Comentario a la parashá Vayakhel-Pekudei

¿Por qué está prohibido encender fuego en Shabat?

El cumplimiento de la orden bíblica de respetar el Shabat exige abstenerse de todo trabajo. Esta abstención de trabajar en Shabat no tiene por objetivo sólo disponer de tiempo para llevar a cabo otro tipo de actividades, sino que es en sí misma el contenido básico del día.

El shabat es un día en el que no se trabaja. Dios descansó de su tarea de creación durante el Shabat, y el hombre debe descansar con El. Se le ordena al judío que considera que la experiencia del descanso sabátivo posee gran valor educativo. Para respetar el Shabat es necesario evitar conscientemente la ejecución de ciertas actividades, analizando para ello cada actividad, para poder decidir si se trata de un trabajo o no. Este acto de análisis forma parte de la experiencia sabática.

La pregunta que surge en este contexto es la siguiente: ¿acaso puede existir valor en un precepto meramente negativo, en una prohibición? ¿O acaso también un aspecto positivo en esta prohibición de trabajar?
El trabajo es un fin en sí mismo, y sin él habrpian de desintegrarse tanto la personalidad del hombre como la sociedad misma. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que en ciertas condiciones socio-históricas, el trabajo se convierte en una forma de explotación del hombre, constituyendo por ende la causa de su agotamiento físico y espiritual.
Desde este punto de vista, el descanso sabático no tiene por objetivo único recordar el descanso Divino, sino también devolverle al hombre el sentido de su existencia como ser libre, liberándolo del trabajo agotador. Este es el significado del Shabat en el contexto del éxodo de Egipto.

El concepto básico del Shabat como día de descanso es la abstención de todo trabajo. ¿Qué es “trabajo” de acuerdo con la Torá? Por una parte, puede concebirse el trabajo como una actividad que provoca fatiga. Por otra parte, podemos definir “trabajo” como una actividad por la que se percibe una retribución monetaria. El Talmud, sin embargo, define en forma distinta el concepto del trabajo en Shabat. El trabajo que no se puede llevar a cabo en Shabat no está relacionado con el grado de fatiga que ocasiona ni con el hecho de que sea pago o gratuito. En cambio, está prohibido llevar a cabo todo trabajo que provoque una creación voluntaria en el mundo físico. Así como Dios descansó de Su trabajo de la creación del mundo en Shabat durante ese día el hombre debe evitar todo trabajo creativo en el mundo.

El Talmud elabora un modelo básico de las actividades prohibídas en Shabat, basado en la construcción del Tabernáculo (Mishkán) en el desierto. Las actividades que era necesario llevar a cabo para la construcción del Tabernáculo se denominan “los treinta y nuece Avot Melajá”, treinta y nuece diferentes tipos de trabajo, como por ejemplo, la escritura, la construcción, etc.
Los tipos de trabajo se dividen en tres categorías principales: los trabajos de la tierra, la preparación de la comida y la actividad artística.
Las actividades destinadas a la construcción del Tabernáculo exigían planificación, análisis y creación, sin que necesariamente demandaran gran esfuerzo físico. La Torá prohibió el trabajo que exigiera pensamiento y actividad creativa.

Cuando el hombre, como consecuencia de la investigación científica, aprendió a emplear la energía eléctrica para obtener energía, la Halajá debió enfrentar los nuevos desafíos. ¿Acaso la electricidad es un tipo de “fuego” a la que alude la Torá, y por ende cuando una persona aprieta un botón y enciende una lamparita eléctrica está violando el mandamiento “no encendereis fuego en vuestras moradas en sábado? ¿O quizá este fuego, que no nos presenta el material ardiente ante nuestros ojos, es distinto de aquel que prohibe la Torá en Shabat?
El descanso prescripto en el Shabat se relaciona con el descanso Divino después de completar la creación del mundo. Pero, así como la creación del mundo no consistió en un esfuerzo físico, corporal, sino que se llevó a cabo mediante la palabra, es decir, una actividad creativa, en Shabat está prohibida la creación de un objetivo a partir de la nada, toda actividad que sea fruto del pensamiento, de la inspiración, o sea, una actividad creativa.

Por eso comprendemos que la causa de la prohibición no se relaciona en modo alguno con la fatiga que implique, o con el hecho de que percibamos o no retribución monetaria. La causa de la prohibición es, en cambio, el estilo del descanso Divino luego de la creación.

