En los pasos del ejército zarista

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Finlandia

Los cantonistas que llegaron a la tierra de los renos, decidieron quedarse allí y establecer una comunidad judía la cual existe hasta la actualidad. En la Segunda Guerra Mundial, lucharon junto con los nazis contra los ejércitos aliados.

La historia de la comunidad judía de Finlandia, la comunidad que se encuentra más al norte de Europa, es apasionante – a pesar de ser una de las comunidades más jóvenes y pequeñas del continente.

Cuando deseamos conocer una comunidad judía en la diáspora y comprender su naturaleza, una de las preguntas claves es cuáles son las raíces de los primeros judíos que allí se asentaron. No es lo mismo una comunidad donde los primeros judíos se asentaron después de la destrucción del segundo Templo o la expulsión de España, que una comunidad que comienza con sobrevivientes de la Shoá; no es lo mismo una comunidad cuyos miembros provienen de Alepo, Siria, a una comunidad de personas de Rusia y Polonia. El origen de la comunidad judía finlandesa son los “cantonistas” – los soldados judíos que sirvieron en el ejército ruso, y que con su liberación se les permitió asentarse en el país en el siglo XIX.

Finlandia no abrió sus puertas para los judíos a lo largo de la historia. Tan solo en la segunda mitad del siglo XIX, los judíos recibieron permiso de asentarse en el territorio actual de Finlandia, y solo en el siglo XX recibieron ciudadanía. El territorio actual donde se encuentra Finlandia fue durante mucho tiempo, hasta 1809, parte del reinado sueco. De acuerdo a la ley sueca, en esa época, los judíos tenían permitido vivir solo en tres ciudades principales del imperio, ninguna en territorio finlandés. En 1809, como resultado del fracaso de Suecia en la guerra ante Rusia como, Suecia perdió el control sobre Finlandia y esta última pasó a ser territorio feudal del imperio ruso. A pesar de esto, la constitución y la ley sueca se mantuvieron y así también la prohibición del asentamiento de judíos.

Sin embargo, y en contradicción de la ley local, la ley rusa permitía a los soldados judíos de su ejército que sirvieron en Finlandia durante la primera mitad del siglo XIX, asentarse en Finlandia junto con sus familias, después de su liberación y así recibir derechos como soldados. Dicha interesante decisión, del año 1858, representa el comienzo de la historia judía finlandesa.

Los soldados judíos rusos, construyeron las bases de la comunidad que existe hasta hoy en día. A los mismos, se le unieron más tarde otros judíos rusos, polacos y lituanos. Hacia fines de los años 30 del siglo XX, cerca de 250 refugiados judíos del centro de Europa recibieron permiso para ingresar a Finlandia, y en los últimos años, varios judíos de la ex Unión Soviética, de Polonia y de otros lugares del este de Europa, encontraron refugio en el país.
El primer colegio judío se abrió en 1840. La Jevre Kadisha (institución que realiza entierros de acuerdo a la ley judía) se estableció en 1864, y el primer rabino, el Rabino Naftalí Tzvi Ámsterdam, llegó a Helsinki en 1867. La comunidad judía formal fue establecida en 1903 y la primera sinagoga se construyó en 1906. En dicha época, vivían en Finlandia cerca de 1000 judíos.

El más violento triunfa

Durante el siglo XIX, los judíos en Finlandia llevaban una vida religiosa. Los soldados judíos rusos eran en su gran mayoría religiosos los cuales dejaron el barrio judío por necesidad u obligación de alistarse al ejército ruso. Los mismos, continuaron hablando idish entre ellos e incluso a cantar canciones en idish. Varias músicas de los soldados cantonistas fueron preservadas, e incluso en los casamientos había klezmers y bailaban como se acostumbraba en las aldeas judías. Por supuesto que no había ninguna asimilación ni matrimonios mixtos con las mujeres locales.

