países en el mundo y aún se identifica con su historia. Ambos pueblos sufrieron la pérdida de su país y atravesaron el exilio, vagaron a distintos lugares en forma similar y adoptaron los mismos oficios, recibieron derechos especiales parecidos, constituyeron instituciones comunitarias y se enfrentaron a problemas semejantes de asimilación, supervivencia y acusaciones en contra de un pueblo disperso. En Ucrania, tanto los judíos como los armenios fueron acusados de destruir la fuente de ingresos de los comerciantes y artistas locales por la solidaridad que demostraron ante sus competidores.

Los armenios son cristianos ortodoxos, y son considerados como poseedores de una tradición católica especialmente antigua. Aparentemente no hay ninguna relación ni pertenencia al la religión judía, sin embargo los armenios cristianos se parecen a los primeros cristianos al principio de su camino. Los armenios son considerados el primer pueblo en la historia que se convirtió al cristianismo en forma total, y la iglesia armenia tiene su propio lugar y capilla en la iglesia del Santo Sepulcro. Ellos adoptaron al cristianismo ortodoxo de forma popular en el siglo III y por tal razón es posible que sus costumbres e influencias judías hayan sido preservadas entre ellos. De acuerdo a lo que los líderes religiosos locales dicen, ellos cuidan hasta hoy en día la condición del “cohén”, y sacrifican antes de su pascua el sacrificio de pesaj. Hasta una época tardía (la época de Alejandría) no había cruces en sus iglesias.

Es interesante recalcar la similitud de los idiomas. Hasta un período tardío, grandes partes de los habitantes hablaban arameo y hasta hoy día un importante porcentaje del idioma armenio se encuentra basado en palabras en arameo. Palabras como shuka (shuk en hebreo, mercado en español) o janut (negocio), se utilizan tanto en arameo como en hebreo hasta hoy día.

Sin embargo, más que nada, la shoá que vivieron ambos pueblos en el siglo XX los posiciona a ambos en el escenario histórico con un parecido destino.

Herida abierta

Es difícil hablar sobre el pueblo armenio hoy en día, y de su parecido con el pueblo judío, sin mencionar la shoá armenia. Quien visita la actual armenia, encontrará un pueblo con gran tristeza en sus ojos. Esta tristeza se encuentra también en el pueblo armenio que vive fuera de su tierra pero continúa preservando su identidad.

Durante cientos de años, una gran minoría armenia vivió dentro del Imperio Otomano de forma sumamente tranquila. A comienzos del siglo XIX se produjo un cambio en la tolerancia del gobierno turco para con las minorías cristianas. En 1915, el Imperio Otomano comenzó a exterminar al pueblo armenio. La estimación es que de 2-2.5 millones de armenios que vivían en el imperio antes de la guerra, entre un millón o un millón y medio fueron asesinados por soldados turcos y sus colegas Kurdos, en una guerra que llegó a su apogeo entre 1915-1916. Los armenios que cayeron en esos años representaban al menos un tercio de la población armenia en el mundo – el mismo porcentaje de judíos que fueron exterminados en la shoá. Los turcos nunca tomaron responsabilidad del genocidio y los armenios se han quedado con una herida abierta hasta el día de hoy.

La Armenia independiente, y activistas de la comunidad armenia fuera de los límites del país, piden que Turquía reconozca el genocidio – los gobiernos turcos desde los años 20 del siglo XX niegan que haya habido un tal masacre. Los turcos sostienen que el número de víctimas es exagerado (de acuerdo a ellos se trata tan sólo de 100 mil), y atribuyen las defunciones a enfermedades y hambruna, y sostienen que los turcos tuvieron que defenderse debido a que los armenios los atacaron. Los turcos se opusieron a intentos artísticos o políticos de documentar la tragedia y se negaron a evaluar la posibilidad de pagar compensaciones, tales como las que Alemania brindó a Israel y a los sobrevivientes de la shoá después de la segunda guerra mundial. El estado de Israel y organizaciones judías importantes en Estados Unidos negaron los reclamos armenios a comienzos del siglo XX y realizaron lobby a favor de Turquía.

Así como la comunidad judía hoy día, también los armenios tienen problemas para preservar el recuerdo de su tragedia luego de la muerte de los últimos sobrevivientes, y hacen grandes esfuerzos para salvaguardar el recuerdo del exterminio del pueblo armenio.

La visita al museo y el lugar de conmemoración de los caídos en el genocidio del pueblo armenio se parece mucho a Yad Vashem en Jerusalem. El museo en sí mismo, con las terribles fotografías, incluye una gran pared con los nombres de las comunidades armenias que había en Turquía y ya no existen más. Solo las cruces que se encuentran en el lugar nos recuerdan que no nos encontramos en Jerusalem.

Luego de la guerra y del genocidio del pueblo armenio se crearon nuevos límites para los armenios, con la mediación de Estados Unidos, y fueron desplazados de todos los lugares donde vivían para formar un pequeño país en el Cáucaso. Asimismo, se decidió que nunca podrán volver a Turquía y que no recibirán indemnizaciones. La influencia del genocidio en el pueblo armenio fue destructora, más de un millón de personas fueron asesinadas y el 80% del territorio de la armenia histórica quedó sin armenios. A causa del genocidio se constituyeron grandes comunidades armenias en el occidente de Europa (cerca de 400 mil en Francia) y en Estados Unidos (casi un millón). El sueño de los armenios de retornar a su tierra se desvaneció para siempre.

A pesar de la similitud entre ambos genocidios, hay quienes intentan mostrar las diferencias y hablan acerca de dos eventos históricos totalmente diferentes. Ellos distinguen entre la shoá, el holocausto judío, y entre el asesinato masivo del pueblo aremenio, el genocidio armenio, esta distinción se base en que la exterminación de millones de judíos por los nazis y sus socios es un caso único y por tal razón es denominado shoá y no genocidio. Es interesante que los mismos armenios realizan esta misma distinción.

Lápidas del siglo XIII

Muchos historiadores sostienen que el asentamiento judío en Armenia comenzó luego de la destrucción del primer Templo. La hipótesis es que los judíos llegaron a Armenia en el Exilio de Babilonia con la destrucción del primer Templo. Los judíos se asentaron allí cuando Armenia era parte del Imperio Persa y el rey Tigranes el Grande exilió miles de judíos de la tierra de Israel hacia el Imperio Armenio como prisioneros, en el siglo I. Hay quienes sostienen que los judíos son los ancestros de los zukim de hoy día, los cuales son considerados muchas veces como los auténticos judíos armenios. Los zukim son descendientes de judíos antiguos que vivieron en Armenia y luego se convirtieron al cristianismo. Hoy día se consideran a sí mismos armenios y así también los ve el mundo judío.

Es difícil crear una imagen que abarque toda la presencia judía en Armenia, debido a la falta de datos históricos exactos. Sin embargo, la unión del conocimiento histórico existente y los descubrimientos arqueológicos abrieron una pequeña ventana a la historia general del asentamiento judío en el lugar. En los siglos XIII y XV floreció, al menos, una comunidad judía en Armenia. Muchos judíos vivían en la ciudad Agaguis, y sus lápidas fueron encontradas allí. En 1375, cuando Armenia fue conquistada por los mamelucos, la comunidad judía desapareció, y durante los siguientes 500 años no hay testimonio alguno de la existencia de judíos en Armenia.

Hace varios años, fue descubierto un cementerio judío en la ciudad de Ereván, la capital de Armenia. Una excavación casual encontró un cementerio judío antiguo en un lugar donde nadie creía que existía una comunidad judía. Fueron encontradas allí, más de 40 lápidas con fechas hasta el siglo XIII. Dieciséis de ellas están escritas en hebreo y arameo y demuestran sin duda alguna que había judíos en Armenia en la época medieval. La fecha más antigua que figura en las lápidas es 1337. Las pruebas siguientes sobre la existencia de judíos en Armenia son solamente del siglo XIX.

Hoy día hay en Armenia cerca de 700 judíos, su mayoría en Ereván, la capital. La mayor parte de ellos son de origen ashkenazí, y el resto son familias judías de Georgia. Judíos de Polonia y Persia comenzaron a llegar a Armenia a comienzos del siglo XIX. Desde 1840, colonos judíos crearon las comunidades ashkenazíes y sefaraditas de Ereván.

Hasta 1924 el Beit Knesest sefaradí “Siaj Mordejai” era el centro principal de la comunidad judía.

La comunidad judía moderna se encuentra formada principalmente de judíos que llegaron a Armenia a partir de los años 30, de diferentes repúblicas de la ex unión soviética. Armenia atrajo a los judíos por ser un lugar de relativa abundancia y poco antisemitismo, uno de los líderes de la comunidad me dijo en mi visita a la misma: “el Cáucaso no es como Rusia… no hubo antisemitismo en Armenia”. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, pasaron cientos de judíos por la Armenia soviética. La población judía en Armenia creció hasta llegar a 5000 personas. En 1959, la población judía llegó a su apogeo en la Armenia soviética, con cerca de 10.000 personas. Una nueva ola de inmigrantes judíos llegó a la ciudad entre 1965 y 1972, en especial gente con educación académica, soldados e ingenieros. Dichos judíos llegaron de Rusia y Ucrania, buscando una sociedad más liberal. Entre 1992 y 1994, más de 6000 judíos realizaron aliá a Israel, debido a la desconexión política y a los problemas económicos de Armenia.

Actualmente, quedan cerca de 700 judíos y quizás incluso menos. El estado ya no es un destino atractivo tanto a nivel económico y cultural, como a nivel de judaísmo. Muchos armenios dejan el país y dentro de ellos también judíos. A pesar de que luego de la caída de la cortina de hierro y la democratización comenzó una ola de despertar espiritual y judía en el país, aún es difícil mostrar un cambio significativo. En Ereván hay una pequeña sinagoga y no hay mikve. El número de matrimonios mixtos es relativamente alto. En shabat hay tefilot así como también los lunes y jueves. De forma simbólica, llegué a mi visita a Armenia el 10 de Tevet y tuve el mérito de rezar la plegaria de shajarit en un minián local. Muy pocos judíos asistieron a la tefilá, y los que sí lo hicieron fue sin duda con gran esfuerzo. La plegaria la realizaron con la ayuda y guía constante del rabino local de Jabad, el rabino Meir Borstein. El Rab Borstein se encuentra allí hace varios años y realiza muy grandes esfuerzos para preservar la llama judía del país, realizando actos de bondad y brindando clases de Torá.

Los judíos armenios son considerados una minoría en Armenia y como tal tienen ciertos derechos. Los armenios no se refieren a los judíos como armenios sino como judíos. A sus ojos, debe haber congruencia entre la identidad nacional y religiosa, y dado que el 93% de la población es cristiana, aquellos que tienen una religión diferente no son parte del colectivo sino tan solo una minoría.

Los que respetan el shabat

A pesar de los pocos judíos que hay en Armenia, hay un grupo especial, en el pueblo de Sabán, el cual preservó la llama judía ardiendo durante años. La visita a los subotniks judíos fue para mí una experiencia sumamente especial en mi travesía por Armenia. Viajé de Ereván a Sabán, el viaje es a lo largo de las montañas y cuánto más subimos, la temperatura es más baja. Llegamos a 20 grados bajo cero y por suerte la visita no fue en el mes de enero, donde la temperatura llega a 30 grados bajo cero. Esta parte de la tierra es denominada por los armenios, “la Siberia armenia”, debido al gran frío y a la fuerte nieve. Sin embargo, a pesar del frío externo tuve el mérito de recibir calor interno. Luego de una hora de viaje, entré a la casa de una de las familias de los subotniks judíos, donde se juntaron para la reunión varias decenas de personas en un pequeño cuarto. Hombres y mujeres adultos se sentaron con sus gorros y camperas alrededor de la calefacción.

Luego del recibimiento y los saludos, les pregunté: “¿cómo se denominan a ustedes mismos?” y la respuesta no tardó en venir: “subotniks judíos”. La comunidad de Sabán es parte de 10.000 – 15.000 subotniks los cuales se encuentran dispersos por la ex unión soviética. En la unión soviética en general y en ciertos lugares alejados en Rusia, existen comunidades de subotniks los cuales se ven a sí mismos como judíos o de hecho rusos de religión mosaica. Durante años preservaron su judaísmo bajo el gobierno del Zar y el gobierno comunista, mucho más que comunidades judías las cuales encontraron en esto dificultades. A lo largo del tiempo, parte de éstos realizaron aliá.

El origen de los subotniks se encuentra en la historia rusa de hace 200 años atrás. El significado de la palabra “subotnik” proviene del idioma ruso “subota” – “quien respeta shabat”. A fines del siglo XVIII tuvo lugar un interesante fenómeno en Rusia, grupos de cristianos comenzaron a adoptar una forma de vida judía. Al comienzo se transformaron en “judaizantes” es decir vivían como judíos aunque más tarde parte de ellos pasaron un proceso de conversión y se unieron al pueblo en forma oficial. La ola de conversiones al judaísmo en Rusia llegó a su apogeo a comienzos del siglo XIX. Varios pueblos e incluso distritos completos de habitantes de distintos nivel sociales, comerciantes, artesanos y campesinos, vinieron en masa y se unieron al pueblo judío.

Los subotniks judíos de Sabán, Armenia, rezan todos los shabatot en conjunto. En shabat por la noche les es difícil encontrarse debido al frío, pero por la mañana siempre se juntan incluso si no hay minián. Hoy día hay cerca de 50 subotniks en el pueblo, y rezan en una casa privada, sin embargo en los años de florecimiento de la comunidad, en los años ´30 del siglo XX, vivían 500 familias en el pueblo, más de 2000 personas. En el pasado imprimieron un sidur en hebreo y ruso antiguo y había una sinagoga con grandes minianim en shajarit y arvit. Había asimismo un mohel y un shojet y por supuesto que todos los hombres se encuentran circuncidados. A lo largo de los años no había mikve en el lugar, pero las mujeres siempre fueron a realizar la inmersión ritual a los baños públicos. Todos los subotniks se casaron entre ellos.

Cuando los subotniks judíos llegaron a dicho lugar, la zona se encontraba despoblada y no había en ella armenios. Durante años continuaron hablando ruso, a pesar de que los otros habitantes hablaban armenio. A la entrada del pueblo de Sabán, en el pueblo Yelinovka, hay un cementerio de los subotniks judíos el cual se encuentra cercado, cuenta con un maguen David y con lápidas con nombres en hebreo. Las primeras de ellas, son de 1881.

Por lo visto, los subotniks judíos de Sabán fueron exiliados a la zona sur de lo que era en ese entonces el Imperio Ruso, después de 1830, cuando el Zar Nicolás I ordenó que los eslavos que niegan la ortodoxia cristiana no “impurifiquen” a las masas creyentes. Durante el gobierno soviético, esta zona del imperio gozó de libertad de culto e incluso cuando no había judíos en Armenia debido al gobierno comunista, los subotniks judíos preservaron la llama judía encendida en el país.

Una linda leyenda cuenta porqué los subotniks fueron exiliados de Rusia durante la época del Zar: “en 1851, a mediados de la guerra, el Zar Nicolás fue a controlar a su ejército y al ejército Caucaseo que se encontraban en el frente. Los soldados lo recibieron como era costumbre, con “pan y sal”. Sin embargo, otros soldados, los cuales también ellos parecían caucáseos, lo recibieron con un libro de la Torá en la mano, además de con pan y sal. Cuando los soldados se pararon en orden, en honor a la llegada del Zar Nicolás, todos se sacaron el sombrero en su honor, sin embargo parte de los soldados del Cáucaso no se sacaron sus sombreros.

El Zar, el cual se encontraba preocupado de que se realice una revolución en su contra, preguntó por qué los soldados no se quitan su sombrero. El general a cargo respondió: “respetado Zar. No es una revolución, su religión no les permite quedarse con la cabeza descubierta. Ellos son hijos de la religión mosaica”. A lo que el Zar respondió: “¿mis soldados del Cáucaso son judíos? No puede ser. Yo les voy a enseñar a esos “perros” que quiere decir ser judío y cuál es la verdadera religión y ordenó dispersar a los soldados judíos, subotniks, por toda Rusia – de Siberia a Armenia…”

Hoy día, Iuri ben Aharón, Ishai ben Zechariá y otros subotniks judíos intentan seguir preservando su judaísmo, a pesar de que muchos jóvenes abandonaron el pueblo. Cuando los últimos miembros de la comunidad fallezcan, será este el fin de 200 años de sacrificio y entrega de los subotniks, en Armenia y en comunidades dispersas por toda la ex Unión Soviética.

Cuando le pregunté a Iuri ben Aharón qué es lo que los preservó durante los años, me respondió: “la fuerza de la fe”.

Rabino Eliahu Birnbaum

El Mosaico del pasado se refleja en el presente

La comunidad judía de Belgrado es un calidoscopio que conecta la expulsión de España con la shoá, y que hace cada vez menos notable la diferencia entre el idish y el ladino. La shoá borró prácticamente todo, y rápido.