El pensamiento y la planificación son elementos consitutivos del encendido del fuego, ya sea que se lleve a cabo frotando dos piedras, encendiendo un fósforo o apretando un botón, sin relación con el grado de esfuerzo exigido por cada una de estas actividades. Al presionar un botón plástico, se unen dos cables eléctricos, se produce una chispa que cierra un circuito eléctrico compuesto por un polo positivo y uno negativo, se pone en actividad una fuente de energía, calor y luz, turbinas y fábricas. Se trata aquí de una creatividad sofisticada y, por ello, prohibida en Shabat.
En cambio, si en ciertas circunstancias en Shabat, se deben mover muebles pesados dentro de una misma casa, está permitido hacelo, a pesar del esfuerzo y del sudor que son consecuencia de las mismas. Según la Halajá, esta actividad no demanda pensamiento ni creatividad y por lo tanto está permitida.

En nuestros días se produjeron modificaciones en el concepto de trabajo. Un niño pequeño es capaz de encender fuego empleando dos dedps y, empleando sólo uno de ellos, podrá poner en funcionamiento una complicad maquinaria, que produce elementos sofisticados. ¿Acaso estas actividades no están incluidas dentro del concepto de trabajo por el hecho de no exigir esfuerzo alguno?

El respeto del Shabat, de acuerdo con las leyes y preceptos no es tarea sencilla. Sin embargo, tiene por objeto asegurarnos que el pueblo no habrá de olvidarse de sí mismo, debido a un exceso de trabajo, creatividad, pensamiento y acción. Mediante el exceso de actividad, el hombre puede llegar a un estado en el que esté permanentemente expuesto a un nivel tan alto de estímulos, que llegue a olvidarse de sí mismo, de su familia y de su pueblo. Las numerosas prohibiciones y prescripciones que limitan a su actividad lo ayudan, por ende, a convertir el Shabat en un día de creación espiritual, familiar, cultural y nacional.

Rabino Eliahu Birnbaum

Hoteles en Shabat

Los hoteles del extranjero, tal cual parece, no se encuentran entre aquellas cosas que fueron creadas en el atardecer del sexto día de la creación, ya que la estancia en estos en esta era contemporánea se está tornando cada vez más compleja en lo que a la observancia del Shabat se refiere. En la mayoría de las metrópolis del mundo se están construyendo hoteles nuevos totalmente innovadores en cuanto a avances tecnológicos y ya quedan pocos de los antiguos que se parecían más a un hogar que a un edificio inteligente. Dado que yo paso buena parte de los sábados del año en diferentes comunidades me veo en la necesidad de encontrar soluciones halájicas a las diferentes dificultades que surgen continuamente.

En los hoteles me encuentro con un sinnúmero de dificultades y entre ellas: muy a menudo la puerta de ingreso es eléctrica y se activa automáticamente por medio de un sensor que detecta la cercanía de una persona; muchos de los hoteles cuentan con muchos pisos de altura y no siempre es posible encargar una habitación en un piso bajo y por lo tanto es necesario usar el ascensor para llegar a esta, especialmente en el caso de personas mayores; la iluminación en diferentes partes del hotel como lo son los pasillos, las escaleras y los baños se basa en  el uso de sensores que encienden las luces al pasar una persona.

Las dificultades en el cumplimiento del Shabat acechan también en el interior de las habitaciones, empezando por la puerta de entrada que se abre mediante una tarjeta magnética, siguiendo por los sensores que van modificando la iluminación de la pieza de acuerdo con los movimientos del huésped. En más de una oportunidad los armarios poseen iluminación y dentro del refrigerador hay sensores que identifican el tipo de bebida que se escoge actualizando automáticamente la cuenta del huésped, y, últimamente el tanque de agua del inodoro y las diferentes llaves o canillas se activan ya automática y electrónicamente. En los hoteles más sofisticados las cerraduras poseen un código que transmite a la recepción cuando uno entra o sale de modo tal que allí se sabe constantemente si nos encontramos o no en la habitación.

Es claro que la mejor solución es procurar un hotel que carezca de estos sistemas, mas esto no siempre está en nuestras manos ya que muchas veces la reserva es efectuada por compañías comerciales y otras veces es necesario escoger un hotel que se encuentre en las cercanías de la sede comunitaria, de la sinagoga o del área más segura de la ciudad.