En mi visita a Finlandia le pregunté a los líderes de la comunidad, cómo encontraron los soldados judíos mujeres para casarse si no se casaron con mujeres locales. El presidente de la comunidad me relató una apasionante historia: “los soldados judíos encontraron una forma muy original de resolver el problema de hacer parejas. Los soldados se dirigieron a los rabinos de sus comunidades originales en Rusia, en Lituania y en Ucrania, y les pidieron que les envíen mujeres… y de hecho, una vez cada tantos meses llegaba un carruaje con mujeres directo al mercado donde trabajaban los jóvenes judíos que necesitaban casarse”. Los ancianos de la comunidad saben relatar que la elección de las mujeres se llevaba a cabo de la forma “el más violento triunfa”, es decir que los más fuertes de la comunidad tenían “derecho a elegir primero” a sus futuras esposas…

En 1889, el gobierno legisló una ley especial respecto a la presencia de los judíos en Finlandia y frenó sus pasos: de acuerdo a la ley, se le permitió a un par de judíos, los cuales fueron nombrados específicamente, quedarse en el país hasta nuevo aviso y vivir solo en determinadas ciudades que les fueron asignadas. Fuera de esta área se les dieron permisos de visitar temporalmente otros lugares, con validez de hasta seis meses. El decreto también declaraba que el oficio que se encontraban abierto para los judíos era: solamente el comercio de ropa de segunda mano, y se les prohibía participar en ferias o comerciar fuera del área de sus ciudades. Cualquier violación de estos límites era un decreto directo de expulsión. Los niños podían quedarse en Finlandia solo si vivían con sus padres o no se habían casado. Los judíos que fueron enlistados al ejército ruso, tenían prohibido volver a Finlandia luego de su liberación.

La lucha por la igualdad de derechos comenzó en el parlamento finlandés en 1872, pero solo en 1917, cuando Finlandia logró independencia, los judíos recibieron derechos ciudadanos. El 22 de diciembre de 1917 el parlamento autorizó la ley “los hijos de la ley de Moisés”. De acuerdo a la ley, los judíos podían por primera vez ser ciudadanos finlandeses, y judíos que no tenían ciudadanía finlandesa, tendrían los mismos derechos que otros no ciudadanos tenían.

El libro de la Torá en el frente nazi

Entre las dos guerras mundiales, la población finlandesa judía creció a 2000 personas, a consecuencia de las

inmigraciones, en especial, de la Rusia soviética a comienzos de la revolución. Durante la segunda guerra mundial, Finlandia firmó un contrato militar con Alemania, contra la Unión Soviética, y luchó junto a la Alemania Nazi. Muchos judíos finlandeses lucharon junto con el ejército alemán contra los rusos. Los miembros de la comunidad cuentan que varias veces los soldados alemanes debieron saludar a los generales judíos del ejército finlandés y respetarlos, para poder mantener el ritual militar.

Uno de los fenómenos especiales y particulares de la historia de Europa era una sinagoga del ejército finlandés en el campo de batalla. Hijos de soldados y generales judíos que sirvieron en el ejército en dicha época me contaron que había una carpa donde los judíos ingresaban a rezar durante la semana y durante Shabat. El padre del actual presidente de la comunidad, Itzjak Smoller, era el encargado de dicha sinagoga. En la carpa había un Arón Kodesh donde se encontraba un pequeño rollo de la Torá, el cual iba de lugar en lugar junto con los soldados. Los mismos se encuentran actualmente en el Beit Hamidrash de la comunidad en Helsinki, y representa la valentía judía y la preservación de la tradición.

A pesar de la fuerte presión de los nazis, las barbaridades de la Shoá no recayeron sobre los judíos de Finlandia, también gracias a que las autoridades finlandesas no aceptaron entregar a los judíos a la Alemania Nazi. De hecho, es posible afirmar que no hubo Shoá en Finlandia. El gobierno finlandés se negó a actuar contra ciudadanos finlandeses de origen judío y los judíos finlandeses continuaron disfrutando de sus derechos ciudadanos durante toda la guerra. Solo en un caso, los finlandeses permitieron la expulsión de refugiados judíos de Austria y de los países bálticos, y también esto se detuvo luego de que los primeros judíos fueron expulsados y asesinados. Cristianos finlandeses incluso crearon en su memoria el pueblo “Yad Hashmoná” en los montes de Jerusalem (al momento de escribir este artículo, recibí interesante información del Dr. Efraim Zorof, Director del Centro Wisenthal, el cual sostiene que últimamente se ha descubierto información interesante de acuerdo a la cual, Finlandia entregó a la Alemania Nazi soldados judíos–rusos. De acuerdo al pedido del Dr. Zorof, se estableció una junta de investigación en Finlandia).

