Doce casamientos en un año

Budapest

Los edificios aún atestiguan la gran separación que sufrió la espléndida Hungría judía, hoy día, es solo un nuevo estilo de judaísmo silencioso.

Quien camina por las calles del barrio séptimo de Budapest, que es conocido por el pueblo como “Chulent” o el “Gueto”, sentirá sin duda alguna que camina por las calles de un pueblo judío resplandeciente del siglo pasado. La comunidad ortodoxa y sus instituciones, el shtiblaj (lugar de plegaria), la carnicería, los personajes, traen los olores y recuerdos del judaísmo que ya no está. La comunidad ortodoxa no cambió su forma ni su ambiente, y la única diferencia es que los rabinos comunitarios son jasídicos a pesar de que en su origen la comunidad no lo era.

Cerca del barrio judío, el cual se encuentra en el corazón de la sociedad ortodoxa, en una calle central y moderna, rodeado de negocios de lujo y de moda, se encuentra la sinagoga neológica “Duani” – la más grande de todo Europa y la segunda más grande del mundo (con 3000 asientos – 1500 para mujeres y 1500 para hombres, el más grande del mundo es Emanuel, sinagoga reformista que cuenta con 5000 lugares). La hermosura del lugar y su decoración, lo convirtieron en uno de los sitios turísticos más importantes de la ciudad, la cual cuenta con el título grandioso de “la perla del Danuvio”. Dos eventos importantes e históricos tienen que ver con la sinagoga neológica, la cual fue construida en el 1859. En primer lugar, Biniamín Zeev Herzel hizo su bar mitzvá allí (Herzl nació en Hungría y luego se mudó a Viena). El segundo, luego de que Alemania conquistó Hungría en 1944, las oficinas de Eichman – que llegó a Alemania para organizar el exterminio de los judíos – funcionaron en dicha sinagoga, y gracias a eso el edificio fue preservado.
A pesar de la cercanía geográfica entre el Beit Kneset ortodoxo y el neológico, la diferencia externa entre ellos refleja la división que se creó en el judaísmo de Hungría a mediados del siglo XIX y la cual persiste hasta la actualidad.

Un fenómeno histórico único

Muchos han oído sobre los neológicos en Hungría y por error los comparan con los conservadores o los reformistas. En realidad dificulta definir al movimiento neológico, porque no tienen analogía. Los neológicos no son ortodoxos, no son conservadores, ni son reformistas. Son un fenómeno histórico único el cual ha dejado rastros hasta nuestros días.

El marco histórico que generó la división entre los movimientos comenzó en el siglo XIX. Los gobernadores húngaros intentaron fortalecer su posición y obligar a las minorías a adoptar su lengua y cultura. Los judíos vieron aquí una oportunidad de integrarse en el reinado austro-húngaro, y la aceptaron con alegría.

En el año 1868, tuvo lugar un congreso judío nacional húngaro, con el objetivo de tratar los desacuerdos entre los religiosos y los iluminados respecto a la organización de las comunidades. El congreso llevó a la creación de tres tipos de comunidades judía húngaras distintas: ortodoxas, neológicas y jasídicos del status quo. Los ortodoxos demandaron el cumplimiento de la tradición comunitaria como antes se estilaba, sin ningún cambio alguno, los judíos con tendencia a la educación moderna pidieron integrarse a la sociedad que los rodeaba. Los ortodoxos se apegaron fielmente al legado del “Jatam Sofer” quien decidió terminantemente que lo “nuevo está prohibido por la Torá”, y los neológicos pidieron renovar el judaísmo – de acuerdo a su argumento, sin cambio alguno en la halajá y el Shulján Aruj. El tercer grupo que se formó en dicho congreso pidió continuar en el mismo camino tradicional: no construir murallas respecto a las innovaciones, no rearmar las comunidades, y en especial no dividirse.

A pesar de que los ortodoxos, o como se hacían llamar, los “temerosos”, se referían a la neología como una nueva religión parecida a la reforma, el movimiento neológico se veía a sí mismo, al comienzo, como un movimiento que funciona de acuerdo a la halajá, bajo las condiciones del tiempo y el lugar. Los neológicos no pidieron cambiar las bases del judaísmo, la religión en sí misma, sino adecuar la vida judía a las condiciones del lugar y el tiempo.

La tendencia neológica aspiraba a apertura (neología en griego: nueva doctrina). Se puede resumir la apertura que la neología buscaba en tres ámbitos: academización de los rabinos, utilización del lenguaje húngaro en las prédicas y la apertura de las sinagogas a las influencias de los vientos que soplaban en el mundo general (de acuerdo al libro del Prof. Iaacov Katz). Con estos cambios, los neológicos buscaban responder a las necesidades de la época sin cambiar la halajá. De hecho, no permitieron cambiar la halajá en lo que respecta a las leyes maritales, cashrut, calendario judaico, shabat y festividades. Tanto hoy como en su momento, un rabino neológico no casa a matrimonios mixtos.

Los motivos por los que los neológicos realizaron cambios, no tienen que ver con una crítica intelectual a la tradición, como fue el caso de los reformistas. El deseo de cambio tenía que ver en especial con necesidades económicas y sociológicas. La mejor prueba de esto es que el impulso de los cambios no provenía de los rabinos sino del público y de los líderes de las comunidades. Los rabinos que sirvieron en las comunidades neológicas, los cuales fueron alumnos de las yeshivot clásicas en la generación de la división, debieron aceptar más de una vez un cambio u otro con el argumento de que si no aceptaban pequeños cambios que no se oponen al Shulján Aruj, deberían aceptar cambios aún mayores.

Pareciera que es posible describir a la división, en su primer momento, más como división social que religiosa. Mediante esto, también es posible explicar la separación que tuvo lugar en la sociedad judía y que causó que los ortodoxos no ingresen a las sinagogas de los neológicos y no estén en contacto con ellos.

Prédicas en idish

Los nuevos cambios junto con la tradición, se ven reflejados en la sinagoga neológica central. El edificio no parece una sinagoga sino más bien una iglesia, y de hecho, el arquitecto era católico. El mismo, fue construido entre los años 1854-1859 con mucho lujo y resplandor, y para su construcción, utilizaron elementos arquitectónicos de las tres religiones. Una de las características de la sinagoga es un órgano que se encuentra al frente de la sinagoga. Los neológicos buscaban de esta forma devolver a la sinagoga el ambiente “festivo” que había en el Beit Hamikdash cuando tocaban los levitas.

Sin embargo, a pesar de que tocaban instrumentos en shabat, solamente católicos lo hacían, y así acostumbran hasta hoy en día.

Asimismo, no utilizaban el órgano durante las tres semanas entre el 17 de tamuz y el 9 de Av, días de duelo para el pueblo de Israel. Utilizaban el sidur “normal”, se sentaban de manera separada (hombres abajo y mujeres arriba), y las mujeres no subían a la Torá ni contaban con ordenación rabínica.

La fuente de la discusión entre los neológicos y los ortodoxos era la utilización del lenguaje local para las prédicas. A pesar de que no cabe duda de que el Shulján Aruj no dice que esto está prohibido, los “temerosos” veían en dicho acto una apertura a la cultura local y hacían hincapié en el peligro que esto conllevaba, permitiendo así que lean libros laicos y herejes. Hasta hoy en día, en la comunidad ortodoxa central, las predicas son en idish incluso si el público no comprende idish, debido a que hay quienes dicen que es importante que aunque sea las paredes escuchen idish… de todas formas, se acostumbra que en el Beit Hamidrash, fuera del Beit Hakneset Central, si se enseña en el idioma local, húngaro.

La división de la comunidad de Hungría, fue mucho más extrema que la división de la comunidad en Alemania. En Alemania había comunidades que cuidaron el concepto de “comunidad unida” (una organización comunitaria central que representaba tanto a los ortodoxos como a los reformistas). En Hungría, a pesar de que las brechas entre los neológicos y los ortodoxos eran mucho más pequeñas, no lograron encontrar un modus vivendi para continuar con la vida comunitaria en conjunto, incluso en el campo húngaro-social.

Dicha polarización es quizás típica del judaísmo húngaro: judaísmo de fuertes oposiciones. Entre el Jatam Sofer y los neológicos, entre las corrientes anti sionistas del Rabino de Satmer y las del Rabino Izajar Taichtel, escritor del libro “Em Habanim Smejá”.

Entre las dos guerras mundiales el judaísmo húngaro continuó dividido y la comunidad más grande era la neológica. En el año 1930, 70% de la población judía local pertenecía a ella y solo el 30% a los ortodoxos, en general comunidades pequeñas. Hoy en día el 95% de los judíos húngaros que pertenecen a una comunidad, pertenecen a la comunidad neológica, y solo unos pocos a la ortodoxa. La mayoría de los judíos de Budapest no tienen ninguna relación con la comunidad.

Judíos escondidos

A pesar de que las encuestas geográficas señalan que hay una población judía de 100 mil judíos en Hungría, dichos judíos no se encuentran presentes, ni siquiera escondidos. Antes de la shoá vivían en Hungría 800 judíos, de los cuales 650 mil fallecieron en la shoá. Luego de la shoá quedaron cerca de 145 mil, la mayoría de los cuales hizo aliá a Israel. En una encuesta general sobre pertenencia religiosa, la cual tuvo lugar en Hungría hace unos años, tan solo 14 mil personas se identificaron como judías. Incluso en Iom Kipur, las sinagogas de la ciudad (ortodoxas y neológicas), no reúnen más de 7000-8000 personas en total. ¿Dónde se encuentran los judíos de Hungría?

El gobierno comunista húngaro de fines de los años `40, entorpeció extremadamente el manejo de la comunidad judía y prohibiendo entre otras cosas la educación judía, excepto el Beit Midrash LeRabanim en Budapest. Lógicamente, la interpolación de la shoá y el comunismo, crearon un debilitamiento de la identidad judía en la generación de los padres, y causaron a su vez miedo de transmitir la identidad a las generaciones siguientes. Sin embargo, luego de la caída del comunismo, muchos jóvenes con raíces judías comenzaron un nuevo despertar tal como pasó en otros países de Europa del Este.

Pareciera que los judíos aún temen demostrar su judaísmo en la Hungría post shoá y post comunista, por lo cual se forma una especie de fenómeno de “judíos virtuales”. Sin embargo, en una charla que tuve con jóvenes húngaros, ellos expresaron su orgullo de ser judíos y dijeron que solo los adultos ocultaron su identidad y se avergonzaron de la misma.

Pareciera ser que sobre la judería húngara cayeron fuertes dificultades, la emancipación, la división comunitaria, la shoá, el gobierno comunista y una fuerte asimilación. Los niveles de asimilación de Hungría son de los más altos de Europa: más de un 80%. La institución del casamiento para la población general no es muy central ni atractivo, y la comunidad judía también se ve reflejada por esto. En total, se llevan a cabo cerca de 13 casamientos judíos por año.

El siguiente relato demuestra exactamente la situación de los judíos escondidos de Hungría: el viernes en que visité Budapest, pedí volver al hotel en taxi. Cuando subí al mismo, el taxista me dijo “Shalom Aleijem”, en hebreo. Le pregunté de dónde conoce este saludo, y finalmente me dijo: “mi madre es judía… y también mi abuela lo era… así que según lo que se yo también lo soy”. Sin duda, esta persona es judía a nivel halájico, y en las calles de Budapest hay mucho judíos como él, algunos asimilados por elección y otros por cohesión.

La comunidad ortodoxa es hoy en día una comunidad pequeña, la mayoría ancianos y muy pocos jóvenes, los que hay son en su gran mayoría personas que se tornaron religiosas, y no una continuación directa de la judería ortodoxa húngara. Los ortodoxos originales dejaron Hungría, quien no se fue después de la shoá, lo hizo en el 1956 durante la revuelta civil contra el gobierno soviético, o en 1960 escapando del gobierno comunista.

En el mismo banco

En Budapest hay 20 sinagogas (6 ortodoxas y el resto neológicas). Algunas se encuentran activas en las festividades, otras en shabat y muy pocas durante la semana. Las tres sinagogas que existen hoy en día en la comunidad ortodoxa son Kuzintzy, Dashfi y Feshti Shul. El Beit Kneset Kuzintzy fue construido en 1913, con el mismo aspecto que la sinagoga de Frankfurt Demein. La magnificencia y la hermosura se sienten hasta la actualidad. A lo largo de los años, rezaron allí jazanim muy famosos. Asimismo, hay dos sinagogas de Jabad activas, una para la comunidad local y otra para los turistas israelíes. En la comunidad neológica se encuentran activas, además de la sinagoga Duani, otras diez sinagogas medianas y pequeñas. Dichas sinagogas se encuentran activas todos los shabatot y algunas también en la semana.

Asimismo, en Budapest hay 3 colegios judíos (primario y secundario). En el colegio ortodoxo “Masoret Avot”, en el cual estudian 150 alumnos, se refleja una interesante escena cuando niños religiosos se sientan al lado de niños laicos y estudian en conjunto. Los otros dos colegios son el neológico a nombre de Alexander Scheiber (quien fue durante muchos años el director del Beit Hamidrash LeRabanim), y un colegio comunitario “Lauder”, en cada uno de ellos estudian cerca de 500 alumnos. Asimismo, hay en Budapest 3 restaurantes kosher – dos con kashrut ortodoxa y otro con kashrut neológica, una carnicería kosher, mikve, geriátrico y un cementerio judío. Hasta hace unos años, el sistema de shejitá era doble y separado, uno para la comunidad ortodoxa y otro para la neológica. Hoy en día, el shojet ortodoxo abastece a todos.

El Beit Hamidrash LeRabanim, el cual fue fundado en 1877, sigue existiendo hasta la actualidad. El objetivo de la institución es el de combinar estudios rabínicos con educación general y siempre ha contado con un lugar de respeto en la historia de la judería húngara. La institución quedó en el marco de la comunidad neológica luego de la división y fue excomulgada por la judería ortodoxa. Bajo el gobierno comunista, el Beit Hamidrash continuó enviando rabinos hacia todo Europa Oriental (incluso el Rabino Shaibitz, ex Gran Rabino de Rusia, estudió allí).