Belgrado, Serbia

El Beit Kneset ashkenazí “Sucat Shalom”, único lugar de culto que existe hoy día en Belgrado, se llenó de concurrentes el shabat por la noche. Este Beit Kneset es uno de los pocos que sobrevivieron en Serbia luego de la shoá, a pesar de que su destino no fue muy meritorio durante la misma. En la época de la Segunda Guerra Mundial, los soldados alemanes utilizaron a la sinagoga como prostíbulo. Uno de los asistentes, quien era adolescente en esos días, cuenta que la parte de los hombres era un restaurante para los soldados y la de las mujeres tenía otro uso, lamentablemente.

Me parece que la plegaria especial que vivencié durante mi visita a la comunidad es un ejemplo y un símbolo de la impresionante historia y de la nostalgia respecto al pasado.

En el Beit Kneset ashkenazí, donde hablaban idish antes de la guerra, rezan hoy de acuerdo a la costumbre sefaradí e incluso hay partes en Ladino. No es la costumbre de edut hamizraj (costumbre sefaradí de los judíos procedentes de los países árabes), sino el estilo sefaradí original, procedente de los expulsados de España y Castilla, los cuales se asentaron en los países balcánicos – Sarajevo, Belgrado y Croacia – luego de la expulsión.

Una de las costumbres locales me llamó la atención. En la noche de shabat, cuando el público recita la última parte del “lejá dodí”, donde dicen “boi calá”, continuaron mirando hacia adelante, al Harón Hakodesh, y no se dieron vuelta como es costumbre hacer. Visité cientos de comunidades judías en la diáspora, ashkenazíes y sefaradíes, sin embargo esta es la primera vez que recé en un Beit Kneset donde el público no se da vuelta en “Lejá Dodí”, y realmente me sorprendió. Al final de la tefilá le pregunté al Rabino de la comunidad cuál es la razón de esta extraña costumbre y él me dio una increíblemente interesante respuesta, la cual demuestra la grandeza de las comunidades de la diáspora en general y de la comunidad de Belgrado en particular, y su voluntad y esfuerzo por mantener la llama judía encendida.

Luego de la destrucción de la comunidad de Belgrado en la shoá, y durante decenas de años bajo el gobierno comunista, tuvo lugar la tefilá de shabat por la noche pero no había minián por la mañana. No sacaban el Sefer Torá, no abrían el Harón Hakodesh y no leían la Torá. Los judíos de la comunidad sintieron la necesidad de abrir el Harón Hakodesh, ser bendecidos por su santidad y ver los rollos de la Torá, para no olvidar que hay dentro del arca. Dado que no abrían el arca sagrada por la mañana, por la falta de tefilá y plegaria, decidieron abrirlo en el kabalat shabat.

Sin embargo, cuando llegaban en la plegaria a “boi beshalom ateret baalá”, no podían darse vuelta hacia la puerta, para no darle la espalda al Harón Hakodesh que se encontraba abierto, debido a su santidad… desde entonces y hasta hoy en día, a pesar de que las plegarias ya tienen lugar en forma regular todos los shabatot por la mañana, y no abren más el arca por la noche, los miembros de la comunidad no se dan vuelta para así preservar la costumbre del lugar. Hoy día, todos los shabatot hay tefilá de arvit y shajarit, una hermosa plegaria llena de melodías sefaradíes, con un joven jazán local, quien sabe cantar las canciones de la misma forma en que las cantaban en España antes de la expulsión, y en Serbia antes de la shoá. Parte de las tefilot son recitadas en ladino (como Berij Shemá o Ein Kelokeinu), como se acostumbraba en las comunidades sefaradíes.

Actualmente, los ashkenazíes y los sefaradíes rezan juntos en el mismo Beit Kneset. El único hecho que distingue entre ellos es que los sefaradíes dicen al final de la tefilá “shabat Shalom” y los ashkenazíes “guit shabes”.

A pesar de esto, la diferencia entre los sefaradíes, los cuales hablan ladino, los veteranos, y los ashkenazíes, los nuevos emigrantes, los cuales hablan alemán y húngaro, es sumamente importante para poder comprender la situación del judaísmo en Serbia y Yugoslavia en la época de entre las dos Guerras Mundiales.

La dominación de los sefaradíes

El asentamiento judío en Macedonia y Dalmacia tiene su origen en la época de los griegos y los romanos, asimismo, pequeñas comunidades judías existían en Eslovenia y Besarabia ya en la edad media. Sin embargo, la primera gran ola de emigración judía a los países balcánicos comenzó como consecuencia de la expulsión de los judíos de la España católica en 1492. El sultán del Imperio Otomano recibió con alegría a los expulsados, y estos llegaron en masa. Al comienzo se asentaron en su mayoría en Salónica y en Estambul (Constantinopla), pero hasta mediados del siglo XVI sus descendientes comenzaron a dispersarse en ciudades más alejadas y establecieron comunidades en ciudades como Belgrado en Serbia, Sarajevo en Bosnia, y Skopie (Uskub) y Bitola (Monasterio) en Macedonia.

Los sefaradíes trajeron con ellos su idioma y costumbres de España. Continuaron hablando ladino, dialecto que fue desarrollado del castellano del siglo XIV. En todos los lugares donde se asentaron establecieron organizaciones comunitarias separadas. Los sefaradíes se creían superiores a nivel cultural respecto a los judíos bizantinos locales y a los ashkenazíes del norte y este de Europa. En poco tiempo, aquellos emigrantes de España y Portugal tomaron el liderazgo de la vida judía en los países balcánicos sin objeción alguna. Hasta fines del siglo XIX, el ladino era el idioma principal de la comunidad sefaradí de Belgrado. Casi todas las publicaciones de la comunidad eran realizadas en dicho idioma.

Los apellidos sefaradíes más comunes eran Alkalai, Almozalino, Demio, Calderón, Confino, Meboraj, Fiade, Pinto, Romano y por supuesto Levi y Cohen.

¿Y qué pasaba con los ashkenazíes? Belgrado, hasta comienzos de la Primer Guerra Mundial, era parte del Imperio Habsburgo, y sus judíos, parte de la judería húngara. Aquellos se unieron en su mayoría, durante el siglo XIX al movimiento neológico, movimiento similar al reformista pero más moderado. La diferencia entre las comunidades sefaradíes, las cuales continuaron en su camino tradicional y las ashkenazíes, quienes decidieron tomar un camino más liberal, crearon grandes contrastes entre ambos. Los sefaradíes estaban orgullosos de su historia y sus tradiciones, en cambio los ashkenazíes se consideraban más avanzados e iluminados.

Es importante resaltar que a pesar de las diferencias, durante los 300 años de vida judía en Belgrado, vivieron en ella ashkenazíes y sefaradíes en armonía y colaboración comunitaria. Con la conquista de Serbia por el Imperio Otomano, los judíos en general comenzaron a tener éxito, y en particular los de la ciudad de Belgrado.

La comunidad creció muchísimo alrededor de la Primera Guerra Mundial. Con la recepción de la autonomía religiosa, se establecieron instituciones educativas y sinagogas para las comunidades ashkenazíes y sefaradíes, y el número de judíos en dichos países aumentó. En 1930 había, en la Yugoslavia de aquellos días, 114 comunidades organizadas: 38 sefaradíes (todas excepto tres, estaban en Serbia, Bosnia, Macedonia y Dalmacia), 70 comunidades ashkenazíes neológicas (en su mayoría en Croacia y en Voivodina) y 6 comunidades ashkenazíes ortodoxas (casi todas en Voivodina). En 1939 habían, tan sólo en Belgrado, cerca de 12.000 judíos 10.000 sefaradíes y el resto ashkenazíes. A lo largo de los años, Serbia se convirtió en la casa de importantes rabinos. Al principio Belgrado no era una ciudad importante a nivel religioso, y estaba influenciada por los centros en Salónica y Estambul. Sin embargo, luego de la designación del Rabino Iehudá Larma de Estambul en el año 1617, como Gran Rabino de Belgrado, aquel influenció al centro rabínico y religioso de la ciudad y lo ayudó a desarrollarse en forma significativa. En dicha época, Belgrado se convirtió en el tercer centro de estudios judaicos de los países balcánicos, luego de Estambul y Salónica.

Entre los conocidos personajes, los cuales fueron parte de la comunidad judía de Serbia, sobresale uno de los presagiadores del sionismo, el Rabino Iehuda Alkalai. El Rabino Alkalai nació en el año 5558 (1798) en la comunidad sefaradí de Sarajevo. Con el tiempo, fue designado sheliaj tzibur y moré de la comunidad de Zamalín, ciudad cercana a Belgrado. Luego de muchos años fue designado Rabino de la comunidad, y se desarrolló en dicho puesto hasta realizar aliá en el año 5634 (1874). Una de las sinagogas que había en la comunidad del Rabino Alkalai existe hasta hoy en día, aunque lamentablemente funciona como un restaurante local. En mi visita al lugar, me fue muy difícil ver que el lugar donde se encontraba el Harón Kodesh, es utilizado como lugar donde sirven bebidas alcohólicas. Dicho Beit Kneset fue construido en 1850.

Judenfrei

Como hemos dicho, antes de la Segunda Guerra Mundial había cerca de 12.000 judíos en Belgrado, sefaradíes y ashkenzíes, la shoá no distinguió entre ellos. Los judíos de Serbia fueron los primeros que sintieron la influencia de la política Nazi en forma completa. El 30 de mayo de 1941, el gobierno militar Nazi de Belgrado publicó la definición de “quién es judío”, y legisló una serie de normas las cuales quitan a los judíos del servicio público y de ciertas profesiones. Todas las propiedades judías fueron anotadas, comenzó el trabajo forzado, y se prohibió a los ciudadanos serbios esconder a judíos. Ya en ese momento, debían los judíos llevar el Magüen David amarillo.

El 6 de abril de 1941 Alemania invadió, junto con sus aliadas, Italia, Hungría y Bulgaria, al territorio de Yugoslavia. Jóvenes judíos, en su mayoría del Hashomer Hatzair, se reunieron al día siguiente, y sabotearon los cuarteles del enemigo, distribuyeron propaganda, y reunieron dinero y equipamiento médico.

En octubre, cerca de 4000 hombres judíos fueron asesinados por el ejército alemán. En diciembre, todas las mujeres y niños judíos de Belgrado fueron detenidos y enviados al campo de concentración Sajmiste, al lado de la ciudad. A principios de marzo de 1942, un camión de gas fue enviado de Berlín a Belgrado, y hasta principios de mayo, todas las mujeres y los niños fueron asesinados con gas.

En agosto de 1942, el gobierno serbio anunció con orgullo que Belgrado es la primera ciudad que se encuentra en el nuevo status “judenfrei” – libre de judíos. Tan solo 1200 judíos de Belgrado sobrevivieron. La mayor parte de los judíos fue asesinada en Serbia, y en la zona de Belgrado fueron establecidos tres campos de concentración para judíos y gitanos. El nivel de participación de los serbios en el asesinato del pueblo judío fue muy alto. El campo de concentración Banjica estaba prácticamente puesto en funcionamiento por serbios, y era solventado por el presupuesto local de la ciudad de Belgrado.

La exterminación de los judíos serbios fue presentada por los alemanes también como forma de frenar la revolución, y los judíos fueron mostrados como comunistas o como quienes apoyan a los mismos. Esta forma de exhibir a los judíos, sirvió a los intereses de los alemanes: la solución final fue utilizada, también, para asustar a la población local. Así, es posible comprender el por qué fueron asesinados los judíos de Belgrado en la ciudad o en sus alrededores, y por qué lo hicieron tan rápida y tempranamente.

Es importante recalcar el rol de los partisanos serbios, bajo el liderazgo de Tito, los cuales lucharon contra la conquista, en lo que es conocido como “la revolución serbia”, una de las más grandes oposiciones que sufrió la Alemania Nazi en toda Europa. Muchos judíos lucharon contra los alemanes en sus filas, y los partisanos y los comunistas les dieron refugio.

Después de la shoá, aquellos que quedaron en vida buscaron un nuevo futuro. Parte de ellos realizaron aliá, y los pocos judíos que quedaron en el país comenzaron a reconstruir la comunidad. Las comunidades sefaradíes y ashkenazíes fueron reunidas en una sola comunidad, con respeto mutuo y una historia en común.

Entre la nostalgia y la visión

En la Yugoslavia de la post guerra, las tres comunidades más importantes se encuentran nuevamente en Belgrado, Sarajevo y Zagreb. Hoy día, viven en Serbia cerca de 2000 judíos, dentro de los cuales 800 viven en la capital, Belgrado, y el resto se encuentra disperso entre las comunidades: Denish (al lado de Belgrado), Novi Sad y otras 7 comunidades pequeñas por la zona Vojvodina, alrededor de Novi Sad: Sombor, Zrenjanin, Subotica, Kikinda, Danchevo, Zemun, Noisad (en alguna de estas comunidades aún hay sinagogas). Es importante recordar que hasta 1991, Serbia, Kosovo, Montenegro, Macedonia, Bosnia, Croacia y Eslovenia eran parte de Yugoslavia, cuya capital era Belgrado, sin embargo hoy día, cada una es un país separado e independiente.

En la actual comunidad de Belgrado, la diferencia entre ashkenazíes, sefaradíes, neológicos y ortodoxo, no es muy grande. El ser miembro de la comunidad se le permite a todo judío, el cual no pertenece a ninguna otra institución religiosa y el cual dice que por voluntad propia desea ser miembro de la comunidad. La pertenencia a la comunidad es de acuerdo a la “ley de retorno”. Aquel que tiene derecho a la ley de retorno, es decir que sus padres o abuelos eran judíos, y él es la tercera generación de un familiar judío, tiene derecho de ser miembro de la comunidad. También las parejas de los no judíos son aceptadas de acuerdo al status de su pareja judía. Es importante recalcar que este sistema es utilizado en mucha partes de Europa y del mundo en general, también en comunidades que son consideradas ortodoxas como lo es el caso de Serbia.

A los ojos de los judíos de Serbia de hoy día, la época de entre las dos guerras mundiales, es considerada la edad de oro de los judíos de Yugoslavia. Mirando hacia atrás, esta observación, a pesar de que se encuentra llena de nostalgia, tiene bastante verdad. En esa época, comunidades ashkenazíes y sefaradíes, cada una con su marco y su ideología, activaron en forma paralela, pero con ayuda mutua entre ellos. Muchas organizaciones judías, con un gran nivel de actividades, se desarrollaron tanto a nivel local como a nivel nacional.

Una prueba de dicha realidad, se me presentó en motzaei shabat, bien entrada la noche, cuando caminaba por las calles de Belgrado al lado de Gran Rabino de Serbia, el Rabino Yitzjak Asiel. Caminamos por calles donde cada piedra y cada esquina son un recuerdo y monumento al judaísmo esplendoroso que existió. Cuando pasamos al lado de “Cinema Rex”, un grandioso edificio el cual sirve hoy día como teatro y cine, el Rabino me comentó que el edificio pertenecía en el pasado a las organizaciones judía “oneg shabat” y “gmilut jasadim” (organizaciones que se ocupaban de acciones de tzedaká dentro de la comunidad judía). Y de hecho, en la entrada del edificio se despliega hasta hoy en día un gran versículo: “no nos abandones en nuestra ancianidad, no nos dejes cuando nos quedemos sin fuerza”. Los edificios cercanos eran colegios, yeshivot, carnicerías kosher y negocios judíos. Cada piedra sabe contar su historia.

La comunidad que se encuentra bajo el liderazgo del Rabino Asiel, no vive tan sólo en el pasado y la nostalgia. En los últimos años han renovado el Beit Kneset, construyeron una cocina kosher y un salón de eventos, y publicaron decenas de libros y revista sobre judaísmo en serbio. El Rabino Asiel transmite todos los días un programa de dos minutos en la televisión local (algo como “el versículo del día”), hay clases de Torá, shabatonim y seminarios para los jóvenes de la comunidad, hay plegarias todos los shabatot y programan dentro de poco construir una mikve en Belgrado.

De acuerdo a una leyenda urbana, si una persona escribe un deseo en un papel, lo pone en un colgante y lo tira a la tierra del antiguo cementerio ashkenazí en Belgrado, el deseo se cumple. No tengo ninguna duda que los deseos que han escrito los miembros de la comunidad y el Gran Rabino de Serbia, el Rabino Asiel, es uno: “renueva nuestros días como en los tiempos antiguos”.

Rabino Eliahu Birnbaum

Antes de que se olvide el idioma

Estambul, Turquía

Hasta el siglo anterior, Turquía era la casa de una gran comunidad judía, y el centro vivo de la cultura del ladino, la cual tiene su origen en España. 500 años luego del gran apogeo, en Estambul sienten tanto decadencia como temor

Hay quienes describen la historia judía como una escalera que se encuentra apoyada en la tierra y su parte superior llega hasta el cielo. La escalera es la analogía del pueblo judío, el cual se encuentra siempre en una escalera, a veces sube un escalón y a veces baja dos. La existencia judía no es simple, plana y horizontal, sino que es vertical. Otros describen la existencia judía como un péndulo de reloj que no para ni por un minuto, a veces está arriba y a veces abajo. Pareciera ser que dichas descripciones caracterizan a la judería turca hasta hoy día.