Continuidad histórica

En Finlandia viven actualmente 1500 judíos, 1300 en Helsinki (la capital) y 200 en la ciudad Turku. La comunidad judía en Tampere cerró sus actividades en 1981.

Los grupos que forman la comunidad son descendientes de los soldados judíos-rusos, israelíes que emigraron a Finlandia y algunos inmigrantes de Rusia. Debido a que los judíos continuaron viviendo en Finlandia durante la Segunda Guerra Mundial, la continuidad entre los inmigrantes rusos y la comunidad actual no se detuvo. La mayoría de los miembros de la comunidad son finlandeses, nacidos en Finlandia, nietos de finlandeses que descienden de los cantonistas judíos. El rabino de la comunidad finlandesa, el Rabino Moshé Edelman, describe la particularidad de la comunidad y explica: “esta comunidad del norte de Europa, estaba prácticamente aislada del mundo judío debido a su ubicación geográfica, pero logró construir y preservar su vida judía. La vida judía preservó la continuidad entre el pasado del Shtetl y el presente de la comunidad”.

Uno de los relatos que demuestran el deseo de preservar la continuidad histórica comunitaria, es la restauración de la sinagoga hace dos años, en honor a los 100 años de existencia. Los líderes de la comunidad, trajeron artistas expertos en la preservación de edificios. Los mismos, quitaron las capas de color que se fueron juntando durante los años hasta que llegaron a la capa de color original y llevaron al edificio a su situación original hace 100 años atrás. Todo esto, con el objetivo de preservar el pasado y crear una continuidad histórica.

La mayoría de los israelíes llegaron allí siguiendo a parejas finlandesas que conocieron en Israel o buscando trabajo en uno de los países europeos de más alto nivel respecto a las condiciones sociales que tienen sus ciudadanos.

En comparación con otras comunidades del mundo judío, donde los israelíes se encuentras desconectados de la comunidad judía y viven aparte, en Helsinki son parte integral de la comunidad. La llegada de los israelíes reforzó a la comunidad tanto a nivel social como espiritual, y sin su llegada, el colegio comunitario se hubiese cerrado por falta de alumnos. De los 120 alumnos que hay en el colegio judío, 60 son hijos de familias israelíes. Sin duda alguna, hay aquí una paradoja y dilema interesante: la salida de Israel debilita al Estado Judío pero refuerza a la comunidad judía de la diáspora. Una de las características de la comunidad de Helsinki es la unión y la conexión que existe entre los distintos grupos de la comunidad. Los más veteranos y también los nuevos, los finlandeses y los israelíes, los ashkenazim y los sefaradim, todos actúan en conjunto y crean una gran familia, una comunidad esplendorosa.

A pesar de ser una comunidad pequeña, la comunidad de Helsinki brinda todos los servicios necesarios para los judíos que piden preservar la identidad judía y la vida religiosa. En la comunidad hay una sinagoga, un colegio diario, un jardín de infantes, un geriátrico, jevre kadisha, un movimiento juvenil Macabi, un emisario de Jabad, un restaurante y caitering kosher, un negocio kosher, mikve y rabino. En el Beit Hakneset se llevan a cabo tefilot de shajarit y arvit todos los días y cada Shabat decenas de miembros de la comunidad vienen a la plegaria y al kidush.

Los esfuerzos de la comunidad judía de Helsinki para mantener la llama judía encendida dan tremenda satisfacción y aseguran el futuro de la comunidad en el país más al norte de Europa y una de los más fríos del mundo.