Los neológicos y los ortodoxos en Hungría no son descendientes biológicos y ni siquiera espirituales de los judíos que comenzaron la división profunda del judaísmo húngaro y el cual dejó sus huellas hasta el día de hoy. Actualmente, los ortodoxos en Hungría representan al público religioso y los neológicos al laico o tradicionalista. Esta división no se produce por ideología, sino por motivos comunitarios y sociológicos.

En el pasado hubo una profunda desconexión entre la comunidad ortodoxa y la neológica, sin embargo, pareciera que está comenzando a haber una relación entre las mismas. Las dos comunidades son socias de la organización “Brit Hakehilot Haiehudiot” donde el presidente es neológico y su vice ortodoxo. De todas formas, la comunidad ortodoxa continúa manteniendo el nombre “La Comunidad Ortodoxa Autónoma”, lo cual nos demuestra que no depende de su hermana mayor sino que es totalmente independiente en sus decisiones – como pidieron sus líderes anteriores, a nombre de la libertad de culto, cuando fueron al parlamento húngaro a fines del siglo XIX, existir independientemente. Y es así, que su pedido fue concedido.

Como el ave fénix que renace de sus cenizas – Parte 1

Si quitamos la capa de la era comunista y la fuerte sombra de la shoá, descubrimos que viven en Polonia judíos y descendientes de judíos, cuya identidad se ha desvanecido. Pero no todo está perdido, el despertar ha comenzado.

El pueblo judío ha vivido en territorio polaco durante largos años. Allí se diseño una gran parte de su carácter espiritual, religioso y sociológico. Allí vivieron los judíos de acuerdo a la Torá, las mitzvot y la tradición judía. Allí se crearon obras culturales, nacionales y transnacionales, y floreció una gran literatura halájica e intelectual de diversas ramas y con profunda investigación. Allí vivieron grandes sabios y maestros, rabinos, grandes estudiosos, justos y piadosos. Hasta los días de la última guerra, la tradición israelita no dejó de florecer y desarrollarse en Polonia. La voz de la Torá se oyo en sinagogas y yeshivot, hasta que el enemigo subió al poder y destruyó un 90% de la judería polaca, la cual sumaba antes de la guerra cerca de tres millones y medio de personas (extraído de la declaración de la Junta Rabínica de Polonia, la cual fue renovada en Lodz en el año 2008).

Escribiré en las próximas líneas sobre el espléndido fenómeno que está teniendo lugar en Polonia. Una especie de resurrección de los muertos moderna, a medida de que muchos polacos descubren sus raíces judías y piden retornar a la fe de sus ancestros.

Usualmente, Polonia es visto por los turistas o por quien lee sobre ella, como un enorme cementerio, sin embargo esta no es su realidad actual. Polonia se está liberando lenta, pero fuertemente, de la amenaza comunista y de los restos de temor que dejaron los nazis. Personas judías y sus descendientes, comienzan a definirse como tales en público y a adoptar la fe judía abiertamente. Muchas veces, los que descubren su judaísmo son hijos de madre y abuela judía, y a veces hijos de padre y abuelo judío. A pesar de la diferencia en su status halájico, la sensación profunda de ellos es que son parte de la gran familia israelita.

Hace un tiempo visité Polonia en el marco de un seminario de la organización “Shavei Israel” y quisiera compartir con ustedes la especial experiencia que viví y las historias personales que los jóvenes y los más adultos relatan.

Cada cual tiene su propia, pero al mismo tiempo, similar historia. Solo de grandes y de forma extraña, descubrieron todos ellos su identidad judía. Algunos van con kipá por la calle y respetan shabat, incluso si a nivel halájico no son judíos aún.

Pareciera ser, que el mundo judío nunca le perdonó a Polonia y a los polacos todo lo que hicieron los alemanes en su tierra, ni le satisfizo que judíos se hayan quedado a vivir allí después de la guerra. Aparentemente, hay una mayor comprensión hacia los judíos que se quedaron en Alemania después de la shoá que hacia los de Polonia. A los ojos de muchos grupos, el retorno a Polonia después de la shoá fue una especie de profanación Divina. Muchos vieron en ese país una tierra maldita a la cual hay que excomulgar, algo parecido a lo que sucedió con España después de la expulsión.

El cura que quiere ser rabino

A continuación, el relato de un cura polaco, Jan Pavel, al cual conocí hace un tiempo.

Cuando conocemos a una persona que desea al judaísmo, nos preguntarnos por qué, incluso dudamos si es apto psicológicamente hablando… pero cuando un cura católico quiere ser judío, esto genera muchas más preguntas aún. Me senté con Pavel e intenté comprender por qué desea regresar al camino de sus ancestros.

La historia de Pavel comenzó hace varios años, cuando le pidieron – como cura de la zona – representar a la iglesia en el evento “Marcha por la Vida” en el campo de concentración de Auszwitz. El cura participó en el acto, sin embargo el lugar y lo que el mismo representa le generaron la necesidad de saber más sobre el judaísmo y los judíos, y así abrió una página secreta en su vida familiar. Luego de una corta investigación, Pavel comprendió que es bisnieto y nieto de personas que fueron asesinadas en la shoá. Su padre era un niño judío que quedó huérfano después de la guerra y fue adoptado por una familia católica. El mismo, creció como católico, sin conocer sus raíces judías.

A la luz de este descubrimiento, el cura comenzó a estudiar judaísmo en secreto. El encuentro con la Torá le hizo sentir que regresaba a casa, como si la Torá fuese su Torá. Jan Pavel quiso profundizar su estudio y así se acercó al rabino cercano a su lugar de residencia y le pidió que le enseñase judaísmo. El Rabino intentó rechazarlo, diciéndole que no tiene obligación de sentirse judío debido a que solo su padre es judío, pero el cura no cedió y fijó un encuentro de estudio con el rabino una vez por semana. El Rabino judío y el cura católico estudiaron en forma conjunta Tanaj, Halajá, Jasidismo y Midrash. Cuando me encontré con Pavel en el seminario de “Shavei Israel”, intenté comprender por qué siente compromiso por regresar a la fe de sus ancestros. Incluso le expliqué que si deja el cristianismo y se une al judaísmo se va a quedar sin profesión, sin embargo el no aceptó mis explicaciones.

Asimismo, el cura pidió consultarme un problema personal y me presentó el siguiente dilema: estimado rabino, no puedo seguir así, me dijo el cura. Siento mi relación con el judaísmo, con la Torá, con el pueblo de Israel, creo en un solo D’s, el D´s de Israel. Siento algo interno que me pide adoptar la fe de mi familia que fue asesinada en la shoá. Cuando asisto a la iglesia, y debo hablar frente al público sobre Jesús y el cristianismo, siento que me miento a mí mismo, que no digo la verdad, ¿qué hago?

Aquí vemos un cura católico, con raíces judías y alma israelita.

La plegaria matutina de shabat la recé junto con los participantes del seminario. El cura sabía leer un poco en hebreo, y varias veces me pidió que lo guíe durante la plegaria y le diga dónde se encuentra el jazán. Luego del seminario me envió un correo electrónico y me comentó que mi ayuda le emocionó mucho y que veía en esto una señal divina de acercamiento al judaísmo. En su carta me escribe que gracias a mi ayuda durante la plegaria decidió convertirse formalmente al judaísmo y debido a que descubrió que no hay muchos rabinos que hablan polaco y los judíos polacos necesitan líderes espirituales, también desea estudiar en la Yeshivá hasta que pueda recibirse de rabino.

Bar Mitzvá a los 52 años

Mariusz Opalco Lederman festejó su bar mitzvá a los 52 años. Hoy en día tiene 60. Hace solo 8 años descubrió que es judío.

Los padres de Mariusz nunca le revelaron nada sobew su judaísmo. Nació después de la shoá, en el año 1948, pero hasta 1999 no sospechó de sus raíces judías. En su casa no llevaban ninguna costumbre judía o religiosa, su padre era ateo, y por eso tampoco le dejó tomar clases de religión en el colegio. Cuando sus padres no querían que comprenda lo que decían, hablaban entre ellos en idish, pero el estaba convencido que hablaban alemán. En el año 1956, despidieron a su padre del trabajo, pero tampoco en ese entonces comprendió que la razón era por la sangre judía que corría dentro de sus venas. En el año 1968, cuando comenzó una ola de antisemitismo y miles de los judíos fueron expulsados de Polonia, no le dejaron seguir estudiando en la universidad, pero tampoco en ese entonces comprendió la verdadera razón. Sus tíos, el tío Leopard y el tío Koselvosky, siempre venían a visitar a la familia en diciembre, pero solo ahora comprende que venían por jánuka.

Mariusz no comprendió, o no quizo comprender, durante 52 años su verdadera identidad. Hasta que el 14 de enero de 1999, cuando su madre se encontraba en su lecho de muerte en el hospital, él fue a visitarla. Ella le preguntó cómo estaban sus hijos, sus nietos, pero algo en su forma de hablar estaba lleno de misterio. Algo había en el aire, su madre pidió hablar con él a solas. “Mariusz”, le dijo la madre, “soy judía – y tú también lo eres. Si lo deseas, se judío. Sino, no lo seas. Ser judío en Polonia es muy difícil”. Su madre le dijo que siente no habérselo dicho antes pero que tenía miedo por su futuro. Tenía un acuerdo con su hermano, el tío de Mariusz, que en caso de que ella falleciese sin develar el secreto, el tío le contaría. Y entonces la madre le dijo que le hicieron el Brit Mila cuando era pequeño, y no solo eso, sino que también su esposa tiene raíces judías, de acuerdo a lo que averiguó antes de bendecirlo por el matrimonio.

Mariusz regresó a su casa sumamente sorprendido y le contó a su esposa lo sucedido. La misma llamó inmediatamente a su madre y también ella le reveló su judaísmo. Dos semanas después, la madre de Mariusz falleció, perdió a su madre pero ganó una gran familia.

Luego de que su madre falleció, Mariusz decidió continuar con la tradición familiar y viajó con su hijo Radek de 25 años a Hungría, para hacerle el brit milá. Luego, con 52 años, Mariusz pidió subir a la Torá como “bar mitzvá” y recibió el nombre judío de Moshé. Mariusz – Moshé, abogado, es hoy en día uno de los líderes de la comunidad judía en Breslav, Polonia.

Continuará…

Rabino Eliahu Birnbaum

Como el ave fénix que renace de sus cenizas – Parte 2

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Madre católica, padre antisemita e hijo judío

La historia de Jazek Kosavoska refleja la realidad a la cual se enfrente el judaísmo polaco. La madre de Jazek era una niña en la época de la shoá, y tal como les sucedió a muchos niños judíos, fue dejada en un convento para niños huérfanos.

La abuela y el abuelo de Jazek fueron asesinados en la shoá, y su madre se quedó sola en el convento hasta que una familia polaca decidió adoptarla. La madre de Jazek creció sin saber que sus padres eran judíos y que fueron asesinados en los campos de exterminio, y por supuesto sin saber que ella misma es judía. Tan sólo después de muchos años, a los 45 años, se encontró con una de las monjas del orfanato, la cual sintió la necesidad de contarle que una familia judía la trajo al convento. El descubrimiento fue sorprendente, pero no llevó a un cambio en sus creencias o en su forma de vivir. Su esposo era un artista polaco comunista, que se encontraba inmerso desde el comienzo de la revolución, en todos los procesos políticos y dentro de ellos en actividades antisemitas contra los judíos que se quedaron en Polonia y eran vistos como “extraños” que hay que quitar del país. Por supuesto que el padre de Jazek no sabía nada sobre las raíces judías de la familia de su esposa, y posiblemente si hubiese sabido no se hubiese casado con ella.

Luego de vivir muchos años con una madre católica con raíces judías y un padre polaco con ideología comunista y antisemita, Jazek decidió retornar al camino de sus ancestros y adoptar nuevamente la identidad judía y la forma de vida religiosa. Hoy en día, Jazek Kosavoska reza todos los shabatot en la sinagoga, se desempeña como encargado de los rezos y ayuda al rabino local a organizar las diversas actividades para gente de su edad y con una historia personal similar.

Los niños de los conventos

El destino de los niños que sobrevivieron la shoá gracias a que fueron ocultados en casas de católicos o en conventos, es un tema triste e inexplicable. A lo largo de los años, y a pesar de los grandes esfuerzos de distintos líderes e instituciones judías, en muchos casos los rastros fueron perdidos. La iglesia católica no ayudó a solucionar el problema luego de la shoá, ni tampoco quien se encontraba a cargo de la misma, el Papa Pío XII.

Miles de niños judíos fueron escondidos durante la shoá en conventos católicos, en casas de familias católicas, en escuelas, etc. Muchos niños fueron bautizados, y de esta forma la iglesia vio una especie de “propiedad” sobre dichas almas y la imposibilidad de devolverlos a la casa de sus padres y a su religión original. Otros niños, fueron adoptados durante la guerra por familias polacas, y así se desconectaron del pueblo judío de forma total. Se estima que más de 3000 niños judíos se encontraban en conventos polacos luego de la guerra.

Entre los pedidos de los dirigentes judíos de salvar a los “niños de los conventos”, el más famoso es el del Rab Hertzog en el año 1946, cuando se desempeñaba como el Gran Rabino de Israel. Inmediatamente después de la shoá, el Rab Hertzog recorrió las comunidades europeas en ruinas durante seis meses. El recorrido comenzó en el Vaticano, con el objetivo de salvar a los niños judíos que fueron escondidos en Conventos católicos. El Rab Hertzog le dijo al Papa que “los judíos no pueden aceptar que los jóvenes queden desconectados de su identidad. A partir de hoy, cada niño judío representa para nosotros mil niños”. Pidió la ayuda del Papa para ayudarlos a retornar, y en especial demandó la asistencia de los curas de todas las zonas para que estos develen los lugares y los conventos donde se encuentran niños judíos y así devolverlos a su pueblo. El Papa no aceptó la demanda general del Rab Hertzog poniendo diversas excusas, pero le permitió visitar y buscar niños judíos en los distintos conventos, y llevarse a quien encuentre.

