Esta parashá nos enseña a fundir pasado y presente, en una unidad cuya fuerza es el compromiso de una vida proyectada a la eternidad. “Vaiejí” significa, literalmente,”y vivirá”, pero es utilizado por la Torá para significar los años que Iaakóv ya vivió sobre la Tierra. Lo que Iaakóv hizo durante su pasaje por la vida física, es lo que legará a sus descendientes al partir, es lo que vivirá de él cuando él ya no esté más en éste mundo.
Iaakóv fué durante toda su vida una persona solitaria y sufrida. Todos los obstáculos, dilemas y conflictos que se le pusieron por delante, debió enfrentarlos en rigurosa soledad. Ahora, en los momentos cúlmines, intenta transmitir su experiencia a las generaciones que le sucederán, para evitar que su propio sufrimiento sea repetido en la experiencia de ellos. Al despedirse de sus hijos, Iaakóv no hace referencia al pasado, sino que predice y aconseja personalmente a cada uno acerca de lo que vendrá. Es aquí donde Iaakóv hace patente la herencia que legará a sus descendientes; una herencia espiritual que es, en realidad, su vía para no desprenderse totalmente del mundo, para asegurarse una continuidad, una influencia perdurable en la existencia temporal.
La muerte física, el cese de las funciones del cuerpo, es inevitable y aguarda al final del camino a cada uno de los hombres. Pero la más definitiva de las muertes es la cesación de la influencia personal sobre el mundo, la inoperancia del recuerdo; finalmente, el olvido.
Con frecuencia, ambas muertes ocurren más o menos al mismo tiempo. No así en Iaakóv que, justo en el momento previo a su muerte física, construye, en el legado a sus hijos, el pilar en que se apoyará su vida espiritual hasta nuestros días.
“Y llamó Iaakóv a sus hijos y les dijo: Reúnanse y les anunciaré lo que sucederá en los días venideros. Reúnanse y escuchen, hijos de Iaakóv. Escuchen a Israel vuestro padre”. Así convoca Iaakóv a todos y cada uno de sus hijos junto a su lecho, y concede a cada uno de ellos una bendición especial. Estas bendiciones reúnen su profecía acerca del futuro que espera a cada tribu, así como los atributos y la idiosincracia específica de cada una de ellas.
Iaakóv cumple con el máximo requisito para la perdurabilidad de su influencia, en tanto padre como en tanto líder de una comunidad. Tiene la visión necesaria para transmitir un mensaje colectivo, previendo y programando las situaciones que vivirá en conjunto la comunidad. Mas no olvida transmitir un mensaje específico y particular a cada uno de sus hijos, en el que proyectará su profundo conocimiento de la singularidad y las necesidades específicas de cada uno.