Idilio en un país laico – Parte 1

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Suecia

Los ortodoxos y los liberales comparten una misma institución con una coexistencia ejemplar, la guerra dejó recuerdos de sensibilidad humana y solo la prohibición de realizar shejitá (faenado ritual) irrita.

Tres cosas caracterizan a la comunidad judía de Suecia del resto de las comunidades: en primer lugar, la mayoría de sus miembros son sobrevivientes de la shoá o segunda y tercera generación de los mismos. En segundo lugar, la comunidad está construida bajo la estructura de “comunidad unida”, como era popular en Alemania antes de la “separación de las comunidades”. En tercer lugar, Suecia es el país más laico del mundo. Todas estas cosas le otorgan a la comunidad judía de Suecia, la cual cuenta con 18.000 miembros, una gran particularidad.

Minián en el siglo XVIII

El primer judío que recibió permiso para asentarse en Suecia fue Aharón Aizik, comerciante alemán, que llegó a Estocolmo en 1774. Luego de muchas dificultades recibió un permiso para quedarse, y trajo a su familia y junto con ella la cantidad de personas necesarias para completar un minián. De acuerdo a la ley que legisló el rey Gustavo III, solo a los cristianos se les dio permiso para vivir en el país. A Aharón Aizik, el primer judío de Estocolmo, se le ofreció ciudadanía si aceptaba convertirse al cristianismo. Su respuesta – “no me convertiré ni por todo el oro del mundo” – impresionó al Lord, gobernador de Estocolmo, y éste ofreció enviar una carta de queja al rey Gustavo III. En consecuencia, el rey le dio ciudadanía como el primer sueco judío.

Aharón Aizik y el resto de dichos padres fundadores compraron tierras, establecieron un cementerio y trajeron a un rabino que sirvió como líder espiritual y profesor. También establecieron una jevra kadishá (asociación que se ocupa del entierro de los difuntos judíos). Los lugares donde podían asentarse estaban limitados por la ley, como establecían “las reglas judías de 1782”. Los judíos podían trabajar solo en determinados oficios y tenían limitaciones en sus trabajos. En dicho año se les fue permitido a los judíos construir sinagogas, realizar plegarias comunitarias y ejecutar trabajos que no estaban controlados por los gremios locales.

El proceso de emancipación de los judíos comenzó en 1838, cuando el rey Carlos XIV quitó parte de las restricciones sobre los judíos, y les dio protección legal y varios derechos civiles. Una de las últimas prohibiciones, la prohibición de tener un cargo político, fue quitada solo en 1951.

La población judía creció significativamente en la segunda mitad del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, en la época de las grandes olas migratorias de los judíos de Rusia y Polonia. En 1920 la comunidad judía de Suecia contaba con 6500 personas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Suecia fue neutral. A pesar de que varios ciudadanos apoyaron a los nazis a fines de los años ´30 y ´40 y que Suecia tenía relaciones diplomáticas con Alemania, los judíos no fueron perseguidos. Los judíos suecos estuvieron directa e indirectamente relacionados en varios intentos de salvar vidas durante la guerra. A pesar de que muchas personas conocen la ayuda que los judíos de Suecia y sus ciudadanos brindaron a los judíos dinamarqueses en octubre de 1943, muy pocos conocen otro tipo de acciones de rescate que estos ofrecieron.

Las puertas de Suecia estuvieron abiertas para 900 judíos de Noruega en 1942, y así se estableció el precedente que salvó a los judíos de Dinamarca en octubre de 1943: cerca de 8000 judíos dinamarqueses se escaparon a Suecia en cientos de barcos de pesca y otro tipo de embarcaderas pequeñas. Los mismos, recibieron información sobre planes secretos de detenerlos y echarlos de su lugar durante los Iamim Noraim (las altas fiestas), y la organización clandestina dinamarquesa logró evacuar a la mayoría de los judíos a Suecia en barco. La mayor parte de los judíos dinamarqueses retornó a Dinamarca después de la guerra.

Durante los seis meses entre julio de 1944 y enero de 1945, cientos de miles de judíos húngaros fueron salvados de Budapest por el diplomático Raul Walemberg, el cual fue conocido por sus actividades para salvar a judíos y el cual representa gran orgullo para Suecia hasta hoy en día.

A pesar de toda la ayuda y todo el apoyo para salvar judíos, una nube aún oscurece los cielos de la historia sueca-alemana: un asunto complicado de venta de hierro de Suecia a Alemania, y un traspaso de oro nazi a Suecia durante la guerra. El asunto se encuentra bajo investigación de una junta especial que fue reunida por el gobierno sueco en 1997.