Es conocida la historia del Rab Hertzog y la forma en que éste buscaba a los niños en los conventos. Debido a que no había forma de descubrir cuáles de los niños eran judíos, y no había información sobre el lugar donde se encontraban, el Rab Hertzog entraba a los cuartos en la mitad de la noche, se paraba en la mitad del cuarto y gritaba “Shemá Israel”. Los niños que se levantaban de sus camas y decían instintivamente “mama, mama”, eran sin duda de nuestro pueblo, y esto no negaban los curas católicos. De forma milagrosa, el Rab Hertzog logró salvar 1000 niños y los ayudó a retornar al pueblo judío.

Los niños de la shoá y la generación de los nietos

Unos de los encuentros más tensos al que asistí en mi vida fue el encuentro entre los “niños de la shoá” (que hoy en día tienen entre 70-80 años) y la tercera generación de los sobrevivientes de la shoá, los nietos que comienzan a descubrir sus raíces judías. Los niños de la shoá no se encuentran asiduamente para conversar o deliberar sobre determinados temas. Preservan sus recuerdos en forma interna, secreta y cerrada. Sin embargo, en honor al seminario de “Shavei Israel” y luego de muchos pedidos, aceptaron participar de una comida de shabat en conjunto. En un gran salón, se sentaron 150 personas, entre ellas 50 niños de la shoá y 100 jóvenes. Los jóvenes comenzaron a realizar preguntas a los niños de la shoá.

¿Por qué escondieron su identidad? ¿Por qué no les contaron a sus hijos y a sus nietos que son judíos? ¿Por qué nos robaron nuestra identidad?

Los niños de la shoá no se quedaron callados, y también ellos reaccionaron fuertemente: ¿qué saben ustedes sobre aquella época? ¡ustedes no estuvieron allí! ¡ustedes no saben lo que es ser judío en Polonia post shoá! Los niños de la shoá contestaron continuamente que querían preservar a la generación joven, que no les suceda lo que les sucedió a ellos. Temían de su destino y su futuro.

Pero los jóvenes se sentían lastimados y traicionados. “No hay nada peor que quedarse con una identidad poco clara”, sostuvieron, “y ustedes nos quitaron nuestra identidad”. El resto de la conversación se centró en la pregunta sobre si se puede estar orgulloso de la identidad judía o si hay que continuar escondiéndola. Los jóvenes sostuvieron con mucha emoción que hay que renovar las comunidades y acercar judíos secretos a la tradición judía. Sugirieron ir con la kipá en la calle y no avergonzarse de decir que son judíos. Los adultos, niños de la shoá, se asustaron un poco de la actitud militante de los jóvenes, pero finalmente terminaron diciendo: hoy es un orgullo ser judío en Polonia.

El regreso al judaísmo en Polonia

De los 350.000 judíos polacos que sobrevivieron la shoá, dejaron el país hasta 1947 cerca de dos tercios. A mediados de 1951 había en Polonia cerca de 80.000 judíos. Luego retornaron a Polonia otros 20.000 que vivieron hasta ese entonces en la Unión Soviética.

Seguro que no era fácil retornar a la Polonia de la post guerra. Si la Europa de la post guerra no era un lugar cómodo para que los judíos vivan en forma pacífica y pluralista, de seguro que Polonia era el lugar más difícil de todos. Entre el final de la guerra y el año 1965, cerca de 2000 judíos fueron asesinados por los polacos. Parte de ellos fueron asesinados en forma planeada y otros de manera espontánea. Ante los judíos polacos se presentaban dos opciones: dejar Polonia o dejar el judaísmo.

Y de hecho, muchos judíos abandonaron Polonia a lo largo de los años. En 1956 hubo una gran ola de emigración, cuando 35.000 judíos hicieron aliá a Israel. En el año 1968, luego de la Guerra de los Seis Días, la emigración de Polonia fue permitida y muchos judíos aprovecharon la oportunidad y dejaron Polonia hacia Israel u otros países. Durante dichos años se realizó un gran esfuerzo por borrar el recuerdo de la shoá en Polonia, y el partido comunista y la iglesia católica persiguieron a los judíos con el objetivo de hacerlos desaparecer. Parecía ser que la comunidad judía llegaba a su fin.

De forma sorprendente, descubrimos que en Polonia de hoy en día los judíos comienzan a despertarse como el fénix que renace de sus cenizas. Los cementerios son cambiados por yeshivot y en lugar de crematorios se construyen mikves de purificación. Somos testigos de un nuevo florecimiento de la comunidad judía en toda la nueva república, los judíos vuelven a reunirse, se preocupan por la espiritualidad e intentan revivir la llama judía que casi se apagó.

De acuerdo a las personas que están anotadas en las comunidades, el número de judíos es muy pequeño, menos de los judíos que vivían en un shteitel (barrio judío) en la época pre shoá. Sin embargo, nosotros creemos que hay una diferencia aún entre los que son judíos de forma pública y los ocultos. Los judíos ocultos que comienzan a interesarse nuevamente en su judaísmo o en las raíces judías de la familia son miles y decenas de miles. No todos se encuentran aún en la misma etapa, algunos van más rápido que otros, pero muchos ya han comenzado a transitar el camino.

Además del factor cuantitativo, se encuentra el factor cualitativo: los judíos polacos profundizan en el estudio del judaísmo, se interesan en su identidad, comienzan a cumplir mitzvot y adoptan símbolos judíos en su vestimenta y en su estilo de vida. Desde la caída del gobierno comunista la necesidad de negar las raíces judías es cada vez menor, casi inexistente. En las grandes ciudades como Cracovia o Varsovia ser judío está incluso de moda.

Para leer la primera parte de este artículo haga click aquí

Judíos sin papeles – parte 2

Rabino Eliahu Birnbaum

El triunfo sobre los nazis

Jan Krasznievsky descubrió su judaísmo cuando tenía 13 años. En el colegio había oído varias veces que un nombre polaco que termina con “sky” atestigua raíces aristocráticas, y así volvió a su casa lleno de emoción y le preguntó a su padre si podía ser que la familia tenga propiedades aristocráticas en algún lugar lejano. El padre suspiró, “llegó el momento de que sepas algo”, le dijo. “Nuestro nombre verdadero es Kirszenboim”. Jan es actualmente un judío que aprende cómo ser judío.

Marek Vainisz es músico, violinista. Su padre es polaco y su madre judía. “Mi madre temía de todo”, y esto es una señal obvia de judaísmo en Polonia. Durante toda su vida no hizo nada que sea diferente a su alrededor, y no le enseñó a él nada sobre judaísmo. A lo largo de la conversación con Vainisz, sentí que intenta hacer una especie de flashback a su niñez… creció en un ambiente judío en “Kazimierz” en Cracovia. No estudió judaísmo, pero absorbió judaísmo en las calles, en la música judía, de sus profesores de música los cuales la mayoría eran egresados de colegios judíos religiosos de antes de la guerra… su padre polaco no lo llamaba por su nombre polaco Velslav, sino que lo llamaba Shimón.

¿Cómo se enteró de su judaísmo? Cuando su madre ingresó al hospital, lo llamó con urgencia porque sintió que iba a morir, y le contó lo que él ya sospechaba… que él es judío debido a que también ella lo es…

De Yanusz Novik oí una historia de la que todo judío puede aprender qué es el orgullo judío. El padre de Yanusz era un niño pequeño durante la shoá. Los padres de su padre, los abuelos de Yanusz, fueron llevados a un campo de exterminio y asesinados. El padre de Yanusz se quedó solo, huérfano de padre y madre y con un profundo trauma. Luego de haber crecido, decidió alejarse del pueblo de Israel, por miedo y por enojo. Se casó con una mujer polaca y escondió su judaísmo de sí mismo y de su alrededor. Con el tiempo, Yanusz se enteró de que su padre es judío. Comenzó a realizar preguntas, a estudiar Torá y a cumplir mitzvot a pasos lentos. Ahora, Yanusz quiere convertirse y ser judío de acuerdo a la halajá. Cuando le pregunté por qué quiere convertirse me respondió: “mi padre dejó el judaísmo y se casó con una mujer no judía; ese fue el triunfo de los nazis sobre el judaísmo. Cuando yo pido convertirme y retornar al pueblo judío, es el triunfo del pueblo judío sobre los nazis”.

Uno de los personajes que me generó más pensamientos profundos sobre la identidad judía de los sobrevivientes de la shoá y de las generaciones posteriores fue Maia Leszinsky de 80 años. Maia era una joven en un campo de exterminio durante la shoá. Sus padres fueron asesinados allí, y ella se salvó y retornó a su caso en Wroclaw. Después de la guerra, se casó con una persona polaca no judía y tuvo tres hijos. Sus hijos son judíos de acuerdo a la halajá, sin embargo no se sienten judío y no recibieron ninguna educación judía de su madre. Maia asiste actualmente todos los shabatot a la sinagoga, para shajarit y para el kidush de después. En su cuello lleva un gran Maguen David, el cual no esconde incluso cuando va por la calle. Le pregunte cómo se siente con el hecho de que sus hijos no se sienten judíos, ¿por qué no los educó como judíos? Maia me miró a los ojos con una mirada de dolor y enojo conjunto y me gritó: “¡usted no estuvo allí! ¡no entiende y no entenderá!”

Es difícil explicar la fuerte sensación que causa a las personas, el descubrimiento de las raíces judías de la familia. La mayor parte de los jóvenes que descubren sus raíces judías no se quedan indiferentes a dicho descubrimiento. Generalmente, la noticia les crea una necesidad de estudiar, saber más sobre judaísmo y sobre el pueblo de Israel, y muchos deciden, después de un corto proceso, realizar un paso adelante y volver a vivir como judíos, tal como lo hicieron sus ancestros, y en el caso de que sea necesario, convertirse de acuerdo a la halajá. Este hecho es sorprendente, debido a que Polonia es un país que se encuentra en un proceso de modernización en todos los ámbitos, y es a su vez, parte de la Unión Europea. Aún hoy en día, no es fácil decir con orgullo “soy judío”. Me parece que dichos elementos muestran la sensatez del fenómeno dentro de una búsqueda verdadera y un deseo de pertenecer y de identificarse.

Descendientes del pueblo de Israel en materia y espíritu

¿Por qué retornar a los hijos de padres judíos al pueblo de Israel? ¿Por qué no conformarse con aquellos que son judíos de nacimiento y siempre se quedaron dentro de nuestro pueblo? ¿Quién nos obliga a ayudar a los judíos dispersos y descendientes de judíos, los cuales por “accidentes históricos” se separaron del pueblo de Israel pero piden retornar y ser parte de la familia? ¿No nos alcanza con los problemas que ya tenemos que debemos buscar problemas nuevos? Esta pregunta es, a mi forma de ver las cosas, una pregunta ideológica, halájica, moral y actual, la cual justifica un artículo completo que ya escribiremos.

Sin embargo, en el caso de los jóvenes polacos, la situación es distinta. Ante todo, sus padres o sus abuelos eran para del pueblo judío, a veces por parte materna y a veces por parte paterna. En segundo lugar, ellos mismos no dudan del judaísmo, declaran ante todos “soy judío en Polonia”. Es una valiente y verdadera afirmación, la cual debemos escuchar. Muchos accidentes históricos, hicieron que personas y familias completas se desconecten del pueblo de Israel. A veces por elección, pero generalmente de manera forzada. Desde la inquisición, pasando por los pogromim y el antisemitismo, y llegando a la shoá. Quisieron desconectar a los judíos del judaísmo y de sus hermanos judíos, sin embargo D-ios, vestido de ángel, devuelve a nuestros hermanos a sus casas y sus familias.

Pareciera que muy poca gente piensa en el futuro del pueblo de Israel. Muchos se ocupan del pasado y de la historia, pero pocos del futuro. ¿Qué hacemos para no perder al pueblo judío en la diáspora, y quizás en el Estado de Israel?

No se puede hablar de la existencia del pueblo judío en términos numéricos y estadísticas. Las señales existentes en el pueblo judío en el siglo XXI son por un lado señales de debilitación espiritual y demográfica – shoá, asimilación, pérdida de la identidad judía, alejamiento del judaísmo y baja de la cantidad de judíos en el mundo – sin embargo, por otro lado hay muchas señales de despertar espiritual, gente que se vuelve religiosa, búsqueda espiritual y búsqueda de las raíces. Por lo tanto, pareciera que además de todos los esfuerzos que se hacen en el área de la educación y del acercamiento de los corazones con el objetivo de fortalecer al pueblo judío desde adentro, debemos volver y buscar a nuestros hermanos perdidos para así fortalecer la existencia del pueblo de Israel.

Rabi Tzadok de Lublín nos enseña algo más en el significado del crisol de las diásporas y el retorno de los dispersos del pueblo de Israel. En el área de los perdidos y los dispersos, se encuentran no solo aquellos que conocemos de acuerdo a la definición halájica, y no saben que son parte del pueblo de Israel en materia y espíritu sino también aquellos que son descendientes del pueblo de Israel.

Abrir una puerta de esperanza

Los poskim (dictaminadores de halajá) de nuestra época, y en especial el Rabino Tzvi Kaliszer zt”l y el Rabino Ben Tzión Uziel zt”l, afirmaron claramente la forma de cuidar la existencia judía a nivel demográfico y espiritual. A ambos les preguntaron varias veces sobre la relación de la halajá a los hijos de un padre judío y una madre no judía. La respuesta halájica es simple y clara, “su hijo es como ella”, si la madre no es judía, el niño tampoco lo es. No hay duda sobre esto. ¿Sin embargo cuál tiene que ser nuestra relación para con dicho niño? ¿Acaso es como todos los goyim? ¿Tiene un status especial? ¿Es mitzvá acercarlo o alejarlo del judaísmo y del pueblo de Israel?

El Rab Kalisher escribió cosas claras en este tema:

Cuando un chico es hijo de padre judía y madre no, debemos abrirle una puerta de esperanza hacerle milá, y que cuando crezca pueda rápidamente hacer de acuerdo al deseo de su padre y sumergirse en la mikve de acuerdo a la halajá. Y si no le hacen brit milá lo alejan del pueblo de Israel… y a veces pueden salir de ellos grandes sabios.