En el pasado, los judíos fueron bien recibidos en el imperio Turco Otomano; pero justamente ahora, los judíos viven en el país turco, musulmán-laico, con determinado temor por su seguridad. En mi última visita a Turquía vi la gran seguridad que hay fuera de las sinagogas, los edificios comunitarios y las oficinas del Rabinato. El tema se volvió más delicado luego de varios atentados que tuvieron lugar en las sinagogas, entre ellos dos veces en el Beit Kneset “Neve Shalom”. La situación de seguridad me retornó al pasado, a la época de los anusim de España – de allí llegaron los judíos a Turquía, como lugar donde podrían vivir como judíos con libertad y sin temor.

Los momentos más importantes de la historia judeo-turca son, en particular, la llegada de los expulsados de España en el siglo XV, la conversión al islamismo del falso mesias Shabetai Tzvi en el siglo XVII, y los atentados a las sinagogas en el siglo XX.

Ni la llegada de los judíos de España, ni la gran decepción que dejó Shabetai Tzvi a los judíos de Turquía y al mundo judío, les preocupan a los judíos locales, sino por supuesto la tercer problemática, la seguridad personal y judía. A pesar de que la comunidad vive con sus vecinos musulmanes en relativa paz hace por lo menos 500 años, hoy día no es fácil vivir como una minoría judía en el gran país musulmán. La comunidad judía es por supuesto un muy pequeño grupo en la Turquía de hoy día: la población general, los cuales 99% de ella son musulmanes, cuenta con casi 70 millones de personas; la comunidad judía de todo el país cuenta con menos de 30 mil personas.

De dónde provienen los judíos de Turquía

Luego de la expulsión de los judíos de España y Portugal, el Sultán Biazir II publicó una invitación formal a los judíos a venir a su territorio, y ellos empezaron a llegar al imperio en grandes números. El sultán soñó con transformar el imperio otomano en una potencia internacional e intercultural, y como parte de esta tendencia se dirigió a los cientos de miles de expulsados y les sugirió asentarse en su imperio, y disfrutar de completa libertad de culto.

El imperio Otomano incluía en aquellos días no solo Turquía, sino también Grecia y parte de los Balcanes, como grandes partes del Medio Oriente. La oferta del Sultán Biazir le dio nueva esperanza a los judíos sefaradíes perseguidos. En 1492 el Sultán ordenó a los dirigentes de las provincias del imperio Otomano “no negar la entrada a los judíos o crear dificultades, sino que recibirlos con alegría”. Los judíos vinieron, y en Turquía se asentaron principalmente en Estambul, Esmirna y Edirne.

“Usted llaman a Fernando rey sabio”, dijo el Sultán, “¡pero al haber expulsado a los judíos, transformó a su tierra en pobre y a la nuestra en rica!”. Los judíos de hecho se desempeñaron en distintas tareas en el imperio Otomano: los musulmanes turcos no se encontraban interesados en emprendimientos comerciales y dejaron el comercio para las minorías religiosas. Tampoco confiaban en los súbditos cristianos de los países que habían conquistado hace tan sólo un poco tiempo atrás, y por tal razón, en forma natural prefirieron a los judíos.

Los expulsados de España y Portugal encontraron en Estambul una gran comunidad de judíos Romagnotes (judíos que vivían en el imperio bizantino, y que cuidaron sus costumbres luego de la conquista del imperio Otomano. De acuerdo a varios investigadores, estos judíos se fueron de la tierra de Israel luego de la destrucción del segundo Templo, hacia la zona de Asia Menor y los Balcanes), italianos y askenazíes. La llegada de los sefaradíes cambió la composición de la comunidad. Se cuidaron las buenas relaciones entre los distintos grupos, pero las diferencias culturales eran tan grandes que no pudieron mediar entre ellas, sino después de muchos años. Finalmente, los judíos Romagnotes fueron los que se “asimilaron” dentro de los judíos que llegaron de España y tomaron sus costumbres.

A lo largo de los años, los expulsados de España pasaron a ser el factor dominante y determinante en la vida cultural, comercial y medicinal del país. Durante 300 años después de la expulsión, el éxito y la creatividad de los judíos Otomanos en Turquía y en el resto de los países del imperio se encontraban a un muy parecido nivel de la Edad de Oro en España. Cuatro ciudades otomanas – Estambul, Esmirna, Safed y Salónica – se convirtieron en centros del judaísmo sefaradí.

Uno de las más grandes innovaciones que los judíos trajeron al imperio Otomano era la prensa. En 1493, tan sólo un año después del exilio de España, David y Shmuel Ibn Najmías estableció la premier imprenta hebrea en Estambul.
La cultura del ladino

Los expulsados de España, cuya lengua era el judeo-español, no solo que llevaron con ellos su rica cultura judía al imperio Otomano, la cual llegó a su apogeo en la época de oro, sino también el idioma el cual los acompañó durante siglos. Los judíos que llegaron a Turquía siguieron preservando su lengua original, pareciera ser como un intento de arraigarse a su origen en la Península Ibérica en España. Los cientos de años de estadía en Turquía no llevaron a los poetas, a los escritores, a los exégetas y a los rabinos a adoptar la lengua turca; las obras fueron escritas y dichas en forma completa en Ladino.

El origen del ladino se encuentra en el español antiguo y se encuentran integradas palabras y dialectos del hebreo y el arameo. Hay quienes distinguen entre el idioma original en el que hablaban los judíos de España, el judeo-español o el “j’udaismo”, y el Ladino el cual se desarrolló en especial luego de la expulsión de España y se transformó en el idioma oficial de los judíos expulsados de los Balcanes, del imperio Otomano, del Norte de África y de todos lados a donde fueron llevados los expulsados de España.

El Ladino fue escrito con letra Rashi o con letras hebreas cuadradas. A veces se escribía el Ladino en letras latinas y a veces en letras “jetzi kulmus” (redondas) el cual era muy aceptado en distintas comunidades españolas.

Lamentablemente el Ladino comienza a desaparecer. Los jóvenes ya no lo hablan, ni tampoco es una lengua hablada. Es cierto que se está intentando “renovar” el idioma, pero de hecho el principal uso de la misma es el las obras, el teatro, la universidad, la litúrgica, el folklore y la música.

Los judíos de Turquía lograron preservar el idioma durante 500 años, pero en el siglo XX tuvo lugar un gran y dramático cambio. La identidad de los judíos turcos como exiliados de España ya no es más preservada con tanto rigor.

Los jóvenes de la comunidad piden unir su futuro con el futuro del país y ser turcos en todo sentido. Está claro que evitan hablar el Ladino en forma pública. Es lógico que también motivos de seguridad influyan. En mis visitas a Estambul disfruto hablar ladino con los ancianos de la comunidad y los adultos; ellos aún disfrutan de dicho idioma y se encuentran orgullosos de poder hablar el idioma el cual los une a su pasado.

La fuente de “Meam Loez”

El ladino no era solamente la lengua diaria de los judíos de Turquía y del resto de la diáspora sefaradita, sino que también servía como el idioma de rezo y estudio de la Torá. Varios libros fueron traducidos al ladino, desde el Tanaj hasta el Shulján Aruj. Pero al parecer el libro más importante que fue escrito en ladino es “Meam Loez” – libro que incluye midrashim, pirushim, halajot y ética, y el cual fue escrito por Eabi Iaacov Culi (1689-1732), en el siglo XVIII. “Meam Loez” fue escrito en torno a la porción semanal, así como otro tipo de libros halájicos y éticos en el mundo sefaradita.
A pesar de que el libro fue traducido al hebreo tan sólo en el año 5327 (por el Rabino Shmuel Kravitzer), pocos saben que el mismo fue originalmente escrito en ladino. El autor planeó completar la obra, y crear una amplia antología sefaradita, sin embargo no logró terminar la tarea y otros rabinos continuaron en su camino y en su estilo, lo que él comenzó.

La primera impresión del “Meam Loez” fue realizada en Estambul (Kushtandina) en el año 1730. El libro fue impreso en letras Rashi como en ese entonces escribían en ladino las comunidades judías.

“Meam Loez” es considerado la perla y el coronamiento de la literatura judaica religiosa, en ladino, y prueba de esto es el lugar central que tomó el libro en las comunidades sefaraditas y en parte de las comunidades ashkenazíes. Es interesante, que a pesar de su estilo popular muchos poskim lo citan, ya sean sefaradíes, desde el Jidá hasta el Rab Ovadia Yosef, y ashkenazíes como “Minjat Ytzjak” o el “Tzit Eliezer”.

A lo largo del tiempo, hay quienes definieron el libro como midrash, antología, colección, increíble enciclopedia de parshanut, libro de ética, halajá y minhag, y a su vez como libro de conocimientos generales sobre el mundo y la naturaleza. Sin embargo, “Meam Loez” no es un libro común, por sobre todo, es posible definirlo como un libro educativo.

La verdadera característica que se esconde detrás de la obra de “Meam Loez” no es tan sólo el lenguaje popular, de forma que todos puedan comprenderlo. El escritor muestra en su introducción la necesidad de dicho libro dada la situación de la población turca (se asemeja a las palabras del Rambam en su introducción a Moré Nebujim):
“Esta es la Torá cerrada y sellada en manos de Israel… y mi corazón me despertó y me dijo, ¿por qué te duermes? Levántate y haz un libro que reúna a todos los campamentos, correcto y ordenado, para que oigan y para que estudien en las festividades y en los shabatot y en todos los días conmemorativos de la casa de Israel”

El Rab Culi, quien comprende que su generación se encuentra en una situación de ignorancia y falta de conocimiento de la Torá, busca traer conocimiento divino al corazón de sus lectores. El mismo, a pesar de ser miembro de la elite religiosa del imperio Otomano, escribió su libro para las masas de Israel, las cuales no conocían el hebreo o el arameo (más allá de las letras), y de hecho, toda la obra religiosa de a lo largo de las generaciones se encuentra más allá de su alcance. El peligro que sobrevolaba a la sociedad judía del imperio otomano era el dogmatismo del judaísmo, dado que tan sólo la elite rabínica tenía la capacidad de estudiar y comprender los distintos niveles de la Torá, pero el público en general, en cambio, prácticamente no conocía la religión de sus ancestros. Así, es posible comprender como un personaje tan erudito como el Rab Iacov Culi escribe un libro tan popular como “Meam Loez”.

El Jajam Bashi y el Rishón LeTzión

Es difícil hablar sobre la comunidad judía de Turquía, sin nombrar a uno de los conceptos más especiales del mundo judío y rabínico de ella: el Jajam Bashi (en turco: el líder de los sabios), este es el título que se le dio al Gran Rabino de las comunidades judías en el imperio Turco-Otomano. El rol del Jajam Bashi era ser la persona que conectaba entre los judíos y el gobierno. Este puesto comenzó en el año 1853 en Kushta (sin embargo, ya en 1453 fue nombrado el Rabino Moshé Capsali como el primer “jajam bashi”, pero el puesto no continuó después de su cadencia, hasta ser renovado el siglo XIX).

El modelo del Jajam Bashi es un intento del imperio Otomano de aplicar a la comunidad judía el modelo de la iglesia católica. Así como toda iglesia católica cuenta con su propio gobierno independiente el cual actúa con el patrocinio del gobierno, lo mismo intentó hacer con los judíos. La mayor parte del trabajo no era religioso, sino organizativo y político, mediante la representación de la comunidad para con el gobierno y viceversa.

En paralelo al puesto del Jajam Bashi, en Eretz Israel fue desarrollado el título de Rishón LeTzión LeIsrael. Ambos conceptos, Jajam Bashi y Rishón LeTzión, son formas de denominar a Grandes Rabinos en distintas etapas y en distintos lugares. De hecho, no había relación directa entre los mismos hasta que en el año 1842 los puestos fueron unificados. A diferencia del Jajam Bashi, la fuente del nombre “Rishón Letzión” no es de tierras ajenas, sino que es un título que dieron los judíos desde el siglo XVII al Rabino de Jerusalem. Más tarde, el título se expandió y fue otorgado al Gran Rabino Sefaradita de Israel. Cuando el Gran Rabinato de Israel fue establecido en el año 1921 (5681) por el gobierno británico, fue a su vez creado el puesto del Gran Rabino Ashkenazí.

Hasta hoy en día los judíos de Turquía son representados en forma legal, como fue a lo largo de las generaciones, por el Jajam Bashi, el Rabino Ytzjak Haleva, el cual trabaja arduamente por fortalecer la comunidad desde adentro y por fuera junto con el resto de los rabino de Turquía.

500 años de la comunidad: hoy y en ese entonces

En el año 1992, la comunidad festejó 500 años de existencia – de hecho fue el 500avo aniversario de la expulsión de España (sin tener en cuenta que la comunidad judía turca existe desde antes de que los expulsados de España lleguen).
En el año 1900 vivían en Estambul 300.000 judíos, en 1940 la comunidad disminuyó en forma significativa, cuando más de 100.000 judíos realizaron aliá a Israel. Hoy día, la comunidad judía turca cuenta con 27.000 judíos. Es la segunda comunidad judía en términos numéricos en un país musulmán, después de la comunidad judía remanente en Irán.

La mayor parte de los judíos viven en Estambul, cerca de 2500 en Esmirna, alrededor de 140 en Bursa y tan sólo 100 en la capital Ankara. Hay también algunos judíos en Adana, Canakkale, Iskenderun y Kirklareli, y también 100 caraítas, grupo independiente, el cual no acepta sobre sí mismo la autoridad del Gran Rabino y cumple sus propias costumbres.
En Turquía hay veintitrés sinagogas en funcionamiento, dieciséis de ellas en Estambul. Algunas son muy antiguas, en especial el Beit Kneset Ahrida en la zona de Balat, el cual se encuentra en pie desde el siglo XV. A pesar de que este hecho puedo sorprender a muchas personas, también existe una comunidad ashkenazí en Estambul, la cual llegó al país desde Austria a fines del siglo XIX. La comunidad se encuentra hoy día en el Beit Kneset Maguen David, el cual fue construido en el año 1900.

La comunidad cuenta, asimismo, con un colegio primario, donde estudian cerca de 300 alumnos y un colegio secundario con cerca de 250 alumnos. En Esmirna, tienen un colegio primario adicional, el cual cuenta 140 alumnos. Asimismo, posee la comunidad judía de Turquía un hospital, el cual se encuentra en funcionamiento hasta hoy en día y lleva el nombre “Or HaJaim”. Tiene también un centro comunitario, restaurantes casher y un museo judío el cual documenta la historia de la comunidad en Turquía. Además, todas las semanas se publica un diario comunitario llamado “shalom”. En el pasado el diario se publicaba completamente en ladino, pero hoy en día se publica en turco y tan sólo una o dos páginas son escritas en el antiguo idioma.

El desafío de la comunidad judía mundial, preservar lo existente, es bastante más difícil en un país musulmán, pero la comunidad judía de Estambul, logra tener éxito a pesar de las dificultades y los peligros. Los judíos de Turquía retornaron de forma alguna a la vida de sus antepasados, debido a su deseo de preservar la identidad, junto con sus preocupaciones por la seguridad. Los judíos de Turquía, como muchas comunidades judías alrededor del mundo, preservan su cultura con orgullo, y por el otro lado se encierran cada vez más detrás de las paredes y de las rejas. La historia se repite: anusim (forzados) antes y anusim ahora.

Rabino Eliahu Birnbaum

Judíos por elección

Más allá de los andes, vive un grupo de guerim que cumplen con el kashrut, hablan hebreo y rezan con gran fervor en el Beit Kneset. La travesía a la comunidad “Bnei Moshé” en Perú.

Cuando llegamos al aeropuerto de Trujillo en el norte de Perú, fuimos recibidos por los miembros de la comunidad Bnei Moshé con cánticos de “Am Israel Jai” y banderas de Israel. Decenas de hombres con kipot y mujeres con la cabeza cubierta nos esperaban a la salida del pequeño aeropuerto.

La historia de Bnei Moshé comenzó hace más de cincuenta años, cuando el líder del grupo Segundo Villanueva (hoy día Zerubabel Tzidkiá, quien vive en Israel) comenzó su camino en el judaísmo mediante una búsqueda espiritual. Pasó del catolicismo al protestantismo, y de allí al evangelismo y al adventismo. La búsqueda espiritual del cura católico comenzó cuando su padre, en su lecho de muerte, le dio el Tanaj y le dijo que allí se encuentra la verdad y la palabra de Hashem al mundo. Villanueva comenzó a estudiar el Tanaj y descubrió que debemos cuidar el shabat, y que el pueblo de Israel es el pueblo elegido y la tierra de Israel es la tierra sagrada. Él adoptó dichas creencias en su vida y comenzó a respetar shabat. Con el tiempo, el cura vio que había varias contradicciones entre el Tanaj judío y la doctrina católica, y cambió su creencia y su forma de vida. Asimismo, logró Villanueva persuadir a su familia y a su comunidad, los cuales aceptaron el judaísmo mediante sus prédicas y clases.

