N. de Red: Días atrás tratamos en esta página la pregunta acerca de cómo abordar la necesidad de cremación de cuerpos de fallecidos por Corona, si el Estado diera una indicación precisa al respecto, por lo altamente contagioso de la enfermedad y el riesgo que aún después de la muerte pudiera ser peligrosa. Los rabinos Max Godet de la Kehila y Daniel Dolinsky de la NCI, explicaron cómo lidiar con la problemática en una situación de ese tipo, cuando está por un lado la clara prohibición de la Halajá al respecto y por otro hay que atenerse a las instrucciones impartidas por el Estado por consideraciones de salud pública que todos deben respetar.
Nos pareció oportuno compartir con los lectores un artículo del Rabino Eliahu Birnbaum sobre el tema de la cremación, escrito mucho antes de estallar la crisis Corona y sin relación ninguna a la situación actual, sino el tema de fondo.
Estimamos que será de interés.
A continuación, el artículo.
Disculpe señora – le respondí – pero creo que si usted quiere cremar su cuerpo cuando llegue a los ciento veinte se equivocó de dirección pues como usted sabe la costumbre judía es muy clara en cuanto a que no se incineran cadáveres, ¿por qué entonces se dirige con semejante pedido al rabino comunitario? La mujer respondió con un tono de perplejidad: “quiero que mi cadáver sea incinerado y las cenizas esparcidas por el cementerio judío y no que se depositen en una urna en el cementerio gentil, además, quería pedirle que tras mi fallecimiento alguien de la comunidad diga por mí kadish”
Traté de convencerla, empleando diferentes recursos retóricos, le dije que llegado el momento sea enterrada en el cementerio judío de acuerdo a la tradición, agregué que si fuera posible consultar a sus padres estos no estarían de acuerdo con la cremación, a lo que me respondió que ella los conoció y ellos asentirían. Esgrimí un argumento teológico diciéndole que el Kadosh Baruj Hú seguramente no estaría de acuerdo con la incineración de su cadáver a lo que me respondió que el Eterno escogió ese procedimiento para sus padres por lo que sin duda se trata de una acción noble. Le expliqué que si se enterraba en el cementerio dejaría tras de sí una lápida que podría ser visitada por sus parientes, a lo que me respondió que no tiene familia y está completamente sola en el mundo. Se me ocurrió decirle que Adolf Eichman, tras ser ejecutado en la horca, su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas en el mar frente a las costas de Yafo, ¿acaso querría ella emular en su fallecimiento al del asesino de sus padres?
Este no es un caso único ni anómalo en el mundo comunitario judío. En virtud de que la práctica de la cremación se ha tornado más y más común en la sociedad moderna muchos judíos piden adoptarla para sí. Hace cuestión de una década el veinte por ciento de los estadounidenses fallecidos fueron cremados. Para el año 2005 su número ascendió al treinta y dos por ciento, y para el año 2025 la asociación norteamericana de cremación de cadáveres pronostica que más de la mitad de los fallecidos optarán por la cremación.
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Por el Rabino Eliahu Birnbaum