El Rabino Uziel, renovó en varias respuestas halájicas el concepto de “descendientes del pueblo de Israel” respecto a un niño que es hijo de padre judío y madre no judía. De acuerdo a su opinión, es mitzvá acercar a este niño, por su bien, por el bien de su padre y por el bien de todo el pueblo de Israel.

Pareciera ser que también respecto a judíos perdidos y esparcidos que son hijos de padre judío o abuela judía, se refirieron el Rab Kalisher y el Rab Uziel cuando sugirieron abrir las puertas y acercarlos de regreso a la tradición de Israel y al pueblo judío. Y así se cumplirá la promesa Divina.

En los pasos del ejército zarista

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Finlandia

Los cantonistas que llegaron a la tierra de los renos, decidieron quedarse allí y establecer una comunidad judía la cual existe hasta la actualidad. En la Segunda Guerra Mundial, lucharon junto con los nazis contra los ejércitos aliados.

La historia de la comunidad judía de Finlandia, la comunidad que se encuentra más al norte de Europa, es apasionante – a pesar de ser una de las comunidades más jóvenes y pequeñas del continente.

Cuando deseamos conocer una comunidad judía en la diáspora y comprender su naturaleza, una de las preguntas claves es cuáles son las raíces de los primeros judíos que allí se asentaron. No es lo mismo una comunidad donde los primeros judíos se asentaron después de la destrucción del segundo Templo o la expulsión de España, que una comunidad que comienza con sobrevivientes de la Shoá; no es lo mismo una comunidad cuyos miembros provienen de Alepo, Siria, a una comunidad de personas de Rusia y Polonia. El origen de la comunidad judía finlandesa son los “cantonistas” – los soldados judíos que sirvieron en el ejército ruso, y que con su liberación se les permitió asentarse en el país en el siglo XIX.

Finlandia no abrió sus puertas para los judíos a lo largo de la historia. Tan solo en la segunda mitad del siglo XIX, los judíos recibieron permiso de asentarse en el territorio actual de Finlandia, y solo en el siglo XX recibieron ciudadanía. El territorio actual donde se encuentra Finlandia fue durante mucho tiempo, hasta 1809, parte del reinado sueco. De acuerdo a la ley sueca, en esa época, los judíos tenían permitido vivir solo en tres ciudades principales del imperio, ninguna en territorio finlandés. En 1809, como resultado del fracaso de Suecia en la guerra ante Rusia como, Suecia perdió el control sobre Finlandia y esta última pasó a ser territorio feudal del imperio ruso. A pesar de esto, la constitución y la ley sueca se mantuvieron y así también la prohibición del asentamiento de judíos.

Sin embargo, y en contradicción de la ley local, la ley rusa permitía a los soldados judíos de su ejército que sirvieron en Finlandia durante la primera mitad del siglo XIX, asentarse en Finlandia junto con sus familias, después de su liberación y así recibir derechos como soldados. Dicha interesante decisión, del año 1858, representa el comienzo de la historia judía finlandesa.

Los soldados judíos rusos, construyeron las bases de la comunidad que existe hasta hoy en día. A los mismos, se le unieron más tarde otros judíos rusos, polacos y lituanos. Hacia fines de los años 30 del siglo XX, cerca de 250 refugiados judíos del centro de Europa recibieron permiso para ingresar a Finlandia, y en los últimos años, varios judíos de la ex Unión Soviética, de Polonia y de otros lugares del este de Europa, encontraron refugio en el país.
El primer colegio judío se abrió en 1840. La Jevre Kadisha (institución que realiza entierros de acuerdo a la ley judía) se estableció en 1864, y el primer rabino, el Rabino Naftalí Tzvi Ámsterdam, llegó a Helsinki en 1867. La comunidad judía formal fue establecida en 1903 y la primera sinagoga se construyó en 1906. En dicha época, vivían en Finlandia cerca de 1000 judíos.

El más violento triunfa

Durante el siglo XIX, los judíos en Finlandia llevaban una vida religiosa. Los soldados judíos rusos eran en su gran mayoría religiosos los cuales dejaron el barrio judío por necesidad u obligación de alistarse al ejército ruso. Los mismos, continuaron hablando idish entre ellos e incluso a cantar canciones en idish. Varias músicas de los soldados cantonistas fueron preservadas, e incluso en los casamientos había klezmers y bailaban como se acostumbraba en las aldeas judías. Por supuesto que no había ninguna asimilación ni matrimonios mixtos con las mujeres locales.

En mi visita a Finlandia le pregunté a los líderes de la comunidad, cómo encontraron los soldados judíos mujeres para casarse si no se casaron con mujeres locales. El presidente de la comunidad me relató una apasionante historia: “los soldados judíos encontraron una forma muy original de resolver el problema de hacer parejas. Los soldados se dirigieron a los rabinos de sus comunidades originales en Rusia, en Lituania y en Ucrania, y les pidieron que les envíen mujeres… y de hecho, una vez cada tantos meses llegaba un carruaje con mujeres directo al mercado donde trabajaban los jóvenes judíos que necesitaban casarse”. Los ancianos de la comunidad saben relatar que la elección de las mujeres se llevaba a cabo de la forma “el más violento triunfa”, es decir que los más fuertes de la comunidad tenían “derecho a elegir primero” a sus futuras esposas…

En 1889, el gobierno legisló una ley especial respecto a la presencia de los judíos en Finlandia y frenó sus pasos: de acuerdo a la ley, se le permitió a un par de judíos, los cuales fueron nombrados específicamente, quedarse en el país hasta nuevo aviso y vivir solo en determinadas ciudades que les fueron asignadas. Fuera de esta área se les dieron permisos de visitar temporalmente otros lugares, con validez de hasta seis meses. El decreto también declaraba que el oficio que se encontraban abierto para los judíos era: solamente el comercio de ropa de segunda mano, y se les prohibía participar en ferias o comerciar fuera del área de sus ciudades. Cualquier violación de estos límites era un decreto directo de expulsión. Los niños podían quedarse en Finlandia solo si vivían con sus padres o no se habían casado. Los judíos que fueron enlistados al ejército ruso, tenían prohibido volver a Finlandia luego de su liberación.

La lucha por la igualdad de derechos comenzó en el parlamento finlandés en 1872, pero solo en 1917, cuando Finlandia logró independencia, los judíos recibieron derechos ciudadanos. El 22 de diciembre de 1917 el parlamento autorizó la ley “los hijos de la ley de Moisés”. De acuerdo a la ley, los judíos podían por primera vez ser ciudadanos finlandeses, y judíos que no tenían ciudadanía finlandesa, tendrían los mismos derechos que otros no ciudadanos tenían.

El libro de la Torá en el frente nazi

Entre las dos guerras mundiales, la población finlandesa judía creció a 2000 personas, a consecuencia de las

inmigraciones, en especial, de la Rusia soviética a comienzos de la revolución. Durante la segunda guerra mundial, Finlandia firmó un contrato militar con Alemania, contra la Unión Soviética, y luchó junto a la Alemania Nazi. Muchos judíos finlandeses lucharon junto con el ejército alemán contra los rusos. Los miembros de la comunidad cuentan que varias veces los soldados alemanes debieron saludar a los generales judíos del ejército finlandés y respetarlos, para poder mantener el ritual militar.

Uno de los fenómenos especiales y particulares de la historia de Europa era una sinagoga del ejército finlandés en el campo de batalla. Hijos de soldados y generales judíos que sirvieron en el ejército en dicha época me contaron que había una carpa donde los judíos ingresaban a rezar durante la semana y durante Shabat. El padre del actual presidente de la comunidad, Itzjak Smoller, era el encargado de dicha sinagoga. En la carpa había un Arón Kodesh donde se encontraba un pequeño rollo de la Torá, el cual iba de lugar en lugar junto con los soldados. Los mismos se encuentran actualmente en el Beit Hamidrash de la comunidad en Helsinki, y representa la valentía judía y la preservación de la tradición.

A pesar de la fuerte presión de los nazis, las barbaridades de la Shoá no recayeron sobre los judíos de Finlandia, también gracias a que las autoridades finlandesas no aceptaron entregar a los judíos a la Alemania Nazi. De hecho, es posible afirmar que no hubo Shoá en Finlandia. El gobierno finlandés se negó a actuar contra ciudadanos finlandeses de origen judío y los judíos finlandeses continuaron disfrutando de sus derechos ciudadanos durante toda la guerra. Solo en un caso, los finlandeses permitieron la expulsión de refugiados judíos de Austria y de los países bálticos, y también esto se detuvo luego de que los primeros judíos fueron expulsados y asesinados. Cristianos finlandeses incluso crearon en su memoria el pueblo “Yad Hashmoná” en los montes de Jerusalem (al momento de escribir este artículo, recibí interesante información del Dr. Efraim Zorof, Director del Centro Wisenthal, el cual sostiene que últimamente se ha descubierto información interesante de acuerdo a la cual, Finlandia entregó a la Alemania Nazi soldados judíos–rusos. De acuerdo al pedido del Dr. Zorof, se estableció una junta de investigación en Finlandia).

Continuidad histórica

En Finlandia viven actualmente 1500 judíos, 1300 en Helsinki (la capital) y 200 en la ciudad Turku. La comunidad judía en Tampere cerró sus actividades en 1981.

Los grupos que forman la comunidad son descendientes de los soldados judíos-rusos, israelíes que emigraron a Finlandia y algunos inmigrantes de Rusia. Debido a que los judíos continuaron viviendo en Finlandia durante la Segunda Guerra Mundial, la continuidad entre los inmigrantes rusos y la comunidad actual no se detuvo. La mayoría de los miembros de la comunidad son finlandeses, nacidos en Finlandia, nietos de finlandeses que descienden de los cantonistas judíos. El rabino de la comunidad finlandesa, el Rabino Moshé Edelman, describe la particularidad de la comunidad y explica: “esta comunidad del norte de Europa, estaba prácticamente aislada del mundo judío debido a su ubicación geográfica, pero logró construir y preservar su vida judía. La vida judía preservó la continuidad entre el pasado del Shtetl y el presente de la comunidad”.

Uno de los relatos que demuestran el deseo de preservar la continuidad histórica comunitaria, es la restauración de la sinagoga hace dos años, en honor a los 100 años de existencia. Los líderes de la comunidad, trajeron artistas expertos en la preservación de edificios. Los mismos, quitaron las capas de color que se fueron juntando durante los años hasta que llegaron a la capa de color original y llevaron al edificio a su situación original hace 100 años atrás. Todo esto, con el objetivo de preservar el pasado y crear una continuidad histórica.

La mayoría de los israelíes llegaron allí siguiendo a parejas finlandesas que conocieron en Israel o buscando trabajo en uno de los países europeos de más alto nivel respecto a las condiciones sociales que tienen sus ciudadanos.

En comparación con otras comunidades del mundo judío, donde los israelíes se encuentras desconectados de la comunidad judía y viven aparte, en Helsinki son parte integral de la comunidad. La llegada de los israelíes reforzó a la comunidad tanto a nivel social como espiritual, y sin su llegada, el colegio comunitario se hubiese cerrado por falta de alumnos. De los 120 alumnos que hay en el colegio judío, 60 son hijos de familias israelíes. Sin duda alguna, hay aquí una paradoja y dilema interesante: la salida de Israel debilita al Estado Judío pero refuerza a la comunidad judía de la diáspora. Una de las características de la comunidad de Helsinki es la unión y la conexión que existe entre los distintos grupos de la comunidad. Los más veteranos y también los nuevos, los finlandeses y los israelíes, los ashkenazim y los sefaradim, todos actúan en conjunto y crean una gran familia, una comunidad esplendorosa.

A pesar de ser una comunidad pequeña, la comunidad de Helsinki brinda todos los servicios necesarios para los judíos que piden preservar la identidad judía y la vida religiosa. En la comunidad hay una sinagoga, un colegio diario, un jardín de infantes, un geriátrico, jevre kadisha, un movimiento juvenil Macabi, un emisario de Jabad, un restaurante y caitering kosher, un negocio kosher, mikve y rabino. En el Beit Hakneset se llevan a cabo tefilot de shajarit y arvit todos los días y cada Shabat decenas de miembros de la comunidad vienen a la plegaria y al kidush.

Los esfuerzos de la comunidad judía de Helsinki para mantener la llama judía encendida dan tremenda satisfacción y aseguran el futuro de la comunidad en el país más al norte de Europa y una de los más fríos del mundo.

Familia en el lejano norte

Oslo, Noruega

A pesar de una larga tradición de antisemitismo, los judíos de Noruega disfrutan actualmente de suma tranquilidad y de los más extraños Shabatot, los cuales durante el verano terminan el domingo

Nosotros asociamos a Oslo principalmente con política, debido a los famosos acuerdos, pero la misma es a su vez, una comunidad judía resplandeciente. La comunidad de Noruega no es muy amplia: la historia es corta y el número de judíos a lo largo de los años es pequeño. Sin embargo, se trata de una base comunitaria ejemplar y una vida judía muy ramificada.

Como en el resto de los países escandinavos, el asentamiento judío llegó a Noruega relativamente tarde. Comunidades estables, se formaron solamente a fines del siglo XIX. La falta de judíos en la tierra de Noruega coincide con el hecho de que Escandinavia ha sido una especie de periferia europea a lo largo de la historia. En la mayoría de los países europeos hubo comunidades judías a fines de la edad media, pero no en Escandinavia.

De todas maneras, existieron huellas judías antes del siglo XIX. En el siglo XX el rey noruego, Olev Dan Hellige, prohibió que todo aquel que no es cristiano viva en el país; pero en la época del rey Cristian IV, rey de Dinamarca y Noruega (1588-1648) encontramos la primer referencia oficial a los judíos.