Los miembros de la comunidad decidieron celebrar su comienzo en el judaísmo y su diferenciación de los pueblos que los rodean mediante la realización de la circuncisión a los hombres. Encontraron un médico judío en Lima que aceptó su pedido y los circuncidó, y desde ese entonces y hasta ahora todos los miembros de la comunidad se encuentran circuncidados.

“Bnei Moshé” no dicen ser descendientes del pueblo judío, anusim o tener alguna otra relación histórica con el pueblo de Israel, como sostienen otros grupos en el mundo. Su relación con el judaísmo es fruto de una búsqueda espiritual. Es un ejemplo de un fenómeno que se repite a menudo en nuestros días: personas o pequeños grupos de católicos que llegan al judaísmo luego de un largo proceso de buscar la verdad, y encuentran las raíces de la fe y la religión justamente en la Torá de Israel y el D-os de Israel. Una de las más interesantes teorías respecto a este tema, dice que las personas que vienen de religiones tales como el catolicismo, las cuales expresan su religiosidad tan sólo en la vida espiritual, se ven atraídas por religiones que ponen en el centro a la vida práctica y ven en ella la forma de unirse a Hashem.

Autodidactas en judaísmo

El paseo en la comunidad de “Bnei Moshé” fue sumamente emotivo. Los miembros de la comunidad estudiaron en forma autónoma a lo largo de los años y crearon una comunidad con costumbres judías prácticamente de la nada, en un pueblo lejano en el medio del desierto peruano. Construyeron un Beit Kneset, prepararon Sifrei Torá con fotocopias ampliadas del Tanaj Koren los cuales cosieron con hilos, hoja por hoja, y los unieron a palos de madera que ellos mismos prepararon. Los carpinteros de entre ellos comenzaron a fabricar tefilín de madera, dentro del cual ingresaron pergaminos con las cuatro porciones de la Torá, las cuales escribieron ellos mismos con su propio puño y letra. Los miembros de la comunidad estudiaron por su cuenta, en especial Tanaj, Halajá y Tefilá – y también a leer hebreo. No hemos encontrado un niño desde los 5 años hasta un hombre o mujer de 80 que no supiera leer hebreo en forma correcta.

El Beit Kneset fue construido de ladrillos rojos y dentro de él hay un Arón Kodesh, una bamá, un puesto para el jazán y una alta mejitzá que separa los hombres de las mujeres. Todo fue construido por los miembros de la comunidad con suma dedicación. Cuando visitamos el lugar, ellos comenzaron a entonar “Ashrei Ioshbei Beiteja”, y así dieron comienzo al rezo de minjá, leyendo de sus sidurim en hebreo, los cuales fueron fotocopiados del sidur “Rinat Israel”. La tefilá fue llevada a cabo con una gran elevación espiritual, sin errores y prácticamente sin acento, como por aquellos que son expertos en la plegaria. Y de hecho, durante estos años, tuvieron lugar tefilot todos los días de la semana, todos los shabatot y todos los iamim tovim. Nosotros, los miembros de la delegación rabínica que visitó el lugar, teníamos ciertas dudas respecto a cómo rezar con ellos y acerca de si hay que responder amén a sus berajot, hasta que nos acordamos que está permitido contestar amén incluso a la berajá de un goy…

La comunidad se encuentra organizada en forma sorprendente. Hay un presidente – el Sr. Luján Aquiles (Iehudá) – un gabay, un shamash y una persona que lee la Torá. Durante la plegaria de shajarit escuché la lectura de la Torá de Iojanán ben Zakai, el baal koré de la comunidad. Iojanán era el dueño de un establo y estudió por sí mismo cómo leer la Torá. Hoy día estudia en una ieshivá en Israel y trabaja como electricista para su sustento.

La visita a las casas de “Bnei Moshé”, nos reveló una nueva cara de su fervor religioso y su dedicación al cumplimiento de las mitzvot. En todas las cocinas encontramos una clara división entre carne y leche y carteles en las paredes y en los fregaderos explicando la división. Al lado de la puerta del baño, cada familia colgó la bendición de Asher Iatzar. De esta forma, fueron transformando su casa en el lejano Trujillo, en casas judías.

Una de las familias más privilegiadas de la comunidad es la familia Valderrama. Ella fue de las primeras que se acercó al judaísmo, y en su casa había un hotel, kasher-lameadrín para mochileros israelíes. Todos los israelíes que iban a conocer las ruinas de Chan Chan se hospedaban en su hogar. Los mochileros, por su parte, se encontraban sumamente sorprendidos cuando los desayunos que les servían contenían todos productos kasher. En shabat, los miembros de la familia hacían kidush junto con los israelíes, y la alegría era grande.

Temen asimilarse

“Abraham Haivrí” – Abraham de un lado (ever) y todo el mundo del otro – así era el camino de la comunidad de “Bnei Moshé” en Perú. Los habitantes locales los acosaban y los veían como extraños, los cuales se comportan de forma prácticamente diabólica en su cumplimiento de mitzvot; al mismo tiempo, los miembros de la comunidad judía de Perú, por sus propias razones, no les enseñaban ni los apoyaban en su camino. “Bnei Moshé” decidieron abandonar la ciudad y crear una especia de kibutz en un pueblo de nombre “El milagro”. De esta forma podían aislarse en su cumplimiento de mitzvot, sin ser influenciados por los vecinos católicos. Parte de los miembros de la comunidad continuaron viviendo en la zona desértica de Trujillo y parte se mudó a la ciudad de Cajamarca en los Andes peruanos.

Los miembros de la comunidad decidieron no enviar a sus hijos al colegio local, para que no deban profanar el shabat y en especial para que no les enseñen las creencias católicas locales, los cuales cuentan asimismo con inserciones paganas. Cuando le pregunté a Najshón Mendoza porque no envía a sus hijos al colegio, me respondió: “no quiero que se asimilen”.

“Bnei Moshé” cumplieron con las palabras de Rut: “y vio que se esforzaba…” (Rut 1:18), y durante años demostraron su fidelidad a la Torá de Israel y su sueño de unir su destino con el del pueblo de Israel y la Tierra de Israel sin ninguna condición ni demanda. Este camino llevó a que después de años de vivir como judíos, fueron enviados tribunales rabínicos para que los conviertan en Perú y puedan realizar aliá a Israel. Durante esos años, los Grandes Rabinos de Israel (el Rabino Mordejai Eliahu, el Rabino Meir Israel Lau, el Rabino Shlomó Moshé Amar) apoyaron el proceso de ingreso de dichas personas en el pueblo de Israel.

Hasta ahora ha habido 4 olas de aliá de Bnei Moshé a Israel. Cada aliá recibió un nombre y número – la primer aliá, la segunda aliá y así en adelante. Hoy día los “Bnei Moshé” son parte de las comunidades religiosas de Israel. Los miembros de la primera y la segunda aliá viven en Alón Moré, los miembros de la tercera aliá encontraron su lugar en Alón Shbut y Carmei Tzur, y la cuarta aliá fue recibida en Shavei Shomrón, Einav y Avnei Eitán.

No hay duda, que sobre comunidad de guerim como esta, no fueron dichas las palabras de nuestros sabios “los guerim son muy difíciles para el pueblo de Israel” (Tratado de Kidushin 70b), sino las siguientes palabras de nuestros sabios: “el Kadosh Baruj Hú llevó al pueblo de Israel al exilio para que se unan a él conversos” (Tratado de Pesajim 87b).

Rabino Eliahu Birnbaum

Amsterdam

¿Por qué los judíos denominaron a Amsterdam, “el lugar”, “el país” y “la nueva Ierushalaim”?

La comunidad de Amsterdam es una de las comunidades más importantes y famosas de la historia judía, la cual dejó su sello en todo el mundo judío desde el siglo XVII. Amsterdam era, sin duda alguna, la ciudad de la sabiduría y de la Torá, en un solo lugar. Durante los trescientos años de existencia de la comunidad, nacieron y llegaron a ella, varios personajes religiosos e intelectuales, los cuales dejaron su sello en la ciudad y en el mundo judío. En el siglo XVIII, la comunidad de Amsterdam era considerada la más importante comunidad de Europa, tanto a nivel espiritual como a nivel general. En la ciudad había varias imprentas judías, las cuales se ocupaban de propagar la Torá de sus sabios en toda Europa y en todo el mundo judío.

Entre los sabios de la comunidad y los famosos personajes, es imprescindible mencionar a Menashé Ben Israel, descendiente de anusim, de alto nivel intelectual, el cual hizo que el Rey de Inglaterra abriera las puertas a los judíos, el “Jajam Tzví”, el Rabino Ariel Leib de Kalish, Rabi Moshe Rivkish autor del libro “Beer Hagolá”, quien llegó de Polonia. También grandes sabios como el Ramjal y el Jidá pasaron por la ciudad y enseñaron allí durante distintas épocas. Y por supuesto las figuras que fueron tan criticadas en Amsterdam y en el mundo judío, Uriel da Costa hombre de fe y filósofo el cual fue excomulgado junto con su amigo Espinosa, el cual es conocido como uno de los filósofos judíos más importante del mundo.

Los judíos solían llamar a Amsterdam, a lo largo de las generaciones, “makom” (lugar) ó mejor dicho “mokom” en Idish. Hay quienes la llamaron “Ierushalaim Occidental” ó “la pequeña Ierushalaim” ó “la nueva Ierushalaim”. Otros tomaron coraje y la llamaron “el país”. Todos estos términos fueron otorgados por judíos que llegaron a ella y encontraron allí una forma de vida que favoreció a los judíos, contrariamente a los lugares de los cuales provenían, en los cuales los persiguieron continuamente. Parte de dichos nombres siguieron siendo utilizados hasta hoy día también por parte de los ciudadanos no judíos para describir el carácter de la ciudad.

El comienzo de la comunidad judía de Amsterdam comenzó con una tragedia para los judíos y finalizó luego de una tragedia que vivieron los mismos. La comunidad nació luego de la expulsión de España y finalizó su radiante camino después de 350 años con la shoá de los judíos en Europa. La comunidad de los judíos de Amsterdam surgió de sus cenizas, en el siglo XVI, para los judíos que se escapaban de la inquisición y finalmente cayó de sus cenizas cuando la mayor parte de sus judíos fueron asesinados en la shoá, sin embargo entre ambos eventos hubo cientos de años de oro. De hecho, la mayor parte de la historia judía en Holonda tuvo lugar entre el fin del siglo XVI hasta la segunda guerra mundial.

El origen de la comunidad judía de Amsterdam

La comunidad de Amsterdam, no es una comunidad muy antigua, sino que es de las comunidades europeas que fueron construidas en una época relativamente posterior al resto de las comunidades. La presencia judía en Holanda era muy pequeña hasta el siglo XVI. Había tan sólo pequeñas y aisladas comunidades y familias dispersas. Los registros muestran que los judíos fueron perseguidos y expulsados de la misma en forma constante. La más difícil persecución tuvo lugar en el año 1349 y 1350, luego de que los judíos fueron culpados de propagar la peste negra. Durante los siguientes 200 años, por lo visto, no hubo ningún judío en el lugar, hasta que los gobernadores de Holanda se rebelaron contra España a fines del siglo XVI y crearon las Provincias Unidas de Holanda.

La zona que es conocida hoy día como Holanda era en un tiempo, parte del imperio español, pero en 1581 las provincias holandesas del norte declararon su independencia. La más importante causa de la declaración fue el deseo de cumplir con la religión protestante, la cual se encontraba prohibida bajo el gobierno español católico, por lo cual la tolerancia religiosa representaba el factor legal más importante de la nueva república independiente. La libertad de culto, llamó la atención de los judíos, los cuales sufrieron de opresión religiosa en grandes partes de Europa.

Una de las razones por las cuales los judíos se asentaron en Amsterdam fue sin duda alguna la tolerancia religiosa de la ciudad. En 1597 la República Protestante Holandesa declaró que nadie sería perseguido por su creencia religiosa. De esta forma los judíos podían casarse, no fueron obligados a utilizar un símbolo especial o firmar una declaración de que eran judíos. Prácticamente no había ningún otro lugar en Europa donde los judíos tuvieran estas libertades básicas. De esta forma, las provincias de Holanda las cuales gozaban de su reciente libertad les ofrecieron una oportunidad ideal a los judíos anusim de los otros países para volver a asentarse y respetar a su religión en forma abierta, ellos emigraron, en especial a Amsterdam.

A fines del siglo XVI y a principios del siglo XVII comenzaron a emigrar judíos anusim de Portugal. La mayor parte de estos judíos, eran aquellos que fueron expulsados de España a Portugal en la expulsión del siglo 1492 y continuaron viviendo su judaísmo allí hasta que también a este país llegó la espada inquisitorial y les demandó convertirse en forma colectiva. Es importante recalcar que la expulsión de España no se encontraba dirigida a aquellos judíos que se convirtieron al catolicismo, tampoco a los anusim que se convirtieron y continuaron respetando en secreto el judaísmo, sino a los “judíos totales” que continuaron respetando el judaísmo en forma completa y abierta. La inquisición temía que aquellos judíos leales sean una “mala influencia” para aquellos judíos que ya se convirtieron, e intenten llevarlos de regreso al judaísmo. Sin embargo, también los judíos anusim lograron salir de España y Portugal en ciertas ventanas de oportunidades que se les fueron abriendo y de a poco fueron llegando a Amsterdam. Holanda, era en esa época un país libre con la actitud más tolerante hacia otras religiones en todo el mundo. Los gobernadores del país estaban muy interesados en la llegada de judíos, a nivel económico y como forma de oposición a la iglesia católica y a sus métodos.

Holanda comprendió que los judíos tenían la fuerza de desarrollar la economía, de forma que se vea basada en las relaciones exteriores de los judíos de Europa, Sud América y el oriente y de esta forma traer un gran beneficio al país.

Varios judíos escucharon acerca de la apertura de las puertas en Holanda y sobre su tolerancia hacia los judíos y decidieron llegar a ella, así llegaron refugiados de Portugal, España, Italia y también Turquía y África del Norte, para comenzar allí una nueva vida.

La comunidad judía de Holanda no era una comunidad típica. Cuando la mayor parte de los judíos de Europa se distinguían a nivel económico y social, sumado a lo político, los judíos de Holanda, ya en el siglo XVII, gozaban de una inserción económica y social, la cual el resto de los judíos de Europa no conocieron durante cientos de años. Profesiones como medicina pasaron a ser muy populares y doctores judíos podían trabajar en forma libre, incluso con pacientes no judíos.

Entre los emigrantes a Amsterdam, estaban aquellos que llegaron por motivos económicos y otros, por lo visto la mayoría, por un verdadero deseo de apegarse a la religión judía, sin coerción de otras religiones, persecuciones y humillaciones.

Y de hecho, durante el siglo XVII, los judíos portugueses, con sus conocimientos de idiomas y los contactos en el comercio internacional, se volvieron importantes en el comercio y la marinería y crearon lazos comerciales en Brasil y los países orientales. Los mismos se ocupaban de la importación y la exportación de diamantes y distintas mercaderías, y gracias a ellos, Amsterdam se convirtió en el centro comercial más exitoso de Europa.

Los judíos ashkenazíes

Si bien los primeros colonos de Ámsterdam eran judíos sefaradíes los cuales durante años tuvieron gran influencia en la comunidad, a partir del siglo XVII (1630) llegaron a Holanda judíos de Europa Central y del Este los cuales con el tiempo, se convirtieron en la parte central y más grande de la comunidad judía. Al principio, los judíos ashkenazíes llegaron a Alemania y luego al este de Europa, Polonia, Lituania y Ucrania. Ellos se asentaron también en otras ciudades de Holanda, en especial en Róterdam y en La Haya. Las persecuciones y las matanzas en Polonia y en Lituania llevaron a emigraciones masivas de judíos de dichos países a Holanda. La mayor parte de los emigrantes se escaparon de persecuciones en Europa, en especial de la violencia de la Guerra de los 30 Años (1618-1648) y de la revolución de Chamilnitzky en Polonia, en el año 1648.

Durante los siglos XVII y XVIII, la cantidad de ashkenazíes creció enormemente mucho más que la de los sefaradíes: a fines del siglo XVIII la comunidad sefaradita se estableció en alrededor de 3.000 personas, mientras que la comunidad Ashkenazí creció hasta contar con 20.000 miembros.

Es importante recalcar que la comunidad Ashkenazí de Amsterdam era pionera en Europa, dado que justo en esa ciudad, se publicó el primer periódico en Idish en el mundo (el Cunrat), el cual comenzó a circular a partir de 1686, dos veces por semana, mucho antes de que similares sean publicados en Alemania y Polonia. Asimismo, los judíos ashkenazíes de Amsterdam fueron los primeros en traducir el Tanaj al Idish.