La mayoría de los judíos suecos actuales llegaron al país después de la shoá, como refugiados de campos de concentración. Su ingreso fue permitido por Suecia inmediatamente después de la finalización de la guerra. Entre los miles que llegaron al reinado norte, cerca de 7000 pidieron asentarse; el resto, la mayoría, se fue a Israel o a Estados Unidos. Dicha inmigración duplicó, ya en ese momento, la cantidad de judíos en Suecia. En 1956 llegaron sobrevivientes judíos húngaros, y nuevos inmigrantes llegaron de Polonia en 1968, durante la ola de partida y expulsión de los judíos de allí. A lo largo de los últimos años se unieron judíos de Rusia y de Israel a los veteranos de la comunidad.

Sobrevivientes de la shoá viven en muchas comunidades alrededor del mundo, sin embargo Suecia, me parece que es una de las tres comunidades donde los sobrevivientes de la shoá son la mayor parte de la comunidad – junto a Hungría y Australia. Dicho marco trae distintos fenómenos, entre ellos la brecha de matrimonios mixtos entre la segunda y la tercera generación. La segunda generación, hijos de sobrevivientes, continuaron cumpliendo con la tradición judía y se casaron con judíos. Luego de la shoá, casamiento con mujeres no judías podía ser un daño muy grande hacia los padres, los cuales sufrieron antisemitismo y sobrevivieron los campos de concentración. Sin embargo, la generación de los nietos o de los bisnietos no siguió con dicha tradición, y el porcentaje de matrimonios mixtos subió dramáticamente.

Las iglesias desérticas

Suecia es el país más laico del mundo: ¡solo un uno por ciento de todos los ciudadanos del país se definen como religiosos! Y cuando los no judíos no van a la iglesia, los judíos no van a la sinagoga… los judíos no viven en la diáspora en una isla desierta. Ellos son parte de la sociedad, la cultura y la mentalidad. Tienen influencia del folklore, de los gustos y los olores del lugar donde viven y esto también se manifiesta respecto a la religión.

La comunidad judía de Estocolmo es conocida como una comunidad unida. Todas las sinagogas, sin diferenciar a qué rama pertenecen, son parte de una única organización. Las comunidades en Escandinavia en general y en Suecia y Estocolmo en particular, recibieron una gran influencia de las comunidades alemanas, tanto respecto a la versión de la plegaria (ashkenaz) como respecto a la estructura comunitaria.

Lo que caracteriza a las comunidades unidas es que éstas sirven tanto a los judíos que se definen como ortodoxos, como a los judíos que se definen conservadores o reformistas. La comunidad no da preferencia a una rama o a la otra. En dicha estructura comunitaria, dos corrientes judías forman una comunidad, con un presidente, un presupuesto, un servicio de tzedaká y un cementerio. La diferencia se representa en el hecho de que cada cual tiene su propia sinagoga.

Tal organización fue el motivo de discusión en Hungría y Alemania a fines del siglo XIX, cuando rabinos ortodoxos, entre ellos el Rashar Hirsh, pidieron separar a las comunidades ortodoxas del público unido donde se encontraban tendencias liberales. En oposición a ésto, escribe el Rabino Hildesheimer que “no solo que está permitido mantener una unidad comunitaria entre los judíos reformistas y los ortodoxos en situaciones donde es permitido asegurar la integridad de la posición ortodoxa” sino que hay en esto un “acto de nobleza” para mantener la existencia judía. El Rabino Hildesheimer sintió que los ortodoxos tienen la obligación de cooperar con sus hermanos judíos en temas comunitarios comunes, incluso cuando las instituciones que se ocupan de esto son liberales.

De acuerdo a lo que tengo entendido, desde que se separaron las comunidades en Alemania, no quedaron allí comunidades unidas (a pesar de que la organización paraguas de todas las comunidades alemanas es común para los ortodoxos y liberales). Hoy en día, viven en Estocolmo en paz y de manera ejemplar, dos comunidades. Cada comunidad guarda su característica especial y una sinagoga de acuerda a su estilo, sin embargo el edificio comunitario es uno, para ambos y se maneja con respeto mutuo. En estos días, una mujer fue elegida como rabino de la comunidad conservadora en Estocolmo, por primera vez en la historia de la comunidad (¡en Suecia, prácticamente la mitad del parlamento son mujeres!). El Rabino Yitzjak Najman (egresado de Strauss-Amiel), rabino de la comunidad ortodoxa, fue recientemente coronado en un acto impresionante y emotivo.

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