El rey Cristian creía que los judíos podían ayudar a su país, pero debido a la resistencia de los curas, debió aceptar que los mismos vivan únicamente en Shelsoig-Olstein, bien lejos, al sur del reinado. El mismo rey declaró la libertad de culto, tanto en Dinamarca como en Noruega, y en 1630 les permitió a los judíos moverse y comerciar en todo el reinado. Se trataba de judíos sefaradíes, quienes expulsados de España y Portugal, se asentaron en Hamburgo y en Ámsterdam, y luego recibieron un permiso especial para ingresar a Noruega. A diferencia de otros países, los judíos no fueron obligados a vivir en guetos y en calles judías especiales, ni a vestir ropas que los diferencien. En 1641, el rey expandió dichos decretos también a los judíos ashkenazíes, los cuales escaparon de Europa del Este y Central.

Bajo el gobierno de su heredero, el Rey Frederik III (1648-1670), los judíos vivieron en condiciones un poco más difíciles. Cuando Noruega se unió con Dinamarca bajo el gobierno de Cristian V, en 1687, la prohibición de que los judíos vivan en el país fue restaurada y los judíos fueron expulsados. En conclusión, la presencia judía en Noruega entre los siglos XVII y XVIII fue solo un corto episodio que no dejó impresiones. Puede ser que parte de los judíos portugueses se quedaron en el reinado, que era más tolerante hacia ellos que hacia los ashkenazíes, pero en caso que lo hayan hecho, posiblemente fueron convertidos al cristianismo por voluntad propia.

La constitución noruega y la oposición a los judíos

En 1814, Noruega se independizó de Dinamarca y fue escrita la primera constitución. El texto era liberal y relativamente avanzado, pero determinaba que la religión oficial era el protestantismo luterano y los judíos y los jesuitas tenían prohibido ingresar a dicha tierra. La constitución era bastante abierta respecto a niños, mujeres y minorías, pero no hacia judíos. La discusión respecto al artículo “judío” fue larga y tensa, y duró 37 años. La prohibición de la entrada de judíos a Noruega fue quitada solo en 1851, en especial gracias a la lucha intensa y continua del escritor y luchador por la libertad, Henrik Wargelnad (1808-1845) y con la ayuda de amigos iluminados, de la legislatura, que se opusieron al “artículo judío” basado en el valor del hombre.

Los argumentos utilizados en el gobierno por quienes estaban a favor del boicot a los judíos no eran argumentos religiosos, sino una percepción política y una visión negativa de los judíos, su naturaleza, su forma de comportamiento y su falta de capacidad aparente de amoldarse a la sociedad económica. A diferencia de Noruega, que cerró sus puertas a los judíos, Suecia y Dinamarca adoptaron un comportamiento exactamente contrario.

Sin embargo, el odio a los judíos no desapareció del todo en el parlamento noruego. En el año 1929 nació la famosa prohibición del faenamiento ritual judío (shejitá) la cual existe hasta el día de la fecha. La razón por la cual la shejitá está prohibida, no es moral, como hubiésemos pensado, y no tiene nada que ver con los animales, sino con los que los comen. En las discusiones en el parlamento hablaron sobre los “judíos bárbaros” y esperaron que la prohibición de la shejitá convenza a varios judíos de abandonar el reinado.

El comienzo de la comunidad judía

Luego del cambio de la constitución y de la autorización del ingreso de judíos, comenzaron a llegar judíos en cantidades pequeñas, especialmente de Polonia y Lituania. Los listados dicen que desde 1875 llegaron tan solo 25 judíos para asentarse en el país. En junio de 1892 fue establecida la primera comunidad judía oficial en Cristianía (actualmente Oslo). Al comienzo se llamaba “la comunidad judía de Cristianía” pero luego el nombre fue cambiado a “la comunidad moshea” (de la palabra Moshé). En ese entonces había 214 judíos en Noruega, y 136 de ellos vivían en Cristianía.

Durante los próximos 30 años, el número de judíos en Noruega creció de 642 personas a 1457 debido a la opresión en Europa Oriental y a las dificultades de la Primer Guerra Mundial. Fue aproximadamente en ese momento, en que la comunidad de Trondheim fue establecida como segundo centro del judaísmo noruego.

La sinagoga de la comunidad fue construida en 1920. La misma es conocida por su techo original y el diseño del mismo en forma de talit (manto ritual), y por la escritura “Cuan buenas son tus tiendas Yaacov, tus casas Israel”, en la entrada del templo. Una de las características de dicha sinagoga, que no he visto en otros lugares más que en Escandinavia, es el lugar y la altura del Arón Hakodesh (el arca sagrada). El Arón Hakodesh y a su lado el lugar de la prédica del rabino, se encuentran en una altura muy elevada. Para llegar allí, hay que subir varias escaleras, las cuales llevan a una altura de entre cuatro y cinco metros del suelo. Cuando el Rabino predica, se encuentra más cerca del cielo que de la tierra y de los feligreses…

Últimamente, el Beit Keneset fue reformado, y el edificio de la comunidad, el cual sirve a distintas instituciones, fue reformado.

La comunidad judía de Trondheim, fue establecida en 1905. Al comienzo de los años veinte, la comunidad adquirió un edificio que antiguamente sirvió como estación de tren municipal, y lo rediseñó como sinagoga y colegio comunitario. La sinagoga fue inaugurada en 1925 y se glorifica en ser el Beit Hakneset más al norte del mundo. Dicho edificio, fue utilizado por los Nazis durante la Segunda Guerra mundial como depósito de mercadería y por tal motivo sufrió muchos daños. En 1947 fue renovado y reinaugurado. A pesar de que todo su contenido interno fue destruido, algunos de sus artefactos sagrados fueron salvados por la iglesia metodista y fueron guardados en secreto durante la guerra. Hoy en día viven en la ciudad cerca de 150 judíos.

La época de la shoá

La actitud negativa hacia los judíos no es expresada únicamente en la historia antigua, sino también durante la shoá. Noruega no actuó como sus vecinos y no asistió a los judíos.

Cuando los alemanes invadieron el país en 1940, vivían allí 1800 judíos. El gobierno se rindió y comenzó un gobierno de cooperación de la mano de Vidkun Quisling, el cual rápidamente recibió e implementó el pedido de los nazis de legislar leyes anti judías. En 1942, cuando los alemanes pidieron que los judíos noruegos sean enviados a los campos de concentración, el gobierno aceptó y envió 770 judíos. La mayoría fueron asesinados en campos de exterminio. También el Rabino Itzjak Yulius Samuel, rabino de la comunidad, fue expulsado y asesinado por los nazis. Es importante señalar que a pesar de que se le ofrecieron al rabino escaparse a Suecia junto con su familia, el Rabino se negó a dejar su comunidad. Su esposa e hijos llegaron a Israel luego de la guerra, y la mujer atestiguó contra Adolf Eichman en su juicio en Jerusalem. En 1996, luego de mucha presión pública y periodística, el Ministerio de Justicia convocó a un comité especial para que evalúe el tema de la devolución de propiedades judías que fueron confiscadas por el gobierno.

Noruega, de hecho, es uno de los dos países del mundo en que no hay posibilidades de juzgar a criminales de guerra nazis debido a que recae sobre ellos “la ley de lo obsoleto” (de acuerdo a Dr. Efraim Zorof, Merkaz Wisenthal).

Pero ésta no es toda la imagen de Noruega: en paralelo al gobierno de cooperación con los nazis, había un grupo de competencia, el cual logró evacuar 2/3 de los judíos del país, 930 personas, al límite con Suecia y así salvarlos.

La renovación de la comunidad

Luego del fin de la guerra, la comunidad judía de Oslo fue re-establecida por sobrevivientes que retornaron. De manera increíble, la sinagoga de Oslo no sufrió daño alguno. La misma, fue utilizada como depósito de libros nazis y de patrimonio judíos confiscado, e incluso los rollos de la Torá quedaron intactos. La sinagoga volvió a funcionar nuevamente bajo la dirección del Rabino Zalman Áronson, pero se achicó bastante. En 1947, el gobierno permitió el ingreso de unos cuantos cientos de refugiados judíos, en su mayoría de Hungría. En 1969, fue construido un centro comunitario al lado de la sinagoga.

Uno de los fenómenos más especiales de la comunidad judía en Oslo es la cadena familiar rabínica. El Rabino Michael Malchior sirvió durante años como rabino de la comunidad de Oslo y asistió activamente en el renacimiento y fortalecimiento de la misma, A la vez que continúa un linaje rabínico en general y en los países escandinavos en particular, desde el siglo XVIII. Actualmente, su hijo el Rabino Yoav Malchior (egresado de Strauss-Amiel), sirve como rabino de la comunidad y continúa con la tradición familiar. El Rabino Michael Malchior recibió el título de honor de “Gran Rabino de Noruega”, por parte de la comunidad, como reconocimiento de su importante actividad por la comunidad durante sus años de servicio a la misma.

Geografía y halajá

Generalmente, los factores que influencian las características de una comunidad, son la historia y la geografía. En el caso de Noruega, la ubicación geográfica influencia sumamente al cumplimiento de las mitzvot.

En los países nórdicos de Europa, hay graves problemas halájicos a mediados del verano y a mediados del invierno, debido a que las noches y los días se vuelven muy largos. El día no comienza o termina como estamos acostumbrados, y esto influencia en temas tales como Shabat, la cuenta del omer, tevilá y demás.

Hay veces que Shabat ingresa a las 14hs del viernes y sale a las 15:00hs del sábado y en el verano ingresan a media noche, a eso de las 24:00hs del viernes y sale a la medianoche del sábado – o mejor dicho a la madrugada del domingo, a eso de la 1:30…

A pesar de que hay distintas opiniones halájicas y distintas costumbres, los miembros de la comunidad judía de Oslo acostumbran rezar la plegaria de motzaei Shabat luego de plag haminjá, cuando aún es de día, hacer havdalá con vino sin especias aromáticas ni fuego, y avisar a todo el público que Shabat aún no salió y que está prohibido violar el shabat. En otros lados, se van a dormir y el domingo por la mañana realizan havdalá completa.

Surgen a su vez preguntas respecto al horario de ponerse tefilín y decir shemá Israel, tevilá de las mujeres en la mikve cuando aún no es de noche y cuando tres estrellas solo aparecerán a las 2:00am….

Respecto a lugares donde el sol no sale (o no cae), en pleno invierno (o pleno verano), hay dos métodos halájicos principales. Hay quienes dicen que el día se fija a nivel astronómico, es decir cuando se completa una vuelta de la tierra sobre sí misma, más allá de si salió o no el sol (Rambam en Moré Nebujim, Ibn Ezra al libro de Bereshit).

El Rabino Shlomo Goren zt“l, sostenía de otra manera. El mismo, decía que en el verano nórdico, la media noche (alrededor de las 24:00) es el momento del atardecer, y en seguida después de esto comienza el amanecer. El principio que guía dicho método es que cuando hay una noche corta, incluso de unos pocos minutos solamente, por supuesto que el comienzo de la noche es el atardecer y el principio de la misma el amanecer; en base a eso, incluso cuando no hay noche, la medianoche sigue siendo el momento de transición entre un día y el otro. Y lo mismo respecto al invierno, donde el sol ni siquiera sale. El medio día (a eso de las 12:00), es el momento de transición entre un día y el otro. De acuerdo a su opinión, en el verano, Shabat comienza a medianoche del viernes y sale a medianoche del sábado y en el invierno comienza a mediodía del viernes y sale a mediodía del sábado.

Cuando le pregunté al Rabino Michael Malchior y a su hijo el Rabino Yoav que es lo que particulariza a la comunidad de Oslo, me contestaron unánimemente: “la comunidad judía de Oslo es como una familia. Hay lugar para todo judío y se preocupa por las necesidades espirituales y culturales de todos sus miembros”. A pesar de los pronósticos negros respecto a su continuidad, la misma continúa existiendo e incluso se renueva y fortalece.

Idilio en un país laico – Parte 1

Por Rabino Eliahu Birnbaum

Suecia

Los ortodoxos y los liberales comparten una misma institución con una coexistencia ejemplar, la guerra dejó recuerdos de sensibilidad humana y solo la prohibición de realizar shejitá (faenado ritual) irrita.

Tres cosas caracterizan a la comunidad judía de Suecia del resto de las comunidades: en primer lugar, la mayoría de sus miembros son sobrevivientes de la shoá o segunda y tercera generación de los mismos. En segundo lugar, la comunidad está construida bajo la estructura de “comunidad unida”, como era popular en Alemania antes de la “separación de las comunidades”. En tercer lugar, Suecia es el país más laico del mundo. Todas estas cosas le otorgan a la comunidad judía de Suecia, la cual cuenta con 18.000 miembros, una gran particularidad.

Minián en el siglo XVIII

El primer judío que recibió permiso para asentarse en Suecia fue Aharón Aizik, comerciante alemán, que llegó a Estocolmo en 1774. Luego de muchas dificultades recibió un permiso para quedarse, y trajo a su familia y junto con ella la cantidad de personas necesarias para completar un minián. De acuerdo a la ley que legisló el rey Gustavo III, solo a los cristianos se les dio permiso para vivir en el país. A Aharón Aizik, el primer judío de Estocolmo, se le ofreció ciudadanía si aceptaba convertirse al cristianismo. Su respuesta – “no me convertiré ni por todo el oro del mundo” – impresionó al Lord, gobernador de Estocolmo, y éste ofreció enviar una carta de queja al rey Gustavo III. En consecuencia, el rey le dio ciudadanía como el primer sueco judío.

Aharón Aizik y el resto de dichos padres fundadores compraron tierras, establecieron un cementerio y trajeron a un rabino que sirvió como líder espiritual y profesor. También establecieron una jevra kadishá (asociación que se ocupa del entierro de los difuntos judíos). Los lugares donde podían asentarse estaban limitados por la ley, como establecían “las reglas judías de 1782”. Los judíos podían trabajar solo en determinados oficios y tenían limitaciones en sus trabajos. En dicho año se les fue permitido a los judíos construir sinagogas, realizar plegarias comunitarias y ejecutar trabajos que no estaban controlados por los gremios locales.

El proceso de emancipación de los judíos comenzó en 1838, cuando el rey Carlos XIV quitó parte de las restricciones sobre los judíos, y les dio protección legal y varios derechos civiles. Una de las últimas prohibiciones, la prohibición de tener un cargo político, fue quitada solo en 1951.