Quedarse en la habitación todo el Shabat tampoco parece una solución realista ya que en ese caso no se deleita el Shabat, sino que más bien todo lo contrario, una persona puede perder la cordura en virtud del encierro, amén de no acudir ni a los rezos, ni al kidush ni a las comidas sabáticas.

En el presente artículo me centraré en la resolución de uno solo de los diferentes problemas que pueden suscitarse y que continúa siendo el más frecuente en el área del hospedaje en hoteles en Shabat y es el de abrir la puerta de la habitación con la tarjeta magnética.

En términos generales, podemos decir que las diferentes autoridades rabínicas prohibieron el uso de tarjetas magnéticas para abrir puertas en Shabat ya que esto implica una activación eléctrica. Esta no es considerada como una acción que se realiza por si misma (“grama”) sino hecha de modo directo por la persona. Abrir una puerta de este modo se asemeja a todas las acciones eléctricas o electrónicas que se realizan sin que se encienda fuego ni filamento o alambre que se calientan como por ejemplo: el teléfono, la radio, el ventilador y el aire acondicionado; y a diferencia de aquellos casos en los que los filamentos o alambres sí lo hacen como los focos o lámparas y los calentadores de agua. Por lo tanto, la pregunta que surge es: ¿cómo hacemos para entrar o salir de la habitación?

Quisiera comenzar primeramente por una solución que no es de tipo halájico sino del orden estrictamente técnico, ya que muchas veces problemas halájicos encuentran su resolución en este ámbito. Mi propuesta es que en vísperas de Shabat usted llene de papel el espacio en el que debe ingresar el resbalón o pegarlo con cinta adhesiva. De esta manera se puede cerrar la puerta sin trancarla y por lo tanto abrirla sin necesidad de una tarjeta magnética. Por supuesto que en un caso así nos exponemos a un cierto riesgo en el ámbito de la seguridad en virtud de que la puerta queda abierta, pero si se trata de un hotel de cierta categoría generalmente posee personal de seguridad en la entrada por lo que no hay razón para temer. De todas maneras, en un caso así es mejor colocar todos los objetos de valor en la caja de seguridad y colgar el cartel “favor de no molestar” del lado de afuera para que durante Shabat no ingrese el personal de limpieza y deje sin efecto el “ingenioso mecanismo” que preparamos en la puerta de entrada o en el sistema eléctrico al interior de la habitación.

Entre las diferentes soluciones que proponen las autoridades halájicas a este problema considero que la más practica y sencilla es que un gentil abra la puerta con una tarjeta magnética. Esta solución se basa en el hecho de que la prohibición de abrir la puerta con tarjeta magnética es de origen rabínico y entonces está permitido ayudarse por un gentil, y además, la entrada y salida de la habitación tiene por objetivo cumplir con un precepto.  En una de mis visitas a la comunidad judía de Guangzhou-China encontré una responsa interesante del Rabino Abraham Iosef, titular del Rabinato de la ciudad de Holón e hijo del finado Rabino Ovadia Iosef z”l, quien escribe lo siguiente:

“Respecto de vuestra pregunta sobre los hoteles de vuestra ciudad cuyas puertas se abren únicamente por medio de tarjetas magnéticas las cuales ciertamente están prohibidas para un judío en Shabat, y si pueden decirle a un gentil que tienen en la habitación un dulce para obsequiarle ante lo cual este comprenderá solo y subirá a abrirles la puerta (por supuesto que le obsequia un dulce o una botella de alcohol). Tras estudiarlo detenidamente me incliné por prohibirlo ya que esto implica decir a un gentil que realice para nosotros una labor (“amirá legoi”), y la promesa de brindarle un obsequio no es más que una insinuación ya que es claro para todos que la verdadera intención es que se le abra la puerta. Empero, consulté con mi venerable padre quien tras un detenido estudio decidió permitirlo porque está aquí en juego el precepto de deleitar el Shabat, ya que si la persona no entra a su habitación no puede descansar como corresponde y en caso de necesidad se puede confiar en la opinión de las autoridades halájicas que permiten indicarle a un gentil que realice una labor  si es para cumplir con un precepto, y además en este caso el gentil tiene un disfrute personal de la acción en virtud del obsequio que recibe por lo que puede decirse que realiza la acción para su propio beneficio”.