Las relaciones entre la comunidad Sefaradí y la Ashkenazí, no eran en ese mismo momento símbolo de amor y fraternidad. Los judíos sefaradíes veían con desprecio a los judíos ashkenazíes, los cuales les parecían mendigos y faltos de cultura, mientras que los judíos ashkenazíes no comprendían el espíritu de los descendientes de anusim los cuales combinaban conceptos judaicos y no judaicos en su religión. De hecho, no había en dicha época una única comunidad judía en Amsterdam, sino dos comunidades separadas y distintas.

La diáspora de los judíos de España y Portugal en el mundo judío, y su influencia

Es posible afirmar que el mundo judío cambió en forma dramática luego de la expulsión de los judíos de España y de su exilio de España y Portugal hacia el resto de la diáspora judía. Los judíos de España y Portugal, eran considerados los de mejor status tanto a nivel judaico como a nivel económico. Los mismos, fueron durante 500 años el centro judío más destacado del mundo y la perla de la diáspora judía en el mundo. La llegada de los mismos a decenas de comunidad alrededor del mundo, generalmente era algo que fortalecía a la comunidad, ciertas veces esto era generado por controversias, e incluso algunas veces ha llegado a crear un gran cambio en la comunidad misma, como veremos en el caso de Holanda y Ámsterdam.

Comunidades de anusim de España y Portugal fueron creadas en Holanda – Ámsterdam, Italia – Ancona, Parará, Venecia y Livorno, en Inglaterra – Londres, y en Alemania – Hamburgo y su alrededor. También a Francia y otros lugares de Europa llegaron Anusim y se unieron a las comunidades de sus hermanos. Muchos anusim se dirigieron a los países árabes, en especial a los países que se encontraban bajo el imperio otomano, a Turquía, a Marruecos y a Siria, y allí regresaron al judaísmo en forma abierta. Pero los anusim no se detuvieron, y algunos llegaron a comunidades en el sur y el centro de América. El comienzo de muchas comunidades en Panamá, Colombia, Venezuela, Cuba y Brasil, tiene su origen en la llegada de los judíos anusim al lugar.

El mundo judío, no es igual antes y después de la llegada de dichos judíos a las distintas comunidades del mundo. Este movimiento creó una cierta renovación del mundo judío, y a pesar de que las grandes comunidades de España y Portugal se debilitaron por la emigración de los anusim, muchas otras comunidades del mundo se fortalecieron con su llegada y comenzaron un nuevo estilo de vida judaica.

La diáspora de los anusim se produjo en distintas época y a distintos lugares. En el siglo XVII había comunidades en el sur de Francia (Bayona, Burdeos, Toulouse). Los anusim que pidieron retornar al judaísmo viajaron en el siglo XVII a Italia (Venecia – Livorno), Alemania (Altona, Hamburgo), y más tarde a Londres y más que nada a Ámsterdam.

La psicología de los anusim en Ámsterdam

La llegada de los judíos anusim a Ámsterdam se encontraba acompañada de un ambiente determinado y una especial situación espiritual. Intentaré describirles cómo yo veo la experiencia de los anusim que llegaron a Ámsterdam en ese momento. A mi entender hay una vivencia espiritual especial de los anusim, como distintos filósofos describen (James), es posible describir la “experiencia de los anusim”, y comprender lo que sucedía en la mente de un anús cuando éste debía vivir en un mundo dual y con una identidad dividida. ¿Cuál es la psicología de los anusim? ¿Cuál es el proceso espiritual y práctico que vivieron cuando pasaron de España a Ámsterdam? ¿De llevar una vida judía oculta a una vida judía abierta?

Debemos recordar que los judíos sefaradíes que llegaron a Ámsterdam, vivieron en España y Portugal vidas de doble identidad. La mayor parte de los judíos que atravesaron un proceso de conversión al catolicismo y pasaron a ser “conversos” o “cristianos nuevos” a los ojos de la población local, buscaron asimilarse en la sociedad católica. Otros siguieron cumpliendo en secreto las costumbres judías o aquellas que recordaban como costumbres judías.
La sociedad católica era muy ambivalente respecto a los anusim, por un lado los recibió como parte de la sociedad, e incluso creía, de acuerdo a la ley canónica de la iglesia, que un judío que recibió el judaísmo por obligación, no tiene forma de volver atrás, o en otras palabras “católico por una vez – católico por siempre”. La vuelta del catolicismo al judaísmo, era interpretada como un pecado sin expiación. El cambio de religión era para ellos un proceso irreversible.
Pero por otro lado, comenzaron intentos dentro de la sociedad católica, de separar a los judíos que se convirtieron de la sociedad general. En un principio llamándolos “nuevos cristianos” o “marranos” (pierna de cerdo) sobrenombres cuyos objetivos eran diferenciarse de ellos y así se transformaron en nombres insultantes para todos. De boca de los judíos, éstos fueron conocidos con el nombre de “anusim” y así intentar brindarles un status de honor y demostrar que no aceptaron el catolicismo por elección sino porque fueron forzados.

Incluso luego de que los judíos se convirtieron, fueron víctimas de persecuciones y pogroms. A pesar de ya ser considerados católicos en el sentido religioso, la excusa era “purificar la sangre”, sostenían que los nuevos cristianos (es decir los judíos) tenían una “sangre inferior” e impura por no ser católicos de nacimiento y por tal razón debía frenarse su inclusión en puestos públicos y eclesiásticos.

Los anusim que llegaron a Ámsterdam y a otros lugares del mundo del mundo judío, pertenecían a la tercera, cuarta y quinta generación, luego de la conversión. También aquellos que continuaron preservando su judaísmo, recibieron educación católica y crecieron dentro del mundo de conceptos católicos, no tuvieron educación judía o una experiencia judaica en una sinagoga, ni bailaron con la Torá en Simjá Torá. Durante varias generaciones, los anusim vivieron como católicos, siguieron la forma de vida de los mismos y eran parte de las instituciones educativas de los mismos, hacia afuera cumplían con sus costumbres, ¿no es esta acaso razón suficiente para internalizar los conceptos católicos y su forma de pensar?

Esta situación generó una mezcla de conceptos teológicos y a veces incluso de costumbres de las dos religiones. Fue creada una especie de nueva religión donde había elementos de ambas religiones al mismo momento. Por ejemplo los anusim veían en la reina Esther la figura más importante, y también le rezaban a ella, dado que era la “primer anusá”, quien ocultó su pueblo y su nación. Sin embargo, ellos solían rezar a “La Santa Ester”, concepto ajeno al judaísmo.
A pesar de la fuerza de la fe y de la experiencia religiosa, el hombre no puede dejar su pasado detrás. Incluso si un judío anus decidió realizar teshuvá y retornar a la fe de sus padres, la desconexión de los conceptos con los que fue criado no siempre es fácil, no en el pasado y no en el presente. Una persona que tiene conciencia y memoria, no puede retornar a su pueblo sin llevar consigo su propia historia personal.

Al comienzo, los judíos que llegaron de Ámsterdam eran anusim y nuevos cristianos, pero prontamente sintieron que en Ámsterdam pueden revelar su identidad judía en forma abierta y sin temor. Y de hecho, muchos de ellos volvieron al judaísmo, hicieron brit milá, se unieron a sinagogas y comenzaron a estudiar nuevamente la Torá.

Una de las preguntas halájicas más interesantes, la cual fue formulada a los rabinos de Ámsterdam se refiere a los anusim que luego de llegar a Ámsterdam piden un permiso rabínico para enviar a sus hijos al colegio de curas, por razones de sustento. A través de la pregunta y los datos, es posible comprender en qué mundo judío, espiritual y social especial y confuso se encontraban los anusim de esa época.

“Todos los refugios de curas y monjas (católicos) estaban llenos de judíos y judías, muchos de ellos llevan la fe de Israel muy dentro suyo, y por la recompensa material de este mundo se ponen una careta de fidelidad a la iglesia católica. Varios de ellos se escapan a las tierras de la paz y la libertad religiosa. En esta ciudad (Ámsterdam) y en el resto de los lugares donde se encuentran curas que dejaron la religión católica y son hoy en día judías en forma total… y me han preguntado sobre los anusim descendientes de Israel si pueden poner a sus hijos como curas…”

En esa época, muchos de los hijos y los nietos de los anusim se encontraban en posiciones clave dentro de la iglesia católica. Parte de ellos para salvarse de la inquisición, otros para cuidar y defender a su familia judía y otros por motivos económicos.

Rabi Menajem Azría Fiju, de los grandes sabios de la época, responde: “los anusim tienen la orden, como toda persona de Israel de alejarse tanto ellos como sus hijos de la idolatría, entonces ¿cómo podemos nosotros hacer que sean curas o monjas? Pero a continuación, encuentra una sorprendente forma de juzgar para bien “todos saben que la intención de aquellos que piden ser curas no es por temor que lo hacen, sino para poder aumentar sus ingresos… y entonces, no es una negociación relacionado con la prohibición de idolatría sino un negocio…” No hay duda que sobre dicha legislación fue dicho “y juzgarás a todo hombre para bien…”

Pareciera ser que lo que caracteriza a la experiencia personal de los anusim de entonces y ahora, es la experiencia interna, personal, en comparación con la experiencia externa-pública la cual es inexistente. El anus, vive dentro de sí mismo, y no estaba en condiciones de expresar su esencia religiosa en su vida diaria. Esta situación creó una sensación de anusim que prefieren internalizarse y no realizar acciones externas.

Los anusim buscaron su salvación en la posibilidad de retornar a la vida judía normal, y no tan solo dentro de su corazón, sino también vida social y comunitaria. Incluso aquellos que cumplieron mitzvot dentro de su casa, sintieron que dicha dimensión le faltaba a su tarea espiritual y por tal razón se creó la necesidad de mudarse a comunidades que le permitan salir del exilio interno que le fue decretado a los anusim y salir a la luz.

Las siguientes palabras fueron escritas por un ex anus llamado Abraham Edna (Gaspar Mendes del Arroyo) a los anusim de Iberia, la misma muestra los sentimientos de un judío de Ámsterdam en 1686: “la idea de servir a Hashem en el corazón no alcanza. La ley de Moshé fue dada para ser cumplida. Es un gran pecado permanecer sin ser circuncidado. El hombre debe escaparse a países libres y realizar la circuncisión de forma inmediata. El hombre no debe auto engañarse y convencerse de que buenas acciones pueden expiar el fracaso en cumplir las mitzvot”.

Dentro de un mundo judío de caos intelectual y práctico, había necesidad de crear nuevamente las murallas de la religión, criar una o más generaciones de judíos las cuales no recibieron educación judía, no en el colegio y no a nivel familiar. Judíos que solo sabían cuál es el olor del judaísmo. Y de hecho, la mayor parte de las actividades rabínicas de Ámsterdam y Francia del siglo XVII era el volcar el judaísmo dentro de los instrumentos intelectuales de los emigrantes de la península ibérica, y moldear la forma de vida de los “nuevos cristianos” los cuales se transformaron en “nuevos judíos”.

La comunidad de Ámsterdam debía integrar a los nuevos cristianos dentro de ella y convertirlos en nuevos judíos, el desafío no era sencillo. Para eso, los miembros de la comunidad debieron revivir la cultura judía la cual fue perdida en España y volver a formar la forma de vida de “los nuevos judíos”. La creación de un sistema educativo esplendoroso es la que llevó a Ámsterdam a recibir el título de “la Nueva Jerusalem”.

Rabino Eliahu Birnbaum

La cuna de la diáspora

La renovada vida judía en Sefarad es sólo una pequeña parte del presente, la cual vive en la sombra del pasado, que aún late. El antisemitismo se encuentra fuertemente arraigado a la cultura.

Madrid

La capital de España está llena de plazas, fuentes, cafés y museos, los cuales crean, en conjunto, una ciudad llena de vida y color. Sin embargo, todo judío que pasea por sus calles, no puede dejar de sentir la sombra de la inquisición que sobrevuela la “plaza mayor”, donde se realizaban los autos de fé de los judíos.

En nuestras fuentes antiguas, España figura como “Aspamia” – símbolo de un lugar distante. “Una persona duerme aquí (en Babilonia) y ve un sueño en Aspamia” (Talmud Babilónico, tratado de Nidá 30b). Aspamia, es similar a la palabra local Hispania, la cual es utilizada hasta hoy día. El origen de la palabra Sefarad, se encuentra en la profecía de Ovadiá: “y la diáspora de esta hueste de los hijos de Israel, los que están entre los cananeos hasta Sarepta y la cautividad de Jerusalem, que está en Sefarad, poseerán las ciudades del Neguev” (Ovadia 1:20).

Sabemos bastante sobre la historia de los judíos en España durante 1500, hasta que fueron expulsados del país el 31 de marzo de 1492. Conocemos a su vez a los exiliados de España, los cuales se dispersaron por el mundo judío; pero sin embargo, sobre el regreso de los judíos a España en el siglo XIX y XX, sabemos muy poco.

Los judíos y el judaísmo desaparecieron de la tierra española y de la Península Ibérica hasta finales del siglo XIX, al menos de forma visible y abierta. Los judíos fueron expulsados, los anusim se escondieron en sus casas y la cultura judía desapareció incluso de los museos. Sin embargo, hace algunas décadas comenzaron los judíos a retornar a España, esta vez, sin esconder su identidad. ¿Cómo vive un judío en la tierra de la cual fue expulsado? ¿Qué siente un judío que vive en dicha tierra durante la “edad de oro” y a su vez en el período de la expulsión?

Después de 400 años sin judíos españoles comenzó nuevamente la vida judía. Prácticamente no hay relación entre el judaísmo español de ese entonces y la España de hoy día, la cual ha sido importada de otros lugares – pero de todas formas, el viejo espíritu aún ronda por el aire.

Romance español

Nadie sabe exactamente cuándo comenzó el asentamiento judío en España. Sin embargo, está claro que empezó hace más de 2000 años. Pareciera ser que los primeros colonos judíos llegaron junto a los fenicios que descubrieron España en sus valientes travesías. Incluso si suponemos que los judíos llegaron más tarde aún, ellos se asentaron en España cuando la misma era parte del imperio romano.

En la edad media, España era el punto de encuentro de tres religiones – el judaísmo, el catolicismo y el islam. El antecedente histórico de este tan especial fenómeno, es el status geopolítico de España en esa época. Durante la edad media no era España una única unidad política, sino que un mosaico de reinados católicos y musulmanes los cuales se encontraban en guerra constante los unos con los otros.

La espléndida época de desarrollo espiritual, literario, económico y científico de los judíos de España, fue precisamente bajo el gobierno musulmán. Nombres de diplomáticos como Jasdai Ibn Shaprut, Shmuel Hanaguid y su hijo Yosef, y científicos como Shlomó Ibn Gbirol, Moshé Ibn Ezra, Abraham Ibn Ezra, Iehuda Halevi y demás son los más importantes de la época, y sus nombres y su legado fueron grabados para la eternidad en la historia del pueblo judío.

En ese entonces comenzó la larga guerra de la reconquista. Los católicos quisieron volver a gobernar sobre las áreas que conquistaron los musulmanes. Durante los siglos siguientes, la judería española contó con gran importancia en la historia ibérica. Tanto los musulmanes como los católicos utilizaron a predios y comunidades judías para expandir su control sobre lugares y ciudades alejadas. En los momentos en que los judíos y los musulmanes competían por el control sobre España, siempre los judíos tenían un rol. Sin embargo, en el momento en que los católicos comenzaron a gobernar nuevamente en toda España, la tolerancia de la iglesia respecto a los judíos acabó.

En el siglo XIII, la reconquista finalizó, España volvió a manos de los católicos y dejó de ser una sociedad pastoral y abierta. Ahora, la necesidad de intermediarios judíos cayó y su influencia se redujo. En el año 1250, sucedió la primera falsa acusación española y comenzó la presión dentro de la comunidad judía. En 1391 (151) las persecuciones contra los judíos comenzaron a ser violentas y represivas: miles de judíos fueron asesinados de a motines. Sinagogas fueron convertidas en iglesias y los libros sagrados fueron robados o censurados.

La unión matrimonial de dos dinastías, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, inició el proceso de unión de la España católica. La inquisición comenzó a funcionar en 1481 para “purificar” a dicho emergente reinado. Hasta fines de julio de 1492 más de cien mil judíos huyeron de España; otros doscientos mil fueron expulsados en ese mismo año, en lo que será recordado a través de las generaciones como “la expulsión de España”. Como escribió Rabi Ytzjak Abrabanel en su interpretación al libro de Melajim: “todo lugar a donde la orden del rey llega, un gran duelo para los judíos. Y hubo un gran pánico… que como él no ha habido desde el exilio de Iehudá de su tierra y caminaron sin fuerza 300 mil personas del pueblo dentro del cual yo me encuentro, desde jóvenes hasta ancianos, niños y mujeres en un solo día de todos los países del rey. En el que se despertó su deseo por salir – salió”

¿Hubo un decreto de excomulgación?