La población judía creció significativamente en la segunda mitad del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, en la época de las grandes olas migratorias de los judíos de Rusia y Polonia. En 1920 la comunidad judía de Suecia contaba con 6500 personas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Suecia fue neutral. A pesar de que varios ciudadanos apoyaron a los nazis a fines de los años ´30 y ´40 y que Suecia tenía relaciones diplomáticas con Alemania, los judíos no fueron perseguidos. Los judíos suecos estuvieron directa e indirectamente relacionados en varios intentos de salvar vidas durante la guerra. A pesar de que muchas personas conocen la ayuda que los judíos de Suecia y sus ciudadanos brindaron a los judíos dinamarqueses en octubre de 1943, muy pocos conocen otro tipo de acciones de rescate que estos ofrecieron.

Las puertas de Suecia estuvieron abiertas para 900 judíos de Noruega en 1942, y así se estableció el precedente que salvó a los judíos de Dinamarca en octubre de 1943: cerca de 8000 judíos dinamarqueses se escaparon a Suecia en cientos de barcos de pesca y otro tipo de embarcaderas pequeñas. Los mismos, recibieron información sobre planes secretos de detenerlos y echarlos de su lugar durante los Iamim Noraim (las altas fiestas), y la organización clandestina dinamarquesa logró evacuar a la mayoría de los judíos a Suecia en barco. La mayor parte de los judíos dinamarqueses retornó a Dinamarca después de la guerra.

Durante los seis meses entre julio de 1944 y enero de 1945, cientos de miles de judíos húngaros fueron salvados de Budapest por el diplomático Raul Walemberg, el cual fue conocido por sus actividades para salvar a judíos y el cual representa gran orgullo para Suecia hasta hoy en día.

A pesar de toda la ayuda y todo el apoyo para salvar judíos, una nube aún oscurece los cielos de la historia sueca-alemana: un asunto complicado de venta de hierro de Suecia a Alemania, y un traspaso de oro nazi a Suecia durante la guerra. El asunto se encuentra bajo investigación de una junta especial que fue reunida por el gobierno sueco en 1997.

La mayoría de los judíos suecos actuales llegaron al país después de la shoá, como refugiados de campos de concentración. Su ingreso fue permitido por Suecia inmediatamente después de la finalización de la guerra. Entre los miles que llegaron al reinado norte, cerca de 7000 pidieron asentarse; el resto, la mayoría, se fue a Israel o a Estados Unidos. Dicha inmigración duplicó, ya en ese momento, la cantidad de judíos en Suecia. En 1956 llegaron sobrevivientes judíos húngaros, y nuevos inmigrantes llegaron de Polonia en 1968, durante la ola de partida y expulsión de los judíos de allí. A lo largo de los últimos años se unieron judíos de Rusia y de Israel a los veteranos de la comunidad.

Sobrevivientes de la shoá viven en muchas comunidades alrededor del mundo, sin embargo Suecia, me parece que es una de las tres comunidades donde los sobrevivientes de la shoá son la mayor parte de la comunidad – junto a Hungría y Australia. Dicho marco trae distintos fenómenos, entre ellos la brecha de matrimonios mixtos entre la segunda y la tercera generación. La segunda generación, hijos de sobrevivientes, continuaron cumpliendo con la tradición judía y se casaron con judíos. Luego de la shoá, casamiento con mujeres no judías podía ser un daño muy grande hacia los padres, los cuales sufrieron antisemitismo y sobrevivieron los campos de concentración. Sin embargo, la generación de los nietos o de los bisnietos no siguió con dicha tradición, y el porcentaje de matrimonios mixtos subió dramáticamente.

Las iglesias desérticas

Suecia es el país más laico del mundo: ¡solo un uno por ciento de todos los ciudadanos del país se definen como religiosos! Y cuando los no judíos no van a la iglesia, los judíos no van a la sinagoga… los judíos no viven en la diáspora en una isla desierta. Ellos son parte de la sociedad, la cultura y la mentalidad. Tienen influencia del folklore, de los gustos y los olores del lugar donde viven y esto también se manifiesta respecto a la religión.

La comunidad judía de Estocolmo es conocida como una comunidad unida. Todas las sinagogas, sin diferenciar a qué rama pertenecen, son parte de una única organización. Las comunidades en Escandinavia en general y en Suecia y Estocolmo en particular, recibieron una gran influencia de las comunidades alemanas, tanto respecto a la versión de la plegaria (ashkenaz) como respecto a la estructura comunitaria.

Lo que caracteriza a las comunidades unidas es que éstas sirven tanto a los judíos que se definen como ortodoxos, como a los judíos que se definen conservadores o reformistas. La comunidad no da preferencia a una rama o a la otra. En dicha estructura comunitaria, dos corrientes judías forman una comunidad, con un presidente, un presupuesto, un servicio de tzedaká y un cementerio. La diferencia se representa en el hecho de que cada cual tiene su propia sinagoga.

Tal organización fue el motivo de discusión en Hungría y Alemania a fines del siglo XIX, cuando rabinos ortodoxos, entre ellos el Rashar Hirsh, pidieron separar a las comunidades ortodoxas del público unido donde se encontraban tendencias liberales. En oposición a ésto, escribe el Rabino Hildesheimer que “no solo que está permitido mantener una unidad comunitaria entre los judíos reformistas y los ortodoxos en situaciones donde es permitido asegurar la integridad de la posición ortodoxa” sino que hay en esto un “acto de nobleza” para mantener la existencia judía. El Rabino Hildesheimer sintió que los ortodoxos tienen la obligación de cooperar con sus hermanos judíos en temas comunitarios comunes, incluso cuando las instituciones que se ocupan de esto son liberales.

De acuerdo a lo que tengo entendido, desde que se separaron las comunidades en Alemania, no quedaron allí comunidades unidas (a pesar de que la organización paraguas de todas las comunidades alemanas es común para los ortodoxos y liberales). Hoy en día, viven en Estocolmo en paz y de manera ejemplar, dos comunidades. Cada comunidad guarda su característica especial y una sinagoga de acuerda a su estilo, sin embargo el edificio comunitario es uno, para ambos y se maneja con respeto mutuo. En estos días, una mujer fue elegida como rabino de la comunidad conservadora en Estocolmo, por primera vez en la historia de la comunidad (¡en Suecia, prácticamente la mitad del parlamento son mujeres!). El Rabino Yitzjak Najman (egresado de Strauss-Amiel), rabino de la comunidad ortodoxa, fue recientemente coronado en un acto impresionante y emotivo.

Leer la parte 2

Idilio en un país laico – Parte 2

Rabino Eliahu Birnbaum

Se salvó de la noche de los cristales rotos

Actualmente, hay en Estocolmo tres sinagogas. La más grande es la conservadora, la cual es conocida como La Gran Sinagoga. Las otras dos sinagogas pequeñas son ortodoxas – Adat Israel y Adat Ieshurún.

La Gran Sinagoga de Estocolmo

La Gran Sinagoga fue establecida en 1870, el año en que fueron quitadas las limitaciones respecto al aspecto legal de los judíos de Suecia, y los mismos recibieron emancipación total. En cuanto a su estilo y su tamaño, la Gran Sinagoga de Estocolmo sigue la tradición de las sinagogas monumentales que fueron construidas en Europa, entre ellas sinagogas sobresalientes tales como la nueva sinagoga de la calle Oranienburger en Berlin (la cual fue construida entre 1859-1966 y destruida en 1938) y la Gran Sinagoga de la calle Dohany en Budapest (construida entre 1854-1859). El estilo arquitectónico fue inspirado por la arquitectura oriental, y el objetivo de dicho estilo era revivir el pasado espléndido del pueblo judío en Israel y en la España medieval.

La Gran Sinagoga de Estocolmo pertenece al judaísmo liberal; en el pasado pertenecía a la comunidad reformista pero actualmente se relacionó con el movimiento conservador. Así como en sinagogas reformistas de la Alemania del siglo XIX y comienzos del siglo XX, las plegarias de Shabat y festividad son acompañadas por un organista (no judío), y cántico de un coro mixto. La galería está reservada para las mujeres, y el lado izquierdo de la planta baja pertenece a los hombres. De la parte derecha está permitido sentarse mezclado. Las plegarias son en sueco y en hebreo, y tienen lugar todos los shabatot, festividades, lunes y jueves.

La historia de la sinagoga ortodoxa Adat Ieshurún es muy interesante, está amueblado con bancos, mesas, puesto para el oficiante y aharón kodesh (arca sagrada) que en su momento formaron parte de una pequeña sinagoga de Hamburgo, Alemania. La sinagoga sobrevivió milagrosamente a la “noche de los cristales rotos” (9 de noviembre de 1938), donde fueron quemadas y destruidas casi todas las sinagogas de Alemania. La comunidad judía de Hamburgo logró de forma increíble enviar los muebles a Estocolmo a comienzos de la guerra.

Adelante Bnei Akiva

Más alla de la comunidad de Estocolmo, hay comunidades judías en las ciudades de Malmo y Gotemburgo.

Comunidades adicionales se encuentran en Boras y Uppsala, y algunos judíos viven en Helsingborg, Lund, Norrkoping y Vaxjo.

En Malmo hay una sinagoga ortodoxa y una comunidad activa que cuenta con jardín de infantes. El movimiento juvenil

Sinagoga de Malmo

principal es Bnei Akiva. El mismo no solo sirve como movimiento juvenil sionista sino que también invierte en acercar a los jóvenes a su identidad judía. Los emisarios de Bnei Akiva en Escandinavia, Elad Meir y su esposa Sari (también ellos egresados de Strauss – Amiel), trabajan fuertemente para poder llegar a todas las comunidades, grandes y pequeñas, y a cada joven judío, y así profundizar en la identidad judía y sionista.

En Estocolmo hay un colegio judío de nombre Hilel. El colegio primario trabaja de forma normal, contiene estudios laicos y judíos en conjunto. Sin embargo, el secundario judío de Estocolmo, es a mí parecer único, en comparación al resto de los colegios judíos del mundo: se trata de 4 clases judías las cuales funcionan dentro de un secundario no judío. Los judíos estudian en clases separadas todas las materias, tienen un comedor kosher, y por supuesto no estudian en Shabat y festividades – pero son parte del secundario no judío, y así reciben el apoyo económico del estado. El último año, el Ministerio de Educación pagó todos los gastos de los preparativos para pesaj, incluyendo la limpieza de la cocina, la kasherización y la compra de matzot…

Vacas sagradas

Suecia es conocida también por la prohibición de realizar shejitá. Los miembros de la comunidad deben traer carne kosher de otras partes de Europa. La prohibición de la shejitá es una larga historia de la Europa Moderna, la cual comenzó en Suecia en 1864. Luego de que el gobierno nazi subió al poder intentaron extenderlo a otras partes de Europa, en general sin mucho éxito.

La comunidad judía de Suecia hace grandes esfuerzos para cambiar la ley en el Parlamento local y permitir la shejitá. Una de las formas más originales que hay es una coalición entre judíos y árabes. Como es sabido, también los musulmanes hacen faenado ritual de animales, y también el faenado de ellos está prohibido. Suecia abrió sus puertas más que cualquier otro país europeo a la inmigración musulmana, y hoy son cerca de 450.000 dentro de 9 millones de ciudadanos (6%). Un tercio de los habitantes de la ciudad Malmo, la tercera más grande del país, son inmigrantes musulmanes. Por lo tanto, es posible que la redención en el tema de la shejitá provenga de los musulmanes.

Cuando le pregunté a la presidente de la comunidad de Estocolmo por qué el tema de la shejitá es tan importante para ella, y si la comunidad tiene pensado establecer un sistema de shejitá local si la ley es autorizada, ella respondió: “no estoy segura que comencemos a realizar shejitá en Suecia, pero como judíos orgullosos que vivimos en un mundo libre y democrático, no estoy dispuesta a que no nos dejen vivir con libertad en este país y realizar shejitá como creamos correcto. Tanto a nivel teórico como a nivel práctico”.

Grande y abierta

Por Rabino Eliahu Birnbaum

La judería argentina es conocida por su fuerza numérica e institucional – y por el gran porcentaje de asimilación. Una travesía a la tierra alternativa, que comenzó con la visión colonial del Barón Hirsch y finaliza con el proceso de muchas personas que se han vuelto religiosas, el cual deja a varias otras sin respuesta.

Argentina

Detalle_interior_Gran_Templo_Paso_iluminado,_Buenos_Aires“¿La tierra de Israel o Argentina?” – así se preguntó Herzl en su libro “El Estado de los Judíos”. Hace ochenta años, Herzl se preguntaba si convenía establecer el estado judío en la tierra histórica o en la tierra geográfica, y dejó algunas explicaciones por las cuales quizás convenía elegir a Argentina como la casa nacional del pueblo judío: “Argentina es uno de los países más ricos en recursos naturales, con un territorio enorme, una población débil y un clima promedio. Será para el bienestar de la República Argentina el otorgarnos parte de su territorio…”. Herzl sugirió que en un tema tan importante como éste, debía ser decidido por la “Asociación Judía”, en nombre de todo el pueblo judío, y como es sabido, el pueblo judío decidió a favor de la Tierra de Israel. Sin embargo, no es posible ignorar la belleza de esta tierra la cual es conocida por muchos como: “Paris de Sudamérica”. A lo largo de los años se estableció el Estado de Israel, sin embargo en Argentina también se estableció una gran comunidad. Una de las características de dicha comunidad es la profunda ideología sionista. No es casualidad que cerca de setenta mil judíos hicieron aliá a Israel a lo largo de los años.

Judíos en cantidades

La judería argentina es la más grande de Latinoamérica y una de las seis comunidades judías más grande del mundo, luego de Francia, Inglaterra y Rusia. Hoy día viven en Argentina cerca de 200.000 judías, sin embargo en los años sesenta había cerca de medio millón de judíos allí. La mayoría de los judíos viven en Buenos Aires, la capital; algunos viven en otras ciudades y pocos en las zonas rurales del país. Entre las comunidades de fuera de Buenos Aires, se encuentran Rosario, Córdoba, Tucumán, Mendoza, Paraná, Mar del Plata y Bariloche.