Me parece que este dictamen del Rabino Iosef se basa en la opinión del Baal HaItur quien entiende que se le puede pedir a un gentil que realice una labor para un judío en Shabat si es para comer una de las comidas o para poder cumplir con un precepto (tal como figura en Ramá 276:2).

Otras autoridades rabínicas permiten decirle al gentil que abra la puerta no en beneficio del judío ni en aras de cumplir con un precepto sino en beneficio del mismo gentil, razón por la cual proponen decirle: “tengo algo bueno y sabroso para usted, pero se encuentra en mi habitación, mas no puedo entrar en ella”. Entonces, el funcionario gentil habrá de abrir la puerta en su propio beneficio y el judío también se verá beneficiado. Por supuesto que en un caso así es necesario preparar un regalo significativo para el funcionario. El problema que podría surgir es si el funcionario no entiende la insinuación o si sí la entiende, pero responde, como me ocurrió en más de una oportunidad: “muchas gracias, pero estoy a dieta y no como dulces”….

Dado que paso numerosos sábados en el extranjero a lo largo del año he experimentado y probado diversas soluciones al problema de la apertura de la puerta por parte de un funcionario del hotel. Recuerdo que una vez volví al hotel un viernes por la noche a una hora tardía, me dirigí a la recepción y expliqué al conserje que soy un judío observante y que nuestra religión no permite utilizar aparatos eléctricos en Shabat por lo que requeriré de su ayuda. El funcionario me respondió gentilmente que gustosamente me ayudará, mas tras transcurrir unos minutos el seguía quieto en su sitio sin dirigirse hacia mi habitación. Le pregunté si entendió lo que le dije y si me habría de abrir la puerta a lo que respondió: “Usted me dijo que no abre puertas en Shabat, pero hoy es viernes y no tiene problema alguno en hacerlo. Mañana le ayudaré a abrir”. En otra ocasión, después de que le di al funcionario una larga explicación sobre que los judíos observantes del Shabat no pueden abrir puertas eléctricas en este día, el funcionario me miro detenidamente con una mirada inquirente y con un dejo de sorpresa, como si le hubiese mentido o dicho una tontería pues me respondió: “¿Usted está seguro de que los judíos no abren puertas eléctricas en Shabat? Muchos judíos se hospedan en este hotel y yo veo que todos abren puertas eléctricas los sábados. Desde entonces aprendí que a los empleados del hotel hay que decirles que “nosotros los rabinos no podemos abrir puertas eléctricas en Shabat” para no provocar burlas sobre el pueblo de Israel. Afortunadamente, no me topé con conserjes que me digan que vieron rabinos que abren puertas eléctricas en Shabat…

De todas maneras, creo que una de las experiencias más especiales que viví en este respecto fue recientemente en un hotel en Brasil. El viernes por la noche un empleado del hotel me abrió la puerta después que le expliqué que no podía hacerlo. Al día siguiente, escuché toques en la puerta a las ocho de la mañana, era el mismo empleado de la noche anterior que dijo una frase sumamente lógica: “vine a ayudarle a salir de la habitación ya que si no podía entrar por la noche supongo que tampoco puede salir por la mañana y usted necesita ayuda el sábado”. Le agradecí de sobremanera la gentileza sin explicarle la diferencia entre entrada y salida ya que temí que no lo entendería.

Escuché una idea atribuida al Rabino Eliashiv de bendita memoria respecto de cómo ayudarse mediante gentiles en esta situación. En víspera de Shabat se le debe decir al funcionario de recepción que uno precisa rentar una habitación para el Shabat, pero para ello necesita poder hacerlo y eso incluye recibir una habitación a la que se pueda entrar en determinados horarios al regresar al hotel. En ese caso el gentil realiza la acción en su propio beneficio. Es menester recordar que en un caso así en el cual no se puede abrir la puerta mediante tarjeta magnética, esta última se vuelve Muktzé por lo que no se la puede cargar, y, además, normalmente en el extranjero no se cuenta con Eruv en Shabat por lo que en general no se puede cargar nada. Asimismo, quiero señalar que los circuitos eléctricos de la habitación se ven activados cuando se deja la tarjeta colocada en la pequeña caja que suele encontrarse junto a la puerta.