Hay quienes quieren decir que los judíos no retornaron a España porque los Rabinos decretaron excomulgación a todo aquel que retorne. En realidad, no está probado si hubo o no un decreto de excomulgación e incluso no es necesario, dado que el decreto de expulsión de los reyes de España sansionaba con pena de muerte a todo judío que retorne a España. Sin embargo, más allá del ámbito legal, el cual estaba respaldado por la ley hasta principios del siglo XIX y de hecho hasta que la leyes inquisitoriales fueron anuladas en 1834, los judíos no volvieron a España por un simple aspecto social: es difícil ingresar y vivir en un país donde los judíos no son queridos. Los judíos no podían vivir en España no por la “excomulgación judía”, sino por la “excomulgación española”.

El Rab Kuk escribe respecto a la excomulgación: “respecto a la vivienda en España – no he encontrado aún en forma específica si hubo un decreto de excomulgación o un juramento, y de hecho, probablemente la excomulgación no es más dura que la excomulgación de vivir en Egipto, respecto a la cual la prohibición es asentarse, pero no comerciar si su intención es retornar” (Igrot HaReaiá, parte 4, sección 632). También en las respuestas halájicas Kol Mebaser, escribió el Rab Meshulam Raata (Parte 3, sección 13): “Y lo que dicen respecto a que los expulsados de España establecieron un decreto que no se debe regresar a España, no lo encontré en ningún libro, y es tan sólo un rumor, no tiene ninguna base. Al contrario: en las respuestas halájicas del Mabit, parte 1, sección 307, dice lo contrario: “ya hace 70 años no hay judíos en Aragón, y nosotros estamos seguros que no habrá más judíos allí, porque Hashem bendito sea reunirá a los dispersos del pueblo de Israel en la tierra de Israel pronto en nuestros días”.

Luego de corroborar e investigar si hay o no un decreto, encontré solamente en los reglamentos del “Maamad” de Londres, del siglo XVIII, el cual escribe que los descendientes de Anusim que salieron de España y retornaron al judaísmo tienen prohibido viajar de regreso por razones que son más que obvias; pero esta es una prohibición que tan sólo se aplica a un grupo específico.

En el pasado se han realizado intentos de pedir a las autoridades españolas permitir el ingreso de los judíos. Ya en 1641 un judío de nombre Iaacov Kansino el cual se encontraba en Madrid, negoció con el Duque Oliveraz respecto al regreso de los judíos a España, pero sus planes se vieron frustrados por la junta de la inquisición. También en los días de Carlos II (1665-1700) se realizó un intento de que los judíos vuelvan a España y de acuerdo a la proposición de uno de los ministros del gobierno, asentarlos en tierras que necesitan ser desarrolladas, sin embargo, también esta propuesta fue rechazada por la corona.

En el año 1802 (!) escribió el Rey de España de ese entonces, Carlos IV: “a mi corazón misericordioso y religioso le cuesta cambiar la ley aceptada en nuestro país, de no dejar ingresar a los judíos sin que estos acepten el catolicismo, dado que nosotros deseamos preservar la pureza de la religión católica… y por eso yo ordeno seguir implementando la ley de la inquisición respecto a los judíos que ingresan a España sin excepción alguna…”

Esto demuestra que incluso en los primeros años del siglo XIX estaba prohibido para los judíos vivir en España. Es posible que el comienzo de la tradición respecto al decreto de excomulgación provenga del deseo de “venganza” para con el decreto Español: si los reyes de España decidieron que los judíos no entran en su país, entonces los judíos realizaron un decreto de “ojo por ojo”, que no se debe ingresar a España.

Se abren las puertas

¿Cuándo se abrieron las puertas de España? Éste, fue un largo proceso, lleno de vaivenes. En 1808, las leyes inquisitoriales fueron canceladas por Napoleón, pero luego fueron restauradas por el rey Fernando VII en el año 1814. Las leyes fueron nuevamente canceladas en 1820, aunque se restablecieron tres años más tarde. Tan sólo en 1834 se decidió cancelarlas en forma definitiva. En el año 1865 fueron canceladas a su vez las leyes que prohibían a quien no tenía “sangre española y católica pura en sus venas” trabajar como empleado público o político. Y de hecho, los judíos comenzaron a retornar, de a poco, a dicho país. En el año 1877 había 406 judíos en todo España, de los cuales 31 se encontraban en Madrid. En 1900 el total de judíos era mil. Aún no existía la libertad de culto en dicho estado: desde 1876 la constitución Española determinaba que estaba prohibido realizar actos religiosos en lugares públicos, excepto católicos.

Las guerras en el norte de África (1859-1860) y las dificultades de sustento en las ciudades de Marruecos, la malaria y otro tipo de enfermedades contagiosas, así como las persecuciones por parte del gobierno y los pogroms, llevaron a un proceso de emigración de Marruecos a la cercana España. Y de hecho, los primeros judíos se asentaron en general en la ciudad de Sevilla, al sur del país. En esos años, tan sólo algunos pocos judíos llegaron al país.

Paralelamente a lo que sucedía en el norte de África, en el sur de Rusia comenzaron los famosos pogroms en Kiev y Odesa en el año 1881. Muchos judíos se escaparon a los países vecinos tales como Austria, Rumania y Turquía, y en determinado momento pidieron a las autoridades ingresar a España. Dado que parte de los fugitivos eran descendientes de los expulsados de España, el rey Alfonso XII decidió abrir las puertas de España ante ellos e incluso les deseó a su llegada: “Bienvenidos a su vieja tierra”.

A comienzos del siglo XX continuó la emigración de los judíos hacia España, esta vez en especial hacia Madrid. Los judíos llegaron a España durante la Primera Guerra Mundial y allí encontraron refugio. Entre los inmigrantes se encontraba el famoso líder sionista Max Nordau, quien a comienzos de la guerra fue expulsado de Paris y se quedó en España hasta fines de la misma. Durante la Primera Guerra Mundial, el parlamento español buscó la forma de preservar a los judíos españoles que se encontraban en los países balcánicos, ¡los cuales fueron tenidos en cuenta luego de más de 400 años! – como ciudadanos que deben ser protegidos. En el año 1917 se dio permiso para construir un Beit Kneset y comenzaron a realizarse tefilot en el “Beit Hamidrash Abarbanel”.

Recién en 1968 – hace tan sólo cuarenta años – se decidió cancelar en forma definitiva el decreto de expulsión. El primer ministro de ese entonces, Emilio Castelar, declaró por primera vez en forma oficial, la apertura de las puertas del estado para los judíos.

Lenguaje antisemita

A pesar de que los judíos españoles son considerados relativamente nuevos, el antisemitismo es antiguo allí. Los judíos cambiaron, pero la relación hostil para con ellos no. Cientos de años de actividades católicas teológicas, públicas y físicas contra los judíos, dejaron sus huellas en los habitantes del estado y no tan fácilmente pueden ser borradas. El antisemitismo se encuentra inmerso en el idioma, en la mentalidad y en los estereotipos, por lo que es prácticamente imposible desarraigarlos de la cultura local. No por los nuevos musulmanes que llegaron allí, como en el resto de los países europeos, sino por los antiguos católicos que allí viven.

Hasta hoy en día el nombre judío incluye a todos los que son odiados por el público, tales como: extranjeros, traidores, infieles y opositores políticos. También en el diccionario oficial de la Real Academia Española de Letras, fueron preservados distintos conceptos, los cuales demuestran la difícil relación para con lo judío y todo lo que lo rodea. Respecto al concepto “hebreo”, el diccionario dice: “hebreo es un Israelí o un judío que aún respeta la ley de Moshé y trabaja en el área comercial”. La palabra “aún” refleja la visión de la iglesia que la única verdadera religión es la católica; asimismo, al definir al judío como comerciante, no se lo hace con la intención de decir que este es un oficio bien visto. La palabra “judío” fue definida en el diccionario de la Academia hasta 1956 como “tacaño y prestamista”.

La expresión “judeada” en español, significa realizar un hecho judío. Esta palabra se encuentra explicada en el diccionario de la Real Academia que fue publicado en 1956: “hechos anti-morales que generalmente hacen los judíos”. En el diccionario que fue publicado en 1988 fue “corregida” la definición y se escribió: “judeada: acto negativo que en el pasado se creía adecuado de ser realizado por los judíos”. Es decir, cambiaron la forma de definir pero no la definición misma.

La conclusión es clara: los judíos actúan de forma indebida y esto es lo que los identifica. La palabra SINAGOGA es definida como “lugar en el que se reúnen judíos a rezar y oír la Torá de Moshé” y como “lugar de encuentro de personas que planean actos inmorales y que instigan peleas y discusiones”.

Somos testigos de que años de daños, inquisición y expulsión, no son fácil de borrar. A pesar de que pasaron cientos de años en que los españoles no vieron a un judío en la tierra de España, el odio profundo no desapareció. España es considerada hasta hoy en día – como demostró el Dr. Gustavo Perednik – como el país más antisemita de Europa. El judío español es una figura distorsionada la cual no tiene relación alguna con el judío real que se encuentra en dicho país y en el mundo.

Ayuda a los judíos

A pesar de los sentimientos anti judíos y anti israelíes, que caracterizan al público español, no es posible ignorar el momento histórico en que el Rey de España visitó el Beit Kneset de la comunidad judía de Madrid, exactamente 500 años después de la expulsión de España. En dicho evento, fue expresado el deseo del pueblo español de renovar los lazos con el pueblo judío. También el presidente israelí de ese entonces, Jaim Ertzog, participó de dicho evento.

Durante la segunda guerra mundial, España fue neutral en forma oficial, a pesar de que sus líderes apoyaron a la Alemania Nazi abiertamente. A pesar de esto, y también gracias a esto, los españoles ayudaron a salvar a muchos judíos. En 1924 fue publicado un edicto en el cual se otorgó ciudadanía a toda persona de ascendencia española, en especial de los países balcánicos. Dicho edicto salvó a muchos judíos durante la Segunda Guerra Mundial, los cuales encontraron refugio en España. Muchos judíos llegaron a España de Alemania entre los años 1931-36. España ayudó a liberar a judíos de ascendencia Española de los campos de exterminio, y la neutralidad Española le permitió a 25.600 judíos utilizar a España como camino de escape del campo de guerra europeo. La mayor parte de los judíos que encontraron refugio en España abandonaron luego el país y se marcharon hacia otros lugares.

De hecho: España formalizó sus relaciones diplomáticas con Israel tan sólo hace 20 años, luego de que fue aceptada en la Unión Europea en el año 1986.

Retornaron a la patria

En España viven hoy día 30.000 judíos. Los dos centros principales son Madrid, con 15.000 judíos, y Barcelona, la segunda más grande ciudad del país. Sin embargo, existen también otras diez comunidades judías, pequeñas o muy pequeñas, todas las cuales se encuentran integradas a “La Federación de Comunidades Judías de España”. Así son las comunidades de Málaga, Torremolinos, Marbella, Granada, Sevilla, Valencia, Palma de Mallorca, Melilla y Ceuta en la parte española de Marruecos.

Muchos judíos llegaron a España desde Argentina, a partir de los años ´70 del siglo XX, y en el último tiempo se sumaron otros muchos judíos de Venezuela que emigraron de allí por la crisis que se vive en el país. El judío errante sigue en su camino y busca nuevos horizontes para una vida tranquila y un buen sustento, de acuerdo a las necesidades.

Cuando la ley de libertad de culto fue aprobada en forma oficial en 1968, la comunidad sefaradí-ortodoxa de Madrid recibió permiso para construir el primer Beit Kneset en España desde la inquisición, en el corazón de la capital – en la calle Balmes. La comunidad de Madrid cuenta hoy día con 6 sinagogas, así como una comunidad conservadora, un colegio judío, mikve, un restaurante casher, un kolel para estudiar Torá, un negocio donde se venden productos kasher, un Gran Rabinato y todo lo necesario para poder llevar a cabo una vida judía.

El gran dilema que sienten los judíos que viven en España lo oí de uno de los miembros más antiguos: “la inquisición no nos ha dejado aún, nosotros pensamos en ella, vivimos en su sombra y recordamos a sus víctimas, pero rezamos por una mejor vida y un mejor futuro para el país”.

Pareciera ser que el sentimiento entremezclado del judío que vive en un país con una gran cultura por un lado y con destrucción por el otro, puede ser comprendido mediante el poema que escribió Rafael Cansinos, uno de los descendientes de anusim, en honor a la inauguración del Beit Kneset de Madrid. En este poema, el cual irrita cualquier oído sionista, describe Cansinos a los judíos como aquellos que “retornan del exilio / a su antigua tierra: España… la tierra que nunca olvidamos / no durante los días y no durante las noches del largo exilio / nosotros retornamos a ti… nuestra patria… podemos descansar en España luego de un largo exilio / nos encontramos nuevamente en nuestra tierra, en nuestra patria, en España”.

También el Rey de España, cuando visitó el Beit Kneset de Madrid con motivo de los 500 años de la expulsión de los judíos de España, dijo: “España no es tan solo otra nostalgia para el pueblo judío, sino una patria donde los judíos pueden sentirse en su casa. Los judíos españoles se encuentran en su casa en España, la casa de todos los españoles, sin importar cuál es su religión y su credo”.

¿Será realmente así?

Bulgaria, Sofía

¿En qué país vivió Rabi Yosef Caro durante 20 años en su camino de España y Portugal hacia Tzfat? ¿En qué país de Europa los ciudadanos locales cuidaron a los judíos y por tal razón no hubo allí shoá? ¿En qué ciudad se encuentra el tercer Beit Kneset más grande de Europa? ¿En qué ciudad se encuentran un Beit Kneset, una mezquita y una iglesia situados uno al lado del otro, formando un pequeño triángulo? ¿En qué ciudad fue escrito el libro Pele Ioetz por Rabi Eliezer Papo? ¿Qué ciudad es llamada en Griego con una palabra cuyo significado es sabiduría? ¿En qué país los judíos temen, hasta hoy en día de realizar el brit milá a sus hijos? ¿De qué comunidad realizaron aliá cerca del 95% de la comunidad, en conjunto? ¿Qué comunidad se mantiene en forma milagrosa hasta hoy día? Hay una sola respuesta para todas estas preguntas: la comunidad de los judíos de Bulgaria y su capital, Sofía.

Creo que si juzgáramos en forma natural y con herramientas historiográficas, la comunidad judía de Bulgaria no debería encontrarse en dicha posición geográfica y no debería dar señales de vida. Como ha sucedido con varios pueblos y con distintas comunidades, situaciones históricas y sociales, llevaron varias veces a que la comunidad desaparezca. La comunidad de judíos de Bulgaria está formada por sobrevivientes de la inquisición española y portuguesa, los cuales llegaron a ella como refugiados y pidieron continuar con su vida judía y renovar allí su comunidad. Durante varios años establecieron comunidades, y el judaísmo floreció allí, hasta que vino el exterminador nazi y frenó el desarrollo, luego llegó el gobierno comunista el cual estableció leyes contra los judíos y el judaísmo, hasta que incluso la mitzvá de brit milá desapareció de las casas judías. Luego de esta difícil etapa, los judíos de Bulgaria realizaron aliá en forma conjunta y tan solo unos pocos quedaron en Bulgaria, sin Rabino y líder, sin educación judía. ¿Acaso es posible, luego de todas estas dificultades, comprender de forma lógica la continuidad de la comunidad judía de Bulgaria?

El origen de la comunidad

La historia de la comunidad judía de Bulgaria comienza, por lo visto, antes de la destrucción del segundo templo (año 70). Los judíos se asentaron en la zona de Bulgaria en la época bizantina, pero la comunidad comenzó a florecer en forma significativa luego de la expulsión de España en 1492.

Los primeros judíos aparecieron en la zona Valcánica ya desde el siglo II, luego de la conquista de la zona por los romanos. Dichos judíos eran conocidos como romaniutos y hablaban griego (“los romaniutos” es el sobrenombre de los judíos griegos que se encuentran en Grecia desde la época del primer Templo y los mismos poseen costumbres y tradiciones particulares, estos se expandieron hacia la zona de los Valcanes y de Bulgaria). Testimonios acerca de la llegada de los judíos a Bulgaria, se remontan al siglo III-VI, así como documentación de la situación de la comunidad, la cual se encontró cerca de la ciudad Nicópolis al lado del Río Danubio. Un testimonio adicional acerca del asentamiento judío en época romana se encuentra en el piso de mosaicos del Beit Kneset del siglo II ó III en la ciudad vieja de Plovdiv. Hasta hoy en día, existen judíos en Bulgaria, cuyas familias son descendientes de judíos romaniutos, en particular familias de apellido: Kalo, Kanti, Roditi y Politi.

Muchos judíos han emigrado a Bulgaria de Hungaria, luego de la expulsión en 1376. Refugiados adicionales que llegaron de Bohemia y de Baviera a Bulgaria, debido a las persecuciones de 1470. Dichos judíos húngaros preservaron sus tradiciones y hablaban idish, pero más tarde tomaron las tradiciones locales del resto de los ashkenazim y finalmente todos adoptaron las costumbres sefaradíes y el ladino.