La mayoría de los judíos son ashkenazíes y una gran minoría – cerca de un 15% – sefaradíes. Los judíos llegaron a la Argentina desde Europa Central y Oriental, y de Siria, Turquía y Marruecos. La primera comunidad judía se estableció en Buenos Aires en 1862. Su cantidad de miembros era pequeña, y la cantidad de matrimonios mixtos bastante grande. La primera comunidad sefaradí se estableció treinta y cinco años después, casi a fines del siglo XIX.

Los progroms, las persecuciones y la pobreza en Europa Oriental llevaron a la gran emigración a la Argentina (antes que eso hay testimonios de judíos anusim que llegaron al país pero no quedó rastro alguno de ellos). Ellos llegaron principalmente de Galicia, Polonia y Rusia, y buscaban un mejor lugar para establecer su casa. Parte de ellos se asentaron en las ciudades y parte en los asentamientos agrícolas. Así como en Estados Unidos, la gran ola de inmigración tuvo lugar en la última década del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La cantidad de judíos argentinos creció de cerca de seis mil judíos a más de cien mil.

Las colonias del BarónBaron_hirsch

El comienzo del asentamiento judío en Argentina está relacionado con las colonias del Barón Maurice de Hirsch – un fenómeno único de Argentina.

A pesar de que actualmente la mayoría de los judíos viven en las ciudades, y en particular en la capital, los primeros judíos llegaron al país justamente a través del intento del Barón Hirsch de asentar a las masas de judíos del imperio zarista en zonas agrícolas en el mundo. El Barón Hirsch estableció la organización J.C.A mediante la cual llegaron a Argentina cerca de 1000 familias de Rusia, Ucrania, Polonia y Rumania. El comienzo del asentamiento judío tuvo lugar en un pueblo llamado Moisesville en el año 1889. La mayoría de las familias llegaron de Besaravia, escapándose de los pogroms y de un ambiente anti-judío. La industria del asentamiento se extendió tanto que a comienzos del siglo XX había en Entre Ríos, la cual fue brindada para el asentamiento, cerca de 170 pueblos rurales y ranchos agrícolas judíos.

Tan solo en Clara, por ejemplo, había 19 pueblos judíos, entre ellos con nombres tales como “Rosh Pina”, “Even Harosh”, “Rachel” e incluso “Kiriyat Arba”. Los judíos trabajaron la tierra, criaron ganado e incluso elaboraron productos lácteos. Dichos judíos eran conocidos por todos como los “gauchos judíos”. Y además de la necesidad de escapar a los pogroms, vieron un ideal en volver a trabajar la tierra tal como lo hacían en la época del Tanaj. Los gauchos judíos eran en su enorme mayoría religiosos, cuidaban Shabat y festividades, hablaban idish, rezaban en la sinagoga e incluso comían guefilte fish.

El Baron Hirsch estableció un fondo de 50 millones de francos – un montó enorme para esa época – para establecer el asentamiento masivo en Argentina, el cual apuntaba a 3 millones y un cuarto de colonos a lo largo de 25 años. Sin embargo, la gran industria se encontró con muchas dificultades a lo largo de los años y se limitó a ser un proyecto de asentamiento, sin la ideología que la acompañó al comienzo. En perspectiva histórica, a pesar de que el Barón Hirsch intentó salvar a los judíos de Europa Oriental de los pogroms y permitirles mantenerse con dignidad, si su intento hubiese tenido éxito en la dimensión que él pensó, entonces Israel estaría establecida en Argentina, o por la sugerencia de Herzl o de facto.

La continuidad de la inmigración a la Argentina

A fines de los años ´20, Argentina era uno de los pocos países a los cuales los judíos podían emigrar con facilidad, luego de que las puertas de Estados Unidos se cerraron. Y de hecho, en la década hasta 1930, se anotaron más de 7000 inmigrante por año –hasta el golpe militar de 1930, el primero en la lista de una serie de golpes que amenazaron la estabilidad política del siglo XX. El golpe creó un gobierno nacionalista anti-democrático, que vio en los inmigrantes personas no gratas y limitó la inmigración. Legislaciones y acuerdos internos particularmente hostiles llevaron a que durante la Segunda Guerra Mundial se cierren los límites del estado ante los inmigrantes. A pesar de esto, durante los años del gobierno nazi en Alemania, y luego en Europa, lograron cerca de 40 mil judíos encontrar refugio ilegal en Argentina.

En el año 1946 había en Buenos Aires solamente, más de 200 mil judíos. Después de la shoá creció el número de judíos hasta que llegó a 400 mil. A muchos judíos les atrajo Argentina particularmente más que otros países en América Latina, debido al carácter europeo de su población y su cultura. Esto facilitó la adaptación de los judíos provenientes de Europa así como a los del Imperio Otomano que hablaban ladino, lengua muy cercana al español. Desde ese entonces y hasta hoy en día la cantidad de judíos se ha ido reduciendo, tanto debido a la aliá a Israel así como la emigración hacia otras partes del mundo – y debido a los matrimonios mixtos: el carácter europeo de la nueva tierra creó un escenario social común entre los judíos y los no judíos, y las consecuencias son conocidas.

El Jerem (excomunión)

El fenómeno de matrimonios mixtos comenzó a expandirse. El deseo de los emigrantes de integrarse económica y culturalmente en la sociedad local debilitó la tendencia natural de mantener los matrimonios dentro de la comunidad. Muchos judíos se dirigieron a los rabinos de las comunidades para que conviertan a sus parejas y autoricen el casamiento. En base a dicha situación social y religiosa, nació en Argentina un jerem especial de acuerdo al cual no se debe aceptar conversos. Dicha excomunión es conocida en todo el mundo rabínico y judío, y es la base de la excomunión de las comunidades sirias de Alepo de no aceptar conversos. Dicho Jerem influenció, sin duda alguna, al transcurso de la historia judía argentina en el último siglo, y vale la pena dedicar algunas líneas al respecto.

En los años ´20 del siglo XX no había un Gran Rabino en Argentina. Cada rabino se preocupaba por su comunidad. Entre los rabinos más conocidos, encontramos al Rab Shaul Sitón. El Rabino Sitón nació en Alepo, Siria, en el año 1851 y creció junto con grandes sabios. Fue nombrado Rosh Yeshiva y juez del tribunal rabínico y estaba en contacto con rabinos de Alepo e Israel. En su visita a Argentina, el Rabino Sitón vio la decaída situación religiosa de los judíos y con el objetivo de ayudar, decidió quedarse en Argentina y hacer lo máximo posible.

El Rabino Sitón tenía una gran capacidad de ver a futuro, y decidió realizar todo lo necesario para fortalecer a la comunidad y a los judíos del país. Cuando vio el deseo de los jóvenes de casarse con mujeres no judías de acuerdo a una conversión que no es realizada en base a la halajá, consultó con su amigo cercano, el Rabino David Goldman, rabino de Moisesville, y juntos decidieron realizar un jerem total respecto a la conversión en la Argentina. El socio del Rabino Sitón, el Rabino Goldman, nació en Rusia en 1854, era un gran sabio y erudito en la Torá y estaba en contacto constante con el Rab Eljanan Spector, Rab Shmuel Salant, el Jafetz Jaim, el Rab Kuk y otros grandes rabinos. Escribió un libro de preguntas y respuestas halájicas llamado “Divrei Aharón”.

En el año 1927, el Rabino Sitón publicó la excomunión, la cual al parecer estaba colgada en las carteleras de la ciudad de Buenos Aires:

Debido a que esta ciudad es sumamente liberal y cada cual hace lo que le parece y no tienen un rabino del cual temer… y por lo tanto, cada persona que desea casarse con una mujer no judía la lleva a su casa, la convierte en su mujer, sin conversión, o que lleva a tres personas judías simples (no rabinos) del mercado y las convierte ante ellos… esparcí avisos diciendo que está prohibido recibir conversos en Argentina de aquí a la eternidad como hemos fijado y no es posible quebrar la restricción y todo aquel que lo haga lo morderá una víbora… y quien desea convertirse debe viajar a Jerusalem y allí lo recibirán…
El joven Shaul David Sitón S.T (sefaradí puro)

El jerem no vino a quitar la posibilidad de conversión en forma total, sino tratar de crear una situación en la que sea prácticamente imposible convertirse (es importante recordar que a comienzos de siglo el viaje de Argentina a Jerusalem requería viajar en barco durante más de un mes y a su vez representaba muchos gastos). La excomunión es un ejemplo de lo que es denominado “orden temporal” que fue creada para detener procesos peligrosos. El mismo Rabino Abraham Itzjak HaCohén Kuk, Gran Rabino de Israel, le escribió al Rabino Sitón una carta de apoyo y consentimiento con el jerem dispuesto por ellos.

Ochenta años después, es imposible no preguntar: ¿a logrado la excomunión su objetivo? La realidad demuestra que el número de asimilación y de matrimonios mixtos continuó creciendo a pesar de la excomunión, y a su vez, hubo muchos rabinos conservadores que no aceptaron el jerem y convirtieron. En todas las comunidades ortodoxas, es importante recalcar, el jerem se mantuvo en forma total.


Los judíos argentinos en la actualidad

mac donaldLa vida argentina actual es sumamente vigorosa y activa. Existen más de 70 organizaciones judías y cerca de 40 escuelas con más de 18.000 alumnos, los cuales representan el 50% de los alumnos judíos del país. Asimismo, hay 30 clubes judíos, una liga judía de fútbol, periodismo judío y cerca de 50 restaurantes kosher, decenas de negocios con productos kosher y decenas de yeshivot. Existen instituciones del jasidismo de Satmer, de Jabad, de Agudat Israel, de los sefaradim, marroquíes, sirios, religiosos sionistas, laicos y conservadores. Incluso un negocio de Mc Donald’s Kosher, por lo visto el único kosher fuera de Israel.

La comunidad judía está muy bien organizada mediante cuerpos centrales que apoyan la actividad de las comunidades y la representan hacia afuera. El que llega a la capital del país, Buenos Aires, y camina por la calle principal, Corrientes, se encuentra rápidamente en el barrio de Once, uno de los barrios más poblados de la ciudad. Este barrio es el centro de la vida judía de la capital. En el marco de un kilómetro dentro del barrio, es posible encontrar decenas de negocios kosher, instituciones judías, colegios religiosos, sinagogas y todo lo necesario para la vida judía. En todas las esquinas resaltan las letras en hebreo en los carteles. Debido a la cantidad de judíos que viven allí, el barrio recibió el nombre de Gueto, aunque en realidad hay varios judíos dispersos por otros barrios adicionales.

Y de todas formas – antisemitismocomunidad_judia_argentina_pide_justicia

A pesar de la participación de los judíos en la cultura, la economía y la sociedad argentina, no desapareció totalmente el antisemitismo, e incluso quizás exactamente lo opuesto es lo correcto. A pesar de que Argentina es una tierra católica, no hubo antisemitismo por parte del gobierno ni propaganda antisemita durante la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, sí hubo antisemitismo popular cuyas raíces provienen de la percepción que estableció la iglesia católica a sus creyentes respecto a los judíos. Hasta hoy día, es posible escuchar de boca de los ciudadanos no judíos que los judíos son los culpables de la muerte de Jesús y deben pagar por esto. Este tipo de antisemitismo es constantemente publicado en materiales tales como “Los Protocolos de los Sabios de Sión” los cuales sirvieron como inspiración para la creación de obras “literarias” adicionales y periódicos donde aparecen mentiras anti-judías tradicionales con una vestimenta argentina renovada. El antisemitismo existe también dentro de grupos intelectuales y políticos de izquierda.

Dichas opiniones llevaron a actividades de grupos antisemitas a realizar ataques contra los judíos y sus propiedades. Dichos grupos comenzaron a intervenir en 1910 por primera vez y en 1919 por segunda vez, durante el gran paro de los obreros. En el primer caso, los judíos eran vistos como extraños revolucionarios, y en el segundo caso fueron culpados de tener inclinaciones comunistas y querer convertir a la Argentina en una dictadura del proletariado. Desde ese entonces no ha habido ataques similares, sin embargo continúa la distribución de propaganda antisemita escrita y oral, hasta hoy en día en parte de los medios de comunicación.

La subida del nazismo y su influencia se sintió también en la Argentina. Al principio esto fue expresado en particular en la propaganda contra la recepción de refugiados judíos de Alemania, y luego creció la incitación que no frenó ni siquiera con la derrota de los alemanes. En los años 40´y 50´, criminales nazis se escaparon a la Argentina, donde se establecieron y abrieron allí una nueva página de vida. Su exposición y su extradición llevaron a olas de ataques a instituciones judía del país. No es casual que Eichman fue encontrado allí, y también su extradición a Israel fue acompañada de una gran oposición de gran parte del público local.

Durante los gobiernos militares en Argentina (1943-1946, 1976-1983), los judíos fueron discriminados en forma individual. En la primera etapa la discriminación se proyectó en la prohibición de permitirles a los judíos tener cargos públicos, incluyendo enseñar en una escuela, y en la segunda etapa en el trato difícil contra los judíos durante su investigación y su encarcelamiento. De acuerdo a las estimaciones, cerca de 2000 judíos argentinos desaparecieron como si se los hubiese tragado la tierra, durante el gobierno de la junta militar entre 1976 y comienzos de los años ´80. En total, desaparecieron durante dicha época 30 mil judíos con la excusa de que actuaban contra el gobierno. Junto a esto, la continuación regular de las actividades de la comunidad no fue molestada por las regulaciones o por el gobierno en sí mismo. Los grandes atentados en el edificio de la Embajada Israelí en Buenos Aires en 1992 y del edificio de la comunidad judía en 1994, dejó muchas víctimas y las huellas tras los culpables llevaron a Hizballah e Irán.