El Rabino Najum Rabinovich, decano de la yeshivá de Maalé Adumim nos brinda un dictamen interesante e innovador en su libro de responsa “Síaj Najum”. Allí él diferencia entre dos tipos de tarjeta electrónica, uno es la tarjeta que sólo sirve para abrir la puerta y el otro activa además toda una serie de sistemas eléctricos en la habitación y en el hotel. En el caso del primer tipo, el Rabino Rabinovich permite usar la tarjeta directamente por el judío sin la mediación de un gentil:

“Por lo tanto, si la tarjeta está destinada únicamente a abrir la puerta y el foco que se enciende en la cerradura es de tipo “led” se puede permitir abrir de un modo diferente al habitual (“beshinui”) pues no estamos ante el efecto de una labor prohibida sino únicamente ante una “acción típica de día hábil” (“ovadín dejol”) y entonces, en caso de no encontrar un no judío que pueda abrir por él la puerta, si bien estamos ante una acción prohibida rabínicamente, en caso de que se produzca una gran incomodidad o malestar por no poder ingresar a la habitación durante todo el Shabat debe permitirse pues en el peor de los casos estamos ante una situación que quizás podría ser “pesik reisha” (o sea, una acción que en si no está prohibida pero genera necesariamente una consecuencia que implica la realización de una labor) y cuando se sale de la habitación para asistir a una comida sabática, se trata de un apagado que no implica trasgresión a la Torá ya que se asemeja a extinguir una brasa de metal carente de carbón”.

El único problema en la implementación del dictamen del Rabino Rabinovich es que antes de Shabat es necesario saber de qué tipo de tarjeta electrónica estamos hablando, si sirve únicamente para abrir la puerta o si activa otro tipo de circuitos eléctricos en la habitación y en el hotel en general, y de acuerdo a mi experiencia, los empleados del hotel no suelen saber responder a una pregunta de este tipo sino únicamente los técnicos que diseñaron los sistemas o quienes les dan mantenimiento.

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Shabat solitario en Papúa Guinea

El primer hombre blanco en la solitaria isla de Daro sin provisiones para Shabat. El Rabino Birnbaum en Nueva Guinea.

Como el primer Shabat

Esta fue la primera vez que en mis andanzas por el mundo quedé varado un Shabat en una isla solitaria, sin comunidad judía, vino ni jalot. Sin embargo, fue uno de los sábados más maravillosos que cuidé en mi vida.

A pesar de mis múltiples periplos por el mundo, siempre logré llegar a una comunidad judía para Shabat. Recientemente, en el Shabat de las porciones de lectura Matot y Mas´ei me encontré solo, en el fin del mundo a pocas horas de la entrada del Shabat. Esta fue la primera vez que realmente quedé varado en Shabat. A diferencia de otras veces en las que perdí un vuelo, en esta no pude apresurarme a la casa del rabino comunitario para pasar allí el día sagrado.

En el curso de mi visita a Papúa Nueva Guinea (detalles sobre este viaje en próximos artículos) me encontraba regresando de la localidad de Balimo que se encuentra en una región selvática atravesada por varios ríos en el mismo centro del país rumbo a la capital Port Morsabi. El jueves mis anfitriones me avisaron que se había suspendido el único vuelo semanal que debería llevarme a la ciudad capital para pasar allí el Shabat y que debía permanecer una semana más a la espera del próximo vuelo. La única manera de llegar a la capital era navegando primeramente hasta la isla de Daro que se encontraba a cientos de kilómetros del sitio en el que me encontraba. Si bien debería navegar unas quince horas por ríos y mar abierto en un bote precario decidí que el esfuerzo valía la pena ya que así podría pasar Shabat en un sitio ordenado en el cual dispondría de alimentos, Jalot y vino que había traído desde Israel.

Tras veinticuatro horas de navegación por ríos y mar abierto y tras superar no pocas situaciones de peligro arribamos a la isla de Daro, una pequeña aldea de pescadores de la cual despega un vuelo diario a la capital del país. Al principio me dijeron que el vuelo estaba levemente retrasado, luego que el avión aún no había despegado desde la capital rumbo a la isla y que partiría en cualquier momento. Esto significaba que no llegaría a la capital antes de Shabat.