La más grande ola de judíos que llegó a los Balcanes comenzó luego de 1492, cuando fueron expulsados los judíos de España. En este momento, el Sultán Turco permitió a los emigrantes que se asienten en el imperio Otomano y los mismos recibieron un trato tolerante tanto de las autoridades como de la población local.

Los judíos sefaradíes llegaron a Bulgaria, por lo visto, luego de 1494, y se asentaron en las ciudades comerciales donde se encontraban los judíos askenazíes. Llegaron a Bulgaria de Salónica pasando por Macedonia y de Italia mediante Ragosa y Bosnia. Hasta 1640 había en Sofía tres comunidades diferentes – los romaniutos, los ashkenazíes y los sefaradíes, la llegada de los judíos de España, trajo con ella su cultura, idioma, costumbre, las cuales le otorgaron honor e incluso se tornaron más fuertes que las de los judíos romaniutos y ashkenazíes que vivían en el lugar. La llegada de los judíos sefaradíes a Bulgaria les brindó las riendas comunitarias y por lo tanto tomaron el lugar de las comunidades que les antecedieron, las cuales contaban con un número más pequeño de personas y un peso mucho menor.

Es importante resaltar que hasta hoy día sigue existiendo el orgullo sefaradí. La gente aún vive la historia sefaradí y cuando le preguntamos a los ancianos de la comunidad: ¿de dónde son? Ellos contestan con orgullo: ¡de España! Cuándo se les pregunta: ¿hace cuánto tiempo se encuentran aquí? Ellos responden: 400 años… la conciencia de haber sido expulsados de España aún continúa y es tangible en la generación adulta, hasta la edad de 50-60. La generación intermedia y la joven, no sienten este orgullo, y quizás es necesario pensar en formas en que puedan renovarlo, orgullo que de acuerdo a lo que veremos a continuación, cuidó y fortaleció a la comunidad de Bulgaria durante los momentos difíciles.

La tradición sefaradí fue preservada también en el área gastronómica y existen comidas que caracterizan al judaísmo de Bulgaria y que forman parte integral de la identidad judía-búlgara. Entre estas comidas se encuentran la “bumbalika”, una especie de “kneidalaj” pero frito.

Lamentablemente, los últimos eventos hicieron olvidar a los primeros, y por lo tanto muchos se han olvidado de la gloria y el esplendor de la comunidad judía que vivió en la zona, la cual no era parte de las comunidades árabes sefaradíes, sino Sefaradí pura, de España, es decir descendiente de judíos sefaradíes que fueron expulsados o que emigraron y que encontraron en ella un lugar para establecerse.

Entre los exiliados que llegaron a Bulgaria desde España y Portugal, mediante Istanbul, se encuentra Rabi Iosef Caro, escritor del Shulján Aruj, que llegó allí camino a la tierra de Israel. Se asentó allí durante 20 años, en la ciudad de Nikópolis y estableció una Yeshivá y es posible que allí haya escrito allí parte de sus tratados. En el año 5296 decidió ir a Israel y establecerse en Tzfat.

Los judíos de Bulgaria vivieron su judaísmo, sin crisis alguna, hasta mediados del siglo XIX. En el siglo XIX comenzó a aparecer el iluminismo y con él cambios en la educación de los niños judíos del país, entre ellos el ingreso de la “Alliance Israelita Universal”, la cual buscó mezclar la educación y la cultura del momento con la educación judía clásica. El aumento del nacionalismo trajo consigo persecuciones y pogroms y asimismo comenzó a aparecer el sionismo y el nacionalismo judío entre los judíos de Bulgaria.

Así también, la división de los judíos de Bulgaria en pequeñas comunidades y en general lejos de los centros judíos del imperio Otomano, crearon una situación de distancia geográfica y espiritual la cual influenció mucho en el desarrollo de las comunidades.

La shoá en Bulgaria

En Bulgaria no hubo shoá. A diferencia de otros países en Europa, los cuales fueron parte de la máquina nazi de destrucción (excepto Dinamarca y en un determinado sentido Finlandia), Bulgaria logró salvar a la mayoría de los 50.000 judíos que se encontraban en el país, de las garras nazis. Sin embargo, los judíos de Tracia y Macedonia (cerca de 12.000 judíos) si fueron afectados, dichas zonas fueron anexadas a Bulgaria debido a los acuerdos con la Alemania Nazi y no contaban con control completo por parte de Bulgaria (es importante explicar que hay investigadores que creen que esto es sólo una excusa y no la razón del exterminio de aquellos judíos).

En Bulgaría vivían cerca de 50.000 judíos antes de la shoá. Los mismos contaban con igualdad de derechos. El Gran Rabino de la comunidad, era el representante de los judíos frente al estado y fue elegido por el mismo, tal como era común en otras comunidades del imperio Otomano.

En 1493 los alemanes comenzaron a presionar a los aliados búlgaros para que envíen a los judíos a los campos de concentración en Polonia. Más de 10.000 judíos fueron enviados a Auschwitz desde Macedonia y Tracia, zonas que fueron anexadas a Bulgaria tan solo un tiempo atrás. Los judíos de la antigua Bulgaria eran los que seguían pero el rey de Bulgaria ordenó que todos los planes de expulsión de los judíos de Bulgaria sean detenidos y no cedió ante la presión alemana. Pero no logró detener la expulsión de 20.000 judíos de Sofía a la zona rural de la provincia, de allí fueron llevados en barcos al “este”.

Los habitantes de Bulgaria comenzaron con grandes protestas debido al trato de los judíos. En lugar de traer antisemitismo, los judíos expulsados encontraron simpatía entre los habitantes de las zonas rurales. También la iglesia búlgara se opuso a los actos del gobierno contra los judíos. Los judíos de Bulgaria se salvaron gracias a la valentía del rey. A pesar de que es posible decir sin ninguna duda que no hubo shoá alguna en Bulgaria, en el sentido de asesinatos, tampoco es posible desentenderse y decir que durante los años de la guerra no hubo leyes en contra de los judíos, desde limitaciones en el comercio y hasta la obligación de ponerse el Maguen David amarillo cuando salían a las calles. De todas formas, es importante resaltar el hecho único de cuidado y salvación de los judíos, sea por parte de los vecinos no judíos o de la iglesia búlgara.

La comunidad judía sobrevivió la shoá sin ser afectada. En seguida, luego de la guerra, la mitad de la población realizó aliá. Los que se quedaron en Bulgaria encontraron a sus comunidades e instituciones dirigidas por el gobierno comunista y así comenzó una nueva era para ellos.

La era comunista y la influencia en la comunidad

La era comunista dejó sus huellas en los miembros de la comunidad. Desde el comienzo del gobierno “el frente de la patria”, la vida de la comunidad fue manejada por el gobierno comunista y sus aliados. La vida judía fue prohibida y durante muchos años no hubo rabino que pudiera liderar la comunidad a nivel espiritual y cuidar la base religiosa que se necesita para mantener la vida judía y a los judíos. Tan solo hace 15 años retornó el Rabinato a Bulgaria con el Rab Bejor, el cual cuenta con el apoyo del Joint y realiza maravillas para la renovación de la vida judía de la comunidad.

Como sucedió en otros países que se encontraban bajo el gobierno comunista, no se realizaron brit milá, tanto por la prohibición como porque no había mohel. Lamentablemente, dicha prohibición aún influye sobre la comunidad y un gran porcentaje de judíos no ha realizado brit milá a sus hijos.

A pesar de las grandes dificultades, el Beit Kneset central de la comunidad, estuvo abierto durante todos los años en que gobernó el comunismo y se realizarón allí tefilot. Si bien no había un rabino en esa época, había un jazán y los ancianos de la comunidad venían durante la semana y en shabat a las plegarias. Pareciera ser un interesante ejemplo de judíos sefaradíes que sobrevivieron la inquisición y la expulsión de España, triunfaron ante el gobierno comunista y no renunciaron a las tefilot con minián.

El Gran Rabino, Asher Jananel z”l, hizo un gran esfuerzo por mantener el Beit Kneset Sefaradí – Portugués en funcionamiento, pero estó causó enojo entre las autoridades. Fue detenido más de una vez y en 1962 falleció en la cárcel luego de estar allí detenido durante un año por negarse a cerrar el Beit Hakneset. Es interesante que el baal tokea (quien toca el shofar) de Rosh Hashaná es un judío de 60 años quien es baal tokea desde joven y que durante todo el período del gobierno comunista se ocupó de que el shofar sea oído en Sofía, a pesar de todo.

Como consecuencia de vivir bajo el gobierno comunista durante varias generaciones, la vida religiosa comunitaria cayó rotundamente y durante muchos años y hasta hoy día la relación de los judíos de Bulgaria con la tradición a caído enormemente, han aumentado los matrimonios mixtos y muchos judíos sienten su judaísmo mediante la comida de matzot en pesaj y el respetar ciertas costumbres. Es necesario comprender que las generaciones que nacieron entre los años 1945 y 1989 no recibieron educación judía o tradicionalista y así crecieron sin identidad judía.

El éxodo de los judíos de Bulgaria

Los judíos de Bulgaria, identificados con Sión, decidieron realizar aliá. Así, un hecho único en la historia de los judíos de la diáspora tuvo lugar, cuando prácticamente todos los judíos de Bulgaria realizaron aliá en forma conjunta para así fortalecer al Estado de Israel en sus primeros pasos.

El desarrollo intelectual de la comunidad judía de Bulgaria, se vio identificado por el sentimiento de identificación de los ideales nacionales judíos. La judería búlgara se unió al movimiento de renacimiento nacional ya desde los días de Jovevei Sión (año 1882). Tres delegaciones búlgaras participaron en el primer congreso sionista en Basilea en 1897.
Entre Septiembre de 1944 y octubre de 1948, 7000 judíos búlgaros se mudaron a la Palestina de esos días. La emigración masiva continuó entre 1949 y 1951 cuando 44.267 judíos realizaron aliá y tan solo unos poco miles se quedaron en el país. De hecho, solo enfermos o aquellos que no podían dejar a sus seres queridos se quedaron en Bulgaria. El motivo de dicho “éxodo” sionista fue profundos sentimientos sionistas, alienación respecto a la cultura búlgara y la vida política de dicha época. No existe un caso como este en la historia del movimiento sionista, donde un 90% de la comunidad dejó el país que los cuidó durante la shoá y vino a construir el Estado Judío.

El Beit Kneset

Cuando visité Sofía, le pedí al conductor del taxi que me lleve al Beit Kneset, o en la lengua popular a la sinagoga. Después de unos minutos me encontré en la puerta de una gran iglesia y el chofer me dijo que debía bajar. Dado que no hablo búlgaro y el chofer no hablaba inglés, intenté explicarle que yo quiero ir a la sinagoga y que el lugar al que él me trajo no es lo que busco… me indicó que comprendió lo que le decía y luego de unos minutos estaba en la puerta de una mezquita… tan sólo la tercera vez, me trajo al Beit Kneset… y de hecho, los tres lugares de rezo se encuentran en un radio de tan sólo unos metros uno del otro con el objetivo de así preservar la buena relación entre las religiones.

El Beit Kneset de Sofía se encuentra en el centro de la ciudad y es el más grande de todo el sur este de Europa, el tercero más grande de Europa después de la Gran Sinagoga en Budapest, el Beit Kneset más grande de Europa. En el segundo lugar se encuentran varias sinagogas, la sinagoga de Plzen, República Checa, el Beit Kneset Coral en San Petersburgo, Rusia, y la Gran Sinagoga de Florencia, Italia.

El Beit Kneset de Bulgaria fue atacado y parte de él se destruyó durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue reconstruido en su mayoría, a pesar de que aún no han finalizado el trabajo. En el año 2009 la comunidad festejó 100 años de su fundación la cual fuera en el año 1909.

En Bulgaria hay hoy día 12 sinagogas, pero las únicas que funcionan son las de Sofía y la de Plodvid.

Bulgaria hoy día

Hoy día viven en Bulgaria cerca de 6000 judíos, 3000 en Sofía, la capital, y otros 3000 en 19 pequeñas comunidades en las cuales se encuentras desde unas decenas hasta unos pocos judíos. Entre los pueblos donde sí hay judíos se encuentran Plodvid, Varna, Bulgas, Yambuj, Shuman y Vidin.

La Gran e impresionante sinagoga, volvió a funcionar plenamente y se realizan allí 3 tefilot diarias durante la semana, shabat y jaguim. Voces de plegaria no dejaron de recitarse nunca en la tierra de Bulgaria y las melodías sefaraditas, las cuales provienen de España de antes de la expulsión, continúan oyéndose con alegría aún luego del gobierno comunista. Dicho gobierno cayó pero las canciones de los judíos de España aún continúan oyéndose en Bulgaria, demostrando así la continuidad histórica y espiritual.

Un shojet llega una vez por mes para realizar shejitot de acuerdo a las necesidades de la comunidad. Así también, cuentan con un restaurante casher el cual se encuentra abierto al público, en el edificio comunitario. Al lado de la Gran Sinagoga hay una mikve, la cual fue construida y refaccionada en los últimos años. En el pasado, las matzot se horneaban en la panadería comunitaria. Las matzot que horneaban en Bulgaria tenían un estilo especial dado que eran muy largas, cerca de un metro. Tan sólo en los últimos años comenzaron a importar matzot y la fábrica de matzot se cerró.

También la ayuda social se encuentra a cargo de la comunidad. La misma sirve todos los días almuerzo para 200 personas y realiza un seder de pesaj para más de mil participantes. Asimismo, la comunidad maneja un geriátrico judío. En estas áreas, es importante resaltar el papel del Joint, el cual apoya hace ya varios años a la comunidad, tanto respecto a los aspectos educativos y rabínicos, como en los aspectos sociales, sin dicha ayuda sería prácticamente imposible para la comunidad sobrevivir.

Todos los años, tiene lugar un campamento para jóvenes. Más de 300 jóvenes de todas las comunidades de Bulgaria participan en el mismo para fortalecer su identidad judía.

La comunidad publica un periódico bisemanal el cual enlaza a todos los judíos de la comunidad. La mayor parte de las actividades judías de Sofía se realizan en la casa del pueblo, en el edificio de la comunidad, y en el mismo se llevan a cabo actividades educativas para todas las edades.

Una de las cosas más increíbles que suceden hoy día en la comunidad de Bulgaria, es el retorno de los jóvenes a la identidad judía y a las actividades sociales y comunitarias. Cuando hablé con los dirigentes de la comunidad, me reconocieron que el gran desafío es “mejorar la vida judía y lograr que los jóvenes ingresen a la comunidad”, luego de años de alejamiento y de comunismo. Y de hecho, existe una organización de jóvenes, y una escuela de madrijim muy activa.

El colegio judío nacional

Uno de los colegios judíos más especiales del mundo, es el colegio judío de Bulgaria. En general, los colegios judíos del mundo son colegios privados y separados del sistema educativo local. Pero en Bulgaria, el estado no permite a las distintas minorías abrir un colegio privado y separado. La razón es que hay cerca de un millón de turcos (musulmanes), los cuales desean abrir colegios turcos, pero el estado se opone. Por tal razón, no es posible permitirle a ninguna minoría abrir escuelas. La solución que se ha encontrado para poder brindar educación judía es abrir un colegio judío estatal, donde hay clases separadas para los judíos. En el colegio estudian cerca de 300 miembros de la comunidad.

La educación judía de Bulgaria pasó por cuatro etapas: la etapa del “meldar” – colegio sefaradí religioso, paralelo al “jeder” ashkenazí, el cual floreció en Bulgaria antes de la independencia del estado. Luego de la esta última, comenzó la época en la que la “Alliance Israelita Universal” contaba con varias escuelas, donde el ideal era combinar estudios laicos con estudios judaicos y ayudar a que los judíos pudieran integrarse en la cultura local y su idioma. Durante la época de la educación moderna nacional, muchos colegios fueron mantenidos por la comunidad para niños judíos, especialmente de las grandes ciudades. Y por último, en la época actual, los niños estudian en el colegio nacional búlgaro, con clases de hebreo y tradición judía.

La cultura del ladino

Tal como explicamos a comienzos del artículo, la mayor parte de los judíos de Bulgaria son descendientes de judíos que fueron expulsados de España, los cuales mantuvieron su lenguaje y su cultura a pesar de ser refugiados. Los judíos de Bulgaria conservaron su lengua, el ladino o el judeo-español, durante cientos de años. La generación adulta de Bulgaria (mayores de 60) aún habla ladino. El mismo no representa tan sólo un idioma sino también una cultura. Existe un club de ancianos de la comunidad, los cuales se reúnen una vez por semana para hablar ladino, una hora hablan en hebreo y una hora en ladino. Entre las costumbres de la comunidad se encuentra cantar “ein ke elo-einu” en shabat, en ladino, y con música sefaradíta.

¡Hasta hoy en día, las mujeres mayores dicen que quien no habla ladino no es judío! El ladino se ha transformado, entre los miembros de la comunidad en un claro símbolo de identidad. Y de hecho, en las casas judías, aún gobierna el ambiente ladino, en el idioma, en las costumbres, no siendo así en la generación intermedia ni en la joven.

