Cómo vivir con la cabeza en alto – Comentario a la parashá de Emor

En esta parashá se nos enseña una fórmula que recomienda el judaísmo para mantener viva la esperanza, para que el hombre no se someta a la rutina. Sobre cada persona del pueblo de Israel recae el precepto de contar cuarenta y nueve días la segunda noche de Pésaj y Shavuót, para entonces dirigirse al Templo, y presentar las ofrendas de Bikurím.

La cuenta del Omer, siete semanas que median entre Pésaj y Shavuót, tiene, por una parte, un significado práctico relacionado con la agricultura: la culminación de las siete semanas coincide con el momento de la cosecha, y es por ello que, en Shavuót, las primicias o “Bikurím” son ofrendadas en el Templo. Por otra parte, la cuenta del Omer enlaza y vincula la festividad de Pésaj con la de Shavuót, la salida de Egipto con la entrega de la Torá: “sefirát ha´omer” es, por consiguiente, símbolo del proceso ineludible que media entre la libertad física y la redención espiritual.

Aquí aprendemos que la redención espiritual no puede jamás ser instantánea; y deben mediar cuarenta y nueve días para que llegue a ser obvia su necesidad. Un pueblo no puede vivir sin una identidad cultural, sin una moral, sin leyes, sin preceptos, sin normas, sin una conciencia colectiva; elementos todos que no vienen acompañando la mera liberación física sino que requieren de una mayor elaboración interior.

La redención, simbolizada en nuestro tiempo por la venida del Mashíaj, es permanentemente una meta a alcanzar, un proceso a consumar. Como expresa el Rabino Jarlap, “tiene mayor importancia la actitud esperanzada respecto de la venida del Mashiaj, que el propio hecho de su llegada entre nosotros”. Porque la redención se construye, ante todo, en la intensidad con que la fe fija las conductas en cada uno.

La cuenta del Omer, así como la espera de la redención, son símbolos que orientan a la persona en su vida psíquica y espiritual. El hombre judío debe vivir con su cabeza en alto, con los ojos hacia adelante, con su mirada en el futuro. La obligación religiosa de contar cada día durante un período de siete semanas nos educa en la necesidad de tener esta misma actitud hacia el futuro. La esperanza con que invocamos la llegada del Mashíaj es un elemento que manifiesta nuestra perspectiva hacia el futuro de nuestro Pueblo, y de la humanidad en general.