Comencé a hacer cálculos matemáticos y halájicos: ¿Alcanzaría a subirme al vuelo en cuestión y aterrizar antes de entrar el Shabat? ¿Qué ocurriría si llegase entre el atardecer y la salida de las estrellas? ¿Cómo habré de llegar al hotel? Finalmente avisaron que el vuelo llegaría al isla de Daro media hora antes de entrar el Shabat, comencé a analizar para mis adentros si correspondía subir al vuelo media hora antes del atardecer ya que aterrizaría dos horas más tarde, siendo ya viernes por la noche. Hay juristas halájicos que en caso de gran necesidad permiten continuar viaje durante Shabat cuando el tren barco o avión es manejado por no judíos y estos no realizan la labor específicamente  para el judío (Piskei Uziel 13, Bein Hashmashot; Sefer Jishukei Hajemed Shabat 153(A), Maré Habazak V inciso 30; Tzeidá Laderej pág. 159). Sin embargo, de todas maneras habría de tener que caminar desde el aeropuerto al hotel sin mis implementos personales.

A final de cuentas entendí que el análisis que hice era superfluo ya que los funcionarios del aeropuerto avisaron que el vuelo del viernes había sido cancelado y que el próximo sería el día sábado. Es así que dos horas antes de iniciarse el Shabat me encontré solo en una aldea de pescadores cuando en mi mochila no hay nada para honrar el día, ni vino, ni Jalot, ni comida, ni ropa, ni sidur ni jumash, sencillamente me encontraba al borde de iniciar el día sagrado prácticamente desnudo como el día en que nací.

Kidush sin vino

Como es habitual en mí, al enterarme de que le vuelo había sido cancelado reaccioné diciendo “todo lo que hace el Eterno es para bien” (tal como sentenció el Shulján Aruj: “una persona debe habituarse a decir que todo lo que hace el Eterno es para bien” Oraj Jaím 230:5) y “toda demora es para bien” (expresión que se le asigna al Rabino Jaim David Azulay z”l). Acto seguido busqué rápidamente el mejor hotel posible para que por lo menos pueda deleitar el Shabat.

Corrí a la tienda local a comprar algunos productos pero la oferta en general y la variedad de productos kasher en particular no era interesante. Afortunadamente encontré latas de sardinas y hasta de macarel. Papúa, Nueva Guinea, se encuentra al norte de Australia por lo que busqué productos con sellos de kashrut australiana, milagrosamente encontré latas de maíz, arvejas y ensalada de frutas. Compré una docena de huevos y los cociné en una pequeña olla que encontré en la tienda. Dado que me encontraba en una isla al borde del mar alcancé a llevar la olla a inmersión ritual antes de Shabat.

Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos no logré encontrar pan no horneado por judíos pero que al menos haya sido elaborado de un modo permitido. Si bien no soy un entendido en temas de cocina u horneado, mi querida esposa me enseñó a preparar pan pita con solo harina y agua sobre la sartén. Probé suerte y a Dios gracias veinte minutos más tarde logré preparar cinco pequeños panes pita para el Kidush de la noche y las comidas sabáticas, para así comer hasta saciarme junto a los otros manjares que alcancé a adquirir en honor del sagrado Shabat.

¿Sobre qué se realiza Kidush en una noche de Shabat como esta? El viernes por la noche es preferible recitar el Kidush con vino, pero en caso de que no haya el Shulján Aruj indica que se debe: “exprimir un racimo de uvas y sobre el jugo recita el Kidush” (Oraj Jaím 272:2). Sin embargo en la isla de Daro en particular y en Papúa Nueva Guinea en general no hay uvas y casi que tampoco hay frutas o verduras. Solamente se encuentran bananas, mangos y cocos por lo que esta solución no era relevante para mí. En caso de carecerse de vino o jugo de uvas los juristas dividen sus opiniones entre que se recite el Kidush sobre el pan, sobre otra bebida alcohólica común en el país o que no se recite. Según Rabenu Ierujam “allí donde se carece de vino se recita Kidush con otra bebida sea esta alcohólica o no siempre y cuando no sea sobre agua”. Rabenu Asher opina que por la noche el Kidush sea recitado sobre pan y no sobre otra bebida alcohólica. Si se recita sobre el pan, se debe sostener los panes durante todo el recitado y pronunciar la bendición “Hamotzí Lejem min haaretz” (que extraes el pan de la tierra) en vez de “Boré prí Hagafen” (que creas el fruto de la vid) (Mishná Brurá ibid inciso pequeño 29). Otra posibilidad, en caso de carecerse de panes, es recitar la bendición de “Hamotzí” sobre galletas al agua, pastel o masa rellena como el caso de empanadas. De no mediar esa posibilidad se puede recitar el Kidush con cerveza  algún jugo natural (Shmirat Shabat Kehiljatá 55:7:18). Es interesante traer a colación la opinión de la Mishná Berurá según la cual en caso de carecerse tanto de pan como de vino “se come sin recitar Kidush y no se suspende por ello el cumplimiento del precepto de deleitar el Shabat, comiéndose lo que se dispone y se confía en la mención del día sagrado durante el rezo” (289:10).