En el pasado, Bulgaria era el cruce principal entre Europa Oriental y Occidental. Convoyes de mercaderes pasaban desdeEuropa hacia la capital del imperio, Estambul. De hecho, tanto en su momento como hoy día, Bulgaria es el puente entre el Oriente y el Occidente, y por tal razón, se produce un ambiente muy especial también para los judíos.

La renovación de la judería búlgara

Me parece que el pasado y el futuro de la comunidad judía de Bulgaria, es posible resumirlo mediante la tefilá que fue escrita por uno de los rabinos de la comunidad en el pasado, la cual es recitada cada shabat en el Beit Kneset: “Hashem, fortalece a nuestros hermanos que se encuentran allí, y bríndales valentía a los que buscan la paz mundial y de todo corazón, que se cumpla la visión de nuestros grandes profetas, bendice a nuestra patria, el gobierno de los obreros y los agricultores de Bulgaria y cumple prontamente la gran profecía: “los pueblos no levantaran sus espadas unos contra otros y no habrá más guerras”.

La vida judía se renueva cada vez más en Bulgaria, luego de varias generaciones de debilitación debido a las circunstancias del tiempo y del lugar. Uno de los líderes de la juventud, el cual trabaja para fortalecer la identidad judía del lugar, me dijo: “el desafío de Bulgaria hoy día es renovar la vida judía, debemos enseñar a los jóvenes qué es el judaísmo para que así comprendan que el judaísmo debe ser parte integral de su vida y para que continúen educando dentro del judaísmo a sus hijos”. Creo que no sólo por el cumplimiento de la profecía de Ishaiau por la paz mundial, rezan los judíos de Bulgaria, sino también por el cumplimiento de la profecía de Iejezkel “Así dijo Hashem Elokim a esos huesos, Yo les traeré vida y vivirán y les daré tendones y carne… y les daré vida y vivirán”. Profecía sobre el despertar y renacimiento, la cual se hace realidad en la judería búlgara.

Rabino Eliahu Birnbaum

Diario de viaje: Haití después del terremoto

Antes de aterrizar en suelo Haitiano, aproximadamente treinta días después del terremoto que causó cientos de miles de víctimas, destrucción y devastación en la isla, no sabía qué encontraría, qué vería, qué sentiría.

Los informes recibidos sobre el terremoto eran duros y terribles, por eso la impresión de que encontraría un gran cementerio con personas de duelo por sus parientes y amigos, y olor a muerte en el ambiente. Pero sorprendentemente, no fue eso lo que encontre … sino a gente y a un país que intentan retornar rápidamente a la vida normal y reconstruir las ruinas. A primera vista parece que en el país la naturaleza está en su lugar y continúa floreciendo, las casas cayeron y se destruyeron y la gente se despierta a una nueva vida después de la tragedia. A pesar de que la mayoría dice “no hay esperanza en Haití”, yo intenté descubrir la esperanza de la gente en la calle, la alegría, la mirada de esperanza en sus ojos.

Camino a Haití

La llegada a Haití no fue fácil. El aeropuerto nacional de la capital Puerto Príncipe estaba cerrado para vuelos entrantes, por lo que tuve que viajar al país vecino República Dominicana y desde ahí pasar a una avioneta hacia Haití. En un principio me informaron que la única manera de cruzar la frontera entre los países era por tierra, pero rápidamente descubrí que por el pago de una suma simbólica de unos pocos cientos de dólares se podía viajar y aterrizar en el objetivo requerido.

Ya desde el cielo es posible reconocer la pobreza del país y su definición como uno de los países del tercer mundo. Al volar sobre la frontera de Haití se ve la tala de árboles que realiza la población y la pobre agricultura que desarrollan en el lugar. Haití es considerado el país más pobre del hemisferio occidental y uno de los tres países más pobres del mundo: Sudán, Somalía y Haití. El ingreso promedio por día de trabajo en la isla es de 2 dólares.

La República de Haití forma parte de las Antillas, situado en el occidental de la isla La Española, la cual comparte con su vecina oriental, la República Dominicana. En Haití viven aproximadamente diez millones de habitantes, en su mayoría descendientes de esclavos que fueron traídos por los españoles con el objetivo de incrementar el ritmo de construcción de la isla en el siglo XVII. Así es, que el 95% de la población son de origen africano y el resto son mulatos (mezcla de africanos con españoles o con franceses). Las tribus originales que habitaban la isla, eran las tribus de los taínos, extinguidas por los conquistadores españoles que llegaron a la isla en el siglo XVI.

La República de Haití fue formada a finales del siglo XVIII durante la primera rebelión de los esclavos. Sus habitantes negros, que habían sido traídos en barcos de esclavos al Nuevo Mundo mantuvieron su tradición africana durante más de 200 años. En dicha época, Haití era la colonia más rica y floreciente de Francia, la perla de la corona del Imperio francés, principalmente debido a las plantaciones de azúcar, las cuales proporcionaban un cuarto de los ingresos de Francia. La rebelión de los esclavos continúo interrumpidamente entre 1791 y 1804. Esta rebelión es considerada la primera en la historia en la que los esclavos logran tener éxito y consiguen la independencia. La historia de cambios políticos, el imperio de los tiranos y la democracia, que degeneró recientemente en inestabilidad, acompañada de sucesos violentos, transformó la vida cotidiana del hermoso y fascinante país caribeño de sueño en pesadilla.

Napoleón intentó conquistar Haití, principalmente por su riqueza en plantaciones de azúcar y por los 700.000 esclavos, pero no tuvo éxito, sino un estrepitoso fracaso. Perdió 50.000 soldados, incluyendo 18 generales. El ejército de los esclavos liberados pudo hacer con el Emperador de Francia lo que ningún ejército europeo lograría realizar en los siguientes diez años. De esta historia, comprendemos la fuerza de espíritu del pueblo que habita Haití desde entonces y hasta ahora.

Búsqueda de esperanza

Mi visita a Haití, fue como miembro de una delegación interreligiosa, organizada en solidaridad con la difícil situación que están viviendo los habitantes de Haití. La delegación, fue invitada a mantener encuentros y realizar ceremonias de apoyo y aliento luego de la tragedia del terremoto. El presidente del país determinó cuatro días de duelo nacional en memoria de las víctimas que perecieron en el desastre y en el último día realizamos la visita. El objetivo de la misma, era apoyar a la gente local y enviar un mensaje de esperanza para un futuro mejor. Los jefes del país, intentan encontrar la forma de convencer a los habitantes de Haití para que éstos empiecen a creer en sí mismos y en su capacidad de cambiar su destino.

Durante nuestro recorrido en los campos de refugiados, nos fue solicitado que nos parásemos en los escenarios y que le habláramos al pueblo. Yo, ingenuamente, pensé: ¿quién querrá escuchar nuestras palabras?, ¿quién estará interesado en un mensaje espiritual en el momento de una crisis acompañada de hambre y miseria? Pero para mi gran sorpresa, cientos de personas se reunieron en pocos minutos cerca de los escenarios para escuchar palabras de aliento y esperanza. Ellos buscaban una fuente de inspiración y alegría y pidieron elevar la mirada al cielo y recitar una oración de esperanza acerca de un futuro mejor para el país y para sus vidas privadas.

A pesar de que el 80% de los habitantes del país son católicos y el resto protestantes, la mayoría cree también en la religión vudú, cuyas creencias y supersticiones son muy comunes en la isla. El vudú, es una fe que se desarrolló como mezcla entre las tradiciones africanas y la religión católica. Los esclavos que llegaron de África a Haití y al resto de las islas caribeñas, continuaron manteniendo sus creencias en secreto por miedo a los conquistadores, quienes intentaron influenciarlos para que aceptaran la religión católica.

El terremoto y sus consecuencias

La destrucción que causó el terremoto se siente en cada rincón. Aproximadamente doscientos mil personas murieron, otras trescientos mil resultaron heridas y un millón y medio quedaron sin hogar. Se estima que tres millones de personas fueron damnificadas de maneras diferentes a causa del terremoto. Las instituciones gubernamentales quedaron completamente paralizadas y en este momento no hay gobierno en funcionamiento, aunque resulta difícil decir que lo hubo en los últimos años. No solo que el gran palacio presidencial fue totalmente destruido, sino que aún no ha vuelto a funcionar normalmente.

Sin embargo, a pesar de la gran tragedia, incluso antes del terremoto Haití era un país con un terremoto constante, en estado de desastre desde el comienzo. El desempleo subió al 50%, el 75% de la población vive en la pobreza más extrema. Más de la mitad de los habitantes del país son analfabetos, cerca de siete millones han contraído enfermedades y epidemias, especialmente SIDA.

La caminata por las calles de la capital Puerto Príncipe, generan una sensación muy extraña…

La gente camina por las calles de la ciudad al lado de las casas demolidas, algunas familias empezaron a reconstruir las ruinas de sus casas, cientos de miles de personas viven en tiendas de campaña improvisadas por falta de un techo, extensas colas de varios metros de largo de personas pidiendo un pedazo de pan. Pero a pesar de todo, la vida sigue, el sentido de la supervivencia está trabajando horas extras y las personas vuelven a su rutina diaria, y hasta con una sonrisa. En las calles de la ciudad se ven niños jugando a la pelota y personas con miembros amputados a causa de la tragedia, viviendo unos con otros.

Haití como centro del mundo

De manera sorprendente, el terremoto podría representar una oportunidad para Haití. País olvidado por el resto del mundo, de un día para el otro pasó a ser “el centro del mundo” y a atraer más atención junto con la significante ayuda internacional. La esperanza de docenas de organizaciones internacionales que vinieron en su ayuda en estos días, es tratar de restablecer Haití no sólo a su estado anterior, sino realizar cambios en los ámbitos de la economía, la sociedad y la educación. Pero para tener éxito en esta misión se debe realizar una acción de raíz, para construir el país “desde cero”.

Israel, también se transformó en un factor de importancia en la tarea de ayudar a regresar la vida de los haitianos a su curso normal, en estos días se ha creado un colegio israelí para los niños de Haití. Pocos minutos después de nuestra llegada a la isla, conversé con el Embajador israelí en República Dominicana, Amos Radian, que trabaja durante estos días en Haití. El embajador Radian estuvo entre los primeros en llegar al país, quince horas después del terremoto. Desde ese momento, él se encuentra casi todo el tiempo en Haití, en la primera etapa acompañando el hospital israelí y ahora ocupándose de distintos proyectos en pos del bienestar de los habitantes. El embajador me invitó a la ceremonia de inauguración de la escuela israelí, que recibe cientos de niños de la zona. La escuela está situada en dos tiendas de campaña enormes, las cuales fueron dejadas como herencia por el hospital israelí. Voluntarios israelíes, sirven como maestros e instructores de la escuela la cual es un punto de encuentro y ocupación para los niños, en un país en el que el sistema educativo ha colapsado y ya no existe.

El punto judío en Haití

A pesar de que no hay judíos en Haití, es destacable que el punto judío no desapareció totalmente.

El primer judío que se estableció en Haití, Luis de Torres, llegó a la isla en 1492 como intérprete de Cristóbal Colombo. La isla La española fue el primer lugar donde ancló cuando salió a descubrir América en 1492. De Torres era un judío marrano que buscó un lugar para vivir tranquilamente y con confianza en el nuevo mundo. Después de él llegaron judíos que huían por temor a la Inquisición española y también ellos encontraron refugio en Haití. Los judíos que llegaron a Haití eran comerciantes, propietarios de plantaciones y de esclavos, y se establecieron a lo largo de toda la isla. Luego de que Haití fuera conquistada por los franceses en 1633, muchos judíos holandeses emigraron desde Brasil en 1634. La mayoría de estos judíos eran marranos, muchos de ellos fueron empleados en las plantaciones de caña de azúcar de los franceses y desarrollaron la industria.

En 1830 muchos judíos polacos llegaron a Haití, a raíz de la lucha civil contra la ocupación rusa de Polonia. Las familias judías que huyeron a Haití se unieron a la clase alta del país. Hasta finales del siglo XIX, treinta familias judías llegaron desde Líbano, Siria y Egipto. Durante este período se aprobó una ley francesa que daba la ciudadanía francesa a las minorías de la región, por este motivo gran cantidad de judíos del Medio Oriente se sintieron seguros de mudarse a Haití.
En 1937, el gobierno de Haití inició la emisión de pasaportes y visas a algunos judíos de Europa del Este, que huían de la persecución nazi, ya que Haití fue uno de los pocos países en el mundo que abrieron sus puertas a los refugiados judíos después del Holocausto. Durante la etapa récord hubo casi 300 judíos viviendo en el país. La mayoría de estos judíos europeos quedaron en Haití y quedaron agradecidos a su gobierno, hasta finales de los años cincuenta del siglo XX. Pero más tarde, la mayoría de los judíos dejaron Haití. Hoy en día, quedan cerca de 20 judíos en Haití, la mayoría vive en Puerto Príncipe.

Hace unos años atrás, arqueólogos descubrieron una antigua sinagoga de marranos en Jeremie, la única que se encontró en la isla. Asimismo, fueron encontradas lápidas judías, en varias ciudades portuarias como Cabo Haitiano y Jacmel.

Reflexiones finales

La República de Haití, fue segundo país en independizarse en el hemisferio occidental y el primero en América Latina. Sin embargo, hasta el día de hoy no ha logrado sostenerse por sí misma, tanto por factores internos, el fracaso del gobierno, como por factores externos: huracanes, tormentas e inundaciones. El terremoto que tuvo lugar en Haití es el último de una serie de desastres naturales que ocurrieron en el país, quién es incapaz de hacer frente a tales acontecimientos. Algunos consideran que Haití es “la tierra que se come a sus habitantes” y otros ven allí un paraíso en la tierra. Esperamos que se fortalezca el país por la fuerza de funcionarios extranjeros y que la fuerza espiritual de los haitianos traiga nuevamente señales de vida y esperanza a este maravilloso lugar de la Tierra.

Rabino Eliahu Birnbaum

El hombre es como el árbol del campo – Tu Bishvat

Entre los cuatro principios de año que fueron fijados en la tradición judía, lo cual pareciera ser una característica única del judaísmo, establece la mishná en el Tratado de Rosh Hashaná, a Tu Bi Shvat como “año nuevo de los árboles”. Un día especial en el año en el que el centro del mismo no es el hombre sino la naturaleza.

Esta festividad, nos explica claramente la importancia que tiene para el judaísmo el cuidar la naturaleza, el mundo que el Kadosh Baruj Hú creó. De acuerdo a la tradición judía, la obligación del hombre no se basa solamente en proteger los derechos humanos (los cuales son sumamente importantes) sino también en proteger la naturaleza, la flora y la fauna. Como dijeron nuestros sabios: “cuando el Kadosh Baruj Hu creó al hombre, lo tomó y lo llevó ante todos los árboles del Gan Eden. Le dijo: mira cuan bellos son, ten cuidado de no destruir mi mundo, porque si lo destruyes, no habrá quien lo repare después”.

Entre otras cosas, este cuidado especial que Hashem le ordena al primer hombre, recibió prescripción halájica, prohibiendo talar árboles sin necesidad. Sin embargo, el significado de dicha halajá es mucho más amplio, obligando al hombre a abstenerse de realizar actos que pueden “dañar o destruir” el mundo, como la contaminación ambiental, y la obligación de realizar acciones para corregir los daños ya existentes, tales como disminuir el uso de materiales contaminantes o reciclar basura.

Las porciones semanales de la Torá, las cuales relatan sobre la salida de Egipto, son leídas en la época en que cae el “año nuevo de los árboles”. Éstas, resaltan a su vez la importante relación entre el hombre y la naturaleza. Así, por ejemplo, dice la Torá: “hoy salen, en el mes de la primavera” (Shmot 13:4). El ciclo de vida judío, rota constantemente alrededor de dos polos: el histórico y el natural. Entre “la fiesta de la libertad” y “la fiesta de la cosecha”, entre “la fiesta de la entrega de la Torá” y “la fiesta de las primicias”, entre “la fiesta de las cabañas” y “la fiesta de la recolección”. 2000 años de diáspora, han alejado a los judíos de la naturaleza. Los árboles y las flores – así como los animales – eran estudiados por ellos, de forma virtual, a través de las increíbles descripciones teoréticas que figuran en el Tanaj (como por ejemplo “barjí nafshí”) o en el Talmud.

El retorno a la tierra de Israel, representa el retorno a la naturaleza. No es casualidad que la época de la redención fue comparada a una vivencia física, material, terrenal, la cual relaciona a Israel justamente con los árboles. En la visión de Yejezquel (36:8) “y ustedes, montes de Israel, darán árboles y frutos a mi pueblo Israel”, ven nuestros sabios los símbolos de la redención, no son éstos rayos y truenos, ni visiones divinas o comprensión especial de “secretos cabalísticos”, sino que árboles y frutos, vuelven a “casarse” con el pueblo de Israel, y se unen con él mediante un nuevo tipo de relación.

Rabino Eliahu Birnbaum