Alejamiento y acercamiento

La comunidad judía de Argentina atraviesa procesos conocidos en todo el mundo judío: asimilación y matrimonios mixtos por un lado, y gente que se vuelve religiosa por el otro. La judería argentina es considerada una de las comunidades con porcentajes más grandes de matrimonios mixtos en América Latina y en el mundo, con un 70-80% de asimilación: casamientos con parejas no judías las cuales muchas veces llevan a la pérdida de la identidad judía. Junto a estos números tan altos de asimilación, la comunidad judía vivió un proceso largo y significativo de “fortalecimiento” religioso, la cual cambió la división de fuerzas en la comunidad judía argentina. Si en los años ´60 del siglo XX el movimiento que dominaba era el movimiento conservador, con la dirección del famoso Rabino Marshal Meyer, e incluso estableció un seminario rabínico el cual envió rabinos a Argentina y a toda América Latina, pues hoy en día el movimiento ortodoxo influencia la mayor parte de las sinagogas de la ciudad y del país.

Es interesante recalcar que ambos procesos avanzan en conjunto e influencian uno a otro. Justamente en el mismo lugar donde los porcentajes de asimilación son sumamente altos, también los porcentajes de personas que se vuelven religiosas lo son. ¿Acaso hay relación entre ambos procesos? ¿Acaso el hecho de que varias personas se vuelvan religiosas influencia a la asimilación y viceversa? Para mí, sí. Por un lado, el miedo a la asimilación, el miedo a perder la identidad judía personal traen motivación de búsqueda y adaptación de creencias y pensamientos que preservan la identidad judía de la persona. Cuando una persona o pueblo sienten que están en crisis, se acercan a la identidad y en este caso también a la tradición.

Por otro lado, los procesos de acercamiento de parte de la sociedad, llevan a otros a alejarse. Muchos judíos que no llevan una vida religiosa, miran a personas que ahora lo son y concluyen que el judaísmo no es para ellos. Muchas veces buscan un camino intermedio que les permita fomentar su judaísmo y su identidad sin cumplir mitzvot en forma activa. Dichos judíos no tienen actualmente muchas posibilidades de elección. Los caminos que había en el pasado para fomentar la pertenencia y el significado judaico se perdieron y perdieron su fuerza, y ahora solo queda el camino religioso como posibilidad significativa, y este no es un camino adecuado para todo judío en forma inmediata. Los procesos de acercamiento, por lo visto, crean a veces procesos de alejamiento.

Cien mil huérfanos

Kiev, Ucrania

La tierra que en su momento se encontraba llena de judíos, hoy se encuentra repleta de sus tumbas, identificadas o no, y de algunos judíos-reconocidos y otros que no.

Ucrania es un país de contradicciones históricas para el pueblo judío. Debido a que en su momento fue un lugar con gran asentamiento judío, muchos de los líderes del Estado de Israel a nivel cultural, político y rabínico (El Baal Shem Tov, Rabi Najman de Breslav, Shalom Aleijem, Ejad Haam, Iosef Trumpeldor, Golda Meir, Efraim Katzir, Levi Eshkol) tuvieron el “mérito” de nacer allí. Pero esta misma razón es la que lo convirtió en un valle de asesinato – tanto en la última generación como en generaciones anteriores.

En Ucrania es posible comprender qué es la valentía judía. Justamente en el lugar en que fue derramada sangre como agua, se cumple la promesa “vivirás en tu sangre”, y la sangre judía regresa mediante miles de judíos que redescubren su judaísmo.

El último recuerdo de Kiev como ciudad en los escritos judíos, aparece en una carta de un comerciante judío del siglo nueve, el cual fue encontrado en la gnizá (depósito de libros judaicos y objetos sagrados desechados) de El Cairo. La documentación describe que uno de los comerciantes se endeudó y fue tomado en cautiverio a la ciudad de Kiev, sus amigos escribieron cartas en hebreo a las comunidades judías del mundo para poder juntar el monto necesario para liberarlo.

Los primeros judíos que se asentaron en Ucrania lo hicieron en el siglo VII, en la época del reinado de Khazar. Las tradiciones históricas cuentan que un grupo de judíos del reinado vino a ver al príncipe Vladimir e intentó convertirlo, pero él eligió convertirse al cristianismo. Benjamín de Tudela recuerda a Kiev como “una gran ciudad llena de judíos”. En el siglo XII llegaron a Ucrania judíos del centro de Europa, y en el siglo XV y XVI llegaron judíos de Polonia.

Kiev es la capital y la ciudad más grande de Ucrania. La ciudad se encuentra en el norte del país, sobre el río Dniéper.

Hoy día es una ciudad europea moderna, con un gran desarrollo económico y general.

Miles de fosas colectivas

Bajo la conquista nazi durante la Segunda Guerra Mundial, fueron aniquilados la mayor parte de los judíos de Ucrania. El antisemitismo ucraniano y los colaboradores provenientes de la población local asistieron a la máquinaria nazi. Lo que identifica el asesinato de los judíos de Ucrania (y Rusia) por los nazis, es el hecho de que no fueron llevados a campos de exterminio, sino que fueron asesinados en el lugar, en su tierra de “nacimiento”. Los judíos fueron asesinados en masa, en fosas, por unidades de la SS y colaboradores ucranianos.

Así era el proceso: el ejército ingresaba a la ciudad y después de 2-3 días colgaba carteles informando que los judíos debían reunirse en un lugar determinado y en un tiempo determinado. Los judíos se reunían y eran llevados a pie a una distancia de 5-10 km, fuera de la ciudad. Allí, en una de los valles naturales en general, sin que sea necesario cavar pozos, los soldados mataban a todos mediante disparos. De acuerdo a las estimaciones, hay en toda la ex unión soviética entre 2000 y 3000 fosas comunes. Prácticamente al lado de cada pueblo donde había judíos hay una fosa común.
Cerca de 900 mil judíos fueron asesinados en Ucrania, el lugar más famoso, el cual pasó a ser el símbolo del asesinato de judíosr es “Babi Yar”. El mismo, se encontraba en el pasado en las afueras de la ciudad de Kiev y hoy se erige allí un monumento en el centro de la ciudad. El 19 de septiembre de 1941, Kiev fue conquistada por el ejército alemán, y luego de 10 días, el 29 de septiembre, 34 mil judíos locales y de los alrededores fueron asesinados en Babi Yar. Los judíos de Kiev llegaron al lugar de encuentro a la hora que les fue dicho y comenzaron a marchar a lo largo de la calle principal de la ciudad, la calle Melnikovsky, hacia el cementerio judío local. Cuando atravesaron la puerta se les ordenó dejar sus pertenencias en el lugar y de a grupos fueron marchando hacia el bosque, ingresaron al valle y allí los asesinaron los nazis.

A pesar de que Babi Yar se convirtió en lugar de peregrinación para muchos judíos los cuales deseaban transmitir de generación en generación el recuerdo de sus seres queridos, tan solo en 1974 fue construido el monumento de recordación de los caídos. De hecho, el monumento no señala que los caídos eran judíos, sino “ciudadanos ucranianos”. Solo en 1991 fue puesto un cartel el cual reconoce a los asesinados en Babi Yar como judíos.

En forma milagrosa, el 30 de septiembre de 1941 fue la víspera de Iom Kipur, y desde entonces, Iom Kipur pasó a ser el Día de Recordación oficial de los judíos de Kiev. Cuentan que cuando el Rab Bleich, hoy en día el Gran Rabino de Ucrania, llegó a la ciudad en 1988, se sorprendió al ver lo que sucedía en la sinagoga en Iom Kipur – el Beit Kneset, el cual estaba prácticamente vacío durante el año, se llenó completamente. Cuando llegó el momento de recitar el kadish de duelo, todos los feligreses, desde jóvenes hasta ancianos, se pararon y comenzaron a recitar el kadish. Iom Kipur se transformó en el Iortzait (aniversario de fallecimiento) de la comunidad.

Los soviétivos negaron dicha masacre en particular y la shoá en general. La Segunda Guerra Mundial tuvo lugar y el “pueblo soviético” perdió 20 millones de sus ciudadanos, y dentro de ellos judíos, rusos, ucranianos, etc. Es cierto, quizás pasó algo allí en Europa, quizás hubo campos de exterminio en Polonia, pero los judíos de la Unión Soviética murieron solo en sus casas.

Tiempo de infierno

En Ucrania hay hoy en día cerca de 300 mil judíos, de los cuales 100 mil viven en Kiev, sin embargo la estimación demográfica sobre el número de judíos en el país varía entre 100 mil y medio millón, sin posibilidad de brindar un número exacto. En total hay cerca de 100 comunidades en Ucrania, algunas grandes y la mayoría pequeñas. Aparte de la capital, Kiev, hay comunidades en Tomer, Berdychiv, Odesa, Nikolaiv, Jarkov, Lamberger (Lebov), Chernovil (Sedigura), Daniproptrovsk y Medzhybizh (la ciudad del Baal Shem Tov). En Uman, la ciudad de Rabi Najman de Breslav, hay cerca de 50 judíos, a pesar de que miles de personas llegan al lugar durante las festividades.

La sensación de quienes trabajan hoy día en el renacimiento de la vida judía en Kiev y en Ucrania en general es de lucha por los sobrevivientes. “Nos encontramos por lo visto en la última generación que es posible salvar judíos”, dicen. Solo los judíos que llegan hoy en día a la comunidad son los que quedarán como público judío. Incluso en la actualidad siguen “descubriendo” judíos ocultos, judíos que nos sabían que tenían raíces judías o que temían confesarlo. En la presente situación en Ucrania, encontrar una familia judía por parte de los cuatro abuelos es algo poco común. Incluso en el colegio de Jabad, donde solo reciben judíos de acuerdo a la halajá, 90% de los alumnos, tienen madre judía pero padre no judío. Los matrimonios mixtos se encuentran prácticamente en todas las familias.

De acuerdo a las estadísticas que fueron presentadas en el Comité de Aliá y Absorción de la Kneset, menos del 20% de los judíos de Rusia y Ucrania se encuentran expuestos a programas de temáticas judías. La mayoría del millón de judíos (o meritorios de la Ley de Retorno) que viven hoy en Rusia o en Ucrania no se encuentran relacionados con la comunidad, sinagoga o identidad judía.

En Kiev hay 3 comunidades activas: una en el marco de la sinagoga “Pudul”, a cargo del rabino Iaacov Bleich, el cual se encuentra en la zona hace ya varios años y se desempeña como el Gran Rabino del país; la segunda comunidad es la comunidad “Brodsky”, a cargo del Rabino Asman (Jabad); y en el Beit Kneset “Galaxi” tiene lugar hoy día actividades de la “midrashá sionista” la cual actúa bajo el auspicio de la Agencia Judía, a cargo del Rabino Shlomó Namán (egresado de Straus-Amiel) y mediante la cual se propaga Torá y Sionismo, acercando a las personas de la ciudad al judaísmo.
En la ciudad hay una sucursal de la Yeshivá “Esh Hatorá”, donde se realizan clases de Torá y plegarias de shabat. A comparación de las 3 o 4 sinagogas activas hoy en día, hay que recordar que antes de la revolución de 1917 se encontraban casi 100 sinagogas en la ciudad. Asimismo, hay seis colegios judíos, tres redes de Jabad, el colegio “Keren Or Hajaim” el cual se encuentra ligado al Rabino Bleich, y otros dos colegios tradicionalistas.

Los judíos de Ucrania y Kiev no se encuentran a la vista, no llenan las sinagogas a pesar del renacimiento de la comunidad, a pesar del redespertar judaico, religioso y sionista en la ciudad. Los judíos de Kiev siguen viviendo como anusim (forzados), cerrados en ellos mismos, ocultan su identidad, y no transmiten su fe y su identidad a las próximas generaciones.

Que terrible este lugar

El edificio del Beit Kneset “Brodsky” fue construido en el año 1898 por un judío famoso y el más grande productor de azúcar de esos tiempos, Lazar Brodsky. El Beit Kneset fue construido con gran resplandor y funcionaba como la Gran Sinagoga de Kiev. En el año 1929, luego de que los comunistas subieron al poder, el Beit Kneset fue cerrado y el edificio fue confiscado para el Club de los Obreros Judíos. Con el tiempo los judíos fueron desapareciendo y el Beit Kneset se transformó en un club para todo tipo de obreros, hasta que finalmente se erigió allí el teatro local de la ciudad de Kiev.

El edificio fue preservado en forma milagrosa, debido a que cuando los nazis conquistaron el lugar no derrumbaron el Beit Hakneset sino que lo convirtieron en un establo. En el año 1955 el edificio se convirtió en el teatro de marionetas de Kiev, con el auspicio del gobierno comunista. En el año 1992, un año después de que Ucrania se independizó, el presidente Leonid Karbachuk ordenó devolver todos los edificios que fueron confiscados por el gobierno comunista y entre ellos el Beit Kneset. Es importante remarcar que antes de que sea devuelto todo el edificio, a lo largo de los años tuvo lugar un minián de ancianos los cuales aún recordaban al edificio en todo su esplendor, en un cuarto pequeño y pobre al costado del Beit Hankeset. Hoy en día, el lugar sirve como sinagoga, centro comunitario y comedor para los necesitados, hay también una yeshivá para jóvenes, una mikve y un restaurante kosher.

La sinagoga “Pudul” fue construida en 1902 y abrió sus puertas nuevamente en 1947. En el último tiempo fueron realizadas refacciones y cambió su estilo, ya no se parece a las sinagogas clásicas de la época comunista. Una de las más sobresalientes características de la sinagoga es la frase que se extiende en una de las paredes: “que terrible es este lugar”. Nosotros no estamos acostumbrados a ver este tipo de frases en un Beit Kneset. La tradición relata que los judíos escribieron dicha frase en la pared de la sinagoga no como un versículo que se refiere a la tefilá o a la santidad del lugar, sino a los soviéticos. Que terrible este lugar, literalmente. Este país, este gobierno. Algo como el “hasta cuando” que estamos acostumbrados a ver en las bases militares del ejército. Es interesante remarcar que también en otras sinagogas que se encontraban activas durante la época comunista aparecen versículos que recalcan la relación con el gobierno, como el Beit Kneset en Riga donde se encuentra escrito en el Harón HaKodesh hasta hoy en día: “bendito que no nos puso presa de sus dientes”; y en el Beit Kneset Marina Rosa el cual fue incendiado en el pasado en Moscú se encontraba en el lugar del jazán “por favor D-s salva a mi alma”.

Rabino Eliahu Birnbaum