Como nuestros antepasados en el desierto

El sábado por la mañana tras el rezo matinal frente al mar, los botes y el mercado local, pensé en recitar el Kidush matutino con cerveza, tal como lo especifica el Shulján Aruj: “allí donde se carece de vino se ha de usar cualquier aguardiente o bebida salvo agua, pudiéndose recitar Kidush con la bebida común en el país” (Oraj Jaím 289:2). Sin embargo, cuando pedí cerveza en el hotel me enteré que el país está pasando por periodo de elecciones y en virtud de ello se prohibió la venta de bebidas alcohólicas por tres meses. En un caso así se puede recitar Kidush con otros tipos de bebida comunes en el país tales como jugos de fruta, leche, café o té con azúcar (Shmirat Shabat Kehiljatá 53:11).

Tras la comida de la mañana, quise salir a caminar por la isla. En virtud de las numerosas advertencias que se me hicieron respecto del precario estado de seguridad en el país pregunté al dueño del hotel si era peligroso caminar solo por la calle, a lo que me respondió: “no tiene por qué preocuparse, ya corrió la voz por la isla de que hay un hombre blanco proveniente de Jerusalem y los isleños están emocionados por su visita. Hay quienes incluso sostienen haber visto ángeles que lo acompañaban cuando llegó por lo que todos lo van a respetar y cuidar”. En efecto, cuando  paseé por la isla entre sus casas de adobe y sus mercados las personas se dirigían a mí diciéndome que veían un hombre blanco y que además provenía de la Tierra Santa y Jerusalem. Los isleños son todos cristianos devotos por lo que me encontré todo el Shabat bendiciendo a cientos y miles de lugareños que pedían serlo por el hombre blanco jerosolimitano que llegó rodeado de ángeles.

Dado que no disponía de libros de estudio, tuve mucho tiempo libre para pensar y dialogar con los isleños. Pensé en lo diferente que es pasar un Shabat en el “desierto” en un sitio donde se carecen de los preparativos para el día sagrado. Sin duda, nuestros antepasados cuidaban un Shabat más parecido al mío en la isla de Daro que al que solemos cuidar en nuestros hogares. En la práctica, las treinta y nueve labores prohibidas casi que carecen de sentido en el Shabat occidental. No tenemos problemas de cocción de alimentos ya que disponemos de refrigeradores y todo está preparado desde el día de la víspera, no tenemos problemas de uso de artefactos eléctricos ya que disponemos de “timer” ni problemas de transporte de dominio a dominio ya que disponemos de Eruv. Pero justamente durante el Shabat en la isla volví a meditar sobre las treinta y nueve labores prohibidas y sus derivaciones que de repente se tornaron en relevantes.

Respecto de la Havdalá no tuve que esforzarme ya que en mi mochila siempre llevo mi pipa con tabaco de buen aroma y fósforos. En vez de vino me preparé una taza de café: “No se realiza Havdalá sobre pan, pero sí sobre una bebida alcohólica si es típica del país, y lo mismo ocurre con las demás bebidas salvo el agua” (Shulján Aruj Oraj Jaím 296:2).

No sé si habré de volver pronto a la isla de Daro, pero el Shabat que pasé allí fue uno de los más bonitos de mi vida. Si bien lo pasé sin ver judíos, minián y sinagoga, quizás justamente por ello pude reencontrarme conmigo mismo y con el Shabat y experimentar una especie de Shabat primigenio, semejante al mundo venidero.

Por Rabino Eliahu Birnbaum

GUÍA PRACTICA PARA SHABAT

Excelente y práctico compendio de bendiciones que se recitan el día de Shabat. En él se encuentra recopilación de brajot como: Hadlakat Nerot (encendido de las velas), Shalom haleijem, Eshet Jail, Bircat Habanim (la bendición de los hijos), Kidush Leil Shabat, Kidush Iom Shabat, Seder Havdalá. Incluye traducción, explicaciones y fonética. Tamaño bolsillo.

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